Thursday, February 20, 2014

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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El escenario trágico de la Operación Orión es la ejecución extrajudicial de una
menor de edad, las heridas con armas de fuego a 38 pobladores, la desaparición
forzada de 8 pobladores … la detención arbitraria de 355 pobladores, de
los cuales fueron judicializados 170, quienes después de un dispendioso proceso
judicial fueron en su mayoría absueltos. Cientos de habitantes de la Comuna 13
se desplazaron.
Una década después se conoce un poco más sobre lo que realmente sucedió en la Comuna
13 de Medellín, en esos días de octubre de 2002. Los supervivientes, los familiares de
las víctimas e incluso los paramilitares desmovilizados, han afirmado que muchos desaparecidos
fueron enterrados en un lugar llamado «La Escombrera». Un vertedero en la
zona alta de la Comuna 13, en el límite del barrio El Salao con el corregimiento de San
Cristóbal.
La Escombrera es un cementerio. Es un cementerio sí, porque un joven del que
me reservo el nombre, se lo reclutaron con otro más mayor. Venía de trabajar y lo
reclutaron. Me contó que allá está el cemento organizado para tapar para el muro
porque allá no los van a encontrar porque es muy hondo.
En la Operación Orión los llevaban para la Loma. Los ponían a cavar la fosa.
Luego los mataban. Les echaban cemento y después tierra. Esos cadáveres nunca
los van a encontrar porque están debajo de una lápida de cemento… Esto fue publicado…
Un muchacho que se voló y contó donde estaban los cadáveres. Nunca
ha ido ningún cuerpo técnico de la SIJIN. De esos que buscan los cadáveres no
han ido a buscar allá.
El propio Diego Fernando Murillo, alias ‘Don Berna’, paramilitar jefe máximo del Bloque
Cacique Nutibara que operaba en la zona en la época de hechos, declaró que en la
Comuna 13, incluida La Escombrera, habría más de 100 fosas comunes. La Oficina de
Derechos Humanos de la Personería de Medellín habla de 150 cuerpos bajo los escombros”
27. Así pues, según testimonios recopilados por la Revista SEMANA, en La Escombrera
y en La Arenera estarían enterrados buena parte de los desaparecidos que dejó la
incursión paramilitar en los días posteriores a Orión.28
Al frente de la Operación Orión estuvo el general Mario Montoya, en ese entonces era el
comandante de la IV Brigada del Ejército y quien en las semanas siguientes declaró ante
los medios de comunicación que el objetivo fue dar punto final a la violencia que, desde
hacía tres años, tenía en jaque a los habitantes de la Comuna 13. Varios paramilitares
27 Revista Semana (Noviembre 22 de 2008) “La gran exhumación”, En http://www.semana.com/nacion/
articulo/la-gran-exhumacion/97548-3, en línea octubre 7 de 2012.
28 El libro Dinámicas de guerra y construcción de paz Estudio interdisciplinario del conflicto armado en la
Comuna 13 de Medellín” (2008), elaborado por el Grupo Interdisciplinario sobre Conflicto y Violencia de
la Universidad de Antioquia, da cuenta por medio de testimonios no sólo de esta connivencia sino de la
difícil situación en la que quedaron los barrios después de la Operación Orión.
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La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
desmovilizados le dijeron a la Fiscalía que después de la Operación Orión las AUC se tomaron
esos barrios. Uno de ellos narró la supuesta connivencia con la Fuerza Pública durante
la incursión: “La entrada a la Comuna 13 se hizo aprovechando la Operación Orión.
Recibimos ayuda de todas las autoridades. La orden que dieron fue acabar con las milicias
y quedarnos en la zona. Para ser sinceros, toda la Policía nos ayudó. No sé si por miedo,
pero trabajamos en conjunto”29. También algunas mujeres señalaron esos vínculos.
Los paramilitares están mucho antes pero están en el alrededor. No entraron
adentro de los barrios porque todavía había milicias pero lo que fue Belén, Villa
Laura, ellos estaban alrededor. El 20 de Julio estaban en puntos estratégicos apoyados
por la Policía porque muchos de ellos eran policías… Los paramilitares
hacían las masacres con brazaletes pero vestidos de uniformes de policías… Se
quitaban los brazaletes de paramilitares y ya se ponían los de policías. Entonces
era un trabajo como de doble personalidad: unos legalizando su presencia porque
estaba legalizada por el Estado y otros haciendo lo ilegal…
El apoyo de los paramilitares a la fuerza pública era evidente según los testimonios de
las mujeres. Para ellas, la toma de la Comuna 13 la realizaron agentes del Estado con el
apoyo de miembros de los grupos paramilitares. Los dos siguientes testimonios subrayan
la participación conjunta de militares y policías con paramilitares.
Ellos [los paramilitares] empezaron a entrar, a juntarse con las organizaciones
del Estado. Entraba por ejemplo el Ejército a combatir a la guerrilla y luego a
los cinco minutos entraban los paramilitares. Ya la policía les decía: “bueno ya
ahí se los dejamos”. Esa era una frase que ellos utilizaban arriba en la torre…
“allá se los dejamos”. Entonces ellos seguían combatiendo, los paramilitares con
la guerrilla.
La Operación Orión fue una operación conjunta con paramilitares entre Policía y
Ejército. No hubo ningún organismo de derechos humanos porque una toma a esa
hora de la mañana todo el mundo estábamos durmiendo… Nos sorprendieron con
esa balacera. Los helicópteros y todo eso. Fue una operación conjunta entre ellos.
De manera más puntual, las mujeres narran cómo en casos concretos se presentó esta
alianza entre paramilitares y policías para detener a cualquier persona por ser presunto
guerrillero.
El 16 de octubre del 2002… yo dormida sentía pasos. Me asomé y veo que viene
un policía y un hombre grandote. Entonces dice el paramilitar: “parcero si no
hubiera sido por usted no los hubiéramos sacado de aquí. Esa guerrilla es muy
dura de sacar, gracias hermano, gracias, ya estamos todos organizados”… Eso
29 Revista Semana (Noviembre 22 de 20008) “La gran exhumación”, En http://www.semana.com/nacion/
articulo/la-gran-exhumacion/97548-3, en línea octubre 7 de 2012.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
fue disparar por todas partes… gritar. Eso gritaban… ¡corran! En ese momento
yo lo que veía era que entraban a casas donde no habían guerrilleros y sacaban
pelados jóvenes.
Mi casa fue impactada por muchas partes y mi niña, que salió por el niño, le
dispararon y rompieron el tubo de la alcantarilla y al amanecer bajó un policía
y dijo:“¡ah, fue aquí! Entonces aquí está el guerrillero”. Él dijo“vamos a entrar
que aquí está” y yo le dije de todo. Entonces bajaban un hombre muerto, lo bajaban
así arrastrando y sonaba la cabeza de él y nosotros decíamos que no entraran
porque iban a entrar con armas…
Desde mucho antes de la Operación Orión, miembros de la fuerza pública empezaron a
infiltrarse al interior de las milicias guerrilleras. Las mujeres denuncian que hechos perpetrados
aparentemente por milicianos, eran en realidad realizados por presuntos agentes
infiltrados.
Ellos mismos asesinaban gente pero eran trabajadores del Estado, eran investigadores
del Estado… porque del 2000 al 2002 hubieron muchos asesinatos por
parte de las milicias pero esos asesinatos eran preparados por gente del Estado
que estaban con la milicias…
Esta situación de que existieran infiltrados del Estado en los grupos ilegales, hizo que la
gente desistiera de denunciar los casos de violencia, por temor a las retaliaciones, que de
hecho ocurrieron.
De ahí que la comunidad le cogió miedo a la Fiscalía. De ahí que los hechos que
le sucedían no eran denunciados porque además cuando se denunciaba ante la
Fiscalía, al otro día aparecía la persona muerta o sin cabeza o degolladas o se
iban del barrio. Les colocaban un letrero que decía “se van por sapos” o ya estaban
muertos y “este murió por sapo”…
El ingreso de los paramilitares a la Comuna 13 era un secreto a voces. Las mismas organizaciones
guerrilleras anunciaban su llegada. Las primeras muertes perpetradas por aquellos
grupos tuvieron un alto grado de crueldad para transmitir un ambiente de zozobra y
miedo en la población.
