Thursday, February 20, 2014

Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
porque pues igual una no tiene nada, una anda atrás de ganarse un jornal o tener
un peso para comprarles las cosas a los niños. San Juan de la Florida, Argelia,
Cauca, 2008, P.357.
Sin embargo, ante la falta de respuesta del Estado para restituir derechos que fueron
vulnerados y de una política integral de reparaciones, cuando se dan las indemnizaciones
económicas producen un sentimiento de resignación dada la ausencia de otras formas de
reparación, la falta de voluntad política y de la irreversibilidad de la pérdida. Todo ello
genera una situación también de ambivalencia en la que la reparación económica parece
la única materialización de la responsabilidad del Estado.
Ellos lo único que han dicho es: “mamá si ya que mi papá no regresa pues que
nos lo paguen”. Eso es lo que han dicho ellos: “pues a mi papá que nos lo paguen
porque mi papá no estaba haciendo nada malo”. Vereda Santa Clara, Putumayo,
2002, P. 524.
Es muy duro que a uno un hijo se lo devuelvan en plata, es duro que a uno le digan
¡aquí están 10 millones de pesos! No crea de que eso es fácil y que uno va a
bailar en una pata ¡me llegó esto! Yo creo que aunque a uno le lleguen 10, 15, 30
millones sobre un hijo, siempre el dolor sigue. Pero bueno, ya se lo tragaron como
el cuento, pues, que al menos se lo paguen a uno porque qué más se va a hacer,
pero es duro. Barrancabermeja, Santander, 2001, P.727.
Por un lado, se expresa la necesidad de resolver la grave pobreza y exclusión a que están
sometidas como consecuencias de los hechos violentos y las múltiples violaciones a sus
derechos. En otro sentido, no quieren sentirse “pagadas” por lo que les sucedió, la muerte
o desaparición de sus seres queridos. Para ellas las pérdidas de los seres queridos y bienes,
de los años de sufrimiento y desarraigo, están inscritas en su piel como una cicatriz
que no se borra. Por ello recibir dinero por lo que les pasó las hace sentir como si se comprara
la muerte o desaparición de sus ser querido. Pero a la vez es importante recibirlo
debido a sus necesidades. Esta situación ambivalente genera dilemas éticos en muchas
mujeres. La manera en cómo se representa esta indemnización por parte del Estado es
muy importante para que no se pervierta este sentido reparador.
Yo no voy a decir que si ellos me quieren reconocer cualquier cosa como mujer
afro y pobre que soy, no lo haga; pero no voy a comparar que me están reparando
lo que en mi vida he pasado. Tierralta, Córdoba, 1993, P. 82.
Para numerosas mujeres, las sumas de dinero son importantes porque suponen un alivio a
su precaria situación económica y son una compensación para salir adelante. Sin embargo,
algunas de ellas piensan en ese dinero como una “ayuda” y no con una conciencia del
derecho de las víctimas o de las obligaciones del Estado.
Que me den una platica, con eso me sentiría mejor para como me siento. Le digo
que me sentiría mejor. Vereda el Ceral, Samaniego, Nariño, 2008, P. 434.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Sí quisiera que hubiera una ayuda, así fuera una mensualidad que le dieran a una.
Ya yo para conseguir… tengo 41 años, soy diabética. Hoy amanezco alentada,
mañana no. Tuviéramos un sueldo o una ayuda, pero algo que compense, que sí
le dé una ayudita. Nosotros no tenemos nada, nosotros no tenemos nada. Vereda
Campo Seis, Santander, 2003, P.775.
Pero en otros casos, las mujeres parten de esa conciencia de los derechos de las víctimas
y del deber del Estado.
No es una solidaridad, es un derecho, un derecho a ser indemnizados, porque de una
u otra manera, el gobierno está fallando. El Dovio, Valle del Cauca, 2010, P. 828.
Muchas mujeres piensan que el dinero les sirve más a otros miembros de su familia que a
ellas mismas. No se auto reconocen como primeras beneficiarias y estiman que esa sumas
deben ser para sus progenitores o descendientes.
Para mi pediría que el Estado me diera una indemnización donde yo pudiera darle
a mi mamá los últimos días de vida que le queden, dignos sin aguantar hambre,
sin tener que verla sufrir tanto, y sin yo tener que darle lo que ella necesita. San
José de Apartadó, Antioquia, 2000, P. 89.
Como una reparación económica para mis papás, porque ellos lo perdieron todo.
Que se haga un valor económico por lo menos para que con eso mis papás, y nosotros
podamos subsistir, darles un mejor nivel de vida. Empezar de nuevo porque
a nosotros nos tocó empezar en otra parte, empezar de cero. La Florida, Nariño,
2008, P.369.
Las mujeres aspiran a que la compensación económica favorezca sobre todo a sus hijos e
hijas. Una compensación para el futuro de sus hijos dado que el sentimiento y conciencia
de madres hace que proyecten un futuro mejor para sus descendientes.
Una reparación que al menos nos brinde, digamos, un futuro para mis hijos, como
una indemnización, como una pensión, no sé. Vereda Peralonso, Meta, 1998, P. 774.
Que me dieran una plata para poder sacar, yo lo único que digo es para saber
que mis hijos tengan algo seguro. Yo lo haría más que todo por mis hijos. Corregimiento
María, Jambaló, Santander, 2009, P.366.
También ellas conciben que el dinero les permitiría satisfacer otras necesidades, en
particular la vivienda. El no contar con una casa propia les genera muchos gastos y
muchas aspiran a vivir en una residencia que sea de ellas y donde no tengan que pagar
arriendo.
Creo que esa reparación, de la que habla el Estado en plata, es un alivio porque
uno saldría de muchas deudas. Quizá podría uno comprarse una casita y no tener
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Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
que pagar arriendo porque yo llevo más de 30 años pagando arriendo. Barrio
Popular, Medellín, Antioquia, 1998, P. 66.
Pues yo diría que al menos me paguen a mi muchacho, que con eso no lo voy a
resucitar, pero al menos para yo poder subsistir… Entonces, que mire a ver el gobierno
que me dieran al menos para comprar una casita para uno poder subsistir.
La Marta, Santander, 2005, P. 767.
Una casa es el símbolo de seguridad económica y emocional para cualquier persona. Para
las mujeres es además el espacio en que se proyecta el propio ser y se dan las relaciones
cercanas. Por ello en muchas ocasiones conseguir una casa compensaría de algún modo
el despojo de sus bienes del que fueron víctimas.
Si yo tuviera una entidad que me diera siquiera 18 o 20 millones de pesos yo me
iba y me compraba un lotecito de tierra por ahí. Así fuera un mero lote afuera de
Bogotá, ese es mi sueño. Vereda Porvenir, Turbo, Antioquia, 2000, P.124.
Un dinero para poder acabar de arreglar la casita… porque a veces pues llega la
familia de uno y no tiene uno en donde alojarlos... porque como es tan pequeñito.
A uno le da tristeza en el alma que lleguen los hijos o familiares y no poderlos
hospedar. A mí me gustaría poder como echarle el segundo pisito a la casa, poder
arreglar la casita. Villa Nazaret, Armenia, P.696.
El destino que le pueden dar a ese dinero tiene diversas finalidades. En el siguiente caso, esta
mujer desea de manera simbólica acabar de tramitar el duelo de la pérdida de sus padres.
Ellos no se van a parar de la tumba, pero a mí sí me gustaría que me ayudaran.
Yo no estoy pidiéndole al gobierno, que me tienen que dar 50, 100, 200 millones.
No estoy pidiendo eso. Solo como una pequeña ayuda, para yo poder pues, yo no
sé, no he podido sacar los restos a mis seres queridos, tantos años allá en jardines
del recuerdo. Tengo hasta todos los papeles. Para mí eso es triste. Vergel, Valle
del Cauca, 2009, P. 888.
Si bien la reparación no debe reducirse a una compensación económica, que además muchas
veces se hace a la baja en función del número de víctimas o la condición social de las
mismas, el dinero materializa en parte una responsabilidad asumida y es un componente
fundamental de la misma. Algunas de las mujeres que se han beneficiado con indemnizaciones
otorgadas por el Estado, reconocen que ese dinero les ha servido para mejorar
en parte sus vidas. Las mujeres hablan de pequeñas inversiones, compras, mejoras de sus
casas o simplemente poder hacer un entierro digno.
Dieron unos cuarenta millones de pesos. Diez para mi medio hermano, diez para
el otro y veinte para mí. Mi hermano me prestó la plata de él y con esa plata compramos
el carro. Ese carro tenía una ruta y pues, gracias a Dios nos ha ido bien,
me ayuda harto… Aguadas, Caldas, 2004, P. 659.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
20 millones en ese mismo año. Me dieron esa plata y con eso compré esto acá.
Allá la casa que teníamos era muy pobre, medio me lo pagaron pero con esa plata
compre acá. Vereda la Aldea, Santa Fe de Antioquia, Antioquia, 1999, P.6.
Me dieron 13 millones… Con esa plata enterré a mi mamá, y así hicimos otra
piececita en la casa y tengo otro poquitico ya. Vereda La Aldea, Antioquia, 1998
y 1999, P.22.
Por el contrario, para otras mujeres que han recibido también indemnizaciones judiciales
o administrativas, el dinero ha sido insuficiente. Estiman que el Estado no ha cumplido
con su deber de repararlas debido a la escasez del monto indemnizatorio frente al enorme
impacto de sus pérdidas y las consecuencias sufridas.
Vea la casita que me dieron de 17 millones, es una casa lo más cerrada, no tengo
donde sembrar, para amarrar un pollo… para decir que puedo cultivar algo. Lo
que me dieron que fue muy poquitico. Con eso tenía yo que pagar arriendos y
servicios de las dos partes. Robledo, Antioquia, 2000, P.27.
Nos dieron 12 millones de pesos para los 15 hijos y la mamá. Nos hicieron
llevar unos papeles para darnos otro dinero que porque eran 20 para darnos
los ocho restantes. Eso para mí no es nada. ¿Quién dijo que una vida valía
eso? No tiene precio. Eso es una miseria. Además eso es el transporte y el
papeleo que uno tiene que hacer para recibir eso. Vereda Gergona, Yolombo,
Antioquia, 2001, P.28.
Por estas razones, algunas reclaman que las indemnizaciones sean justas. Es decir, que
además de ser un reconocimiento de la responsabilidad del Estado, el dinero sea adecuado
a la vulneración perpetrada y que les permita superar las precarias condiciones en
que viven. La falta de proporcionalidad es un elemento central del cuestionamiento de la
llamada reparación administrativa.
Que se nos indemnice con una buena suma de dinero, no con cualquier cosa,
¿cierto? Porque ellos creen que reparar es hacer una charla psicológica y ya la
reparamos. ¡No, eso no es así! San Vicente de Chucurí, Santander, 1990, P.745.
En últimas, que el Estado cumpla con su deber de garantía y ofrezca una compensación
económica suficiente para las diferentes víctimas del conflicto armado, sin que las personas
tengan que estarlo exigiendo de manera permanente como un derecho. Muchas
mujeres están no sólo cansadas, sino ofendidas en su dignidad, de que sus derechos
sean vistos desde una perspectiva asistencialista y paternalista por parte del Estado, y
no como una responsabilidad del mismo. La reparación económica no puede ser una
forma de legitimar al gobierno o al Estado, o de limitar su responsabilidad, sino que
debe suponer una materialización que exprese un cambio en la relación del Estado con
las víctimas.
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Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Que para que una no estarle limosneando al gobierno, ni nada de eso. Que le
dieran a uno una indemnización para la familia, para dejar de estar como dicen,
de limosnera, estar pidiendo. Porque por lo menos a mí no me gusta estar por allá
pide que pide, porque a mí siempre me enseñaron fue a trabajar. Si yo quería tener
mis cosas tenía que esforzarme a que yo misma, por mis propios medios, obtener
mis cosas. Vereda Angosturas, Lebrija, Antioquia, 1999, P. 755.
El acceso y la restitución de tierras
La tierra es un valor muy importante para las mujeres que habitan en el campo para las
que es su fuente primordial de trabajo y vida. El acceso a la tierra, y el restablecimiento
de la relación con la naturaleza en las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas,
se constituye en una de las principales aspiraciones de las mujeres. Además de
constituir su medio de vida, también supone la recuperación de un espacio vital natural.
Como ya se señaló, las medidas de rehabilitación legal (27.2%) respecto la titularidad de
las tierras o documentación y arreglo de la situación legal, fueron citadas por una cuarta
parte de las mujeres, así como la devolución de los bienes sustraídos (24.8%) y la devolución
de las tierras apropiadas (16.7%).
Se resalta como un problema central del conflicto colombiano el despojo de cinco millones
de hectáreas que viene aparejado con el desplazamiento forzado de población, gran
parte hoy copadas por proyectos agroindustriales o de otro tipo. La tierra pues entra a ser
una reivindicación importante respecto a la no repetición y la reparación para las mujeres,
teniendo en cuenta que han sido desplazadas, expulsadas de ella, lo que ha agravado su
pobreza, sus condiciones de vulnerabilidad en el conflicto armado y las violencias que se
derivan de este. En el testimonio siguiente se identifica con gran agudeza el problema de
la tierra como elemento central del conflicto armado colombiano.
Siempre he estado en la lucha de la no repetición, pero uno no sabe de qué manera
sería, la no repetición es de que no existan los megaproyectos, que deje de
existir esa sed de poder de la oligarquía de tener y tener, y tenemos que despojar
a la gente de sus bienes, perder los territorios, como saben acá los territorio son
fructíferos. Montería, Córdoba, P. 86.
Para las mujeres campesinas que no tenían propiedades, tener una finca era la aspiración
y el sueño de su vida que se vio truncado con la pérdida y el desplazamiento.
De pronto si nos dieran tierra para uno trabajar solucionaría bastante la situación.
Vereda San Cristóbal, San Jacinto, Bolívar, 1989, P.214.
Mi sueño era tener un pedazo de tierra propio y mi casa y eso mismo deseaba él,
tener una finca. Él siempre deseaba tener una finca y ya trabajar de su cuenta,
ese era su sueño de él y mío… porque una cosa es uno tener un pedazo de tierra
propio y otra cosa es trabajar en lo ajeno. Jamundí, Valle del Cauca, 2000, P. 372.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El cultivo de la tierra, es una fuente de trabajo y de ingresos. Además de ofrecer una
vivienda a sus moradores, el cultivo de la tierra se constituye en la primera fuente de subsistencia
en las áreas rurales. La condición de desplazamiento ha perpetuado en muchas
mujeres víctimas la desposesión de la tierra y la vida en territorio “ajeno”, en una situación
de transitoriedad y un contexto en el que no se reconocen. Estas relaciones de reciprocidad
entre las mujeres y su medio de vida están fracturadas desde el desplazamiento.
Siempre lo que yo he soñado en mi vida es tener algo propio, ¡algo propio! Yo
digo: “Que rico tener tierrita para uno sembrar comida, para uno sembrar algo”.
Nosotros cuando estábamos en esa invasión, teníamos un pedacito. Allá sembrábamos
cebollita, frijol, de todo sembrábamos, tomate, y siempre hemos soñado
con tener la tierrita. Santa Bárbara, Antioquia, 2001, P. 673.
Por lo menos la tierra donde una pueda trabajar, porque pues una es del campo,
y su trabajo en este momento está así a la deriva. Entonces, una con su tierra ya
se dedica a trabajar y ya le cambia la situación porque pues una es de trabajo.
Caserío Monserrate, Caquetá, 2005, P. 362.
Una tierra donde una no tenga que pensar lo que está pasando. Se levantaría a
hacer los oficios. Se iría por allá a hacer sembraditos. Santa Bárbara, Antioquia,
2001, P. 673.
Las mujeres enfatizan en muchos casos que sus saberes están ligados a la tierra y al cuidado
de los animales. Reclaman el acceso a una tierra que les permita la crianza de animales,
con los que han mantenido relaciones de crianza y producción, y los ciclos vitales.
El recuerdo de lo que fue se une en las mujeres de más edad a la esperanza de tener una
tierra en la que retomar sus vidas, aunque no sea en la zona donde vivieron.
Me gustaría tener una finquita así con ganado, porque yo soy muy amante del
ganado. Ese es mi sueño. Toda la vida me ha gustado mucho el ganado. Vereda
Lejanías, Antioquia, P. 173.
Mi sueño ahora es que ojala pueda conseguirme un lote, porque yo aquí en Bogotá
estoy cansada. Conseguirme una tierrita que no fuera tan por allá tan adentro,
y poder terminar mis días en un lotecito de tierra donde yo pueda sembrar. Porque
una toda la vida fue sembrando una mata, criando un marrano, criando un pollo.
Vereda Porvenir, Turbo, Antioquia, 2000, P.124.
Por eso quisiera, conseguir para donde irme, a una parte donde pueda vivir tranquila,
tener lo que yo quiero. Yo no anhelo así riquezas, si no por lo menos mis
animales. A mí me gustan mucho las gallinas, los puercos, tener alguna vaquita,
como un caballito. Dagua, Cali, Valle del Cauca, P.865.
Una de las respuestas más comunes de las mujeres desplazadas cuando son preguntadas
por la forma en que desean ser resarcidas por sus derechos violados, es recuperar la tierra
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Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
que perdieron y a los bienes que dejaron, incluyendo una redistribución de la tierra y una
crítica a la explotación agroindustrial.
Que nos devolvieran sus tierras o nos dieran unas ayudas para nosotros poder
trabajar nuevamente, para volver a estar como estábamos antes. Que la poca
tierra que está por aquí no se la vendan a los grandes terratenientes para sembrar
palma porque la verdad que uno por aquí no tiene ni donde sembrar una yuca,
nada. Palo Atilico, Bolívar, P. 228.
Para las mujeres conscientes de las dificultades de volver a los lugares de donde fueron desplazadas,
la reivindicación de la tierra está asociada a su modo de vida y no solo a la perspectiva
del retorno. La restitución de las pérdidas puede darse también en otros lugares donde haya
seguridad y voluntad de reintegrarse, retomando su trabajo y relación con la tierra.
Darle una finca donde haya tierras y donde te digan te damos estas tierras, te damos
esta finca y te damos estas semillas, ya, defiéndete con eso. Pues la verdad yo
pienso que a nosotros deberían reubicarnos, nosotros somos campesinos, nosotros
somos cultivadores. Jamundí, Valle del Cauca, 2000, P.113.
Pues para a mí me aliviaría que volvieran a reconocer la finca y todo lo que yo
tenía en la casa para yo volver a trabajar. Seguir adelante con lo que yo tenía allá,
todo, la finca, lo que yo tenía allá. Eso es lo que yo deseo porque trabajando en
el campo es más suave para una. El Estado son los que tienen que reconocerle a
uno algo de las cosas que ha perdido, tienen que ser ellos… así no sea la misma
finca o que le den en otra parte una finquita por ahí. Cuánto no sería la alegría
mía de que me reconocieran una finquita por allá, en otra parte. Tibú, Norte de
Santander, 2003, P. 720.
Las mujeres comparan sus condiciones de vida, previas y posteriores al desplazamiento
forzado que las obligó a abandonar sus tierras y enseres. Ellas valoran las pocas cosas
que tenían y que perdieron por la violencia y anhelan recuperarlas. En muchos casos las
mujeres hacen un recuento de sus pérdidas como parte de sus reflexiones y demandas de
reparación frente a la vivencia de desposesión y pérdida actual.
Mi sueño sería recuperar lo que perdí porque uno que vivió en un tiempo bien y
ahora está viviendo en una situación de estas. Pues pensaría uno volver al pasado
si le fuera fácil. Baudó, Chocó, P.469.
Que me devuelvan mi tierra, lo que yo perdí que tenía adentro de la tierra. No
tenía bastante pero tenía cuatro vacas, un torete, tenía 70 pollos, tenía dos puercos.
Ya yo iba viviendo mejor que lo que estoy viviendo aquí porque aquí no tengo
nada. María La Baja, Bolívar, 1991, P.221.
Por una parte sería reparar los bienes. Yo tenía mi marrana de cría. Yo sé que
no la voy a volver a conseguir pero si el Estado se pone de acuerdo yo creo
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
que es posible para reparar a todos los desplazados, a las mujeres cabezas de
hogar y a todos los que hemos sufrido el desplazamiento. Marbeles, Caquetá,
2004, P. 576.