Hubo momentos en que estando las milicias [de la guerrilla] todavía allá, nos
estaban… diciendo: “nos van a colaborar, van a meter el pecho ustedes mujeres
jóvenes porque vienen los paramilitares y van a matarlos a todos”. ¿Saben cuál
era el mecanismo? que nos iban a serruchar con la motosierra. Entonces la gente
estaba asustada. La primera muerte que a mí me consta es la de Sandra Vélez…
A los dos se los llevaron… al hombre el miembro se lo dañaron y a la mujer la
vagina. Fue horrible para entrar a sacarlos de allá. Esa fue la primera muerte que
hicieron los paramilitares para que nos diera más miedo.
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La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Los diferentes grupos armados asesinaron a muchas personas sin ningún tipo de contemplación.
En el primer caso, la sevicia de los paramilitares es evidente, y en el segundo, las
milicias de la guerrilla de manera previa al asesinato violaron a una mujer.
El asesinato de la señora que hace arepas… le mocharon la cabeza. La subieron
arriba al Coral y jugaron fútbol con ella… los sobrinos de ella también fueron
asesinados por los paramilitares… Eso fue mucha muerte de niños. Eso fue el 21
de mayo del 2002.
Se llamaba Cristina, la mataron las milicias. La mataron. Llevaron un muchacho
y le dijeron: “¿dónde vive Cristina?” y les dijo: “¿porqué?”. “No, es una cosa
que vamos hacer muy importante”. La sacaron, la quemaron y la violaron. De
todo le hicieron.
La mayoría de los allanamientos y las capturas fueron ilegales por la cantidad de irregularidades
cometidas en su realización. No hubo ningún respeto por la ley y se buscaban
resultados a como dieran lugar.
La noche de terror despertamos en medio de las balas y del helicóptero. Sucede
que entraron varios fiscales a hacer allanamientos ilegales con órdenes de captura
que después de un tiempo se dieron cuenta que eran simples demandas por
inasistencia alimentaria. Entonces con esas excusas llegaron a varias casas a
sacar los jóvenes… Después de eso, nos dimos cuenta que un mismo fiscal firmó
varias órdenes, varios allanamientos a una misma hora. Entonces eso dio pie para
demandas internacionales… era combatir a la comunidad como si fuéramos en
un campo abierto.
Nos sacaban para montarnos en los carros. Para desaparecernos…
La Operación Orión debilitó a las organizaciones guerrilleras, logró el control territorial
por parte del estado en un primer momento pero fortaleció a los grupos paramilitares que
se quedaron instalados en la zona. Días después de la Operación Orión, los paramilitares
se pronunciaron de manera más pública.
Los paramilitares entran ocho días después de la Operación Orión. Suben por
las escalas de la cancha. Ellos empiezan a subir con sus brazaletes y a colocar
letreros de AUC presentes. No se podían reunir con la comunidad todavía. Ellos
se reúnen con la comunidad como a los dos meses de la Operación Orión y les
dicen que ellos van a continuar allá apoyando a las organizaciones y apoyando
la comunidad.
Una de las estrategias de los grupos paramilitares consistía en el del reclutamiento de
adolescentes menores de edad. El reclutamiento forzado, una infracción grave al derecho
humanitario, fue una de las prácticas más recurrentes de los grupos armados no estatales
para incrementar el número de sus combatientes.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Los paramilitares cuando llegaron reclutaron muchos jóvenes. A mí me reclutaron
a mi hijo. Llegué del trabajo y pregunté donde está Luis Fernando y me dijeron
“está prestando guardia” y mi hermana y yo a las 11 de la noche fuimos y toqué
la puerta y tenían muchos jóvenes comiendo. Yo le dije a él: “vengo por mi hijo”.
Él lo llamo y le dijo: “¿usted se quiere ir con la mama?” y dijo “si”. Yo le dije a
ese joven llorando que si me tenía que ir del barrio lo haría, pero que yo me iba
a llevar a mi hijo que era menor de edad. Saqué mi hijo y a pesar de todo se la
siguió montando a los jóvenes. Mi hijo tenía 16 años.
La Operación Orión tampoco acabó con la violencia. Por el contrario, el fortalecimiento
de los grupos paramilitares permitió que se siguieran presentando muertes en sectores
aledaños, como si la violencia se hubiese exportado.
Fue después de la Operación Orión que se acabaron las balas pero siguieron
matando con machete, con cuchillo. Hubo el traslado de la muerte. O sea gente
de la Comuna ayudaban a matar de Bello a Santo Domingo. Guerrilleros o personas
que se fueron del barrio resultaban muertes de otras partes. Había como
una calma y mentiras.
Las mujeres organizadas sufrieron agresiones durante la Operación Orión. Tal es el caso
de la sede de la Asociación de Mujeres de las Independencias AMI, que fue atacada.
La Asociación de Mujeres de las Independencias, AMI, es una organización popular
de mujeres que trabaja por el liderazgo femenino y la superación de la pobreza
hace casi dieciocho años. La sede de la organización fue bombardeada por la
fuerza pública de la ciudad, en el intento de reprimir confrontaciones armadas
entre guerrilla y paramilitares.
Esta organización ya venía siendo hostigada y perseguida por grupos paramilitares.
AMI fue focalizada por los paramilitares. Ellos tenían un objetivo de debilitar
las organizaciones que existían en ese momento y fue una de ellas. AMI es una
organización fuerte con más de 400 mujeres ahorrando. Entonces eso para ellos
significaba una pared, un muro que les impedía hacer sus fechorías.
AMI fue muy reconocida porque tenía mujeres de organizaciones como de acción
comunal, de semilleros infantiles, grupos juveniles, grupos de tercera edad. Todas
estaban ahí dentro de esa organización, entonces éramos muy reconocidas porque
hacíamos eventos a movimientos grandes como la Ruta Pacifica. La salida que
hicimos a Urabá y a partir de todo ese reconocimiento de las mujeres lideresas
que participábamos en AMI, creemos que se enfrascan todas las amenazas hacia
la organización, por querer debilitarla o acabarla.
Las agresiones contra las activistas y contra las mujeres de la Comuna 13 siguieron con
posterioridad a la Operación Orión, lo que demuestra la continuidad de la de la violencia.
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La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Las mujeres que se atrevían a denunciar nuevas violaciones de derechos humanos se
exponían a ser perseguidas. El primer testimonio hace referencia a los hostigamientos
recibidos e incluso menciona un asesinato, y el segundo, se refiere a las amenazas, allanamientos
y robos que sufrió otra mujer:
Tres activistas sociales y dirigentes comunitarias de la Comuna 13 fueron previamente
amenazadas y detenidas sin cargos, tras denunciar violaciones de derechos
humanos cometidas en la zona. Amnistía Internacional temía por su seguridad, lo
que lamentablemente se hizo realidad en el caso de Teresa Yarce, una de las mujeres
integrantes de la organización que fue posteriormente asesinada. Varias de las
integrantes de la organización salieron del país en consecuencia de las amenazas.
A raíz de la detención de las mujeres a mí me informan que también había una
orden de captura o me estaban haciendo un seguimiento. Me dice la doctora que
cuando subieron por la casa de ella le preguntaron los paramilitares quién era yo.
Entonces le dijeron: “no, es que la estamos buscando, a ella la necesitamos”. Yo
después no subía al barrio, coordinaba cosas pero no subía a mi casa, hasta que
nos salimos por prevención. Ya en marzo empezaron a hacer allanamientos ilegales
en mi casa donde estaba mi esposo y mi hijo solamente, ellos dos se quedaron
allá viviendo. En esos allanamientos les dijeron que esa casa era de guerrilleros,
que entregara las armas y él dijo que “no, que lo dejaran ir” y ahí mismo cogió
sus mechitas y se fue para donde nosotras vivíamos. Los paramilitares se llevaron
todo. A la vecina que estaba cuidando mi casa le dieron ocho días de plazo para
desocupar que porque “era de guerrilleros” y que nos dijera que nos estaban buscando
y si no me iban a mochar la cabeza. Entonces la señora muerta de miedo
se fue y ya mi esposo dijo que no volvíamos al barrio y a qué íbamos a volver si
desbarataron la casa. La volvieron nada. Todo lo tumbaron.