Retorno y territorio
Ligado a la restitución de tierras, la demanda del retorno a sus lugares de origen o expulsión,
es la prioridad para algunas mujeres. Un retorno voluntario y con garantías a su
territorio. El retorno conlleva volver a una vida que probablemente sea ya distinta, pero
que está marcada por los espacios, relaciones, modo de vida que perdieron con el desplazamiento.
Sin embargo, el énfasis en las condiciones de seguridad para el retorno muestra
que la inseguridad y el miedo siguen limitando estos procesos, y que el Estado debe poner
las condiciones para hacerlos posibles y no convertirlos en una decisión meramente personal
en un contexto de riesgo.
Yo deseo regresar a mi territorio. Deseo regresar pero no a escondidas. Deseo mi
libertad, quiero ser libre porque me siento presionada, me siento muy triste y eso
me duele mucho. Natagaima y Coyaima, Tolima, 2008, P.135.
El regreso, que hubieran unas condiciones, unas garantías para regresar. Por lo
menos en mi caso que ya estoy vieja, yo digo que para vivir mis últimos años. En
lo que me gusta estar en mi gente, en mi alegría. Valle del Cauca, 1990, P.172.
Si bien los procesos de retorno son también un nuevo desplazamiento, y conllevan a veces
nuevas rupturas familiares entre los que se van y los que se quedan, para muchas mujeres
la tierra es más bien el territorio, y la relación con éste tiene un componente ligado
a la identidad y la cultura, y no se trata solamente de un espacio de trabajo o fuente de
ingresos.
Volver también, volver a la tierra de donde nos sacaron. Todo el rato lo he estado
como repitiendo: volver, porque… el territorio para nosotras las mujeres es sagrado.
Riosucio, Chocó, 1996, P.426.
Sin embargo, muchas mujeres desplazadas tienen miedo de regresar a sus lugares de expulsión
porque el conflicto armado sigue causando violencia y tienen la aspiración de que
sean reubicadas en otro lugar más seguro.
Pues quisiera, sí, ser reparada. Me gustaría que ojala tuviera la posibilidad de
acceder a otra tierra, pero en otro sitio y poder vivir en unas condiciones que nos
de seguridad. Corinto, Cauca, 2000, P.897.
Nos den vivienda o tierras para trabajar, pero no en la misma parte en que las
habitábamos. Vereda Zapatero, Huila, 2000, P. 747.
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Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Ahorita mismo eso está en el proceso con la cuestión de las tierras pero no con la
idea de regresar si no de pronto que nos den otra solución en otra parte, o no sé
qué querrá solucionar el Estado con nosotros. Corregimiento de Canucal, Ovejas,
Sucre, 1994, P.289.
Muchas mujeres no creen que sea posible recuperar la tierra abandonada o despojada por las
difíciles condiciones de seguridad en la zona. No se puede dar un retorno voluntario y digno
si todavía se encuentran presentes en la región diferentes actores armados quienes llevaron a
su desplazamiento. El Estado es responsable de facilitar esos procesos y las condiciones necesarias.
Los procesos de retorno no pueden ser vistos como un problema individual o familiar.
Devolvernos las tierras pero eso no… esa gente no deja. O sea eso es imposible,
eso no. Eso no tiene ningún resultado. Esa gente ya está adueñada de eso. Si uno
vuelve por allá… de una vez lo tiran al río. Yo no le veo solución. Yo vi por las noticias
que devolvieron unas tierras, la gente fue y por allá las mataron. Guaquira,
Putumayo, 2007, P. 132.
Pues las tierras que se le devuelvan a la gente, que haya garantías, Igual por ahí
está circulando unos listados que ha mandado el INCODER. A la organización
mía llegó un listado, ya lo investigamos, y todas esas tierras están cogidas. Todas
esas fincas están en sitios donde hay actores armados. Entonces ¿cómo es posible
que la población la manden de carne de cañón otra vez? Entonces creo que eso
hay que visibilizarlo. Entre nosotros, está la tarea de difundir y denunciar todo eso
también. Bajo Atrato, Chocó, 1998, P. 139.
En esas condiciones, la discusión de las posibilidades o no del retorno conlleva la ambivalencia
para muchas mujeres, entre la necesidad de tener medios de vida recuperar lo perdido
y el riesgo vital que supone retornar, por las amenazas e incertidumbre en esas situaciones.
A raíz de eso hay noches que yo casi no duermo pensando las cosas. A veces quisiera
irme para mi pueblo, a veces quisiera regresarme a mi pueblo. Me dijeron
que allá están las Águilas Negras. Apareció otro grupo pero no sé qué, verdad es
no sé porque no estoy bien enterada. Entonces eso hace que yo me aguante pero
a veces quisiera irme. Uno allá en su tierra no tiene comida pero uno se anima a
conseguirla así, la yuca, lo que fuera. Pivijay, Magdalena, P.259.
Las mujeres desplazadas dicen que están dispuestas a regresar a su tierra abandonada
siempre y cuando se garanticen condiciones de seguridad en las zonas de expulsión. El
asunto de seguridad es una prioridad para ellas. Para muchas mujeres desplazadas esta no
es solo una medida más, sino la medida necesaria para promover un contexto positivo en
el que tenga sentido hablar de reparación.
Lo mejor que le podrían hacer a uno es digamos poder usted volver con toda la
tranquilidad de que nada le va a pasar. Así el daño que le han hecho no lo sanan,
pero por lo menos si lo alivianaría un poco. Si sanaría un poco tanto dolor y tanta
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
angustia, tanta rabia, tanto rencor hacia esa gente. Sabana de Torres, Santander,
1997 y Roncesvalles, Tolima, 2000, P. 184.
Que el Estado le devuelva a uno la tranquilidad a nuestro territorio para vivir en
nuestro hábitat. ¿Quién no quiere vivir en su medio natural? Natagaima, Tolima,
1978-2009, P. 159.
Un cambio de lugar, donde ya nosotros podamos estar tranquilos. Equivale a que
si yo no me puedo ir con mi esposo, por las razones que le he comentado, pues yo
me iría sola con mi familia, con mi hijo que es el que corre riesgo. Yo me iría para
otro lugar donde a mí me diera por lo menos una paz, una tranquilidad y pues que
yo pueda tener una forma de convivir. Riosucio, Caldas, 2000, P.616.
Además las mujeres desplazadas señalan que ese retorno debe contar con las condiciones
necesarias para rehacer su proyecto de vida de manera digna y respetuosa de los derechos
humanos. El acceso a una tierra cultivable, la tenencia de la misma con seguridad jurídica
y el apoyo con proyectos productivos son demandas exigidas por las mujeres.
Para lo que yo perdí a estas alturas de la vida a mí el gobierno que me dé una
finca, bien bonita… ¡con todas las garantías! pero, cuándo es eso, ¿cuándo? Si
a mí me entregan 10 hectáreas de tierras y me tiran allí a una tierra donde la
yuca no nace, en donde el plátano no produce, en dónde lo que siembro se va
a morir, es que eso no son garantías. Arriesgando que mañana, pasado, llegue
y me saque el dueño de las tierras porque resulta que la tierra la compró el
gobierno, pero la tierra tiene otro dueño. Que me den mi proyecto productivo,
pero que sea ¡un proyecto productivo! Tener cómo sostener mi familia y así de
esa manera decir yo, pues al menos tengo con qué comer. Vereda La Esperanza,
Bolívar, 2000, P. 742.
Yo pienso que en este momento, si a uno le dicen: “le entregamos esta tierra,
váyanse para allá, esta tierra, cultívenla, hagan sus cosas ahí”. Yo pienso que
nosotros como personas emprendedoras y luchadoras que siempre hemos sido,
allí cultivaríamos y sacaríamos a vender del mismo cultivo. Eso sería lo mejor.
Jamundí, Valle del Cauca, 2000, P.113.
No nos han dado ayuda pero de pronto si nos dieran tierra para uno trabajar solucionara
uno bastante la situación en que está. Todos nosotros somos agricultores
o sea sabemos es de monte, y la mayoría son personas que apenas lo que saben es
firmar su nombre. Si no tenemos tierra donde cultivar entonces tenemos que salir
a la ciudad a mendigar. Si nos dieran tierras y proyectos productivos uno cambiaría.
Vereda San Cristóbal, San Jacinto, Bolívar, 1989, P.214.
Algunas de las mujeres señalan que el proceso de restitución de tierras tiene dificultades
técnicas y legales, tales como la ausencia de formalización de su relación jurídica con la
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Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
tierra o la carencia de facilidades legales de acceso de las propias mujeres a la propiedad
de la tierra. Las mujeres no suelen tener información respecto de la forma en que pueden
obtener unas escrituras o iniciar un proceso de prescripción adquisitiva de dominio en
caso de que fuesen poseedoras. La información legal se convierte en un privilegio para
unos pocos, donde la mujer es la que resulta más desfavorecida.
Lo primero que debería hacer el gobierno es devolvernos una tierra productiva
como la que tuvimos. Devolvernos las tierras, hacernos las respectivos escrituras,
títulos, lo que fuera, porque acá se compraba como comprar gallinas. Nadie le
daba un papel y yo así tengo la tierra que es por allá la que dejé. Marbeles, Caquetá,
2004, P. 576.
Pues yo creo que es una cosa del Estado. Esa tierra es por posesión, mi papá tenía
más o menos 40 años de estar ahí. Eso se hizo un negocio, pero nunca se hizo la
dicha escritura y esas tierras no tienen escrituras. Entonces yo si creería que eso
sería una forma del Estado, se da la información o se dan lo hecho, porque no
sabría decirte, porque creo que si hay un nuevo modelo que el Estado implementó
para ayudar a obtener esos títulos y esas escrituras de eso. Pero muchas veces
no se tiene es la información, entonces a la gente nunca le llega esa información.
Landázuri, Santander, 2004, P. 103.
A pesar de estos obstáculos en materia legal, ellas reconocen que la responsabilidad está
en cabeza del Estado y que a él le compete ofrecerles una solución adecuada a su situación.
Y cuando no se pueda realizar el retorno al mismo lugar de expulsión, que se les
permita una reubicación en otro lugar.
Que lo ubiquen en algún lado o que nos den un pedazo de finca por allá, por un
lado. O sea que nos vuelvan a reubicar nuevamente. Ese es el sueño mío… que me
reubique otra vez para tierra caliente, porque el frio me tiene aquí vuelta nada,
gripa, de todo ¡mejor dicho! Sincelejo, Sucre, 2007, P.174.
Cuánto no sería la alegría mía de que me reconocieran una finquita por allá en otra
parte. Aunque no fuera allá, en otra parte. Tibú, Norte de Santander, 2003, P. 720.
Las cuestiones sobre la propiedad de la tierra, la compra de tierras de forma fraudulenta o
gravosa para las víctimas o el expolio en otros casos, conlleva la necesidad de revisar numerosas
propiedades y catastros en un contexto de recuperación del territorio o medidas
compensatorias en términos de tierra los casos en que esto no sea posible.
La ley de víctimas que es una cosa tan nefasta, yo por lo menos no puedo reclamar,
pese que mi finca fue incluida en el registro de protección de bienes. Como
me tocó venderla por la problemática de mi esposo, no puedo reclamar. Mi finca
vale 40 millones y me tocó dejarla en 19 millones de pesos. Primero, se estaba
perdiendo todo y nadie la cuidaba, segundo, porque tenía esa necesidad económica.
Fusagasugá, Cundinamarca, 2004, P.140.
428
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El encontrar un lugar tranquilo, libre de violencias, donde no vivan los efectos del conflicto
armado es una aspiración de otras mujeres. Para algunas de ellas, es la manera de
empezar a olvidar y no enfrentarse de manera cotidiana con el recuerdo de la violencia
sufrida.
Pues Dios mío bendito, como le digo, vivir, vivir en otra parte, donde no me traiga
tantos recuerdos. Una parte donde yo pueda trabajar, vivir, con mis niños allá, con
mis hijos. Que ellos lleguen y yo no tenga el peligro de pronto, me los maten, o
que de pronto se me los lleven por venganza, porque como eso existe. Usted sabe
que uno aquí, está en medio de toda esa gente, porque pues, este mismo pueblo.
Entonces sí, irme, eso es lo que más he deseado, donde yo pueda vivir en paz. Trabajar
tranquila, una partecita, donde pueda estar tranquila con mis hijos. Dagua,
Cali, Valle del Cauca, P.865.
Derechos sociales como reconocimiento y transformación
De la única manera que yo me sentiría que me reparara, sería que me dieran
una tierra para trabajarla, una casita para vivir con mis hijas, darles una buena
educación para un futuro que sean unas buenas profesionales. La Victoria, Valle
del Cauca, 2010, P.145.
Para muchas mujeres, la reparación significa condiciones para volver a empezar. No solo
recuperar algo de lo perdido, sino poner las bases de su vida en un lugar digno que pueda
mirar al futuro. Más de la mitad de las mujeres demandaron medidas educativas para ellas
o sus hijos e hijas (55.1%), salud y atención psicosocial (54.5%) y apoyo laboral para las
mujeres (52.4%). Medidas que tienen que ver sobre todo con la reconstrucción de sus
proyectos y condiciones de vida, así como con la atención a los impactos producidos por
las violaciones.
Aunque la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales es un deber que
el Estado debe garantizar a todos y todas las personas, la preocupación por lo socioeconómico
y el desarrollo de los hijos e hijas es una de las expresiones más frecuentes en las
mujeres sobre la reparación. La reparación significa entonces una garantía de derechos,
más que un monto económico determinado como compensación. Dado que dichos derechos
son generales y no específicos para las víctimas, su satisfacción en este caso debe ir
acompañada de un reconocimiento explícito, y no como parte de las políticas más amplias
frente a la pobreza o para favorecer el desarrollo.
Creo que más que me den una plata… el gobierno, debería garantizarles a las mujeres
que son víctimas de desplazamiento y víctimas de estas violencias, un acceso
a la educación, un acceso a la salud, pero una atención diferenciada, un acceso a
vivienda. Plan de Armas, Landázuri, Santander, 2004, P. 103.
Aunque el Estado viene ejecutando un programa de reparaciones que beneficia algunas
víctimas del conflicto armado, se evidencia la ausencia de políticas y planes concretos
429
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
que le den respuesta a las necesidades de las mujeres. El auto 092 de 2008 de la Corte
Constitucional, destinado a mujeres en situación de desplazamiento forzado, y la Resolución
080 de 2013 de la Unidad Administrativa Especial de Gestión y Restitución de
Tierras del Ministerio de Agricultura, donde se plantea un plan de retorno y reubicación
especialmente dirigida a las mujeres, son marcos legales para llevar a cabo políticas gubernamentales
existentes con enfoque diferencial, donde las necesidades y derechos de
las mujeres sean tenidos en cuenta de forma específica. Estos marcos legales son parte de
las condiciones para poder hacer un proceso que será largo en Colombia, y que se aprecia
aún lejos de la experiencia de las mujeres que dieron su testimonio.
Se requiere el diseño y la implementación de políticas públicas con contenido social
que eliminen las diferencias y promuevan la igualdad de acceso y derechos, teniendo en
cuenta su situación de marginación, su rol activo, así como las cargas y necesidades de
las mujeres. Una inversión social que promueva la garantía de los derechos humanos de
las mujeres incentivaría la no repetición de los hechos.
La reparación debería promover un desarrollo humano que posibilite que las comunidades
cuenten con condiciones que ataquen el desequilibrio estructural que hay entre lo
rural y lo urbano. Las brechas de desigualdad socioeconómica generan mayores condiciones
de miseria y que, en el caso de las mujeres víctimas, se feminiza gravemente porque
las ha empobrecido aún más.
En los testimonios de las mujeres se pone de manifiesto, más allá de las reparaciones para
rehacer sus vidas, una conciencia de lo colectivo como marco en el que se debe incidir
para eliminar la violencia estructural. Muchas de ellas reclaman políticas de hondo calado
para combatir la desigualdad, pues en su razonamiento son estos cambios profundos
los que pueden garantizar la no repetición de los hechos. Y aunque el desarrollo no debe
asimilarse a la reparación, ellas subrayan que el Estado debe cumplir los preceptos constitucionales
de garantía de los derechos fundamentales básicos.
Yo soy una convencida de que mientras sigamos con una política social como la
que nosotros tenemos en un país como Colombia, es muy complicado porque la
desigualdad de la vida de la gente hace que estas cosas pasen. Lo único es cambiar
un poco la perspectiva de una sociedad, que definitivamente debe cambiar y
debe ser más equitativa. Plan de Armas, Landázuri, Santander, 2004, P. 103.
Para que puedan tener garantías de no repetición, el gobierno debe hacer verdadera
inversión social, en infraestructura educativa, en generación de empleo, que
no lo hay. Si no hay generación de empleo, no va a bajar el índice de delincuencia
ni de pobreza. Buenaventura, Valle del Cauca, 2011, P. 850.
De nuevo, en el testimonio siguiente, se vincula la pobreza y la desigualdad con la existencia
de violencia. Pero además se denuncia la política gubernamental de invertir en
armamento y represión en lugar de invertir en mejorar las condiciones de vida de la po430
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
blación. La insatisfacción del derecho a la alimentación y la inseguridad alimentaria perpetúan
la guerra y el sufrimiento de las mujeres y sus familias. Si se asegurara de manera
adecuada este derecho y la soberanía alimentaria de las comunidades, donde es clave el
papel de las mujeres, se estaría desestimulando la violencia.
Porque la verdad es que mientras haya hambre habrá guerra. Yo digo que si
el gobierno pensara con la cabeza, en vez de ponerse a comprar armas para
armar gente, para poner a matar y a formar disturbios, esa plata de armas la
gastarían en la gente más necesitada para darle de comer, porque hay muchísima
gente que se está muriendo de hambre. Al gobierno no le importa eso y
¡donde hay hambre, pues hay violencia! La Granja, Barrancabermeja, Santander,
1996, P. 709.
La falta de oportunidades para los jóvenes es vista como una de las causas de la incorporación
de éstos a los grupos armados. Por consiguiente, en términos de prevención,
asegurar el libre y pleno ejercicio de derechos como la salud y la educación son capitales
porque permiten desestimular el ingreso a las filas de los grupos armados. Algunas mujeres
sitúan su pensamiento a escala de país y reflexionan sobre la reparación a escala
comunitaria, a partir de la percepción de que la exclusión social lleva al círculo de la
violencia organizada y que las políticas del Estado deberían prevenirla.
Un pueblo que no tenga salud, está mandado a recoger. Un pueblo que no se educa
es un pueblo que desconoce sus raíces y cuando uno desconoce sus raíces, es
un país que desaparece. Somos un pueblo multicultural, multiétnico, con muchas
diferencias. La mayoría de los que están en los grupos armados, pueden ser paramilitares
o guerrilla, la mayoría son hijos de campesinos que hace muchos años
han tomado la decisión de tomarse las armas porque no tenían oportunidad de
irse a escuela, no tenían oportunidad de dar agua de panela a sus hijos, entonces
no vieron mejor que irse allá. Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
Se necesita un Estado que respete y garantice los derechos humanos a cabalidad, y en
particular los derechos sociales de las mujeres. La demanda de condiciones para una vida
digna contrasta con la experiencia de desprecio y criminalización de que han sido objeto.
La dignidad es el primer ingrediente de la reparación. Y esta no solo consiste en el reconocimiento
de los hechos o la responsabilidad en la violencia, sino que debe permear las
diferentes acciones, medidas y programas que se consideran como parte de la reparación.
Incluyendo estas medidas orientadas al ejercicio de sus derechos económicos y sociales
como parte de ese derecho a la vida digna.
Un país donde se respete los derechos humanos, los derechos constitucionales.
Peor acá, ni la libre organización, ni la educación digna, ni salud, ni vivienda
hay, no hay. Eso está nombrado en la Constitución, pero lograrlo, que eso se
aplique… No lo tenemos, no lo tenemos. Fusagasugá, Cundinamarca, 2004,
P.140.
431
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
En repetidas ocasiones las mujeres entrevistadas señalan que la reparación no debe ser
una “ayuda” puntual que se concede con una concepción asistencial, sino una oportunidad
de iniciar de nuevo un recorrido de autonomía económica y proyección personal
que permita a las mujeres víctimas reintegrarse y sentirse útiles a la sociedad. Lo que le
exigen al Estado es un acceso a una variada oferta de servicios que les permita satisfacer
sus necesidades y poder ofrecer a la sociedad sus capacidades.
Oportunidades, yo pienso que oportunidades. Más que una ayuda, una oportunidad,
porque qué se gana con decirle: “tome acá le doy esta plata”, si no tienes
una oportunidad… A mí me gustaría que a todo el mundo les dieran más oportunidades,
de hacer algo, de sentirse útil. De pronto gente que sabe cultivar, darle la
oportunidad en otro lugar que no sea allá, si no es posible allá, o en otras cosas,
no sé: capacitación, asesorías, muchísimas cosas. Sabana de Torres, Santander,
1997 y Roncesvalles, Tolima, 2000, P. 184.
Se demandan pues políticas públicas que respeten la dignidad de la gente y sus derechos
propiciando un cambio que erradique la violencia y garantice los derechos de las mujeres
y de toda la población.
Generar políticas de protección, que los derechos humanos se reconozcan y sean
efectivos, que se apliquen los derechos humanos, que la ley se aplique. O sea generar
un cambio socio-político, de que no sea por ejemplo lo que están haciendo
ahora, el asistencialismo a la gente, mientras que el país se está derrumbando por
la violencia, por la falta de proyección, por la falta de programas, por la falta de
una política pública clara. Que realmente generen pautas para una vida digna de
la comunidad, del pueblo. Y especialmente de las mujeres. Que se les reconozcan
sus derechos a las mujeres como debe ser, equitativamente. Distrito Aguablanca,
Cali, Valle del Cauca, 2003, P. 158.
En numerosos testimonios al hablar de la reparación se hace referencia no sólo a medidas que
resarcirían a las mujeres víctimas como grupo o a cada una de ellas. Las mujeres entrevistadas
son conscientes de que hay una escala más amplia y de que es necesaria una profunda trasformación
social y política para romper el círculo de retroalimentación de la violencia
A continuación se recogen algunas de las referencias y demandas de las mujeres sobre
derechos como la salud, educación o trabajo, como parte de esta concepción de la reparación
ligada a unas nuevas condiciones de vida más dignas y justas.
Del impacto en la salud a la salud como derecho
La salud es uno de los derechos sociales reclamado por las mujeres. La precariedad en su
garantía, hace que sea exigido como una medida de reparación, cuando debía ser parte de
un cumplimiento regular por parte del Estado.
432
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Hay que tener en cuenta los enormes impactos en la salud y el cuerpo de las mujeres,
tal y como ha sido señalado en el capítulo correspondiente, en el análisis de las consecuencias
de la violencia. Los problemas de salud se señalaron de forma grave en cinco
de cada diez mujeres. A largo plazo, los dolores crónicos como secuelas en la salud
fueron señaladas por cuatro de cada diez mujeres, así como enfermedades importantes
como consecuencia del impacto de las pérdidas, el estrés y el empeoramiento de sus
condiciones de vida. El empeoramiento en la situación de salud en algunos casos llevó
a que una de cada cinco mujeres tuviera que ser hospitalizada. Además, una de cada
ocho mujeres ha tenido como consecuencia de la violencia discapacidades físicas o
sensoriales, entre otras afectaciones.
Las políticas de reparación deben diferenciarse de las políticas de desarrollo general incluyendo
beneficios específicos para las víctimas, su participación en el proceso de reparación
e incluyendo una dimensión de reconocimiento de su sufrimiento, su dignidad y la
responsabilidad del Estado para tener un verdadero sentido reparación. Dichas características
de la reparación deben incluirse en los programas de salud.
Para la salud, pues ojala hubiera también como una ayuda para nosotros, porque
no tenemos ninguna protección o ayuda para la salud de nosotros. Nariño,
2011, P. 516.
Si bien existen desde hace tiempo planes y propuestas en el ministerio de salud y protección
social sobre las políticas respecto las víctimas, todavía en la actualidad no hay ningún
programa específico de atención en salud, no se ha establecido a nivel del país cuales
son las afectaciones en la salud de las mujeres víctimas, ni se han discutido las garantías
de acceso a servicios de salud o la cobertura a prestaciones. Muchas mujeres reclaman un
trato digno y un reconocimiento de sus derechos que no son tenidos en cuenta, mientras
tienen dificultades económicas para pagar prestaciones mínimas.
Lo que pediría para mí, para mi familia en un futuro, es tener una buena atención
en salud. Primero que todo, ser aceptado en las entidades que uno llegue porque
a veces uno llega a una entidad y lo rechazan. Bojayá, Chocó, 2002, P. 478.
La salud que se mejore, más la salud para el campesino y el pueblo. Porque uno
va allá a la salud, a veces lo atienden y a veces no lo atienden de buena gana, en
veces que no hay droga. A veces como en estos días que he estado con problemas,
que uno tiene un examen para sacarlo y que no pasa una semana y no lo he podido
sacar ese examen que por que no han pagado las EPS [Empresas Promotoras de
Salud]. La Hormiga, Putumayo, 1994, P. 547.
Como lo señala la mujer que dio el siguiente testimonio, un Estado que le apueste a lo
social es el peor aliado de la violencia. Invertir más en educación y salud desestimularía
la guerra.
433
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Como el gobierno se ha dedicado más a invertir en la guerra, entonces claro, por
eso lo social lo ha dejado a un lado. Todo el dinero que puede haber para invertir
en la salud, para que los colombianos tengamos una excelente salud, tengamos una
excelente educación, lo ha invertido en guerra. Ha descuidado esas dos partes que
son tan importantes. Entonces los pocos jóvenes que terminan el colegio, no tienen
como entrar a una universidad. Entonces, como no son universitarios, son muy pocos
los que tienen una oportunidad de entrar a una empresa, o conseguir un empleo
digno. Entonces como no encuentran, les toca, o irse a robar, o ir a engrosar las
filas, de los grupos al margen de la ley. A buscar la muerte. Porque el gobierno no
les da las oportunidades. Buenaventura, Valle del Cauca, 2006, P.883.
Dichos programas deberían contar con un nivel de beneficio favorable a las víctimas en
la accesibilidad a servicios de nivel secundario como especialistas para los problemas
médicos que necesitan un nivel secundario de evaluación, intervención y seguimiento.
Con el neurólogo y eso fue hace dos años, esa cita a mí me salió este año… me
salió y el día que me salió, al otro día me llamó el médico que no fuera a esa cita,
que la había cancelado porque la EPS no había pagado el contrato, entonces ya…
volví a empezar todo eso, y se demora por ahí otro año o más, entonces por eso es
que las enfermedades se aumentan, y entre más días, uno se siente más decaído.
Marmato, Caldas, 2002, P.689.
Los programas de atención a las víctimas deben tener en cuenta este conjunto de factores,
entre ellos: 1) la consideración de las atención psicosocial como parte de la atención en
los problemas de salud y una perspectiva interdisciplinar. 2) la atención en salud que
permita restaurar también la condiciones de vida y disminuir las fuentes de estrés en las
víctimas. 3) la atención a los diferentes problemas de salud de forma conjunta, superando
las barreras de accesibilidad geográfica y económica dada la responsabilidad del estado
en la violencia sufrida y la ausencia de medios que muchas víctimas padecen.
La educación para otro futuro
Las aspiraciones de las mujeres en la reparación pasan por lograr una educación ya sea
para ella y/o sobre todo para sus hijos e hijas. Es otro derecho social que por su escasa
garantía estatal en las poblaciones afectadas, es planteado como resarcimiento.
La educación está dentro del imaginario de las mujeres como una forma de cambiar su
situación de una forma definitiva y duradera. Muchas piensan que les puede abrir las
puertas a una nueva vida. La formación como una manera de dejar atrás el pasado.
Mi sueño estudiar inglés, porque si estudio inglés yo me voy, mi sueño es ese. Yo
me voy a vivir a otro lado con la oportunidad de pronto de que el día de mañana
pueda llevarme a mis hijos y olvidarme un poco de esto. Sabana de Torres, Santander,
1997, P. 716.
434
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La educación para los hijos e hijas ofrece la posibilidad de contar con mayores capacidades
y así mejorar los niveles de ingreso y por ende, alcanzar una calidad de vida más
digna que la que tuvieron las propias mujeres entrevistadas.
Quiero que terminen sus carreras, que mis hijas sean las profesionales para que
de pronto tengan una mejor calidad de vida. Saravena, Arauca, 1996, P. 137.
Estudio, muchísimo estudio, que yo le digo a mis hijos que estudien, que salgan
adelante como sean. Yo lo que veo es que la personas que estudian esos son los
que viven bien, no tienen que matarse ni nada. En cambio uno que no estudió, le
toca muy duro. Yo trabajé tres años en un restaurante aquí, y usted no se alcanza
a imaginar el sueldo tan miserable y tenía que irme todo el día, hasta el domingo
me tocaba trabajar. Bajo Atrato, Chocó, 2003, P. 176.
También es una forma de alejar a los jóvenes de otros contextos negativos como el circuito
de la marginación, la drogadicción y la violencia. Las mujeres insisten en la educación
de sus hijos e hijas, haciendo enormes esfuerzos para que puedan seguir haciéndolo a
pesar de no contar con apoyos para ello.
Yo para mis hijos exigiría de pronto que me los capacitaran porque ahora hay
mucha droga, yo tengo dos, uno de diecisiete años y uno de quince. De pronto que
el gobierno me les capacitara con talleres donde ellos puedan mirar más allá y
que ellos puedan alcanzar algunas metas que yo no alcancé. Macayepo, Sucre,
1998, P.236.
El acceso a la educación de sus hijas e hijos es recurrente en las declaraciones de las
mujeres. Muchas de ellas no tuvieron posibilidad de estudiar o recibieron una educación
deficiente, de ahí que estimen que es vital importancia la formación de sus descendientes.
La reparación trasmite un sentido de cambio hacia la siguiente generación, y es en la educación
donde eso tiene un mayor sentido. Los beneficiarios de estas medidas no deberían
ser solo las mujeres para poder contar mejores perspectivas de desarrollo personal, sino
también los hijos e hijas. Hay que tener en cuenta además que el impacto traumático en
los hijos e hijas se ve en muchos casos en las dificultades escolares y que la violencia ha
interferido de forma grave muchas veces en sus oportunidades.
Tenerlos en cuenta, en especial a mis hijos, en cuanto al estudio. Digamos, que
cuando terminen el bachiller no se les vaya a negar una beca, porque económicamente
hasta ahora no lo vemos factible dar universidad, ya apreciando que es un
muchacho talentoso. Murillo, Tolima, 2010, P.144.
Para poder darle estudio a mi niño, y salir adelante. La realidad es que no tengo
como darle ropa, buena comida, nada. Estudio, ese es otro problema que tengo,
porque el niño no está estudiado, porque no me lo reciben, que porque el niño
tiene 10 años y apenas va para tercero. Marquetalia, Caldas, 2001, P.129.
435
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Por último, la educación no solo se refiere al acceso a estudios profesionales o universitarios.
También hay una perspectiva de la educación en valores en algunas mujeres,
como una contribución al respeto a los derechos humanos en el país. Los valores como la
defensa de la vida, la convivencia, el aprecio y respeto de la diversidad o la solución no
violenta de los conflictos, permiten una convivencia más armónica entre todas y todos.
Incluyendo los derechos de las mujeres que son poco tenidos en cuenta.
Educar más la gente, valores. Fundamentarle como valores a la gente de que uno
tiene que respetar a todos los seres humanos, blanco, negro, mestizo el que sea, y
respetarlos en su ideología. La Victoria, Valle del Cauca, 2010, P.145.
La paz se consigue cuando le invirtamos a la educación, y tengamos buenos centros
educativos. Que los muchachos se preocupen por estudiar y que sea una educación
de calidad, no una educación mediocre como la que se está dando ahora.
Esa es mi visión, la mía de paz, porque yo eso siempre le inculco a mis hijos:
estudien, porque si ustedes estudian, son alguien en la vida. Buenaventura, Valle
del Cauca, 2006, P.883.
Trabajo para las mujeres
En numerosos testimonios se hace referencia a la necesidad de que las mujeres tengan
oportunidades de trabajo, a que existan fuentes de empleos para ellas y sus hijas e hijos.
Las mujeres entrevistadas han roto en la mayoría de los casos su rol socialmente adscrito
en el ámbito privado, a veces por la necesidad económica y otras por la transformación de
sí mismas y la conquista de autonomía. El obtener una remuneración mediante el trabajo
es la manera de solventar las necesidades básicas de las personas, y tener esa autonomía
personal que les permita hacer sus proyectos de vida.
Que mis hijas todas las que ya se graduaron estuvieran un buen empleo, que yo
estuviera un empleo también, que fuera un pago digno y tener un proyecto de vida
definido. Turbo, Antioquia, 1986, P. 489.
El acceso de las mujeres a fuentes de empleo superando la marginación en el tipo de
trabajos, remuneraciones en general más bajas para iguales trabajos que en el caso de los
hombres, o mayor fragilidad de sus condiciones dada las sobrecarga familiar que muchas
de ellas tienen.
Acceso a fuentes de empleo, para estudiar. Para tener una buena condición de
vida se necesita dinero, ¿cómo se consigue el dinero?, trabajando, y las mujeres
ni tenemos acceso al dinero, ni al trabajo. Entonces yo pediría oportunidades de
trabajo, educación, mejor calidad de vida para que no se les quede truncado ese
plan de vida. Medellín, Antioquia, 1993, P.44.
La formación para acceder a otras fuentes de trabajo es vista como una ampliación de las
oportunidades. Frente a una experiencia vital ligada a la tierra y la vida campesina, ahora
436
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
muy limitada como consecuencia de la guerra, las mujeres ven en la formación profesional
una oportunidad para que sus hijos e hijas puedan tener algunos de los caminos que a
ellas se les cerraron.
Tiene que tener un empleo, ser un profesional y todo. Uno que no sabe más sino
sembrar yuca y maíz, le toca así criar pollos y la situación como está hoy... Enseñarlos
a trabajar, a que trabajen lo mismo que uno, también una tierrita para que
trabajen porque si no pueden ir a trabajar en algo de lo que saben, pues que siembren
yuca, que no se dejen morir de hambre. Cimitarra, Santander, 2000, P. 721.
El derecho al trabajo, que es considerado como el derecho económico fundamental, es
una demanda persistente de las mujeres. Una fuente de ingreso es primordial para toda
persona, y en su caso para ellas y sus familias. Las mujeres entrevistadas, como otras
muchas mujeres de su bajo estrato social, tienen una larga experiencia en el busque y
el rebusque, en tratar de encontrar actividades informales que les proporcionen aunque
sea recursos mínimos con los cuales han conseguido sobrevivir. Son dichas condiciones
las que tienen que cambiar, y las políticas del Estado hacia las mujeres víctimas deben
contemplar el acceso a fuentes de trabajo dignas que permitan sostenerse a las mujeres y
sacar los hijos adelante.
Entonces yo quisiera tener como algún trabajito y uno sostenerse de eso. Yo he
hecho venticas, y hay veces que le va bien a uno otras mal. Urabá, Antioquia,
1996, P.9.
Pero si de pronto fuera cosa de que hubiera un empleo donde uno pudiera digamos
trabajar y tener de donde devengar un salario. Por eso para mí pediría
trabajo, trabajo para poder sacar a mis hijos adelante. Robles, Valle del Cauca,
2002, P. 360.
Muchas mujeres plantean estas necesidades como algo urgente, debido a sus malas condiciones
de vida. Para toda una vida que no espera, el trabajo es la fuente de ingresos con
la que ellas pueden hacer frente a sus necesidades.
Empleo, empleo necesitamos, pero urgentemente, necesitamos pero ya, porque
estamos ya cuatro meses aquí. Hemos trabajado por raticos y el arriendo no da
espera, los servicios no dan espera, las enfermedades no dan espera. Necesitamos
empleo, es lo que más nos urge. Somos personas sanas, somos personas aptas, mi
esposo no tiene así vicios. No me siento tan preparada, pero tampoco tan indefensa
para de pronto asumir algún tipo de trabajo. El Cedral, Neiva, 2011, P. 177.
Como debe corresponder a la garantía adecuada de cualquier derecho, exigen un trabajo
digno, estable, y que responda a sus necesidades. La responsabilidad de los hijos es tal
vez la obligación que más determina el contar con una fuente de ingresos. La interrelación
del trabajo con otros derechos se repite una y otra vez en sus descripciones.
437
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Primero un empleo digno donde yo pueda ganarme un sueldo que alcance satisfacer
el setenta por ciento de mis necesidades. Si yo tengo un empleo digno mis hijos
están estudiando y que ya que de pronto van hacer unos profesionales nuestra
vida cambie y yo sepa que tendremos una mejor calidad de vida porque ayudaría
yo a ellos y ellos también tendrían para brindarle a sus hijos más adelante. Carmen
de Bolívar, Bolívar, 1996, P.222.
Algunas mujeres más desesperadas por las malas condiciones económicas en que viven,
piden un empleo de cualquier tipo. Lo importante es recibir una suma de dinero que les
permita superar su agobiante situación de ellas y sus familias.
Mi sueño es que me salga una ayuda buena para yo ponerme a trabajar en cualquier
anden de alguna casa, acá en el centro. Sea de vender plátano, sea de vender pescado,
si es una panadería o sea una cría de gallina. Curvaradó, Bojayá, Chocó, P.422.
Trabajo mamita, que haya trabajo, no importa cómo sea, pero que haya forma de
trabajar. Que haya de donde los ingresos que uno necesita estén ahí. Que haya
trabajo. La Balsa, Buenos Aires, Cauca, 2000, P.354.
Otras mujeres tienen mayores aspiraciones y desean contar con una actividad propia, que
les dé una autonomía que no tienen.
Mi sueño de verdad es montar un negocio así, que sea mío, ese es mi sueño. Me
gusta ser trabajadora así como mi mamá era, eso me enseñó. Me decía que uno a
nadie, o sea uno lo más feo es estar trabajándole a otra persona. Que no hay como
uno tener su trabajo, su negocio propio. Que cuando quiera lo abre, si no quiere
no lo abre. Eso es lo que yo quiero tener mi negocio propio para eso es que estoy
trabajando bastante. Puerto Caicedo, Putumayo, 1992, P. 506.
También este derecho hace parte de las medidas de restitución. Las mujeres que lo perdieron
por razones del conflicto armado deberían ser compensadas con un trabajo que les
permita rehacer su vida con dignidad.
Tendría que ser que me restituyeran el trabajo que tenía en la época, porque pues
yo a esta edad, ya no voy a buscar trabajo porque no me van a dar. Con 52 años
ya me dicen: “no, usted está es para pensión”. Entonces a uno le devuelven el trabajo
porque uno no lo dejó porque quiso, sino porque le tocó abandonar la casa,
le tocó regalarla, porque si no la regalo los paramilitares se la cogen para ellos.
Ya estoy sin casa, la regalé. Aunque el dinero pues no calma muchas cosas pero
algunas sí, por lo menos. Barrio Chinita, Barranquilla, Atlántico, 1995, P. 594.
El trabajo genera una seguridad económica y emocional. También el trabajo se ve como
una contribución a sus familias y un elemento central para cambiar las condiciones de
precariedad en las que viven y que les llevan a vivir con préstamos y la incertidumbre del
día a día, sin saber con los recursos económicos con los que pueden contar. Las mujeres
438
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
víctimas hacen frente a este estrés de la pobreza, y necesitan que la reparación proporcione
algunas condiciones para enfrentar dichos impactos en sus vidas.
Yo lo que anhelo con todas mis fuerzas, tener un trabajo. Mi Dios me da tantas
fuerzas para trabajar y yo soy contenta porque uno sabe que uno se levanta es
a trabajar y que uno se le va a llegar el fin de mes y va a recibir su platica para
cubrir todas las necesidades. Pero uno sin trabajo, que fiando las cositas en una
tienda, con deudas allá, con deudas en otra parte, ya se le enfermó un hijo, a
prestar, por lo menos en este instante estoy con deudas que ¡francamente! Vereda
Piedra de Bolívar, El Tambo, Cauca, 2001, P. 324.
La falta de oportunidades de estudio y de trabajo también está ligada a la reproducción
de la violencia. Si se asegura el derecho al trabajo y si se incrementan las fuentes de
empleo para las mujeres y para los jóvenes se estaría contribuyendo a que estos no se
incorporen a los grupos armados no estatales o los circuitos de la economía ilegal o la
delincuencia.