Dos de las líderes comunitarias de la Comuna 13, una la Presidenta de la Junta de Acción
Comunal (JAC) del barrio Las Independencias III y otra la presidenta de la Asociación de
Mujeres de las Independencias, fueron beneficiadas de medidas cautelares por parte de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el 22 de octubre de 2004 para
proteger los derechos a la vida y a la integridad personal de ellas y de los familiares de la
primera. La Presidenta de la JAC fue testigo directa del asesinato el 6 de octubre de 2004
de Ana Teresa Yarce, quien era fiscal de las Juntas de Acción Comunal. La Presidenta de
la JAC se refugió en un Convento de la misma Comuna y recibió el 19 de octubre del mismo
año una amenaza de que miembros de grupos paramilitares emprenderían acciones
contra sus hijos y nietos. El 13 de febrero de 2006 un grupo de militares y paramilitares
armados y vestidos de civil habrían ingresado a la vivienda de la Presidenta de la JAC y
dispararon contra su sobrina. El 16 de febrero de 2006 un grupo de soldados volvió a visitar
la casa de la misma señora y ante su negativa de hablar con ellos esperaron alrededor
de 15 minutos y luego se fueron del lugar.30 Por estas razones, la Corte Interamericana
30 Párrafos 2.a y 3.a., 3.b., 3.c. y 3.d. de la Resolución del 5 de julio de 2006 de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
de Derechos Humanos (Corte IDH) el 5 de julio de 2006 ordenó medidas provisionales
en favor de ellas, tal como lo había hecho la CIDH, medidas que han sido reiteradas en
sus resoluciones del 22 de septiembre de 2006, 31 de enero de 2008, 25 de noviembre de
2010 y 4 de marzo de 2011. Las medidas siguen vigentes puesto que todavía persiste la
situación de riesgo de estas mujeres.
Ambas lideresas comunitarias han sido objeto de diversos atropellos a sus derechos. Uno
de ellos consistió en su detención, que es relatada por ellas.
El 12 de noviembre de 2002 estando cada una en su casa… cuando miramos así,
viene un niño de 10 añitos con el camuflado con una navaja en la mano y me señala;
luego me llevan detenida… Cuando yo escucho que dicen: “faltan las dos
perras hijueputas”. El policía me lleva y me entra a la casa… y le dije al policía
“me permite que tengo una necesidad y voy a entrar al baño” pero fue para
llamar a todo el mundo. En esas llega una de nosotras y dice: “yo también estoy
detenida y llame a Teresa”; entonces ya nos detienen a las tres. Y cuando llegó la
tanqueta casi me da un soponcio y nos montaron a eso; ellos decían: díganle a los
“primos” que aquí las llevamos. Llegamos a la casa Orión. Nos metieron por allá
nos tomaron fotos, firme aquí… Nos montaron a ese carro y llegamos a la SIJIN.
En la SIJIN se nos violaron todos los derechos habidos y por haber.
Andaban dos o tres cuadras con nosotros F2 y DAS. Nos sacaron del F2 donde
estaba toda la gente y nos montaron al carro. Como estaba la familia ahí eso nos
partía más el alma… La Ruta Pacifica de las Mujeres, lo más hermoso del mundo
se puso fuera. Llegaron todas las Mujeres de Negro y eso mejor dicho, hicieron un
plantón… Nos llevaron como si fuéramos las delincuentes más grandes del mundo
en un carro blindado con policías adelante y atrás F2, DAS y para el Buen Pastor
[la cárcel de mujeres]…
Entonces cuando ya llegamos ya a la cárcel entonces eso fue lo peor de mi
vida… estuvimos allá 10 días y afortunadamente con el IPC [Instituto Popular
de Capacitación], con las ONG, la Ruta Pacífica. Las ONG nos apoyaron en
toda la consecución de los trámites de los abogados. También en el plantón.
Todos esos movimientos que hicimos dieron pie para sacarlas a ellas rápido
porque si no actuábamos ligero les iban a seguir endilgando cosas y cosas que
habían cometido.
Nos decían concierto para delinquir, terrorismo, muertes, desplazamientos. O sea
guerrilleras… y que yo me había robado 800 mercados...
El impacto del operativo en las mujeres
Los impactos vividos por las mujeres dan cuenta del sufrimiento individual y colectivo
como consecuencia de las muertes, detenciones, desplazamiento o incluso exilio de mu207
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
jeres que pertenecían a la organización. Las consecuencias de los hechos fueron no solo
vividas individualmente sino que tuvieron un profundo impacto colectivo.
Las afectaciones en torno a la pérdida de un ser querido son huellas indiscutibles de la
guerra en la vida y espíritu de las mujeres.
Porque esas heridas que tengo yo, no me han sanado. Me marcó mucho la muerte
de mi hijo en el conflicto. Yo odio, no se si sea odio realmente, no sé qué quiera
decir con eso. Por ejemplo, suben los niños del colegio y ese es el momento más
duro mío, duro, duro. A veces tengo que sentarme o meterme para alguna parte
para no ver los jóvenes de la edad de él… no lo resisto.
Una compañera… Ella es coordinadora en un colegio y me decía: “estoy súper
preocupada porque la salud mental de las mujeres está mal y si la salud mental de
las mujeres está mal, los hijos están mal, toda la comunidad está mal, qué vamos
a hacer”, me decía…
Además, dentro de los hechos, también se produjeron violaciones sexuales. En uno de los
casos la familia optó por sacarla de la comuna y la ciudad para protegerla y tratar de favorecer
un espacio de recuperación, arrastrando las secuelas de la violación.
Una de las niñas violadas es del grupo juvenil de AMI… Estamos tan mal que la
mandé para Bogotá porque eso fue mortal… La muchachita anda rallada por ese
fulano y anda muy mal…
La salud mental y física ha sido un espacio particularmente vulnerable como consecuencia
de los episodios sufridos durante la Operación Orión. Las mujeres sienten miedo,
ansiedad, dolor, que impactan en el propio cuerpo.
Yo así este rayada, viví muy rayada y me rayó ya… La niña llega bohemia, llorando
por la calle, en el suelo, la recogen y yo dizque así fuerte. Yo llego: “nena
cálmate”… pero por dentro estoy rayada del todo… creo que está a punto de
darme un colapso… no soy ni capaz de caminar.
En lo psicosocial hoy estoy muy afectada. Toca poner una carita para estar en la
sociedad y no hacerles daño a muchas personas que lo rodean a uno. Entonces
uno tiene que manejar el impulso, la ansiedad, el miedo, el terror porque hay veces
nos llenamos de terror… Ya no me asomo al balcón de mi casa ni a la ventana
porque me da pánico, porque ahora las armas son con silenciadores. Han hecho
disparos muy cerca del lado de uno, uno ve que dan en la pared y dice ¿es para uno
o para quién es? Hay momentos en los que uno no es capaz. Toda esta problemática
que hemos pasado en la Comuna 13 y con nuestros seres queridos, nos ha traído
a nosotros mucho dolor y ese dolor se refleja. De vivir acumulando tanto dolor,
tanta frustración, tanta injusticia, en nuestro cuerpo la salud no es la mejor, es de208
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
teriorada completamente. Hay momentos en los que uno no puede caminar… este
pie me duele, todo se le mete al cuerpo, a la salud y muchos problemas que no sé
cómo explicar porque están dentro del ambiente de uno. Yo quiero salir corriendo
y no parar, y que me venza el cansancio.
No solo las madres sino también sus hijas tienen afectaciones importantes. Y a su vez, las
madres sufren por los impactos en la salud de sus hijas y cargan con sentimientos de culpa
por no haberlas podido proteger, y porque las agresiones que han sufrido en algún momento
sus hijos han estado intencionalmente dirigidos contra el liderazgo de las mujeres.
Yo tengo una hija mía que ella no lo manifiesta pero su cuerpo vive enfermo. Yo
fui el sábado donde ella y ya por la tarde, no podía ver con su alergia, sus ojos
se le hincharon horrible. Se afecta frente a la problemática porque ella no llora,
somatiza el dolor en el cuerpo y se enferma. Su cuerpo vive quebrado y entonces
uno ve que es porque duele lo que le hacen a un hijo… Uno se siente culpable de
lo que les puede pasar a los hijos… Uno se siente mal porque son atacados por la
policía. Son maltratados, son perseguidos por nuestro liderazgo. Entonces uno se
siente muy culpable.
Incluso se presentan casos de agresiones directas a las mujeres por sospechas por su sola
presencia en la Comuna, y para evitar dichas agresiones o sospechas varias mujeres han
sufrido separaciones familiares temporales como una estrategia de supervivencia y la
consiguiente desintegración familiar.
Un diciembre nos tocó pasar separados la familia porque igual no podíamos.
Porque ellos creen que como esta fulana es de este lado, entonces quién sabe qué
viene a buscar por acá. ¿Me entiende? Tal vez que lleva razones o alguna cosa o
la otra, entonces les pegan a las mujeres.
A veces esas separaciones se convierten en un desplazamiento forzado a otro lugar que
obligaba a las mujeres a no salir a la calle por razones de seguridad. Es decir, resultaban
confinadas y de esta manera no solo se les conculcaba su derecho a la residencia sino
también a la libre circulación.