Para que estos hechos no ocurran, que se acabara ese conflicto tan grande que
hay entre el gobierno y esa gente, que generen empleo para que los jovencitos, en
lugar de coger los montes, se pongan a trabajar, y que dejen a la juventud trabajar.
Caseríos de Frías, Tolima, 2000, P. 164.
La casa como espacio de reparación
Las referencias a la casa están en la mayoría de los testimonios de las mujeres. Tener una
casa en condiciones dignas donde poder vivir permea la experiencia vital de las mujeres.
La casa es el espacio vital en el que ha sido confinada muchas veces la vida de las mujeres,
pero también es un espacio que ellas reivindican para vivir con sus hijos e hijas,
cuidar la vida y buscar un espacio de desarrollo familiar y armonía.
La vivienda es uno de los derechos sociales más demandados por las mujeres y en los
cuales reclaman una actitud propositiva del Estado, con una política adecuada para las
mujeres y familias afectadas. En los casos de las mujeres afectadas por el desplazamiento
(75% de las mujeres entrevistadas) o la destrucción de bienes (24%), la pérdida de la casa
supone también la pérdida de todo. De los recuerdos que la habitaban. De las pertenencias
acumuladas durante toda una vida. Del espacio para compartir. Del contexto de reproducción
de la vida y del legado que las mujeres crean para sus hijos. La casa está asociada al
contar con un contexto reparador positivo para ellas, donde pueden reconstruir sus vidas
y proyectarlas, también poniendo en cuestión el ámbito meramente privado al que se les
ha relegado históricamente.
El único sueño que tengo es sacar adelante a mis hijos y terminar este ranchito
que es lo único que tengo aquí. Vereda la Balsita, Dabeiba Antioquia, 1995, P.2.
439
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Yo quiero que me ayuden tan siquiera con una vivienda porque no tengo donde
vivir, pago arriendo. Estoy sin trabajo, tengo dos hijos todavía por ayudarlos, un
nieto y ayudar a mi hija que está con los hijos y mis papás que están muy cansados
ya y no tienen trabajo y están muy enfermos. Apartadó, Antioquia, P.212.
Para las mujeres más mayores, también la casa es una demanda para poder vivir sus días
en compañía y tranquilidad con sus hijos e hijas y nietos. Un sentido de llegar a un tramo
de sus vidas donde por fin puedan descansar, después del duro impacto traumático de la
guerra y la represión política en sus vidas.
Estar en un rancho seguro. Que uno pueda decir que si quiera tenga uno la capacidad
o la forma de decir que puede vivir con sus nietos y sus hijos. San Carlos,
Antioquia, 2001, P.4.
Que las que no tengamos casita, que nos ayuden con algunas ayudas para tener
la casita porque la mayoría estamos sin casita. Como al menos que la vida no
terminarla como tan dura, tan cruel. Urrao, Antioquia. 1998, P.52.
La demanda de una vivienda digna también se relaciona con las malas condiciones de los
hogares en que muchas mujeres residen. La vivienda les proporciona a las mujeres estabilidad
y seguridad para su vida y la de sus hijos, el no tenerla las coloca en mayores niveles
de inestabilidad. También la vivienda es un logro difícil para mujeres cuya capacidad de
ahorro o acumulación es limitada en una economía centrada en la sobrevivencia.
Más que todo yo lo único que pido para ellos es la vivienda, porque desde que
uno tenga vivienda está hecho, ya pues para mi mercar ahí aparece, pero vivienda
es muy difícil de aparecer. El lugar donde estamos es de alto riesgo, yo
me acuesto, parece que no amanecemos. Yo digo no amanecen sino no amanecemos,
porque acá uno tiene que contarse primero. Allá hay un montón de casas
que están el alto riesgo, que las desalojan, que no las desalojan. Vereda Peñol,
Antioquia, 1998, P.43.
Lo que pediría sería una buena casa. Hasta hoy estamos en una casita ahí que nos
cae agua, se va el pedazo por donde nos cae agua y no tenemos como organizarnos.
Baudó, Chocó, P.469.
Los programas de subsidios de viviendas para la población desplazada, y para las otras
víctimas del conflicto armado, no solo son de poco conocimiento para ellas, sino que
son de difícil acceso y de escasa cobertura regional, debido a que los presupuestos son
insuficientes. Además, esas ayudas no forman parte de una política más integral. Las mujeres
tienen muchas dificultades económicas para sacar adelante el sueño y el derecho, de
contar con una vivienda digna.
Al fin en el 2008 la conseguimos pues si nos aprobaron ahí. Hay una partecita
no más en material, el resto está en bareque, nos falta para unas cosas ahí. El
440
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
subsidio pues era de diez millones doscientos, el municipio nos dio un millón
ochocientos y la vivienda nos salió en dieciséis. Estamos debiendo cuatro millones
a un familiar que nos los prestó. Cajibío, Cauca, 2000, P. 829.
También critican la mala calidad de las viviendas ofrecidas en los diversos programas
del Estado. Las mujeres utilizan expresiones coloquiales como cajón, caja de fósforos
o jaulas para hacer referencia a lo inapropiadas que son esas casas, exigiendo
una vivienda adecuada de acuerdo a sus necesidades y adaptables a sus condiciones
culturales:
Una vivienda digna. No que te metan a un cajón como las viviendas de interés
social, eso no es una vida digna. Y ya te dieron ese cajón, vos lo tenés que terminar
de pagar pero no saben vos como vivís. Dicen que justicia no sé qué y cuándo
vamos a hablar de justicia nos falta mucho. Corregimiento Nutibara, Frontino y
Tarazá, Antioquia, 1990, P.57.
Yo, por ejemplo, hice la solicitud de una casa usada, porque no quiero esas casitas
de caja de fósforos con divisiones. Distrito Aguablanca, Cali, Valle del Cauca,
2003, P. 158.
La Constitución Política dice que a todo colombiano debe de tener vivienda, que
tenemos derecho a tener una vivienda digna. Pero la vivienda digna que hace el
Estado: dos jaulas como para criar pajaritos y le dice a uno: “ya tiene vivienda”.
Una familia de diez personas en dos cajones no alcanzamos. Entonces por eso les
digo: “es que lo que regala el Estado regala como lo más poquito”. Que sea consciente
y que nos dé lo que nos merecemos como colombianos. Si es una finca que
sea una finca, que si es una casa en el pueblo que sea una casa, no esas jaulitas
pequeñitas que manda a hacer. Marbeles, Caquetá, 2004, P. 576.
¿Qué significa la reparación en la violencia sexual?
No, ese daño nunca se repara. De ninguna forma. Son heridas que siempre quedan
ahí. P730.
Las percepciones de muchas mujeres víctimas de violencia sexual en el conflicto armado,
siguen un patrón similar al resto de las mujeres. Hablan de la irreparabilidad y de salud y
educación, de sus casas y las oportunidades para cambiar sus vidas. De compensaciones
para tratar de tener una vida distinta, que les ayuden a salir de la pobreza y la exclusión.
Pero también tienen demandas específicas. La visibilización del maltrato y la violencia
sexual como un crimen, forma parte de una reparación que legitime y sancione su sufrimiento
y que proporcione un estatus de reconocimiento social.
Pues yo quisiera que se diga la verdad, que ya no más que las mujeres sean maltratadas,
lo mismo los niños, en general a toda la sociedad. Yo diría que a mí me
441
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
gustaría que esto se acabara. Santander de Quilichao, Cauca y Valle del Cauca,
2001, P.381.
Tal vez como en ningún otro caso, las mujeres víctimas de violencia sexual han sido
cuestionadas y sus testimonios puestos en duda. La reparación debe proporcionar un reconocimiento
público de su dignidad que conlleve la consideración de la violencia sexual
como un crimen que debe ser repudiado y no minimizado. La ruptura del silencio y la
prevención son dos de las demandas de algunas mujeres que se atrevieron a hablar más
abiertamente de la violación sufrida y del maltrato de que fueron objeto posteriormente.
El valor del reconocimiento y la palabra de las mujeres es también un ejemplo para otras
que pueden salir así del sentimiento de aislamiento o marginación.
A mí lo legal, me afecto mucho lo legal… para mí sería muy satisfactorio, porque
hubieron personas que dudaron de mi inocencia, poder mostrar la verdad es esta
y vos como fiscal no tenés ningún derecho en coger a una persona y volverla nada,
porque yo podría decirle usted destruyó mi vida, venía destruida y usted acabó
con lo poquito que había. Porque es que si olvidamos todo eso que pasó, si ignoramos
entonces las otras mujeres que están violando en estos momentos, ¿qué va
a pasar con ellas? quedan igual en silencio. Todo lo que nos ha pasado a todas
nosotras atrás lo tenemos ahí presente, las otras mujeres lo ven y van a decir por
qué decido hablar… si se puede hacer algo por las mujeres por las que le pasó y
por las que Dios quiera que no les pase. Medellín, Antioquia, 2006. P.58.
Ayudar a otras puede ser una forma de sanar el propio dolor. Las medidas de reparación
deben facilitar la participación de las mujeres en la atención a las mujeres víctimas de
violencia sexual. El apoyo a otras mujeres que han vivido la misma situación puede ser
una de las maneras de dar sentido al dolor y contribuir a que otras mujeres no pasen por
lo mismo que ellas.
Todavía me siento como con las manos cruzadas cuando yo veo violencias contra
niñas, veo que no hay forma de ayudar a las mujeres a que vayan a donde tienen
que acudir para ser ayudadas. Conozco muchas mujeres, niñas violentadas que
no se atreven a denunciar, mujeres que no dejan que uno denuncie, niñas que son
violentadas por sus padres. Uno trata de decirles que eso es delito, hacer un trabajo
muy grande ahí yo pienso que es lo único que podría sanar un poco mi herida
y la de muchas mujeres, porque el poderle ayudar a una persona en eso que uno
no pudo tener, eso sana, y le da a uno satisfacción y sentido de vivir. Ríonegro,
Antioquia, 2003, P. 730.
Esta dimensión de la prevención está asociada al sentido de lo que es reparador en los
casos de violencia sexual. La prevención moviliza los deseos y motivaciones de las
mujeres al identificarse con otras que han vivido o están en rie sgo de sufrir las mismas
violencias.
442
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Para que ninguna mamá que tenga un hijo le pase lo que yo pasé. (Llora) Para
que ninguna mujer sea violada, para que nadie sufra más. Porque el desplazamiento,
nadie sabe lo que es hasta que no lo vive. Ninguna mujer sabe que es una
violación hasta que la haya vivido. Que ninguna mujer en este país fuera violada,
que ninguna mama tenga que sufrir por ser mujer, por ser víctima, por ser negra y
por ser desplazada. O sea, es tan triste eso… Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
La atención psicosocial y el apoyo emocional a las mujeres es una fuerte demanda en el
caso de las víctimas de violencia sexual. Si bien en las reflexiones muchas de ellas no
hacen referencia explícita a ese tipo de violencia sufrida, se trata de casos donde las consecuencias
en la mujer, su cuerpo y su sexualidad, sus relaciones afectivas o de pareja, e
incluso su propia familia, han sido afectadas por la violación. La mayor parte de las veces
esta atención se hace a través de redes de confianza de las mujeres. Las organizaciones
de mujeres con un enfoque feminista han sido frecuentemente estas redes de confianza,
donde las mujeres son atendidas y creídas, y se acompaña a la persona y no solo “el caso”.
Dichas redes de confianza y apoyo deben ser tenidas en cuenta en la atención psicosocial
como parte de la reparación que es responsabilidad del Estado.
No sabría, no sabría cómo medir la afectación emocional, porque no sé, creo que
esa situación, ya es muy difícil como quitarla, esa afectación familiar y emocional
que se vivió en ese tiempo, de todo tipo y que yo no sabía que existía. Yo pensé
que ya se había pasado, pero parece que todavía está latente un poco. Considero
importante no solamente por mí, sino por muchas situaciones, el acompañamiento
emocional de las personas que padecen diversos tipos de violencia y de situaciones
que llevan a que su vida haya cambiado, haya dado un giro que no pensaba
que fuera. El Tambo, Cauca, 2001, P. 308.
Otras mujeres víctimas de violencia sexual manifiestan la necesidad de justicia como
una forma de prevención. Justicia y reconocimiento son parte de las condiciones para
reconocer la dignidad de las mujeres y que dicha violencia sexual no sea aceptada como
algo normal o minusvalorada. Reconocimiento hacia las víctimas como una manera de
mostrar el respeto por una dignidad que fue pisoteada.
Primero yo no pienso aceptar lo que pasó, y segundo yo digo algo: yo a esos
hombres yo de corazón les perdono. Yo los quiero ver en la cárcel para que no lo
hagan a otras mujeres. No les quiero la muerte. Simplemente quisiera que ellos algún
día entiendan que hicieron mucho daño a muchas mujeres, a muchas niñas y
a muchas familias, que pagasen por lo que han hecho. Le pido a mi Dios por ellos
todas las noches, para que paguen por lo que han hecho… Para que no vuelvan
a ser los causantes de dolor. Si yo los tuviera frente lo único que les pediría, pero
no sé cómo sería la reacción… es que se arrepientan, que no vuelvan a hacer más
daño. Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
La investigación también puede proporcionar más claridad sobre los hechos, y las formas
de ocultamiento de los mismos, incluyendo la valoración del riesgo para las mujeres.
443
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Hace 2 años descubrimos que hay muchas probabilidades de que los causantes
de todo lo que sucedió a mi hermana, la violación mía… no es la guerrilla sino la
misma policía o el mismo ejército. Simplemente es una situación a la que hemos
llegado. La Fiscalía me dijo que de pronto había sido venganza, porque mi hermano
era antinarcóticos y podía ser venganza de los mafiosos. Había altas probabilidades
de que los que habían ido a la finca no fueron la guerrilla. Entonces
le dije “entonces ¿por qué no se meten a investigar?”. Me dijo que ese caso es
tan complicado que si se ponen a meter ahí, se pueden dar cuenta de tantas cosas
y oscuras puede haber más muertos. El señor me dijo que fácilmente se hacían
pasar por guerrilla. Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
Los procedimientos para hacer valer sus derechos tienen que tener en cuenta el componente
de estigma e implicaciones afectivas y sociales de la revelación de dichos hechos,
y un adecuado proceso de acompañamiento. Todo ello supone apoyo, confidencialidad en
muchos casos e investigación cuidadosa, además de tener en cuenta sus necesidades de
salud o atención psicosocial sin depender de la denuncia.
Mira, simplemente hay un hecho de que si a una mujer le pasó algo, debería tener
una ruta especial para eso. Si a esa mujer le hicieron algo, que ella pueda llegar
a la ruta sin pedir cita. Me refiero a la ruta especial que llega a un punto focal de
esto y le diga a la persona especial que está allí a mí me paso esto, y que en vez de
la manden para allá que ellos vengan para acá a tomar esta denuncia de lo que
está diciendo esta mujer. De pronto allí, podría ser que las violaciones sexuales a
las mujeres salgan, o sea que tengan algo de denuncia, porque entonces una mujer
se sentiría segura de a dónde va a llegar. Hasta que no haya esa ruta especial de
atención de violación, de abuso sexual a una mujer en las instituciones, las mujeres
no van a demandar o denunciar estos delitos. Mocoa, Putumayo, 2006. P.933.
Pero la reparación tiene también una perspectiva cultural. Tal vez más que en otro tipo
de violencias, las mujeres reflexionan sobre el cambio en las relaciones entre hombres y
mujeres como parte de la transformación de las condiciones que dieron origen a la violencia
sexual, y también de las nuevas condiciones de vida que reivindican las mujeres
en esa transformación o puesta en cuestión de sus roles tradicionales en una situación de
subsidiariedad.
Mira que se ha hecho un trabajo tan grande de género a nivel de comunidad en
nuestro pueblo que ha dado resultados. Ya los hombres no es como antes “que yo
me voy a trabajar y usted cocina y cuida los niños”. Los hombres ya ayudan en las
casas. Como equidad de género, que así como ellos tuvieron una fuerza brusca…
Pues que en las relaciones de pareja, las mujeres denuncien públicamente. Entender
que así sea el esposo si la coge a la fuerza es violación, es la forma como le
habla, cómo la trata. Natagaima y Coyaima, Tolima, 2008, P.135.
Si bien en muchos casos es importante mantener un bajo perfil sobre su identidad o evitar
la exposición pública de su dolor y humillaciones, la prevención de la violencia contra
444
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
las mujeres es algo que debe ser considerado en las políticas públicas con un alto perfil
y nivel de actuación. Este cambio de la cultura patriarcal por una cultura del respeto a la
diferencia y el reconocimiento de las mujeres y su papel en la sociedad, forma parte del
necesario cambio cultural que debe fomentar la prevención en estos casos, más allá de la
atención a los casos individuales.
Esa reparación es que las mujeres tuviéramos la potestad de subirnos y decir:
se acabaron los maltratos, las violaciones para las mujeres. La presidencia que
le ponga mano dura a los que hacen violencias contra las mujeres. Porque las
mujeres somos el motor del mundo. Sin desmeritar lo que hacen los hombres,
pero es que la mayoría de los victimizantes son los hombres... Barrio Blanquizal,
Medellín, Antioquia, 1994, P.63.
Para otras mujeres, con una visión más holística, esta conciencia del respeto como manera
de entender el mundo y la conciencia de la relación entre las personas, hombres y mujeres,
tiene que ver también con su relación con la naturaleza. Con la reciprocidad de la vida
y el respeto a lo que se considera diferente o “pequeño”.
Me gustaría como que hubiera un cambio de conciencia que desde el más pequeño
desde el bichito o insecto que nosotros llamamos, él tiene su lugar en este planeta.
Que hubiera un cambio de conciencia que no lo más pequeño digamos es para
nuestro beneficio, nuestro goce, nuestro pisotear. Hay que empezar a repetir, a
mí me parece que la gente tiene una concepción de que la tierra o la naturaleza
es inferior y que uno es superior y uno no produce nada, no hace nada, está a
expensas de lo que es la tierra, lo que es la naturaleza y la gente no respeta eso.
Me gustaría que hubiera un cambio de lo que es superior e inferior, superior es
la naturaleza, en la tierra todo tiene su espacio y hay que respetar ese espacio.
Sabana de Torres, Santander, P.710.
El Estado como garante de las medidas de reparación
Las diferentes exigencias de las mujeres tanto en materia de reparación como en relación
con sus demandas de satisfacción de necesidades básicas, están dirigidas al Estado. Al
Estado le compete el respeto y la garantía de los derechos, y ya sea por su acción directa
o por su omisión del deber de proteger en otros casos, es el ente responsable de la reparación
y la protección.
Yo pienso que un país que viva los derechos, los derechos constitucionales, es
un país ideal. Un país donde tenga salud, un país donde no tenga que llegar a
las tres de la mañana, llorar y rogar y esperar y perder la cita. Un país donde
yo tenga educación, que no tenga que rogar y de pronto hasta dejar de comer
para poder meter a mis hijos a la universidad. Fusagasugá, Cundinamarca,
2004, P.140.
445
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Las demandas de reparación de las mujeres están asociadas a un cambio en la relación
del Estado con las comunidades afectadas por la violencia y específicamente las mujeres.
Una relación que ha estado basada en la violencia contra la gente en muchos de los casos
referidos.
Que el Estado tenga, como le diría, más responsabilidad, le pongan más atención
a lo que está haciendo el ejército. Me parece que a veces se preocupan por otras
cosas y no se preocupan por la comunidad en general. A veces no se dan cuenta
que la comunidad estamos siendo bien afectadas por medio del mismo Estado,
por medio de los mismos entes que nos dan protección, nos están haciendo mucho
daño. Mocoa, Putumayo, 2005, P.531.
Casi cinco de cada diez mujeres víctimas (45.2%) señalaron la necesidad de cambios en
el Estado, por su responsabilidad en la violencia sufrida. La discusión sobre la reparación
también pone en cuestión la calidad de la democracia. Las diferentes medidas no se
conciben por las mujeres desde la perspectiva del derecho de los derechos humanos o la
jurisprudencia internacional que les da un soporte legal, sino en una visión más política
y humana de su experiencia. La democracia como principio fundacional basada no solo
en la elección periódica de gobernantes en estructuras ya establecidas, sino en el respeto
y cumplimiento de la ley por parte de sus agentes y en brindar soluciones oportunas a las
necesidades de sus ciudadanos.
En un territorio, en un país como este, para que todo lo que me ha sucedido a mí
no le pase es que haya un estado competente, legal, que sí sea democrático porque
aquí no hay democracia. Comuna 13, Medellín, Antioquia, 2002, P.87.
Que el Estado sea el que se encargue de solucionarnos toda esta problemática que
tenemos, porque ellos nos sacaron, ellos nos tienen que dar la solución acá. Que
respeten las vidas. Castilla, Meta, 1998, P.160.
El escepticismo de muchas mujeres con las obligaciones del Estado se explica tanto por
la acción directa como por las omisiones en la protección de sus derechos que fueron
conculcados. La visión crítica de algunas mujeres alcanza también a las propias mujeres
que deben ser más exigentes cuando participan en un proceso electoral, una perspectiva
crítica que se extiende también a la sociedad.
Cambiar el Estado. Mejor dicho, si no hay realmente una toma de conciencia de
todos y todas, y no volver a elegir este tipo de gobiernos que tenemos. Ser conscientes
por quién vamos a elegir para senado y cámara que son los que hacen y
dirigen las leyes, son los que tienen el deber de hacer las formulaciones de todos
los proyectos, de aprobar y no aprobar. Bogotá, D. C., 2003, P.100.
Yo creo que es de parte del Estado, que debe haber una reforma. Tenemos que empezar
a vernos diferentes, porque mientras nosotros sigamos con esa estratificación
446
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
y esa forma de ver la sociedad, esto no va a cambiar, esto continuará igual. Corregimiento
de Plan de Armas, Landázuri, Santander, 2004, P. 103.
La reflexión sobre la reparación conlleva una demanda de cambios estructurales para
hacerla posible. Las mujeres entrevistadas no conciben medidas que puedan ser efectivas
sin una transformación del Estado. A pesar de que en sus testimonios las mujeres hablaron
más de su visión individual o las medidas de reparación adecuadas para ellas, una de cada
tres víctimas refiere la necesidad de cambios legales e institucionales para la transformación
del Estado (32.8%).
Si bien la reparación no constituye todo un programa de cambio social, debe facilitar un
camino para hacer este posible. En un país como Colombia, donde el horror ha tenido
proporciones masivas, la lógica de las medidas no puede verse atrapada por el clientelismo
o la individualización. Las mujeres quieren y demandan un Estado colombiano
diferente. Exigen cambios estructurales y en la forma de gobernar, especialmente frente
a poblaciones que se consideran objeto de marginación en el trato del Estado y del resto
de la sociedad.
Yo me sentiría tranquila si hubiera cambios en el Estado, cambios legales, que
quedara como siempre, cuando nos criamos que no había tanta violencia. Tolima
y Bogotá, D.C., 2005, P.149.
El gobernador, el alcalde, los altos mandos, el presidente, todas estas personas
que tienen sus mandos deberían de hacer cambios en estas cosas para que no se
repita lo sucedido con la vida de las mujeres afro y campesina. Opogadó, Chocó,
1997, P.477.
Otras mujeres formulan censuras más severas con el rol del Estado y de la propia participación
política a través del voto. La toma de conciencia crítica de la realidad y de la
necesidad de una transformación social pasa también por un cambio en la rendición de
cuentas del Estado frente a la sociedad.
Hasta que nosotros mismos no seamos conscientes y no empecemos a defender
lo que nos pertenece, y no empecemos también a darle el trato a los gobernantes
que se merecen… Es que a los gobernantes nosotros somos los que los elegimos,
y hasta que nosotros no seamos conscientes de ese esquema social, pues vamos a
seguir digamos en lo mismo. Popayán, Cauca, 2006, P. 363.
Esa desazón se explica además por la falta de escenarios de concertación y participación.
Las mujeres víctimas demandan ser escuchadas, que existan procesos donde sus reclamos
sean tenidos en cuenta y donde la participación de las mujeres sea efectiva. Las garantías
de participación política, y no solo la posibilidad de presentarse a las elecciones, tienen
que ser llevadas a la creación de espacios de diálogo entre diferentes sectores, incluso
con los alzados en armas. El cambio en las élites en el poder durante muchos años se ve
447
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
clave a la vez que difícil. Para las mujeres entrevistadas, a pesar de que la gran mayoría
no tienen una visión global de la dinámica del conflicto o la estructura del Estado, tienen
un enorme sentido común de lo que hay que cambiar para que de verdad el cambio sea
efectivo en sus vidas.
El presidente debería escucharlas opiniones de las personas. Nosotros lo pusimos
ahí en ese puesto donde está y darse cuenta que nosotros no tenemos voz, ni
voto… Uno lo puso ahí y ya él nada más para los altos mandos. A nosotros, a la
opinión pública, nunca le han pedido opiniones. Él viene aquí a puerta cerrada
y más nada entran los altos mandos, mientras que uno pobre no entra... San Juan
Nepomuceno, Bolívar, 1995, P. 241.
Hay que abrir espacios de verdad, no con tantas trampas, y si se abre un espacio,
si se van a desarticular, si se van a hacer procesos de diálogos de paz con los
insurgentes, hay que poner unas reglas claras y que cada parte las cumpla, pero,
se debe ser tolerante. Debe dársele la oportunidad a las minorías o a otros grupos
que participen políticamente. Eso va a ser lo que es difícil, porque estas personas
que están en el Estado, donde se están beneficiando, no quieren soltar esto. Nosotros
luchamos por querer ocupar esos espacios. Popayán, Cauca, 1987, P. 315.
Además de las comunidades étnicas como afrodescendientes e indígenas, la protección a
las minorías, para algunas mujeres debe incluir las diferentes orientaciones sexuales que
no siguen el patrón dominante heterosexual. Las comunidades LGTB no están ligadas a
un territorio sino a una forma de estar en el mundo con sus identidades y relaciones, y
deben tener igualdad de derechos.
Se necesita que el gobierno se coloque la mano en el corazón y eso lo estudien a
fondo: que los homosexuales también tenemos derecho. El hecho de que seamos
homosexuales no quiere decir que somos una plaga o somos una peste… Que
ningún grupo guerrillero, ningún grupo paramilitar tiene el derecho de tomarse
la ley por sus manos y decir que “podemos matar a maricas, podemos matar
lesbianas” cuando yo no soy nadie para hacer eso. Que ojala el gobierno saque
una ley para en realidad protegernos en sí. No es que bla, bla, bla, bla, y nunca la
hagan realidad. Que en verdad nos protejan, como dicen, como sociedad, porque
también pertenecemos a la sociedad, seamos lo que seamos. San Miguel, Putumayo,
2001, P. 773.
Acabar con el conflicto armado y la corrupción, son dos garantías de no repetición que se
reiteran en los testimonios. Para ello, la seguridad que conlleve garantías para la vida y
no mayor militarización, así como el desarme de los grupos armados no estatales y la paz,
son de los deseos y demandas más relevantes de las mujeres.
Pues se tendría que cambiar todas las políticas del país, de manera radical. Se
tendría que acabar el conflicto armado que es lo que genera polarización, lo que
genera la existencia de bandos. Se tendría que acabar con la corrupción, con los
448
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
patrocinadores de los grupos paramilitares, de los grupos guerrilleros, de los actores
armados. Tendría que existir otro país, no el de ahora. Cauca, 2006, P. 309.
Que haya un Estado que sea firme, fuerte y que no sea tan corrupto, porque esto
más que todo es porque el Estado es muy corrupto. Los errores del Estado, el Estado
los quiere tapar con un dedo y detrás de esos errores, él es el peor victimario
que hay. Barrio Pablo Escobar, Medellín, Antioquia, 2001, P.33.
Una vida libre de violencia
El entendimiento más generalizado que tienen las mujeres sobre las garantías de no repetición,
es que ninguna otra mujer pase por las experiencias de violencias y traumas que a
ellas les ha tocado sufrir. Esta dimensión de la prevención como parte de la reparación,
forma parte también del sentido de dar su testimonio o del propio proyecto de la Ruta
Pacífica.
Lo único que yo pediría es que otras madres no pasen el dolor que yo siento. Chigorodó,
Antioquia, 2000, P.29.
La identificación de las mujeres entre sí y la toma de conciencia de que ellas han sido las
más afectadas por la violencia, son también una forma de hacer que su sufrimiento ayude
a otras, a la prevención de la violencia y con ello a una mayor la libertad de las mujeres.
Tierra, educación y que no pase más esto que está pasando con las demás mujeres,
porque eso sí yo no quisiera que le vuelva a pasar a las demás mujeres. Esto es
muy duro para uno como mujer, que siga pasando lo que me pasó a mí. Seguir
trabajando por estas mujeres, eso sí me gustaría. El Tambo, Cauca, 2001, P. 308.
Otras mujeres vinculan el derecho a la verdad con esta garantía. La esperanza es que
el conocimiento de esas situaciones genere una conciencia colectiva de la prevención.
También que el dar su testimonio y superar el miedo y la represión vivida, son caminos
fundamentales para hacerlo posible y para poder tener un papel más activo por parte de
las mujeres. Conocer los hechos de violencia, tanto en general en el contexto colombiano,
como en particular en los casos puntuales, ofrece posibilidades para que la violencia no se
continúe perpetrando de manera permanente.
Yo creo que la garantía de la no repetición, que precisamente es uno de los elementos
de la reparación, tiene que partir precisamente de este tipo de entrevistas
como la que tú me estás haciendo o hacer las denuncias públicas, difundirlas por
internet. Eso hace precisamente que la reconstrucción de la memoria histórica,
genere un blindaje y también permita que estos hechos no se vuelvan a repetir.
Digamos que el conocimiento y que las personas pongan sus ojos en esa situación,
también permiten que la situación no se repita. Popayán, Cauca, 2006, P. 307.
449
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
El papel de la memoria como prevención implica también la transmisión a las nuevas
generaciones de los aprendizajes que ha dejado toda esa experiencia de dolor y resistencia.
En algunos testimonios las mujeres apuestan porque las niñas, niños y adolescentes
conozcan de manera más puntual y fidedigna la violencia producto del conflicto armado.
Las mujeres tienen un papel clave en los procesos de transmisión de esta memoria y
experiencias compartidas. Para muchas mujeres también es doloroso este proceso, e incluso
muchas mujeres víctimas no han encontrado los caminos aún para poder hablar más
abiertamente de sus experiencias con sus hijos e hijas. Sin embargo, en sus reflexiones
predomina la visión de que es en la educación formal y la escuela donde dichas experiencias
compartidas deben ser transmitidas con metodologías y enfoques que se centren en
los valores para una sociedad y concepción de la humanidad distintas.
Contarle a los niños, a las nuevas generaciones. Para mí el trabajo fundamental está
en los niños y en los jóvenes. Que nosotros tuviéramos una cátedra donde le contemos
a todos estos niños y estás niñas toda la barbarie que hemos vivido durante décadas,
para que podamos… formarlos en los valores de la tolerancia, en los valores del respeto
a la vida, en el valor de la solidaridad, en el valor del amor a la patria. Pero no
un amor a la patria poniéndome la mano aquí en el pecho y cantando el himno nacional
y después olvidándome ¡no! Donde nosotros a los niños les enseñemos de verdad
verdad, toda la historia desde esta barbarie que hemos vivido, para que ellos tengan
conocimiento de que esta patria se ha formado a través de mucha sangre, ¿cierto? Entonces,
para mí, ese es el primer elemento, los niños. Pereira, Risaralda, 1987, P. 691.
También la memoria tiene un papel en la prevención ligada al reconocimiento de la propia
identidad, y la legitimidad de los movimientos que ha sido frecuentemente objeto de
violencia o criminalización. Esta forma de respeto a una identidad étnica, a las “otras”
más otras, como las mujeres afrodescendientes o indígenas, cuya identidad está ligada a
lo comunitario y a la lucha como movimiento.
Lo otro sobre que públicamente en todo el proceso de persecución a lo que he
sido sometida en donde quieren demostrar que soy terrorista o de las FARC. Que
digan públicamente que el movimiento indígena es legítimo, es de resistencia civil,
es de dignidad y es de vida, que eso lo digan. Eso no me resarce a mí, resarce
al movimiento indígena. Yo busco eso, y a los sectores sociales porque están reivindicando
los procesos de la sociedad en el país sobre unos legítimos derechos
que tenemos en la Constitución, en los instrumentos internacionales, pero lo más
importante, lo legítimo es ser colombianos. Tierradentro, Cauca, 2008, P.317.
El derecho a vivir sin miedo
El primer paso para el trabajo con víctimas es promover un contexto positivo, de distensión
y seguridad. Esa es la premisa para la atención y también para la reparación.
Entonces, mejorar las condiciones de seguridad, sobre todo en su entorno, es un paso
450
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
indispensable para poder enfrentar las consecuencias del impacto de la violencia, el
disfrute de los derechos humanos y la garantía de prevención. Las mujeres vinculan este
concepto con la “tranquilidad”, como un elemento clave de reparación y un clima emocional
positivo para rehacer sus vidas. Dados los problemas de seguridad y amenazas
que siguen viviendo en diferentes regiones del país, más de cuatro de cada diez mujeres
(43,2%) señalaron la importancia de la protección a las víctimas, y medidas de prevención
de la violencia (38.5%).
Como consecuencia del impacto traumático vivido, la tranquilidad y una seguridad es
parte de lo que corta con un pasado de amenaza y persecución. Esto incluye la valoración
de la población campesina y ligada a la tierra, que es elemento primordial también para la
seguridad alimentaria de la sociedad.
Primero que todo la seguridad, o sea de la familia. Eso es lo primero, estar tranquilo.
Así uno puede estar pobre o lo que sea, pero pues estar tranquilo. Eso es lo
que interesa más, la tranquilidad. Bogotá, D. C., 2007, P.126.
El Estado tiene que dar seguridad a los campesinos sobre todo a las veredas, a los
pueblos. Dar seguridad a las personas porque el que vive en la ciudad sin el campesino
no come, porque el campesino es el que envía los alimentos a la ciudad. Entonces
el Estado tiene es que prestarle más atención a los pueblos y a las veredas. Darle
seguridad, mucha seguridad, porque eso no lo hay, porque si lo hubiera, no hubiera
tanto muerto o no hubiera tanta violencia todavía. Cartagena, Bolívar, P.244.
Para algunas mujeres la seguridad se garantiza con la permanencia del Estado y de manera
más puntual con la presencia de fuerza pública en sus territorios. Sin embargo dicha
presencia no debe ser un mecanismo para una nueva militarización. Algunas mujeres sitúan
el papel del ejército como garante para su vida, frente a la presencia de otros actores
armados, según la experiencia que han tenido.
Más apoyo del ejército… porque es que cuando no hay ejército la guerrilla se
apodera del pueblo. Es que ese es el problema, vienen esos y si hay ejército la
guerrilla se retira o se queda quieta. Corregimiento Cunday, Tolima, 2003, P. 116.
Sin embargo, otras mujeres manifiestan su preocupación por las actuaciones de las fuerzas
de seguridad del Estado, y perciben a estos agentes como un factor de riesgo cuya
presencia debe ser limitada, y controlada por otras instancias que generen una garantía de
ejercicio de derechos para las mujeres y comunidades.
Yo digo que haya como más seguridad y que realmente como que clasifiquen a
esas personas que estén brindando seguridad, porque hay mucha gente que también
la violó en el ejército. Vereda Peralonso, Meta, 1998, P. 774.
El gobierno tiene la obligación de cuidar la integridad de las personas pero eso
no lo hace. Dicen que inclusive tienen que vigilarle a uno la vida, pero eso no
451
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
sucede. Los que llegan son más dañados. Llegan por ejemplo, si es de parte de la
policía ponen es un poco de auxiliares viciosos [drogadictos]… Vereda Capilla,
Samaniego, Nariño, 2004, P.368.
Las percepciones de las mujeres sobre la fuerza pública varían dependiendo de los diferentes
contextos y épocas, pero sobre todo de las experiencias que ellas hayan tenido en
su contacto con las fuerzas de seguridad del Estado.
El Estado debería de hablar con el ejército, para que no atropellen a las personas
civiles. Debería el Estado de encargarse de eso, porque eso es un atropello. A él le
conviene como una organización y una ley. Vereda el Decio, Samaniego, Nariño,
2001, P. 432.
Para otras mujeres, la búsqueda de seguridad y protección pasa por salir del país,
después de intentos sucesivos de disminuir el riesgo. No ven opciones viables para
tener un proyecto de vida dentro de Colombia dadas las circunstancias particulares
de su caso. En estas situaciones, tras el fracaso de la seguridad que debe proporcionar
el Estado, se deberían proporcionar mecanismos compensatorios para dichas salidas
después de una evaluación conjunta con las mujeres y sus familias. Hasta la actualidad
muchas de estas decisiones han sido tomadas y llevadas a cabo por organizaciones
de derechos humanos y otros sectores de la sociedad civil con los que el Estado
debería colaborar.
Llegué hace un año de la Cancillería y lo que quiero es ya salida. O sea por la
situación mía, yo vivo en un estado de zozobra, depresiva. Y no solamente yo, mi
núcleo familiar. Mi esposo se murió hace seis meses, porque le afectó tanto el
desplazamiento que él empezó a convulsionar gravemente y después de que se
pegó tantas veces en la cabeza, adquirió ese cáncer en la cabeza. Fusagasugá,
Cundinamarca, 2004, P.140.
El temor no tiene fronteras y afecta a muchas mujeres. Ese miedo lo sienten también
mujeres lideresas y afecta a las organizaciones que reclaman los derechos de las víctimas.
La protección de las mujeres que defienden sus derechos y los de sus comunidades debe
ser una prioridad para el Estado. Además el Estado tiene una enorme responsabilidad para
con dichas mujeres que confiaron en las garantías ofrecidas por la ley, como por ejemplo
en las demandas de tierras o audiencias públicas, y sin embargo algunas de ellas luego
fueron asesinadas. Dichos asesinatos, no son un problema de las mujeres o sus familias,
sino que conllevan responsabilidad estatal por falta de garantías en estos procesos puestos
en marcha por el mismo Estado.
Todos aquellos que no están de pronto en el proceso de Justicia y Paz, porque sabemos
que hay muchos que están libres. Y el peligro que tenemos, pues en caso de
nosotras las víctimas que de pronto estamos reclamando estos derechos a la verdad,
la justicia y a la no repetición, de una u otra manera, estos que están libres
podrían tomar represalias contra nosotros y contra las diferentes organizaciones.
452
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Yo hago parte del cabildo y sé del peligro que está corriendo mi comunidad, por el
simple hecho de estar de pronto exigiendo estos derechos. Santander de Quilichao,
Cauca, 2001, P. 318.
Esta sensación de inseguridad permanente, que es persistente en muchos de los testimonios
de las mujeres, se explica también por la falta de confianza en el Estado. No sólo
sienten que éste no les garantiza de manera adecuada sus derechos humanos, sino que en
muchas oportunidades han sido sus propios agentes quienes han atentado o han tolerado
las violaciones contra ellas o sus familiares. Recuperar esa confianza no es fácil sobre
todo en caso de mujeres víctimas del conflicto armado, y el Estado debe dar muestras de
su confiabilidad y compromiso con las mujeres víctimas como parte de esa reparación.
Habría que hacer muchas cosas, muchísimas cosas. Primero el gobierno sobre
todo debería ser más más efectivo para la protección de todos nosotros… porque
hoy en día no tenemos confianza en las instituciones, ni siquiera en la alcaldía,
ni en la personería. Vereda Arroyo Grande, María La Baja, Bolívar 1997, P.235.
Esta falta de confianza no es gratuita o una actitud negativa de las mujeres víctimas, sino
que está basada en un análisis de la realidad y la experiencia compartida por muchas de
ellas, dado que los que tienen la obligación de proteger son parte de quienes han estado
implicados en las violaciones.
Si el gobierno me va a brindar ese respaldo para que a mí no me pase nada, yo
misma puedo escoger la persona que a mí me va a brindar la protección, porque
yo sí lo estoy sacando es de la comunidad. Estoy diciendo con esa persona sí lo
puedo hacer, pero si espero de que el gobierno me lo mande, y que sea del DAS,
yo no sé... Vereda Panamericana, Cauca, 2002, P. 312.