Nosotros también tuvimos más de un año desplazadas. Yo como seis o siete meses
y a lo último estuve en AMI como tres años. Era también muy difícil manejar la
situación en AMI porque iban muchas mujeres en el día y era uno encerrado que
no lo vieran por la noche. Estuve donde las Lauritas tres meses, pero allá tenía
que llegar antes de las seis de la tarde y no me podía quedar con otra compañera
que se quedaba ahí sentada sin comida. Para nosotros fue muy duro. Seis o siete
meses que se quedaba dormida en la calle, sentada…
Que no pueden pasar de un lado para otro, que los muchachos son a veces muy
agresivos. Yo no puedo ir a la casa de ella. Ella vive en el sector dos y yo vivo en
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La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
el tres. Por el hecho de vivir en ese sector no puedo pasar al otro… No podía ir
donde mi tía. O sea, un año sin vernos.
El desplazamiento por la multiplicidad de derechos que viola, es una grave violación de
derechos humanos, y es señalado de manera muy enfática por las mujeres porque genera
una desestructuración de toda su vida, incluyendo importantes pérdidas.
Igual hay varias clases de muerte. Es el desplazamiento, es eso que dice… que ya
queda uno borrado. La muerte que por la palabra lo matan a uno. No solo se mata
con bala sino con la palabra y con la acción.
Uno sentirse sin territorio, como muerto en vida porque le arrancan a uno todo lo
que tenía. Tantos años de lucha de trabajo. Esa casa construida con tanto sacrificio
y ya quedarse sin nada.
La lucha constante de las mujeres por seguir adelante y buscar a como dé lugar unas condiciones
más dignas para ellas y a sus familias, las agota y las desmotiva. Sin embargo,
la compañía que encuentran en otras, en las organizaciones y en sí mismas, las fortalece
para afrontar sus vidas.
Yo me miro muchas veces desde arriba y, de un momento a otro, me siento cansada.
Yo que mantengo pensando en tantas cosas. Hoy no voy a bajar a AMI y no
bajo a AMI. Más o menos cuando uno tiene problemas a fin de año con el ahorro
porque a fin de año uno se estresa de una manera impresionante. Otra cosa es
cuando uno ve balaceras por todas partes, que las balas perdidas. Entonces yo
digo: “!ay no! qué rico uno irse de por acá mejor”. Pero llega otra vez que AMI,
que su familia, su entorno, donde ha vivido tanto, entonces todo eso lo vuelve a
parar a uno y fortalecer.
Los lazos que se han creado entre ellas son una de las formas más positivas que reconocen
las propias mujeres para enfrentar esas secuelas del conflicto armado. Una manera
de construir entre ellas a partir de la solidaridad. La sororidad, como categoría del feminismo,
es esa alianza entre las mujeres, que propicia la confianza y el reconocimiento
recíproco entre ellas para enfrentar la rabia y el dolor.
“Si yo me enloquezco no me deje llevar para una sala de reposo, un manicomio,
no me vaya a dejar llevar, usted me cuida”. Le digo yo: “yo la cuido” … A ella
no le gusta que yo hubiera contado esto, porque en verdad es tanta la afectación
que nosotros tenemos, que ella me ha sacado a mi debajo de la cama y ella se ha
metido a la cama y me dice: “vámonos, que nos vamos de acá”. Entonces ella y
yo somos un punto de apoyo, yo comprendo lo que le sucede a ella y ella comprende
lo que me sucede a mí. Hablamos de la falla cuando yo tengo mucha rabia
y entonces me encierro, porque yo no quiero que con esa rabia pueda herir a mi
familia y muchas veces lo he hecho, porque ellos cometen errores. Como ellos
cometen errores yo con rabia reacciono contra ellos, fuerte, reacciono fuerte…
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Entonces ya a mí ya me duele un pie, tengo la gastritis alborotada, me duele el
pecho, no puedo caminar, hay veces que ya no puedo, pero es porque esa rabia
afecta mi cuerpo. Temo hacerle daño a mis seres queridos, entonces me encierro
en un lugar y ella sabe cuando yo estoy mal, ya ella sabe y se enoja cuando no me
saca… Es como si fuéramos hermanas, como si nos unieran estas problemáticas
tan grandes, nos han unido mucho y nos cuidamos
También los impactos trascienden lo individual y se han manifestado en lo colectivo. En
diferentes proyectos comunitarios y grupos juveniles se manifiestan las consecuencias
colectivas.
El proyecto de vida comunitario en mi caso se acabó, porque nosotras teníamos
una producción colectiva y habíamos escrito tales proyectos para presentarlos a
Planeación. También estaban dentro de plan de ordenamiento territorial y creo
que a eso no se le ha hecho un seguimiento. Además creo que con esa estigmatización
que se le dio a la organización desde la alcaldía y desde otras instancias se
perdieron muchas posibilidades de insertarse en la continuidad de esos proyectos.
Algo que hay que aclarar, nosotras del 2000 al 2002 tuvimos que parar los grupos
juveniles, no podíamos tener grupos juveniles.
Incluso los efectos estuvieron más allá de la propia Comuna 13 y se extendieron a otros
lugares de Medellín. La extensión de la violencia política se trasladó a otras comunas de
la ciudad:
La Operación Orión no solamente afectó a la Comuna 13 sino en la nororiental.
Muchos paramilitares que ahora están en la cárcel se pasaron, se fueron montañas
arriba… a la Cruz, a Santo Domingo. Muchos de la Comuna 13 se fueron para allá…
La presencia de las organizaciones guerrilleras durante varios años en la Comuna 13
genera percepciones todavía equivocadas en muchos de sus habitantes. Muchas personas
estiman que una organización social es sinónimo de una organización guerrillera, y cambiar
esa percepción no se alcanza de la noche a la mañana. Esa estigmatización demuestra
que es necesario trabajar no solo en la imagen exterior que se ha propiciado con estas
acciones militares, sino con las propias comunidades.
Hay que decir que las guerras y los celos de otras organizaciones comunitarias
también influyen en los conflictos internos de los grupos. También hay una frase
que dice “el pasado no perdona” y no es muy fácil decir que si somos guerrilleras
hoy, mañana dejamos de serlo para las mujeres y la comunidad en general. Eso no
se borra tan fácil, hay que hacer talleres de sensibilización. Un montón de cosas
que van a hacer cambiar esa mirada no sólo de esas mujeres sino de todas, porque
algunas pudieron haber percibido eso.
Ese señalamiento precisamente fue una de las principales causas del sinnúmero de atropellos
que se cometieron durante la Operación Orión. La gran mayoría de las personas
211
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
afectadas era personas civiles, ajenas al conflicto armado, y en este caso mujeres que nada
tenían que ver con los grupos armados no estatales localizados en la Comuna 13.
Eso fue un impacto muy grande y entraron fue a sacar gente de las casa, inocentes…
Hubo jóvenes que no tenían nada que ver. Eso fue lo más impactante que
ocurrió en la Operación Orión. Injusticia, en que el Estado se ensañó con tanta
gente detenida que no tenía que ver con el conflicto.
La responsabilidad del Estado en los hechos todavía es una asignatura pendiente. Aunque
la siguiente mujer valora algunos esfuerzos por esclarecer la verdad, señala que esta es
parcial y que hace falta un reconocimiento más integral de lo ocurrido.
Es que el Estado ha tratado de ponerlo como un ejemplo de limpieza que ellos
hicieron exitosa, pero no se ha dicho la verdad. En el libro, este que hizo [el Grupo
de] Memoria Histórica31 pues sí, se dicen cosas que pasaron pero no toda la Operación.
También la responsabilidad que tienen las Fuerzas Armadas, El Estado,
porque finalmente aunque han tratado de meter proyectos de desarrollo eso está
desarticulado, está tan impregnado de la mafia … No se ha podido salir de eso.
Enfrentando las consecuencias de la violencia
¿Cómo enfrentaron las mujeres la violencia sufrida y sus consecuencias en sus vidas?
Para ello ha sido muy importante el apoyo de las otras mujeres. Las amigas, las vecinas,
hasta las compañeras afectadas también por la misma Operación Orión, han sido un soporte
para muchas de ellas.
En el tiempo de nuestra detención, a mí me dio mucha alegría y mucha tristeza
porque muchas mujeres nos apoyaron y otras manifestaron: “que miedo estar con
ella porque nos matan ahí”. “Que hay apoyar a Socorro, a Mery”, “no las podemos
apoyar porque qué miedo que nos van a matar”. Entonces yo en ese sentido
si sentí tristeza, un poquitico no más. Muchas están con nosotras y ahora son más
las mujeres que quieren estar todo el tiempo conmigo.