El desarme de las partes en el conflicto armado
Las mujeres utilizan diversas expresiones para hacer referencia al destino de los grupos
armados no estatales para que sea efectiva una verdadera situación de postconflicto. Ellas
hablan de desmantelar, desarmar, acabar y sacar del campo a esas organizaciones. Sin
desmantelar los mecanismos que han hecho posible el horror, este volverá con nuevos
grupos armados o formas violentas de control de la población, como ha sucedido con los
grupos paramilitares.
Yo digo que el gobierno cambiara un poquito la expectativa, de pronto desmantelar
tantos grupos al margen de la ley que hay, desarmarlos, ponerlos hacer cosas diferentes
a pensar solamente en la violencia, en la guerra. Bojayá, Chocó, 2002, P. 478.
Una de las expresiones más utilizadas por ellas en relación con el futuro de estos grupos
es el de acabar, es decir, poner fin a su accionar. Además, de manera puntual identifican
el actor armado.
453
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Acabar con todos esos grupos militares que hay: de guerrilla, de paracos, y de
delincuencia que hay. Que cuando se acaba alguno comienza el otro. Acabar con
todo eso para vivir tranquilo. Montes de María, Bolívar, 2007, P. 107.
Que se acaben todos estos grupos paramilitares, tanta gente injusta. Que el caso
que me pasó a mí, a mi familia, que no volvieran a caer otras personas en lo mismo.
Barrio Alfonso López, Bucaramanga, Santander, P. 726.
El control y entrega de las armas es un paso clave de ese proceso, puesto que las mujeres
han vivido en numerosas ocasiones cómo los procesos de desmovilización no han conllevado
una disminución de la circulación de armas y se han creado nuevas estructuras
de violencia organizada. Desmantelamiento de los grupos, entrega de las armas; reconocimiento
de la verdad de lo sucedido y la injusticia de ello; y oportunidades de trabajo y
desarrollo, forman parte de las acciones ligadas a la desmilitarización.
Yo pienso que lo que se debería de hacer es que todos los malos se arrepintieran,
que entregaran las armas, que dijeran la verdad, que el conflicto en Colombia se
acabara, que no pelearan por el territorio, porque el territorio es nuestro. Bellavista,
Bojayá, Chocó, 2002, P.468.
Que la gente del conflicto armado entregara las armas y que el gobierno les diera
oportunidad de trabajo para ellos, para sus familias y para todos en general,
porque si la gente del conflicto armado entrega las armas y busca una mejor vida,
pues todos vamos a estar bien. Riosucio, Chocó, 1991, P.496.
La desmilitarización es vista así como parte de la reparación y las garantías de no repetición
que pueden hacer que la violencia cíclica, que ha vivido Colombia en los últimos
sesenta años, realmente acabe.
Que esa gente que nos ha hecho tanta maldad, que nos ha hecho sufrir se entregue,
entregue las armas. Acepten que de verdad ellos han cometido muchos errores, que
ha habido muchas víctimas y que se haga justicia. Bogotá, D.C., 2008, P. 756.
Lo mejor que yo podría escuchar, sería que toda esta gente del conflicto, entregara
sus armas, dejaran todo esto para que ni una sola persona más tenga que
derramar lágrimas por lo que hacen indebidamente. Eso sería lo más maravilloso
poder uno escuchar. El Dovio, Valle del Cauca, 2010, P. 828.
Todo ello supone garantías en el ejercicio de la fuerza también por parte del Estado. Para
algunas mujeres se trata de que solo el ejército o las fuerzas de seguridad ejerzan el monopolio
de la violencia considerada legítima. Para otras sin embargo se trata de desmilitarizar
el ejército y abolirlo como un paso para alcanzar la paz.
Que ya no hubiera pues como otros grupos armados fuera del ejército. Dabeiba,
Antioquia, 1998, P.23.
454
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Yo iría a terminar con todo el ejército porque yo creo que por eso es que empezó la
violencia. Dicen que terminar la coca va a terminar la guerrilla. Si se terminara el
ejército, la guerrilla ya no perseguiría a nadie y nadie se involucraría con nadie.
Jordan Guisia, Putumayo, 2000, P.352.
La paz: proceso e inicio una nueva vida
La exigencia de paz es quizá el denominador común de todos los testimonios de las
mujeres, en donde piden acciones conjuntas del gobierno y de los grupos armados no
estatales tendentes a lograr el cese de la confrontación armada y vivir con la certeza
de no volver a ser victimizadas. Frente a los discursos guerreristas en el país, las
mujeres exigen la búsqueda de salidas a la guerra que conlleven nuevas condiciones
de vida, dado que son las más afectadas por un conflicto que muchas veces desde las
ciudades es visto como lejano. Las mujeres víctimas no quieren la promesa de más
guerra y más pobreza. Exigen una salida política al conflicto que traiga por fin un
cambio de tendencia en sus vidas y en el país, hacia un proceso de reconstrucción de
la convivencia.
Parar la guerra porque la guerra es entre ellos y los que pagan son… la gente del
campo, es la que lleva todas las consecuencias. Ríonegro, Antioquia, 2003, P. 730.
Hay que se acabara todo eso, que uno pudiera vivir en paz y tranquilo, ¿no le
parece? Muy bueno que no hubieran más grupos armados, que la gente pudiera
desplazarse de un lugar a otro y que no tenga ningún peligro. Corregimiento de
San Antonio de Prado, Antioquia, 1998, P.61.
Estas palabras no son un discurso genérico, sino el mensaje desde la herida de Colombia
para la sociedad y el Estado. Las mujeres hablan de los diálogos de paz, pidiendo que
estos se concreten en una paz real y en el cese de la confrontación armada, que les permita
vivir con tranquilidad, y de una exigencia de mayor compromiso del Estado en la
obtención de condiciones para lograr una paz duradera.
Hay que cortar el mal de raíz y es sentarse a dialogar la guerrilla, el ejército, el
Estado, los paramilitares, todos, en una sola mesa. Y sin inversión social nunca
vamos a tener paz aquí en Colombia. Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
Lo que yo más pido, le pido al gobierno es que entre una conciliación entre los
grupos para que nosotros tengamos paz. Si nosotros no tenemos paz de nada nos
sirve que nos den unas millonadas de pesos y que uno no pueda dormir el sueño.
Puente de Mico, Antioquia, 1997, P.418.
Además interrelacionan la paz, con los pilares de la justicia transicional como son los
derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación.
455
Las demandas de las mujeres. De la irreparabilidad a la reconstrucción
Para que a mí me reparen esto que yo he vivido y estoy viviendo tiene que haber
una verdadera paz, justicia y una reparación y una verdadera verdad, porque si
no hay verdad, no hay justicia y si no hay justicia, no hay paz ni hay verdad. Opogadó,
Chocó, 1997, P.477.
Lejos de ser solo un deseo bienintencionado, la apuesta de las mujeres por la reparación
y la paz, por la reconstrucción de la convivencia y la desmilitarización del conflicto
es la única salida posible. Para que esto se haga, la participación de la sociedad
civil y específicamente de las mujeres es una exigencia fundamental de este proceso.
Si bien en la mayoría de los países los conflictos no han desaparecido después de un
acuerdo de paz, la experiencia muestra que hay aprendizajes de los fracasos y de las
posibilidades de esos procesos. En casi todos los países, el posconflicto está habitado
por los mismos conflictos de la guerra, tales como la tierra, la posesión de los
recursos, la pobreza o la exclusión social. Pero estos problemas y conflictos deben
encontrar una manera diferente de ser enfrentados, y contar con mecanismos de control
efectivo de los cambios acordados para superar la dinámica armada del conflicto.
Esto incluye cambios estructurales y una desmilitarización efectiva, incluyendo la de
los grupos paramilitares y las llamadas “Bacrin”, desmantelando las estructuras que
han hecho posible el horror.
Pienso que se necesitan muchas cosas y mucho tiempo, o sea, pensar en un proceso
de paz de corto aliento, es imposible pensarlo. Yo pienso que se necesita un
proceso de largo aliento con el concurso y con la participación de todos los sectores
de la sociedad, del Estado, de los movimientos sociales, de los movimientos
políticos y que realmente, pues haya una posibilidad de hacerlo, y con garantías
además, porque ha habido ya unos momentos donde supuestamente se ha intentado
pero no ha habido garantías y donde los actores no han tenido tampoco las
voluntades para que eso sea así. Putumayo, 2000, P. 339.
Las voces de estas mil mujeres y sus demandas constituyen una contribución central a
este proceso que debe ser escuchada. Durante la realización de las entrevistas que dieron
lugar a este informe, el compartir su testimonio hizo que las mujeres volvieran a lo que les
pasó y expresasen un “alivio” al compartirlo con las mujeres, como un espacio de reconocimiento.
Conectaron los hechos con su capacidad para retomar su vida y sus aspiraciones
a que se conozca la verdad desde la perspectiva de las mujeres. Una realidad en la que
han estado sometidas por el miedo y donde hasta ahora se han impuesto más los actos de
guerra sobre la fuerza de la vida.
La verdad es que de todo corazón te doy gracias por haberme llamado a hacer
esta entrevista, porque siento como un alivio, porque me he desahogado un poco,
y que de pronto con esta entrevista, el Estado puede ver lo que uno ha sufrido y
que es algo para que el Estado mire de qué forma se pueda cesar la guerra; que
ya no haya más violencias, que haya paz y que nosotras las mujeres no sigamos
siendo más víctimas. Barrio La Camila, Bello, Antioquia, 2004, P.68.
456
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Entonces, yo pienso que hay que apoyar a todas estas mujeres y todos estos hombres
y jóvenes que han surgido de todo este dolor, y han empezado a visibilizar,
porque yo creo que eso es otra cosa. Este trabajo, por ejemplo, es hacer visible el
dolor de las mujeres, es hacer visible el dolor de los hombres ya que no pueden
hablar porque están muertos… entonces, estas mujeres están haciendo posible
que esos hombres vuelvan a hablar, que esos hombres vuelvan a vivir, que esos
hombres vuelvan a luchar. La palabra es volver a luchar, después de la muerte, a
través de estos testimonios de las mujeres. Cajibío, Cauca, 2000, P. 364.
Capítulo 4.
Conclusiones
La perspectiva de las mujeres
que participaron en el proceso
de la Comisión de la Verdad

459
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
La verdad de las mujeres 461
Una mirada feminista 463
Por una construcción de paz 464
Las mujeres como víctimas y sobrevivientes 465
Los impactos del conflicto armado en las mujeres 466
El continuum de las violencias 469
La violencia sexual en el conflicto armado 470
La fuerza de las mujeres enfrentando la violencia 471
Los procesos organizativos de las mujeres 473
como forma de afrontamiento
El compromiso de reparar lo irreparable 474
La responsabilidad del Estado 477
La metodología y las voces de las mujeres 478

461
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
La verdad de las mujeres
- La Comisión de la Verdad de las Mujeres supone un aporte a la necesidad de paz y a la
construcción de la misma en Colombia, porque recoge y hace públicas las voces y las
palabras de mujeres víctimas que han sufrido todo tipo de vejámenes y violaciones de
derechos humanos en el conflicto armado y que, a su vez, han luchado por defender la
vida y la dignidad de las personas cercanas reconstruyendo una y otra vez las relaciones
y los espacios de vida. Mujeres y violencias que han sido históricamente calladas
perpetuando y refrendando con este silencio el modelo patriarcal que impera en nuestra
sociedad. Por lo tanto, esta Comisión es un proceso de visibilización y reconocimiento
social de las mujeres como actoras políticas y sujetas de derechos para exigir verdad,
justica, reparación y la no repetición de las violencias contra el cuerpo y vida de ellas.
Con estas voces femeninas, se comienza a quebrar el silencio de las mujeres víctimas
que ha normalizado o naturalizado la violencia contra las mujeres y las consecuencias
de la misma en sus vidas.
- Este Informe Final recoge la visión de numerosas mujeres de muy diferentes regiones
del país, que han afrontado por años el conflicto armado. Es la narración del dolor y
también la formulación de la esperanza de otro futuro de mil mujeres, que han dado
testimonio acerca de lo que ha implicado la guerra y de sus sueños para una Colombia
en paz. Es una narrativa femenina que constata los efectos del conflicto armado en el
cuerpo y vida de las mujeres, en la que emergen repetidamente las preguntas: ¿por qué
a mí?, ¿por qué sucedió esto? Estas preguntas muestran a la vez el impacto y la necesidad
de construir una memoria que ayude a rescatar los fragmentos del sentido en un
conflicto y de una represión política que han sobrepasado todos los límites de la lógica
o la proporcionalidad, y que han convertido a la población civil, y en particular a las
mujeres, en objetivo militar.
- La Comisión muestra las distintas violencias que los diferentes actores armados han
ejercido sobre las mujeres, y cómo estas violaciones de los derechos humanos se han
normalizado, y hasta consentido, por parte de las autoridades públicas a las que corresponde
garantizar la seguridad y convivencia ciudadanas. De ahí que sea indispensable
que las mujeres víctimas reciban explicaciones sobre los hechos de barbarie cometidos
por los victimarios y que el Estado las reparare por los graves daños que los actores armados
ocasionaron en sus cuerpos y proyectos de vida. La Comisión es, en este sentido,
una apuesta política para pensar y aportar a la reconstrucción del tejido social, y por
ende, a la reconciliación nacional.
- El proceso de la Comisión de la Verdad permitió conocer las experiencias de mujeres
y sirvió para formalizar y sistematizar los efectos de las distintas violencias que sufren
las mujeres en el marco del conflicto armado. Las mujeres hablaron de las violaciones
a sí mismas y a otras mujeres, casi siempre sus propias hijas e hijos. Pero también decidieron
confiar sus propias vivencias, los dramas y las violaciones sufridas rompiendo
el silencio sobre ellas.
462
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
- Las mujeres víctimas revelan en sus testimonios claves culturales que permiten comprender
el silencio de muchas de las mujeres víctimas. Confirman que es necesario erradicar
la respuesta de cuestionar la credibilidad de las mujeres cuando hablan del impacto
de la violencia, y la insensibilidad social hacia ellas, para que se las pueda reconocer
como víctimas que deben ser atendidas en sus derechos, reparadas y protegidas evitando
su revictimización.
- Esta Comisión de la Verdad es una muestra de la valiosa aportación de las mujeres a
la construcción de la memoria, la verdad y credibilidad desde la sensibilidad y subjetividad
femeninas, que hasta hoy han sido sistemáticamente canceladas por el modelo
androcéntrico. Modelo que los actores armados pretenden perpetuar envileciendo las
mujeres por medio de la violencia y la coacción de las armas.
- En sus testimonios las mujeres víctimas condenan el sinsentido de la guerra. Denuncian
la actuación sistemática de los diversos actores armados que se han ensañado al violar
sus cuerpos, sus espacios de vida y sus derechos como una forma de desprecio y de intimidación.
Muestran cómo algunos de esos actores han atacado a las mujeres en sus procesos
organizativos para que no intervengan en la vida de sus comunidades y se sometan
a la militarización de la vida cotidiana de quienes quieren controlar los movimientos o la
protesta social, o están detrás de proyectos de despojo de la tierra que han formado parte
del modus operandi de la violencia en Colombia, como parte de la construcción de una
sociedad excluyente y de una desigualdad extrema.
- Según las mujeres testimoniantes, en el proceso de militarización los actores armados,
legales o ilegales, han quebrantado el valor y cohesión de la familia como el núcleo social
que permite la más cercana protección y confianza, al incursionar en la vida privada
por medio de las armas para exigir y apropiarse de los territorios o para obligar a las
poblaciones a acatar sus órdenes y a cumplir sus demandas.
- Las mujeres víctimas señalan la responsabilidad de todos los actores armados en la guerra
y reclaman la terminación del conflicto armado, porque las dinámicas del mismo son
las responsables de los impactos sobre sus vidas, las de sus familias y sus comunidades,
de la ruptura del tejido social y del cierre de las posibilidades de una vida más justa y
en paz.
- Las mujeres víctimas que decidieron confiar su testimonio a esta Comisión esperan que
sus palabras y sus historias más íntimas contribuyan a que en Colombia el derecho a la
paz y a una vida libre de violencias se haga realidad. Que esta memoria de la verdad de
las mujeres sea parte de los acuerdos sociales y políticos relativos a la prevención de la
violencia, y a una política de reconstrucción del tejido social y de reparaciones que el
Estado debe garantizar.
- Las recomendaciones que se incluyen en la sistematización de los mil testimonios deberán
tenerse en cuenta como aporte a la paz, al respeto de los derechos y la dignidad
de las mujeres, en cualquier proceso hacia la paz que se construya en el futuro. Entre
463
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
los desafíos se encuentra la posibilidad de que las voces de las mujeres sean escuchadas
en el país, uniendo el apoyo a las víctimas con la investigación de los hechos y la
búsqueda de salidas políticas al conflicto. Una futura Comisión de la Verdad en el país
debe considerar la experiencia de las víctimas como un elemento central de su trabajo.
La experiencia de esta comisión es una experiencia relevante de la que se desprenden
aprendizajes que deben ser tenidos en cuenta.
Una mirada feminista
- La lógica de la guerra exacerba el control y la dominación patriarcal sobre la vida y los
cuerpos de las mujeres y lo hace no sólo en los escenarios propios del conflicto, sino en
todos los espacios donde las mujeres viven y se movilizan. Y son los cuerpos, sobre todo
los cuerpos de mujeres jóvenes, campesinas, negras e indígenas, los que operan como
lugares de intersección y encuentro de identidades discriminadas que caracterizan los
fundamentos de la exclusión.
- Las mujeres víctimas del conflicto armado, de diversas etnias, territorios y edades se
han visto afectadas por esta guerra a lo largo y ancho del país. Ellas han experimentado
inenarrables sufrimientos, múltiples y recurrentes abusos a su integridad física, sexual
y psicológica. La intersección entre el género, la etnia/raza, la edad y la localización en
el territorio de conflicto opera profundizando las discriminaciones contra las mujeres.
La profunda articulación del género con otras dimensiones de la identidad o situaciones
vinculadas al conflicto, como el desplazamiento o la militarización de la vida, generan
formas particulares de desigualdad y discriminación.
- La vida de innumerables mujeres que habitan zonas de conflicto armado en Colombia,
se ha visto profundamente impactada por la guerra y sus prácticas inhumanas y ha sido
modificada, profundizando su opresión, subordinación y discriminación, a través del
incremento de las múltiples violencias ejercidas contra ellas, a través de las experiencias
de pérdida y desplazamiento, así como de la exacerbación del control masculino sobre
sus cuerpos y sus sexualidades. Esta dimensión de pérdida, de sufrimiento, y de control
de la vida caracteriza la experiencia de las mujeres víctimas en Colombia.
- Este Informe Final incorpora el discurso y la práctica feminista puesto que parte del
análisis de una sociedad patriarcal en la que la relación de dominación de los hombres
sobre las mujeres cancela la palabra femenina y legitima la violencia contra sus cuerpos.
Este análisis permite vincular las violencias vividas en el ámbito de lo privado y en la
esfera pública, con diferentes impactos y responsabilidades, como una continuidad. El
patriarcado es un sistema de dominación e injusticia que se traduce asimismo en marginación
social, económica y política y converge en todos los contextos del conflicto
armado empeorando las condiciones de vida de las mujeres.
- Identificar el significado práctico de la perspectiva feminista para este trabajo y para las
mujeres que participaron en él, ha conllevado desentrañar y vivenciar el sentido profundo
464
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
de escuchar la voz de las mujeres. Este proceso ha supuesto conocer, caracterizar y entender
el conflicto armado desde el sentir de ellas, visibilizar las afectaciones en sus cuerpos
-principal lugar de expresión de las violencias sufridas- reconocer su contribución al esclarecimiento
de la verdad y apoyar el fortalecimiento personal y social de las mujeres.
- Para todas las mujeres participantes del proyecto de la Comisión de la Verdad, ya fueran
coordinadoras, documentadoras, transcriptoras, digitadoras, codificadoras e investigadoras,
este trabajo con las mujeres y sus testimonios ha supuesto confrontarse con un
dolor y un sufrimiento inimaginables. Ha desencadenado una toma de conciencia de
la profundidad y la extensión de la violencia contra las mujeres más allá de cualquier
discurso. Tanto en los talleres de análisis como en el proceso de sistematización, los relatos
del impacto de las experiencias de las mujeres en aquellas que las escucharon con
calidez y profesionalidad fueron a su vez duros y conmovedores.
- La Ruta Pacífica como organización se ha fortalecido a fuerza de marcar un derrotero
constante y vigilante de los horrores de la guerra, en los medios de comunicación y en
las mismas mujeres victimizadas. Ruta que canaliza desde el interior de cada mujer la
constancia no solo para movilizarse y salir una y otra vez, un día y otro, durante años,
a denunciar en silencio como el mayor grito de resistencia posible, que las mujeres no
se resignan a callar, que son fuertes en la denuncia y capaces de acciones increíbles de
sobrevivencia. Esa Ruta que moviliza a cientos y miles de mujeres por los caminos de
Colombia para alertar, teatralizar, denunciar, apoyar, resistir, insistir, persistir, cantar,
bailar, marchar por la justicia, la dignidad y el apoyo a las mujeres que en cualquier
rincón sufren la victimización de todos los grupos armados.
Por una construcción de paz
- La Comisión de la Verdad desde las mujeres aporta a la construcción de la paz en cuanto
es una iniciativa que abre nuevos canales de diálogo, puesto que permite romper el
silencio de las mujeres que han sido quienes más han sufrido las consecuencias del
conflicto armado colombiano, junto a las niñas y los niños.
- La Comisión permite profundizar sobre lo que pasó, y sigue pasando en el país, abriendo
un espacio a la memoria colectiva que recoja la experiencia de las víctimas, en una
sociedad que ha normalizado la violencia o ha vivido en gran parte sin ser sensible a
aquellas. También constituye una posibilidad para que más hombres y mujeres den un
paso hacia la verdad compartida, lo que constituye un desafío a la realidad actual para
construir una paz duradera. Una verdad que suponga un reconocimiento social de los
hechos y de las víctimas. Una memoria incluyente del sufrimiento y las violaciones de
derechos humanos cometidas como primer paso para la justicia y la reparación.
- Las mujeres le otorgan mucha importancia a la verdad porque brinda la posibilidad de
restaurar la dignidad personal, borrando estigmas, y levanta las salvaguardas contra la
impunidad, lo cual es esencial para abordar la construcción de la paz.
465
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
- Este Informe Final evidencia lo acontecido a mil mujeres colombianas de todo el país
durante el conflicto armado. Asimismo pone de manifiesto como las violencias ejercidas
sobre ellas no son sólo resultado de la guerra, han sido cotidianas a lo largo de sus biografías.
Los testimonios de las mujeres muestran prácticas feministas ancestrales que se
reivindican hoy para exigir detener la guerra como imperativo para ir hacia la búsqueda
de la paz.
- El proceso de trabajo de la Comisión de la Verdad llevó a confrontarse con el horror que
viven las mujeres, una dimensión desconocida incluso para muchas investigadoras y
organizaciones que trabajan con mujeres. A su vez, supuso la confirmación de la opción
por las víctimas como mujeres activas en el proceso de recuperación personal y colectiva,
la reconstrucción del tejido social y la construcción de la paz en el país. Esta capacidad
de resistencia y de sobreponerse al horror vivido, es parte del protagonismo de
las mujeres en la resistencia a la guerra y en la lucha por la paz. El Estado y la sociedad
deben reconocer este valor y facilitar los espacios de participación por los que luchan
las mujeres, removiendo los obstáculos que impiden que esta sea más efectiva. En este
sentido las mujeres no se presentan desde una posición victimizante, sino que emergen
con sus capacidades para afrontar esa guerra que no eligieron, pero donde tuvieron que
volver a empezar, seguir la vida, y constituirse como mujeres sujetas de derechos y con
una dimensión más colectiva.
- Las mujeres fueron protagonistas en la guerra sin quererlo, puesto que ellas han sufrido
graves agresiones, han cargado con los muertos, siguen buscando a los desaparecidos y
han asumido responsabilidades que en otras circunstancias no les hubieran correspondido.
Esta experiencia de las mujeres hace que tengan sus propias visiones y conceptos
sobre la construcción de la paz enfocada en las condiciones para tener un buen vivir y la
prevención de la violencia contra las mujeres.
- La Comisión de la Verdad puede incidir en el actual proceso de paz rescatando la presencia
de las mujeres, como sujetas políticas, para contar la verdad desde su propia vivencia.
El empoderamiento de las mujeres, con la visibilización de los hechos ocurridos,
contribuye a la transformación social desde el reconocimiento de sus derechos, a partir
de la elaboración de los impactos sufridos y las formas de afrontamiento desarrolladas.
Las mujeres como víctimas y sobrevivientes
- La mitad de las mujeres se identifican a sí mismas como mestizas una de cada cuatro
son afroamericanas y una minoría fueron indígenas. La media de edad de las mujeres
que dieron sus testimonios fue de 45 años, oscilando entre los 17 y los 83. Una de cada
dos tenía pareja estable y tres de cada cuatro tiene hijos o hijas, con una media de tres.
Algo más de la mitad de las mujeres entrevistadas participa en alguna organización de
la sociedad civil. Las mujeres que dieron su testimonio sufrieron entre cuatro y cinco
violaciones de derechos humanos, muchas veces en distintos momentos. Además de su
466
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
propio testimonio, refirieron la existencia de entre una y dos víctimas más como media
en sus familias.
- Entre las violaciones que las mujeres refirieron haber vivido en primera persona predomina
el desplazamiento, que se dio en tres de cada cuatro casos. También tres de cada
cuatro mujeres denunciaron tener familiares que sufrieron ejecuciones extrajudiciales
o desapariciones forzadas. Ocho de cada diez mujeres entrevistadas reporta haber sido
víctima de alguna forma de tortura, tratos cueles, inhumanos o degradantes. Más de la
mitad de las mujeres sufrieron diferentes formas de tortura y maltrato psicológico como
amenazas de muerte, hostigamientos o ser obligadas a presenciar torturas de otras personas.
Además, una de cada siete mujeres reportó haber sufrido torturas físicas y una de
cada ocho sufrió tortura o violencia sexual. Por otra parte, la violencia contra las mujeres
también conllevó pérdidas materiales en cuatro de cada diez casos. De forma menos
frecuente se describieron distintas violaciones a la libertad personal en una de cada ocho
víctimas tales como haber sido detenidas de forma arbitraria, confinamiento o toma de
rehenes o reclutamiento forzado.
Los impactos del conflicto armado en las mujeres
- Los impactos individuales y colectivos de la acción indiscriminada de los actores armados
sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, han devenido en la destrucción de proyectos
de vida individuales y comunitarios. El conflicto armado ha configurado resentimiento,
confusión y desconfianza hacia el Estado como el garante de los derechos humanos. Las
mujeres víctimas sienten que el Estado y los grupos paramilitares que han estado coludidos
con él y las organizaciones guerrilleras, ignoran la destrucción emocional y social
que han generado, banalizando el dolor y la impunidad.
- Destaca un fuerte impacto afectivo en ocho de cada diez mujeres entrevistadas, así
como un severo impacto en sus condiciones económicas y de vida, en la misma medida.
También tres de cada cuatro señalaron un quiebre y pérdida de su proyecto vital por los
hechos de violencia. Por otra parte, la violencia contra las mujeres también conllevó
pérdidas materiales en más de cuatro de cada diez casos. El desplazamiento conlleva
la mayor parte de las veces la soledad de la pérdida de una red de relaciones sociales
en la que construimos nuestra identidad como personas. Este sentimiento de soledad y
abandono estuvo presente en tres de cada cuatro mujeres entrevistadas. En el caso de
Colombia, hay que tener en cuenta que además los hechos de violencia han seguido
produciéndose y muchas mujeres han vivido diferentes episodios de terror y violencia
que potencian sus efectos. Más de seis de cada diez mujeres entrevistadas señalaron
tener problemas de sueño como pesadillas o insomnio, y no poder dejar de pensar en
los hechos vividos, sus seres queridos o el impacto de la pérdida. La percepción de estar
todavía en la actualidad emocionalmente muy afectadas se da más en las mujeres que
tienen familiares asesinados o desaparecidos En todas las áreas de la vida de las mujeres,
las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas son las violaciones de
derechos humanos con mayor impacto.
467
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
- Las mujeres víctimas destacan que los impactos del conflicto armado prolongado han
dejado graves e imborrables secuelas emocionales en las familias y los hijos. Secuelas
afrontadas casi siempre por las mujeres, que muchas veces no se han logrado superar. En
relación a esta situación, muchas mujeres aspiran a que en la reconstrucción del tejido
social roto por la guerra, sea posible quebrar la frontera invisible entre lo privado y lo
público. Eso supone reconocer y facilitar la participación social de las mujeres a partir
de sus propias organizaciones y liderazgos. También que la responsabilidad compartida
del cuidado familiar sea parte constitutiva de la transformación cultural que haga posible
la justicia y la equidad desde la casa, desde lo personal hasta lo colectivo y público,
desde lo micro a lo macro. Para que las mujeres no sigan sacrificando las posibilidades
de actuar en lo público, ni los hombres renuncien o inhiban sus sentimientos para criar
y brindar afecto. Las mujeres en sus procesos de fortalecimiento personal y social de
empoderamiento, han descubierto y puesto en cuestión los estereotipos sobre los roles,
que lo privado no es sólo asunto de mujeres, así como lo público no concierne solo a
los hombres.
- Algunas mujeres expresan que la violencia contra los hijos, en el contexto del conflicto
armado, es una forma de represalia contra los liderazgos femeninos. Liderazgos que
las mujeres han asumido en los procesos de resistencia social frente a la arremetida
constante de los actores armados, la continua violación de los derechos humanos y, en
particular, la violencia contra las mujeres.
- En el Informe final se constata que cada familia se ha visto afectada por violaciones
de derechos humanos sistemáticas a varios de sus integrantes. Estas experiencias han
conllevado fuertes impactos personales y colectivos como la fragmentación familiar. En
muchos casos, el desplazamiento forzado ha sido la única alternativa para huir de los
actores armados, persistiendo a pesar de ello las amenazas a las mujeres también como
madres, hermanas o hijas de defensoras o defensores de derechos humanos. En la gran
mayoría de los casos de los testimonios recogidos por esta comisión, los hechos no habían
ocurrido en el lugar en el que viven actualmente las mujeres. Se demuestra así que
el conflicto armado traspasa las fronteras territoriales.
- Las renuncias y pérdidas experimentadas por las mujeres, que ellas definen como pérdida
de una “vida buena”, tejida por múltiples dimensiones como la vinculación a las
raíces, el trabajo familiar compartido, la posesión de bienes, la posibilidad de auto sostenimiento,
el hogar y los afectos, la tranquilidad y los proyectos comunitarios de vida,
han impactado profundamente sus vidas, quebrando su ser mujeres e incrementando su
sufrimiento, sus dificultades y su vulnerabilidad en los nuevos contextos.
- Este Informe Final ratifica que la violencia sexual ha sido un arma de guerra utilizada
contra las mujeres convertidas en objetivo militar. El cuerpo de las mujeres ha sido así
mismo botín de guerra y territorio en disputa entre los actores armados. Esta práctica lesiva
y denigrante de la sexualidad obligada y no consentida ha sido un ejercicio de poder
de los actores armados en cualquier tiempo y lugar durante el conflicto. La experiencia
de la violencia sexual o la amenaza de sufrir una agresión de carácter sexual han produ468
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
cido una distorsión en la sexualidad de las mujeres, en la relación con su propio cuerpo
y en la relación con los hombres. Esta violencia no ha sido reconocida ni investigada,
muestra como las estrategias de control de la población civil han pasado por el territorio
del cuerpo y la vida de las mujeres.
- La experiencia de la maternidad se traduce como fuerza vital y emocional de las mujeres
en los contextos de guerra, en los que ellas responden por los hijos y las hijas en
constante amenaza o asedio por parte los actores armados. Esta fuerza interior de las
mujeres relacionada con dar la vida y sentirse responsables de protegerla, emerge de
manera contundente en los testimonios e invita a repensar la maternidad en contextos de
guerra, como raigambre emocional para vencer el miedo y afrontar la barbarie. Además,
la maternidad ha sido utilizada en el conflicto armado como una forma de golpear a las
mujeres, utilizando a sus hijos e hijas como amenazas contra las mujeres, sus acciones
o su liderazgo. El terror del impacto en los hijos e hijas ha sido utilizado como un mecanismo
de control social.
- La maternidad forzada, como consecuencia de la violación sexual, vulnera la libertad
y la autonomía de las mujeres, al obligarlas a enfrentar una maternidad no consentida
ni planeada. Conlleva numerosos dilemas éticos y un profundo cuestionamiento de las
mujeres fruto de la violencia ejercida contra ellas. El embarazo forzado constituye una
expropiación a las mujeres de la capacidad de ser madres y de su libertad, al vulnerar
sus derechos sexuales y reproductivos y a su propia capacidad de decisión e integridad
física y psicológica.
- Existen impactos graves en la salud de las mujeres, tanto físicos como psicológicos.
Dichos impactos propios de una guerra de varias décadas no se superan por el mero paso
del tiempo, sino que se agravan como consecuencia del impacto emocional, el estrés, las
consecuencias negativas en sus condiciones de vida o el envejecimiento prematuro, y
requieren de tratamientos integrales que ayuden a su superación. Las secuelas personales
más importantes son las consecuencias en la salud que se señalaron de forma grave
en cinco de cada diez mujeres que dieron su testimonio. Además una de cada tres tuvo
dolores físicos inmediatos como consecuencia de las violaciones sufridas y a largo plazo
las secuelas en la salud fueron señaladas por cuatro de cada diez mujeres. Los programas
de reparación deben poner énfasis en la atención a la salud de las mujeres víctimas,
incluyendo la atención psicosocial.
- Un impacto cultural del conflicto armado está relacionado con las pérdidas del territorio
y el desplazamiento, así como la imposición de prácticas asociadas a la militarización.
La pérdida de confianza en los otros forma parte de los impactos en las creencias básicas,
el sentido de seguridad y de que el mundo y la vida tienen un propósito compartido. Muchas
mujeres afrontan los impactos de la violencia centrándose en las prácticas religiosas
promoviendo un sentido de protección y de delegación, o expresión de confianza, en que
habrá una justicia divina dado que el derecho a la justicia en el Estado social de derecho
consagrado en la Constitución Política no ha llegado a sus vidas, manteniéndose la mayor
parte de los casos en total impunidad. Este descreimiento y pérdida de confianza en las
469
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
instituciones es una muestra la responsabilidad del Estado, así como que la fractura con
las víctimas que debe ser considerada en las políticas de reconocimiento y reparación.
- Después de haber sufrido graves violaciones de derechos humanos, numerosas formas
de nueva victimización fueron relatadas por las mujeres a la Comisión. Esta situación
de riesgo permanente, de sufrir de nuevo violaciones por no atender al mandato del
terror o por seguir llevando adelante su liderazgo, ha llevado a sufrir nuevas violencias.
La capacidad de las mujeres víctimas para intentar desde su cotidianeidad restaurar
la “vida buena” queda rota cuando son revictimizadas tanto por los actores armados,
como por las instituciones del Estado al no garantizarles acompañamiento psicosocial
y protección.
- El impacto cultural ha sido especialmente relevante entre las mujeres afrodescendientes
e indígenas. Ser negra o indígena, ser pobre y mujer, han sido condiciones que han llevado
a sufrir una mayor victimización. Las violencias son transversales a las condiciones
de marginación y pobreza de diferentes grupos étnicos. Por otra parte, los impactos
culturales como la pérdida de la relación con la naturaleza y el territorio o los ríos, o
la conversión de lugares de respeto y vida comunitaria en cementerios o espacios del
horror, han tenido un enorme impacto en las mujeres de dichas comunidades. Las relaciones
con los ancestros, el territorio, la sabiduría tradicional y las autoridades propias
se ha visto afectada por la violencia y ha supuesto un impacto añadido en las mujeres,
sus procesos de duelo y la confianza en los demás.
El continuum de las violencias
- Las mujeres sitúan la violencia que trastorna sus vidas en un continuum de violencias
en la historia de Colombia, que ha comportado toda suerte de violaciones y atentados
contra su dignidad y sobre sus cuerpos. Ellas descubren este continuum de violencias no
sólo en sus propias trayectorias de vida, sino en la misma historia del país.
- La Comisión ha constatado que numerosas mujeres que dieron testimonio como víctimas
en el escenario de la guerra, habían estado expuestas a todo tipo de violencias en
el lugar debería ser seguro para ellas, sus propios hogares, por parte de hombres que
formaban parte del entramado familiar. Una de cada siete mujeres había sufrido también
violencia sexual y otras violencias, en el ámbito familiar durante algún periodo de su
vida. Se confirma así la existencia de un continuum de violencias que recorre las biografías
femeninas, los espacios de vida y de relación de las mujeres en el patriarcado. Los
actores armados refrendan y perpetúan la misoginia y la violencia contra las mujeres
propias de la cultura patriarcal. En el conflicto armado las violencias contra las mujeres
han cobrado el carácter de estrategia que busca aterrorizar a las poblaciones, destruir el
tejido social y arrasar los espacios de vida para reducir al enemigo o contradictor. La
lucha contra la violencia contra las mujeres debe llevar a logros que erradiquen el fondo
de esta práctica que continua en contextos posconflicto aunque se logren acuerdos de paz.
470
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
- La discriminación es uno de los fundamentos básicos de las violencias contra las mujeres.
Estas adquieren formas precisas en los vínculos familiares, laborales, académicos, sociales
y políticos. Excluir la voz de las mujeres, su opinión, no considerar sus necesidades
singulares, ejercer poder sobre ellas mediante la imposición de la propia voluntad haciendo
caso omiso de sus requerimientos particulares, son situaciones que habitualmente
viven niñas y mujeres en el contexto de las relaciones familiares y sociales. Además de
las descritas, existen formas extremas de imponer el poder, y éstas se exacerban en el
contexto del conflicto armado.
- Al vulnerar el cuerpo se viola la dignidad de las mujeres. Cualquier agresión y afectación
al cuerpo y vida de las mujeres, es una afrenta a la dignidad, y en consecuencia, a
la capacidad de optar de las mujeres al decidir sobre su cuerpo y sus proyectos de vida.
Las violencias contra las mujeres atentan contra la autonomía y el empoderamiento femenino
como derechos y prácticas de libertad y de participación.
- El Informe Final destaca cómo el continuum de las violencias también recorre las instituciones
del Estado cuando se banalizan las reivindicaciones históricas de las mujeres,
al no considerarlas como actoras políticas en la construcción de la paz, cuando no se las
protege y repara de las agresiones sufridas, dejando en la impunidad los crímenes que
los actores armados legales o ilegales han cometido contra ellas.
La violencia sexual en el conflicto armado
- Los testimonios de mujeres recogidos por esta Comisión refieren numerosos hechos de
violencia sexual en el marco del conflicto armado. Narran esta experiencia como una
arbitrariedad y un ejercicio brutal de poder por parte de los perpetradores, hombres, que
causa un gran dolor y aterroriza a las mujeres. De los testimonios se desprende que la
violencia sexual ha sido una práctica frecuente, y que ha sido parte, aún con diferentes
modus operandi, de la coacción sistemática por parte de los actores armados utilizándose
como arma de guerra.
- En el Informe Final se señala que la militarización con el fin de controlar el territorio y
la población que en él habita es un contexto favorecedor de la violencia sexual contra las
mujeres. La relación que se establece entre hombres armados y mujeres civiles incorpora
la violencia sin solución de continuidad, convirtiendo la relación entre los sexos en
una imposición de condiciones y poder que puede convertirse, en ausencia de garantías
para las mujeres, en una relación de victimario a víctima.
- En el conflicto armado colombiano todos los actores armados que actúan ejerciendo
control sobre las poblaciones que habitan el territorio, han perpetrado violencia sexual
contra las mujeres. Una de cada ocho mujeres entrevistadas denunció violencia sexual.
En particular la violación y la amenaza de violación, han tenido como objetivo el sometimiento,
la expulsión o la eliminación de mujeres en las zonas que pretendían dominar
o mantener bajo control.
471
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
- La escucha de los testimonios permite afirmar que las agresiones sexuales son expresión
del continuum de las violencias, por una parte, en cuanto a la relación entre los sexos y,
por otra, como modus operandi de los actores armados que apunta a las mujeres en su
calidad de objetivos militares.