Compartir con la otra, aunque sean dolores o tristezas es una manera de superar lo ocurrido.
El llanto se convierte en una forma de escucha y de compartir:
Yo también tengo mis estrategias, hago mis rituales y mis cosas porque si no yo
ya estuviera reventada. Es algo importante con la mujer que escucha, es que yo le
cuento y ella me escucha. Yo no sé si llorará después por mí, porque yo sé que ella
me quiere mucho. Ella si llora conmigo, ella no se queda callada, ella llora conmigo.
Entonces yo me he sanado por el llanto. Yo no sé qué significará.
31 La Huella invisible de la guerra, desplazamiento forzado en la Comuna 13, Informe del Grupo de Memoria
Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, Editorial Taurus, Ediciones Semana,
Bogotá, 2011.
212
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Un día ella estaba llorando y al momento nos estaba haciendo reír a todas. Ella
se estaba riendo. No sé si es un don, una estrategia, no sé si es un problema o no
sé qué será. Un privilegiado el que está con nosotros. No sé de dónde saca tanta
fuerza porque lo que peor nos pudo haber sucedido fue habernos quitado nuestros
nietos. Porque nos quitaron lo más profundo y hemos sido capaz de subsistir porque
sin fuerza nos hemos quedado. Incluso ella en estos días que yo he estado así
mal, me ha tratado de sacar.
Sin embargo, otras mujeres de la comunidad recurrieron al licor o a las drogas como mecanismo
para olvidar lo ocurrido. Esta manera de afrontamiento trae nuevas afectaciones
a las mujeres.
A raíz de eso muchas mujeres se alcoholizaron o comenzaron a consumir alucinógenos.
Cierto, como para poder ir yéndose de este mundo. Que no querían
recordar, que no querían recordar y muchas se perdieron, muchas se quedaron.
Hay una mujer en San Antonio de Prado por ejemplo que tiene momentos en que
se pierde. Entonces hay que llevarla a donde el psiquiatra allá en Bello para que
la trate dos, tres mesecitos y vuelva a salir como si nada.
Otras aunque buscan ahuyentar sus propias tristezas con actitudes más positivas, se preocupan
también por las situaciones de sus compañeras.
Yo me siento ahí, que ni subo mucho, ni bajo. Me mantengo a un nivel así, emocional.
Siempre lucho por el dominio de mí misma. Cuando tengo una tristeza trato
como de ahuyentarla, cambiarla por otras cosas, pensar en cosas positivas. Decir
“bueno, ¿yo por qué estoy triste? si es que hay muchas cosas más horribles”. A
mí lo que me bajonea mucho es la situación de ellas, porque sufren esas persecuciones,
en los asesinatos de los nietos, por todo eso.
Uno de los apoyos más importantes para enfrentar lo ocurrido, han sido los procesos organizativos
adelantados por las mujeres. El fortalecimiento de las relaciones a través de
estas organizaciones, es también una manera de afrontamiento, que les posibilita hacer
cosas en común y seguir soñando con otro mundo posible.
El proyecto de AMI es muy lindo, es el marco que siempre ha existido y es nuestra
familia, nuestra casa. Es un regalo muy lindo. Yo digo el proyecto macro de AMI
es el proyecto Casa Amiga en donde las mujeres, los niños, las niñas y los seres
humanos que quieran nuestro apoyo allá está. Usted coge un niño del semillero
y le pregunta: “para usted ¿qué es paz?”. La respuesta que da es “para mí paz
es AMI”.
Las mujeres reconocen en AMI a la organización que me les ha permitido salir adelante.
A pesar de que fue afectada como asociación también en la Operación Orión, logró salir
adelante y fortalecida gracias al apoyo de otras organizaciones.
213
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Recordando el momento en que se dispersan todas las mujeres de AMI, después
de la Operación Orión que empieza todo ese proceso de desplazamiento, entonces
ahora desde muy afuera yo miro que la pretensión de los paramilitares era
destruir la organización. Cierto, no lo logran porque inmediatamente empieza
la deserción de las mujeres y nosotras nos unimos con otras ONG que ahí nos
apoyaron. Recuerden en ese entonces a Vamos Mujer. Construimos un proyecto
de fortalecimiento para AMI y eso creó como una barrera que hizo que AMI fuera
invisible para los malos.
Si y lo digo con mucha convicción, yo vengo de AMI y no soy capaz de ir a otra
organización, porque yo miro a AMI y esa es mi lucha y sigo en mi lucha.
Algunas reconocen las dificultades que se presentan al interior de una organización pero
reconocen la escucha como una fórmula para superar las diferencias.
A veces no hemos escuchado a los demás y nos sentimos solos. Eso puede ser un
cansancio o puede ser la problemática social que hay alrededor de nosotros. Nosotros
necesitamos escucharnos nosotras mismas y resolver los problemas reales.
Yo quiero mucho a AMI y le aseguro que hay veces que yo me alejo mucho porque
ha habido confrontaciones fuertes entre mis compañeras o no fluye el trabajo real
que tenemos que hacer. Desde que sentemos a escucharnos a nosotras mismas y
cambiemos muchas formas de ser de nosotras, no porque vamos a ser distintas de
lo que somos, sino para mejorar para nosotros y para la asociación.
En esa búsqueda de encontrar opciones de cómo abordar lo ocurrido, en el campo de la
salud, algunas han encontrado en distintas terapias un aliciente para tratar sus dolores y
sufrimientos, tanto físicos como mentales.
Yo diría a todas las mujeres de AMI y todas las mujeres que están en esa afectación
esto lo de las agujas, o sea lo de la acupuntura. Lo de los masajes muy bien hechos
y no tratarnos con los medicamentos que día a día nos están intoxicando… Que alguien
me escuche, una persona muy profesional porque esos psicólogos dicen “usted
tuvo la culpa”. La psicóloga que nos atendía era excelente, puede que sí, pero ya
no la tenemos al alcance… una mujer que si nos atendía como se debe atender una
mujer en crisis… Cómo canalizar estos dolores que padecemos, o sea la psicóloga,
la medicina alternativa, los masajes y de último, lo que nos merecemos: un spa.
Algunas recurrieron a la religión y a la oración como fuente de fortaleza. Encontraron en
la religión una manera de asumir los impactos de la violencia, o mantener la calma en
momentos de gran tensión.
Yo cuando hay muchas balaceras… soy muy creyente y mi espíritu es muy positivo.
Tengo tres nietas y soy muy feliz con ellas y con mi hija. Nos las llevamos para
la pieza y nos cogemos de las manitos y le oramos al señor y leemos la biblia,
salmos y se va apaciguando…
214
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Reparación como reconocimiento hacia las mujeres
Sabemos que hay muchas cosas que no se pueden reparar. Nadie va a devolver la
vida a las personas asesinadas y nadie les va a devolver el tiempo que han estado
desplazadas, que han sido perseguidas. Hay muchas cosas que no se pueden reparar,
pero a la vez se necesita esa demanda de la reparación.
Una de las demandas exigidas por las mujeres es que se sepa la verdad. El esclarecimiento
de lo sucedido durante la Operación Orión y el porqué se persiguió a gente inocente, es
visto como un paso previo a la justicia y a la reparación.
Es importante la verdad porque muchas veces hacen la justicia y la reparación pero
no dicen la verdad... Realmente que se diga la verdad. Es un hecho que a mí me estén
diciendo a cualquier parte que llegué que soy guerrillera sin yo serlo. Yo no soy
guerrillera. Que se diga la verdad porque esa forma de tildarnos o señalarnos hace
mucho daño. Más físico también, pero moral mucho más que cualquier otra cosa.
Algo muy claro que queremos es que nos digan la verdad ¿Porqué nos apartaron,
nos quitaron las alas de esa forma?
Las medidas de compensación económica no son suficientes. Además de las indemnizaciones
por las violaciones sufridas, se requiere satisfacer los derechos a la verdad y a la justicia.
A mí la reparación que se está haciendo en este momento me parece muy perversa
porque pone al individuo a recibir un dinero. Mucha gente que conozco dice: “a
mí no me pagaron pero al menos me dieron una plata”. ¿A dónde está llegando la
persona que reclama este dinero? ¿A la verdad y la justicia? Es la forma perversa
en que el Estado ha callado el dolor.
La educación también es vista como una medida de reparación, tanto para las propias
mujeres, como para las personas más afectadas. El primer testimonio reclama la importancia
que las mujeres sean capacitadas, y el segundo, exige una atención especial por la
formación de los niños huérfanos.
Nosotras tendríamos que estar muy capacitadas en los principios, los fundamentos
que maneja la Corte Constitucional sobre el derecho internacional humanitario.
Cuáles son mis derechos. Cuáles me violaron para decir: “en este caso a
esta mujer se le violó este derecho, a esta mujer en particular”. También hacer
capacitaciones para mujeres que no son líderes porque esas mujeres son dispersas.
No saben ni siquiera que tienen derecho a ir a hacer una reclamación o a ir
a declarar al menos que se desplazaron…
Yo digo también que la reparación puede ser no sólo con plata… Tanto niño huérfano
que queda desprotegido. Garantizarle el estudio y una carrera. Que no tenga
que pagar un peso para que esos niños salgan hombres de bien. Que se capaciten
215
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
y sean grandes ejecutivos. Que no tomen las armas porque estoy desprotegido y
no tengo quien me de nada. Eso hace también que los niños huérfanos se vayan
para esos grupos porque no tienen la protección de nadie.
Restituir el buen nombre de las organizaciones no gubernamentales, así como de las mujeres
sindicadas como presuntas guerrilleras, es otra de las exigencias de las mujeres para
enmendar parte de lo ocurrido. Incluso algunas actividades mediante las cuales se puede
dignificar el nombre, con particular referencia al caso de AMI.
Una reparación que pienso yo para AMI es reivindicar esta organización pero a
nivel mundial y a nivel de la nación por el televisor, por donde sea. Es que a AMI
se le ha estigmatizado. Entonces el país tiene que saber, la ciudad tiene que saberlo.
Eso significa además de la reivindicación, que en verdad se diga cuál es la
intencionalidad del gobierno en hacer aparecer a las ONG como lo que no somos.
Este gobierno debe manifestarse y proponerse en el futuro a reivindicar a todas y
cada una de las mujeres que estábamos ahí.
Eso debe ser un acto público. Como por ejemplo el que se hace allí en el Parque
Berrio. Poner letreros de AMI, reivindicar el nombre de AMI, mostrar que somos
mujeres pacificas. Todo lo que se ha trabajado. Mostrar las fotografías, todas esas
cosas. Un desfile, no de belleza… Actos donde todo el mundo nos reconozca y vea
que no somos lo que se dice.
También se sugiere contar con programas de desmilitarización que beneficien realmente
a la comunidad y a la reintegración de miembros de los grupos armados, a los desmovilizados,
para que como señala el siguiente testimonio “tengan una conciencia distinta”.
A esos seres que están en esa guerra también hay que garantizarles una vida distinta.
No como lo hacen ahora. Ahora le pagan por delinquir. El hombre tiene que
trabajar para que sienta que se está ganando las cosas y las aprecie. Entonces lo
primero que tiene que hacer el Estado es hacer un trabajo social… para los grupos
armados. Que salgan de nuestro sector o que se queden ahí pero que tengan
una conciencia distinta, no de la guerra.
Todavía en la Comuna 13 perviven y se acentúan la exclusión y la debilidad institucional.
La persistencia y proliferación de actores armados ilegales gestados en el paramilitarismo,
demuestran la ausencia de un Estado que mediante medias políticas y sociales de carácter
estructural que satisfaga los derechos de sus habitantes y garantice las necesidades culturales
de nuevas generaciones que son hijas de la guerra.
216
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Bogotá
Mujeres madres y hermanas de Soacha.
De “falsos positivos” a ejecuciones extrajudiciales
En el caso mío, con mi hijo, no sé qué estrategia utilizaron porque él era un niño
en un cuerpo de adulto. Tenía 26 años, con mentalidad de 9 años. No conocía el
valor del dinero, pero sí se lo llevaron y lo ejecutaron, con una finalidad positiva
para los militares que cometieron este hecho para mostrar resultados.
El hallazgo del horror
El descubrimiento en 2008 de que miembros del ejército habían ejecutado extrajudicialmente
a varios jóvenes del municipio de Soacha, el más poblado del departamento de
Cundinamarca después de su capital Bogotá, obligó al gobierno a reconocer oficialmente
esas violaciones de derechos humanos y a adoptar medidas para abordar esos casos.
Los homicidios, cuyas víctimas fueron presentadas por el ejército como guerrilleros
muertos en combate, y en ocasiones como paramilitares muertos en combate, se llevaron
a cabo en connivencia con grupos paramilitares o bandas de delincuentes. Este reporte de
guerrilleros muertos en combate generaría para los militares, reconocimientos y prebendas
por parte de sus superiores. “Aunque los registros varían, es generalmente aceptado
que los homicidios intencionales de personas y legalizados como muertos en combate
ascienden a más de 2.000, con un pico entre 2004 y 2008 bastante notable. En la FGN
[Fiscalía General de la Nación] se registran algo más de 1.500 procesos desde enero de
2000 hasta enero de 2012.”32
Yo también creo que se debe resaltar que esa modalidad era sistemática, que venían
empleando de tiempo atrás. Soacha alberga mucha gente desplazada de diferentes territorios.
Yo pienso que pensaron que esta gente de bajos recursos no iba a denunciar,
o simplemente que se iban a quedar sentadas, y que nunca iban a buscar a sus hijos.
Los “falsos positivos”, expresión eufemística con la cual se conocen estos hechos, “son
casos reportados por Unidades de la fuerza pública como resultados positivos en la acción
contra grupos armados ilegales, y que son reportados en los informes especiales como
“muertes en combate” de actores insurgentes y otras acciones legítimas de la guerra según
el DIH [derecho internacional humanitario].”33 En Colombia, hasta el 2010 se habían
32 Michael Reed. El principio de complementariedad en el Estatuto de Roma y la situación colombiana: más
allá de lo “positivo”. Un análisis sobre la necesidad de adoptar otra aproximación frente a un Estado que
no quiere judicializar los crímenes que comprometen su responsabilidad internacional y la de sus altos
funcionarios. Abogados Sin Fronteras Canadá, Bogotá, 2012, pág. 25.
33 Parada Llanes, Mónica M (2011) “Dos historias, zozobra y una fosa común”. Sin editorial. Bogotá D.C.
217
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
denunciado más de 1.700 casos34 que salieron a la luz pública, por primera vez, cuando el
Personero municipal de Soacha denunció que 11 jóvenes desaparecidos de ese municipio,
aparecieron posteriormente asesinados en la ciudad de Ocaña, Norte de Santander.35
Estas desapariciones forzadas ocurrieron en el municipio de Soacha (Cundinamarca) pero
las ejecuciones extrajudiciales ocurrieron en municipios de los departamentos del noroccidente
del país y los cuerpos fueron hallados en fosas comunes en la vereda Las Liscas,
municipio de Ocaña (Norte de Santander); vereda de Brasilia, municipio de Cimitarra
(Santander) y en los municipios de Aguasblanco de Villacaro y Abrego (Norte de Santander).
36 Los jóvenes habían sido atraídos al norte del país con promesas de empleo remunerado,
pero posteriormente fueron ejecutados. En la mayoría de los casos, los soldados
recibieron dinero, días de permiso y una carta de felicitación de sus superiores, como
recompensa por haber “matado a un miembro de la guerrilla”.
Desde el descubrimiento de las fosas comunes en las que fueron enterrados algunos de
los jóvenes de Soacha y las protestas subsiguientes, las madres y otros familiares de las
víctimas han exigido verdad, justicia y reparación, y por esta razón han sido hostigadas y
amenazadas con el fin de silenciar su campaña.
34 Zuleta, Felipe y otros (2010). Las perlas del uribismo. Capítulo: “Los falsos positivos: crímenes
de lesa
humanidad”, Bogotá: Random House Mondadori.