- Los patrones de violencia sexual más frecuentes fueron la violación sexual, la amenaza
de violación sexual y las agresiones corporales, así como la seducción forzada o la insinuación
sexual, particularmente a mujeres menores. Cabe destacar la extrema gravedad
de algunos casos que incluyen atrocidades que muestran el desprecio por la dignidad
humana y el nivel de terror ejemplificante asociado a la violencia sexual por parte de
algunos actores armados, especialmente los grupos paramilitares.
La fuerza de las mujeres enfrentando la violencia
- El afrontamiento a través de la solidaridad y el apoyo mutuo ha puesto de relieve el protagonismo
de las mujeres víctimas del conflicto armado en el ámbito familiar, comunitario
y social. En estos procesos se han construido liderazgos femeninos muy valiosos, en
especial entre mujeres en situación de desplazamiento forzado. A su vez, la experiencia
acumulada en el trabajo comunitario ha dado lugar a importantes cambios de roles de
las mujeres implicadas en él.
- Seis de cada diez mujeres optaron por centrarse en su familia para proteger su vida y la de
los suyos, pero también transformando sus roles al interior de sus familias, siendo su principal
sostenimiento económico y afectivo. Este afrontamiento muestra los esfuerzos de las
mujeres por apoyar a los suyos y el fuerte sentir de deber colectivo, unido a la necesidad
de afrontar cambios dramáticos en su vida, como la pérdida de seres queridos y el desplazamiento.
Pero que también la mayor parte de las mujeres entrevistadas transformaron su
propio rol e identidad, como una forma de afrontar las consecuencias de la violencia
- La capacidad de las mujeres de afrontar, y superar las adversidades e inenarrables sufrimientos
producidos por los actores de esta guerra, se ha revelado como sorprendente a
través de los testimonios dados a la Comisión. Las mujeres muestran una actitud activa
en defensa de la vida y de manejo del dolor y sufrimiento. Dicha actitud no se queda en
la resistencia a la destrucción y en la capacidad de protegerse y cuidar a sus familias,
sino que se manifiesta en la fuerza para rehacerse, para empezar de nuevo, después de
tantas pérdidas sufridas.
- Las mujeres víctimas del conflicto armado, se revelan a través de los testimonios como
mujeres fuertes, creativas y recursivas. Frente a la inercia y desprotección del Estado,
ellas han afrontado, con los escasos recursos disponibles, estrategias de seguridad y
cuidado. Un tercio de las mujeres entrevistadas decidió no hablar sobre lo que había
pasado como una forma de protección, debido al contexto de peligro y hostilidad de los
perpetradores. En la mayoría de los casos, han tenido que tomar la difícil decisión de
esconderse, huir, invisibilizarse, ocultar su identidad. Han logrado así salvar sus propias
472
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
vidas y las de sus familiares. Han conseguido proteger asimismo organizaciones creadas
para la defensa de las comunidades y de los derechos humanos.
- A través de los testimonios se percibe cómo en este proceso, se han sacrificado cosas
muy valiosas en función de la seguridad. Por ejemplo, la confianza mutua y los lazos
de convivencia tejidos durante largos años de construcción colectiva de proyectos de
vida. El conflicto armado ha herido de muerte relaciones y afectos, y ha sembrado la
semilla de la desconfianza entre vecinos, vecinas y comunidades humanas asentadas en
territorios asolados por los actores armados, tanto legales como ilegales. El miedo se ha
instalado no sólo en lo más profundo de cada persona afectada por este conflicto, sino
en las relaciones con las demás.
- Los contextos en que las mujeres han tratado de rehacer sus vidas han sido en la mayor
parte de las ocasiones hostiles. En un contexto de respuestas fragmentadas centradas en
la ayuda humanitaria por parte del Estado, para las mujeres, la ayuda más importante y
lo que cuenta sobre todo, es la fuerza que proviene de los lazos familiares y comunitarios
que han tratado de fortalecer como parte de la reconstrucción de sus vidas.
- La mayoría de las mujeres denunciaron los hechos, ante diferentes instancias, especialmente
ante las instancias de control del Estado o la sociedad civil, pero muy escasamente
ante las fuerzas de seguridad del Estado o militares lo que muestra su escasa
confianza y en otros casos la participación de dichas fuerzas en las violaciones sufridas.
Sin embargo, solo una de cada seis denuncias presentadas por las violaciones sufridas
estaban siendo investigadas según las mujeres entrevistadas, aunque en la práctica la
totalidad de los casos, estas investigaciones no habían sido efectivas, ni habían llevado
a procesos judiciales con sentencias condenatorias.
- En general, los afrontamientos religiosos vividos por las mujeres remiten a situaciones
de ausencia de poder, desprotección, y un sentimiento generalizado de falta de sentido y
de futuro. Casi cuatro de cada diez mujeres, refirieron haber realizado un afrontamiento
de tipo religioso. Pero también expresan experiencias que generan sólidas formas de
resistencia y reconstruyen la capacidad de las mujeres para enfrentar situaciones de
pérdida. En general, el afrontamiento religioso actúa como un poderoso mecanismo
para la superación inmediata de los impactos de la guerra, proporcionando consuelo,
protección y seguridad.
- Las mujeres deben ser reconocidas en todos los niveles como protagonistas de una nueva
historia en sus territorios. La esperanza de las mujeres se enmarca en el anhelo de
seguir tejiendo la vida. Su capacidad de sobrevivir se manifiesta en expresiones: “como
que no podía, pero sacaba la fuerza para salir adelante”.
- Cuando las mujeres víctimas confrontaron a los actores armados, ejercieron y exigieron,
de cierta manera, el derecho a la paz y se auto legitimaron como sujetas de derechos para
construir condiciones de reconciliación y paz. Esta confrontación noviolenta desubica y
quiebra las estructuras de poder impuestas por los actores armados.
473
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
- El heroísmo femenino frente a los grupos armados se puso de manifiesto cuando algunas
mujeres, en medio de la confrontación armada, se interpusieron para salvar a sus hijas
e hijos o exigieron directamente el rescate de los mismos. La confrontación directa con
los perpetradores produjo alivio y ayudó a salvar a seres queridos; es una demostración
de la valentía de las mujeres para actuar en el riesgo, por lo general con la palabra, aunque
con ello expusieran su vida.
- En el Informe Final se destaca y se hace conciencia sobre las distintas formas de afrontamiento
de las mujeres y de cómo se han valido para tratar de recomponer sus vidas y
para resistir la confrontación armada. Resalta las formas en que las mujeres han afrontado
las violencias y sus impactos acompañadas a veces por organizaciones sociales o
por otras mujeres lideresas.
Los procesos organizativos de las mujeres
como forma de afrontamiento
- En muchos de los testimonios, las mujeres víctimas narran cómo después de ser violentadas
y/o violadas por los actores armados y por la desatención estatal, ellas en su afán
por no dejarse abatir por la guerra, llegan a procesos organizativos de mujeres, organizaciones
de víctimas o derechos humanos. Más de una de cada tres mujeres se organizaron
para defender sus derechos o hacen parte de alguna organización de mujeres. Algunas
ya antes habían sido parte de procesos organizativos en sus comunidades, otras parte del
movimiento de la UP. Encontraron en otras mujeres el ejemplo y la invitación a trabajar
en grupo, para pensar en los derechos que tienen como mujeres y como víctimas. Es
así como por la sororidad (solidaridad entre mujeres) muchas víctimas se convierten en
lideresas y defensoras de derechos humanos, y entretejen sus vidas para valorarse y reconocerse
como sujetas de derecho, para exigir atención estatal y contribuir a construir
caminos que conduzcan a la paz.
- Los vínculos solidarios que se establecen entre mujeres víctimas del conflicto armado,
en su mayoría en situación de desplazamiento, parecen estar fortaleciendo la construcción
de una identidad de mujeres, en la medida que ellas se reconocen en sus experiencias
de desarraigo, pérdidas y violencias padecidas, pero sobre todo en sus luchas
presentes por una mejor calidad de vida en nuevos y adversos contextos. Estos espacios
donde las mujeres víctimas se encuentran, dialogan y establecen acuerdos, son una fuente
muy importante de empoderamiento.
- En la organización como un espacio de empoderamiento y exigibilidad, las víctimas
forjan y proyectan escenarios en los que aprenden a reivindicar sus derechos. Otras
llegan a estos espacios organizativos con el afán de sanar los dolores que les han causado
los distintos actores armados y para buscar apoyo para afrontar las consecuencias
de la violencia en sus propias vidas o las de sus hijos e hijas. Un tercio de las mujeres
entrevistadas buscó apoyo de tipo psicosocial y acudió a organizaciones de mujeres o de
474
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
derechos humanos para solicitar apoyo. Además, una cuarta parte trató de afrontar los
hechos encontrando un sentido a lo ocurrido, a través de mecanismos como el análisis
de la realidad o la conciencia política de lo sucedido. La organización es un espacio de
protección desde las mujeres desde la conciencia y la identidad del “nosotras”.
- Como mujeres en general, y como víctimas en particular, logran unirse para construir
acciones en barrios, comunidades indígenas o afrodescendientes, grupos de estudio, organizaciones
sociales femeninas o mixtas, para apoyar en la alimentación y protección
de sus hijos e hijas, promover su propio cuidado personal y colectivo, y para evitar ser
de nuevo violentadas. La búsqueda de protección, apoyo y orientación forman parte del
sentido de estas organizaciones. Intentan de diversas maneras, retejer o remendar los
proyectos de vida que la guerra les rompió. Proyectos que, por pequeños que fueran,
estaban por fuera de sentirse amenazadas o ultrajadas hasta en su propio hogar o comunidad.
- En los procesos de organización y de empoderamiento, las víctimas, a través de la palabra
femenina con sus historias con otras mujeres, hacen conciencia de las múltiples y
continuas discriminaciones y violencias que han sufrido no solo en el conflicto armado
sino en la vida familiar. Las mujeres sienten que la organización es la posibilidad de
construir o reconstruir memoria individual y colectiva para comprender por qué el conflicto
armado las ha afectado y cómo pueden ser constructoras de paz. Lo organizativo
se vuelve un lugar de comprensión mínima donde se entablan nuevas relaciones con
otras mujeres, y muchas se atreven a denunciar su caso.
- Muchas mujeres se han convertido en estos procesos en lideresas mostrando su implicación
y compromiso solidario con la reconstrucción de la vida colectiva. También por
ello algunas de ellas han sufrido amenazas que han tratado de paralizar sus acciones de
denuncia o su trabajo de retejer un tejido social que quiere ser nuevamente controlado
por actores armados en los lugares de desplazamiento donde las mujeres tratan de rehacer
sus vidas.
- Las mujeres están transformando sus vidas y las de sus comunidades a través de la
participación en espacios que les permitan plantear alternativas de carácter productivo
y/o empresarial como estrategia de reconocimiento de que otro país es posible desde el
trabajo y no desde la mendicidad o la ayuda humanitaria concebida como donaciones
o subsidios, sin un planteamiento integral orientado al apoyo en sus necesidades y el
respeto a sus derechos.
El compromiso de reparar lo irreparable
- Las mujeres señalaron la conciencia de la irreparabilidad del impacto de la violencia en
sus vidas, como el primer paso para acercarse a las víctimas cuando se habla de reparación.
También le dijeron a esta Comisión de la Verdad, que la reparación es un derecho de
las víctimas y un deber estatal, es uno de los caminos para garantizar el derecho a la paz
475
Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
en general, y los derechos de las mujeres en particular. Así lo consideran cuando afirman
que no hay nada que les devuelva la dignidad pisoteada, y conciben la reparación como
un ejercicio de reconocimiento y de condiciones sociales para “empezar de nuevo” en
muchos casos. El sentido de una compensación económica suficiente que les ayude a
salir del impacto de la violencia sufrida, y alternativa social para hacerle frente al dolor
y la impunidad. Antes que nada las mujeres víctimas, con sus familias y comunidades,
refieren la necesidad de atención en salud y atención psicosocial para mitigar las heridas
que el conflicto armado les ha dejado. La minimización de la reparación como “un cheque”,
es criticada por las mujeres con expresiones como que “la plata no nos devuelve
lo que la guerra nos quitó”.
- Casi seis de cada diez mujeres mencionaron la necesidad de compensaciones de tipo
económico. En frecuencia demandaron medidas educativas para ellas y especialmente
sus hijos e hijas, y medidas de salud y atención psicosocial. Cinco de cada diez refieren
la importancia del apoyo laboral para las mujeres. Es decir estas medidas tienen que ver
sobre todo con la reconstrucción de sus proyectos y condiciones de vida, así como a la
atención a impactos producidos por las violaciones. Las compensaciones económicas,
muchas veces totalmente escasas o absolutamente insuficiente, no pueden ser el sustituto
de este conjunto de medidas de reparación.
- Las mujeres saben que los actores armados nunca podrán resarcir el daño que les hicieron.
Sin embargo, la práctica totalidad de las mujeres que tienen familiares desaparecidos,
exige la investigación del paradero o destino de las víctimas desaparecidas o ejecutadas.
Más de una de cada cuatro víctimas hizo referencia a medidas de reconocimiento
de la responsabilidad como una forma de restitución de la memoria de las víctimas, y
una de cada seis víctimas hizo referencia a la necesidad de peticiones de perdón por
parte de los responsables de la violencia.
- A pesar de la fuerte demanda de justicia en un contexto de impunidad, las mujeres tienen
una dimensión diferente de la justicia punible, son más amplias que la mera legalidad,
porque antes que exigir que los victimarios vayan a la cárcel, piden ante todo la verdad y
la reparación como opciones de ganar autonomía física, emocional, económica para salir
de la pobreza, como la vía a la libertad y tranquilidad de no ser nunca más vulneradas.
En otras palabras, proponen transformar las reparaciones económicas y escasas, basadas
en un enfoque paternalista que casi nunca contempla a las mujeres como actoras de
desarrollo y paz, para emprender procesos productivos y de crecimiento personal o familiar
de largo alcance, y no de mera subsistencia o simple rebusque para el diario vivir.
- Otro conjunto de medidas señaladas por las mujeres hacen referencia a las condiciones
políticas para la reparación. Así por ejemplo más de la mitad señalan como condición
imprescindible la desmilitarización del conflicto. Casi cinco de cada diez señalan medidas
dirigidas a investigar y conocer la verdad de lo ocurrido, así como medidas de
justicia para establecer la responsabilidad de los hechos. En una medida similar las
mujeres señalan la necesidad de cambios en el Estado. Las mujeres señalan la relevancia
no sólo de terminar con la violencia y hacer justicia a las víctimas, sino también en la
476
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
necesidad de superar la enorme inequidad existente y que las priva de las posibilidades
de mejorar su vida.
- Las mujeres víctimas sienten que el conflicto armado les ha arrebatado su dignidad. Por
ello se proponen reconstruir sus proyectos de vida y recuperar su ser personal, familiar
y comunitario, pero en muchas ocasiones las condiciones no se lo permiten. Los programas
asistencialistas implementados por el Estado las mantienen en una situación de
mayor vulnerabilidad, puesto que no les garantizan una adecuada continuidad, sino que
continúan en una inestabilidad y dependencia que no contribuye a la construcción de
autonomía. La reparación debe conllevar una energía de transformación de sus vidas y
no solo medidas aisladas o fragmentadas consideradas como un donativo y no como una
manera de retomar el control de su vida en sus manos.
- Las mujeres víctimas entrevistas por esta Comisión, aspiran a que el Estado con sus instituciones
gubernamentales las proteja y les permita recuperar sus procesos identitarios
y organizativos en los que participaban cuando fueron atacadas y desplazadas por los actores
armados. En este sentido, mantienen la esperanza de retornar a sus territorios pero
con la garantía de poder reforzar su relación y visión de territorio más allá de querer un
pedazo de tierra para sobrevivir. Conciben la reparación como la oportunidad para hacer
o rehacer proyectos de sostenibilidad económica y cultural. Las medidas de rehabilitación
legal respecto la titularidad de las tierras o documentación y arreglo de la situación
legal, fueron citadas por una cuarta parte de la población, así como la devolución de los
bienes sustraídos y la devolución de las tierras apropiadas.
- Nada repara las consecuencias de la guerra, pero las mujeres quieren contribuir a la resignificación
de sus casos colectivos o individuales frente a un nuevo proyecto de vida. Exigen
que el Estado les satisfaga los estándares mínimos de los derechos sociales, el derecho a la
vivienda como el territorio de sus casas que fueron destruidas y los espacios de retejer sus
relaciones afectivas y sentimiento de seguridad para ellas y sus hijos e hijas. Una reparación
que les ofrezca oportunidades para crear proyectos desde las mujeres y las organizaciones.
- La reparación desde la escucha es una forma de alivianar las dolencias de la guerra. El
silencio de las mujeres ahora tiene una voz colectiva que se une a otras muchas voces
de las mujeres y sus organizaciones amigas para los procesos de formación e incidencia
que pueden generarse a partir del Informe Final y los esfuerzos crecientes de las víctimas
y las mujeres de Colombia por participar en un proceso de paz y reconstrucción del
tejido social que transforme sus vidas y el país.
- Hablar de reparación significa también hablar de resistencia, de re-insistencia, de persistencia,
de construcción de masa crítica que de nuevo, como un ave fénix de la mitología
que en medio de la destrucción vuelve a levantar vuelo. Así como dice una de las
mujeres documentadas: “... están volviendo a crecer mis alas... y esto me repara”. Así
cada una debe volverse colectivo, volverse movimiento, volverse cuerpo político para
la denuncia, para la reivindicación de derechos, para la exigibilidad, para alzar la voz y
construir memoria. Una memoria de la verdad vivida por las mujeres.
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Conclusiones. La perspectiva de las mujeres que participaron en el proceso de la Comisión de la Verdad
- Las mujeres víctimas entienden y piden que la no repetición signifique que el Estado
les garantice protección para una vida digna, sin violencias físicas, emocionales,
patrimoniales. Es decir, que la negociación del conflicto armado permita desmontar
el sistema militar que asume la seguridad como el aumento de la militarización y
de presupuesto para la confrontación armada. Dados los problemas de seguridad y
amenazas que siguen viviendo en diferentes regiones del país, más de cuatro de cada
diez mujeres demandan medidas para proteger a las víctimas, y medidas de protección
contra la violencia, así como una de cada tres refiere la necesidad de cambios legales
e institucionales para la transformación del Estado.
- Las mujeres demandan la desmilitarización del territorio puesto que ha sido la presencia y
la actuación impune de actores armados la que ha trastocado sus vidas, expulsándolas del
territorio, desposeyéndolas de sus bienes y controlando y torturando sus cuerpos. Una vida
libre del acoso de grupos armados es una aspiración prioritaria para reconstruir la vida, la
actividad económica y el tejido de relaciones afectivas y sociales que la sostienen.
La responsabilidad del Estado
- El Estado, debe asumir responsabilidad frente a las víctimas no como un favor, sino
como una obligación y una forma de reconocer los derechos a la verdad, a la justicia y
a la reparación. Un Estado que debe proteger y ser garante de los derechos de las mujeres,
si se convierte en violador de esos derechos, comete un doble delito. El Estado
debe reconocer que también es victimario y que es responsable tanto por acción como
por omisión de muchas de las violaciones de derechos humanos cometidas contra las
mujeres.
- Las mujeres víctimas del conflicto armado no confían en la justicia colombiana, porque
ésta ni les cree, ni les garantiza protección y seguridad. Sienten que el aparato judicial
está más al servicio de los violentos, pues cuando una mujer víctima decide poner su
caso en manos de la justicia, superando el miedo y la situación de inseguridad, frecuentemente
es después perseguida sin que haya medidas efectivas de protección frente a
quienes la amenazan, que son quienes se ven señalados en su denuncia o pueden verse
afectados por ella.
- La verdad sobre lo que ha significado la guerra para las mujeres, no parece ser de interés
para las instituciones obligadas a garantizar justicia. Para la reconstrucción de la
historia, de la memoria y del tejido social, es indispensable que las voces de las mujeres
víctimas se escuchen y sean creídas. “Se pasan horas escuchando a los victimarios y nosotras
dónde estamos”, es una pregunta continua de las mujeres. Sienten que son mejor
atendidos y acompañados los victimarios que las víctimas, y reclaman una respuesta a
sus demandas y que sus voces sean tenidas en cuenta. Las mujeres víctimas no son solo
portadoras de dolor, también tienen ideas de cómo reconstruir sus vidas que deben ser
la base de la reparación.
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