35 Parada Llanes, Mónica M (2011) “Dos historias, zozobra y una fosa común”. Sin editorial. Bogotá D.C.
36 Entre los hombres desaparecidos en Soacha y posteriormente ejecutados en distintos municipios de los
departamentos de Santander y Norte de Santander, se han reportado 19 casos, la mayoría de ellos jóvenes
del municipio de Soacha (Cundinamarca), entre los que se encuentran: 1) Fair Leonardo Porras Bernal, 26
años, desaparecido el 8 de enero de 2008, ejecutado el 12/01/2008 y hallado en una fosa común en Ocaña,
Norte de Santander; 2) Víctor Fernando Gómez Romero, 23 años, desaparecido el 23/08/2008 y encontrado
el 25/08/2008; 3) Jaime Estiven Valencia Sanabria, 16 años, reportado como desaparecido el 6/02/2008 y
ejecutado el 8/02/2008 en la Vereda Las Liscas, Ocaña (Norte de Santander); 4) Julián Oviedo Monroy,
19 años, desaparecido el 2/03/2008 y ejecutado el 03/03/2008. Encontrado en fosa común en la Vereda
Las Liscas de Ocaña (Norte de Santander); 5)Jonathan Orlando Soto Bermúdez, 17 años, desaparecido el
26/01/2008 y ejecutado el 27/01/2008 en La vereda Las Liscas de Ocaña (Norte de Santander); 6) Julio Cesar
Meza, 24 años, desaparecido el 26/01/2008 y encontrado en una fosa común en Ocaña Norte de Santander
el 27/01/2008; 7) Daniel Andrés Pesca Olaya, 27 años, casado, padre de una hija y un hijo, desaparecido
el 4/03/2008 y ejecutado el 5/03/2008 en Cimitarra (Santander); 8) Eduardo Garzón Páez, 32 años, casado,
padre de 3 hijos, desaparecido el 4/03/2008 y ejecutado el 5/03/2008 en San Vicente de Chucurí – su cadáver
fue hallado en Cimitarra (Santander); 9) Diego Alberto Tamayo, 25 años, desaparecido el 23/08/2008 y
ejecutado el 25/08/2008 en Ocaña (Norte de Santander); 10) Jader Andrés Palacio Bustamante, 22 años,
desaparecido el 23/08/2008 y encontrado en una fosa común el 25/08/2008 en Ocaña (Norte Santander);
11) Elkin Gustavo Verano Hernández, 25 años, desaparecido el 13/01/08 y ejecutado el 15/01/2008 en
Ocaña (Norte de Santander); 12) Joaquín Castro Vásquez, 27 años, desaparecido el 13/01/08 y ejecutado el
15/01/2008 en Ocaña (Norte de Santander); 13) Diego Armando Marin Giraldo, 21 años, reportado como
desaparecido el 6/02/2008 y encontrado el 8/02/2008 en la Vereda Las Liscas, Ocaña (Norte de Santander);
14) Daniel Alexander Martínez, 22 años, desaparecido el 6/02/2008 y encontrado el 6/02/2008 en la Vereda
Las Liscas, Ocaña (Norte de Santander); 15) Mario Alexander Arenas Garzón, 33 años, desaparecido el
21/02/2008 y su cuerpo fue hallado el 21/08/2008 en Ocaña (Norte de Santander); 16) Omar Leonardo
Triana Carmona, 26 años, desaparecido el 14/08/2007 y ejecutado el 15/08/2007 en Vereda Monteloro,
Barbosa, Antioquia; 17) Oscar Alexander Morales Tejada, 26 años, desaparecido el 31/12/2007 y ejecutado
el 16/02/2008; 18) Julio Cesar Henao Hernández, 18 años, desaparecido; Jaime Castillo Pena, desaparecido
en el mes de agosto de 2008, ejecutado en Ocaña, Norte de Santander y encontrado en la Vereda Las Liscas.
218
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Las mujeres cuentan los hechos
Las familias de las víctimas, en su mayoría desplazadas por el conflicto armado, eran
personas de escasos recursos que llevaban una cotidianidad marcada por la búsqueda de
una vida más digna.
Las madres de Soacha desde el primer momento que encontramos los hijos, cuando
supimos que habían sido ejecutados por el ejército, éramos ciudadanas común y silvestre,
ignorábamos lo que estaba pasando a lo largo y ancho del país. Vivíamos el
día a día con nuestros hijos. Yo había dejado de trabajar como dos años y estudiaba
en el SENA [Servicio Nacional de Aprendizaje], cuando pasó esa problemática. A
raíz de la desaparición de nuestros hijos y su encuentro vemos que lo que nos activó
para exigir no repetición, fueron las palabras de Álvaro Uribe Vélez [Presidente de
la República en ese entonces], el 27 de Septiembre de 2008, cuando dijo que nuestros
hijos se habían ido con fines delincuenciales y no a coger café.
Luego de los episodios denunciados durante el año 2008, en el primer semestre de 2009
se denuncian dos casos más con cuatro víctimas. Si bien los hechos pertenecen al municipio
de Soacha, se conocieron nuevos casos, particularmente en los departamentos de
Antioquia, Valle del Cauca y Quindío.37
Las formas de reclutamiento de los jóvenes de Soacha giraron alrededor de las escasas
condiciones de vida de los jóvenes. Las promesas laborales y las oportunidades
económicas eran aspiraciones que no se presentaban todos los días y que no se podían
desaprovechar.
Se llevaron a los otros muchachos, se los llevaban con ofertas de trabajo. Había muchachos
que tenían buenos trabajos, no sé, no me explico. Así que debió haber sido
muy buena la oferta para que ellos decidieran irse para servir de carne de cañón.
El hijo de Luz Marina Bernal Parra, Fair Leonardo Porras Bernal, de 26 años de edad,
desapareció el 8 de enero de 2008. El 16 de septiembre del mismo año su madre recibió
una llamada telefónica en la que le informaron de que se había encontrado el cadáver
de su hijo en una fosa común del municipio de Ocaña, en el departamento de Norte de
Santander. Según la información que facilitaron fuentes del ejército sobre su muerte, el
fallecido era miembro de un grupo armado ilegal y había muerto en combate el 12 de
enero de 2008. Investigaciones posteriores realizadas por la Fiscalía General de la Nación
establecieron la falsedad de esta información e indicaron que Fair Leonardo Porras
Bernal había sido ejecutado extrajudicialmente por el ejército. Fair Leonardo dejó su
hogar atraído por falsas promesas de trabajo en otra ciudad, cuando en realidad iba a ser
asesinado y presentado como un miembro de un grupo armado ilegal muerto en combate
con el ejército.
37 “Primer Semestre de 2009: De los ‘Falsos Positivos’ a la Intolerancia Social y las Amenazas Colectivas”,
2009 CINEP – Centro de Investigación y Educación Popular.
219
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Algunos de los casos correspondieron a jóvenes que tenían dificultades cognitivas, como
el caso de Fair Leonardo o eran habitantes de calle. Es decir, además de engañar a los
jóvenes con esperanzas de mejorar sus condiciones económicas, se denunciaron casos de
muchachos en situaciones de vulnerabilidad social, y discapacidad. Estas prácticas atroces
fueron tratadas de ocultar siguiendo ciertas prácticas propias del conflicto armado en
Colombia, donde la población civil está altamente estigmatizada.
Fue una persona, un hijo cariñoso, detallista, él nos llevaba, a sus hermanas
también, detalles como rosas rojas con chocolatinas. Era colaborador con la comunidad,
le servía a la comunidad en todo el sentido de la palabra. Nosotros en el
barrio no teníamos agua, sino unos pozos que tenían filtración de agua. Cuando
no había agua en el barrio, él se rebuscaba. Ayudaba a hacer mandados, ayudaba
a trasladar material de construcción a la casa donde iban a hacer las reformas.
Ayudó a hacer los parques y a la pavimentación de Compartir.
El hecho de que se encontraba solo en Medellín y sin su familia diría que nadie lo
iba a buscar. Él trabajaba allá como vendedor ambulante. Pero tenía una madre
y una familia.
Los reclutadores de las víctimas no sospecharon que las madres y familiares, a pesar de
la pobreza y exclusión social en la que se encuentran muchas, harían hasta lo imposible
por encontrar la verdad.
Los militares creyeron que nunca los íbamos a encontrar. A él lo cogieron en Medellín.
Él no tenía vivienda por ser una persona vulnerable. Se lo llevaron y asesinaron
en Barbosa, Vereda Monteloro, Antioquia. Cuando fui a ese cementerio me
causó curiosidad una tumba que decía “restos”, con signos de interrogación y yo
me preguntaba: “¿quién está ahí?”. Luego supe que ahí reposaban los restos de
mi hijo. Él siempre se comunicaba conmigo y más en las fechas importantes. La
última llamada fue martes 14 de agosto de 2007 a las 4:30 pm. Él no sabía que a
las pocas horas iba a morir.
El hermano de Fair Leonardo, John Smith Porras Bernal, comenzó a recibir amenazas
después de que su mamá, junto con otras madres de Soacha cuyos hijos habían sido
víctimas de ejecuciones extrajudiciales bajo la misma modalidad, hubiera comenzado su
campaña por los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación. El 2 de noviembre
de 2009, alguien deslizó una carta por debajo de la puerta del domicilio de John Smith
en Soacha. Ésta no era la primera amenaza que recibía. Ya había recibido otra el 20 de
octubre. Temiendo por su seguridad y la de sus familiares, decidió dejar su casa y a su
familia y trasladarse a otro domicilio en Soacha. Se cree que estas amenazas contra John
Smith pretendían coaccionar a Luz Marina Parra Bernal, su madre, para que pusiera fin a
sus denuncias y exigencias.
También el hijo de Carmenza Gómez Romero, Víctor Fernando Gómez Romero, fue
ejecutado extrajudicialmente por miembros del ejército el 25 de agosto de 2008. Ella ha
220
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
recibido amenazas, mientras que otro de sus hijos fue asesinado por investigar la muerte
de su hermano y una hija también ha recibido amenazas telefónicas. John Nilson, hijo de
Carmenza Gómez Romero y hermano de Víctor Fernando Gómez, sobrevivió a un atentado
contra su vida ocurrido en el municipio de Fusagasuga, a 60 kilómetros de Bogotá,
cuando fue empujado desde un puente de 20 metros de altura. El día del atentado debía
mantener un encuentro con alguien relacionado con la investigación sobre el homicidio
de su hermano. John Nilson murió después de recibir varios disparos el 4 de febrero de
2009. Tras la muerte de John Nilson, otros miembros de la familia siguieron recibiendo
amenazas.
A Jaime Estivan Valencia Sanabria, hijo de María Ubilerma Sanabria, lo ejecutaron extrajudicialmente
el 8 de febrero de 2008. Ella recuperó el cadáver y lo enterró en noviembre de 2008:
Salimos como a las 11 de la noche de acá, llegamos a Ocaña al otro día. Cuando
llegué a la Fiscalía me preguntaron que si yo era familiar de los guerrilleros,
pregunté “¿que cuál guerrillero?”, pregunté cuándo había muerto y me dijeron el
8 de febrero, que ese era el informe que había dado el Ejército. Peor queda uno
como ciego. Les mostraron a ellas unas fotos, a mí no me dejaron ver fotos ni nada
y él no tenía la misma ropa. Cuando fuimos a Medicina Legal yo me asomaba pero
no alcanzaba a ver, solo vi que tenía un disparo, cuando se dieron cuenta que yo
estaba mirando la quitaron.
Luego se hizo la exhumación. Sacaron primero tres cuerpitos, luego el de mi
niño, abrieron la bolsa, le dijeron a mi hija que bajara. Yo dije que yo quería
ir. Me dijeron que “no, recuérdelo como él era”, luego me dejaron ir. Le dieron
a mi hija tapabocas y mi hija se arrodilló y le cogía la cara, y le decía qué
pasó. Yo lo toqué y sentí una cosa tan fea, tan rara, la niña también sintió lo
mismo, como un mareo. Hoy en día nos damos cuenta, que la persona queda
como dormida. Es que mi niño estaba enterito, intacto, intacto. Incluso yo
pienso hoy en día que fui tan boba, él tenía una media a casi salir, yo debía
haberle quitado la media y ver qué tenía ahí, porque yo creo que él tenía algo
ahí. Le vi la cicatriz, y tenía su piel blanca, y el tatuaje del tribal, ya no había
duda de que era mi hijo.
Pocos días después del entierro su madre comenzó a recibir llamadas telefónicas donde
la insultaban, la amenazan y le decían que debía guardar silencio. El 7 de marzo de 2009,
María Ubilerma Sanabria se dirigía a recoger a su nieta del colegio cuando dos hombres
montados en una motocicleta la abordaron y la amenazaron. Otros familiares de María
Ubilerma Sanabria, entre ellos sus hijas, también han recibido amenazas.
El hijo de Blanca Nubia Monroy, Julián Oviedo Monroy, desaparecido el 2 de marzo de
2008 y ejecutado al siguiente día de su desaparición sólo fue encontrado varios meses
después en una fosa común en la vereda Las Liscas de Ocaña, en Norte de Santander. El
25 de julio de 2009 a las 9:30 de la noche, dos hombres montados en una motocicleta
y vestidos con trajes de faena del ejército le dieron orden de alto a la hija de 15 años de
221
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Blanca Nubia Monroy y a su hijo de 17. Los registraron violentamente y les preguntaron
qué hacían a esas horas en la calle y dónde vivían. Aunque los hijos de Blanca Nubia
Monroy se encontraban en compañía de otros adolescentes sólo los registraron a ellos.
Las amenazas han sido una constante para los familiares de estas víctimas.
Después del entierro de mi hijo Jhon Nixon, yo le di sepultura el 7 de febrero de
2009, vienen las amenazas para mí. Llamaron a mi hija mayor preguntándole que
“a quiénes les había puesto la denuncia su mamá”. Mi hija dijo que “no sabía”,
que era una señora llamada Clara, no recuerdo el apellido, que era de la Sijin
[policía judicial]. A ella la llamaron como a las 2:30 de la tarde, y yo creo que después
de llamar a mi hija, me llamó a mí, diciéndome que “a quién le había puesto
el denuncio”, le dije que “a nadie porque no se sabía quién lo había matado”. Me
dijo que “necesitaba la dirección de mi casa”, y que “no siguiera dando pantalla
porque iba a aparecer con la jeta llena de moscas” como mis hijos. Dijo que era
la supuesta tal Clara, por eso ya no confío ni en mis pantalones. Mi hija si dio
la dirección de mi casa, entonces nos amedrentaban, y qué dijéramos a quién le
habíamos puesto la denuncia. Le dijeron que ya tenían la dirección de la casa de
ella, entonces le tocó cambiarse de casa, y la dejaron quieta.
Son tan descarados, que en el mismo juzgado nos han amenazado. A la señora
Blanquita, dicen los abogados que nos atengamos a las consecuencias.
Las víctimas en este caso no sólo fueron los jóvenes ejecutados extrajudicialmente sino
sus familias, pero principalmente las madres, esposas, hermanas e hijas de estos jóvenes
quienes se reconocen en los medios de comunicación como las Madres de Soacha. Son
mujeres que gracias a su tenacidad por encontrar a sus hijos desaparecidos y por denunciar
estos crímenes de Estado, han logrado hacer oír sus voces.
Sí, soy una víctima. Nunca me imaginé que me iba a encontrar en esta situación, pero
desafortunadamente esa es la vida que estamos llevando en Colombia… Aquí estoy
en una lucha para demostrarle al mundo entero y a Colombia que mi hijo no era un
subversivo, que mi hijo no era ningún guerrillero, que mi hijo era un joven como
cualquier joven de Colombia, lleno de ilusiones, lleno de proyectos de vida. Pero estos
militares… primero estás personas sin escrúpulos… los reclutadores… personas que
de pronto no tienen hermanos, no tienen sobrinos, no tienen nada… sacaron a estos
chicos con engaños y luego de raerlos a Ocaña, entregárselos a los militares para
que ellos hicieran con estos muchachos lo que ellos quisieron. Qué triste que estas
personas no piensen que más adelante, de pronto un hermano, o un sobrino, o un hijo,
puedan llegar a terminar como ellos hicieron, o sea pagando lo que ellos hicieron
con estos muchachos inocentes. (Testimonio No. 96 de la Regional Santander 08.96)
La política de dar beneficios económicos a los militares por reportar la muerte de guerrilleros
en combate incluida en la llamada “Seguridad Democrática” del gobierno presidente
Álvaro Uribe Vélez, propició el aumento de víctimas de falsos positivos.
222
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Grandes remuneraciones y grandes apoyos internacionales, donde el gobierno colombiano
creó un Plan Colombia para acabar con el paramilitarismo, narcotráfico
y la guerrilla. Entonces vemos que en el mandato de Uribe Vélez él hizo una negociación
con los grupos al margen de la ley y extraditó unas cabezas principales
de estos grupos. A raíz de eso, estos grupos quedaron debilitados y él necesitaba
resultados, porque ellos tienen que demostrar en que están invirtiendo el dinero que
está llegando a Colombia. Fue creada una ministerial 029 que trae una tabla, que
dice que todo militar que de baja a un guerrillero tendrá un beneficio económico,
medallas, cursos al exterior. Esto genera ambición, respecto a la ministerial.
Incluso este afán por obtener resultados en el combate con las organizaciones armadas
ilegales, se amplió al ofrecer gratificaciones adicionales a los miembros de la fuerza pública,
como lo relata una de las madres.
Cuando pasó el caso Soacha, se crea otra ministerial 001, firmada por Juan Manuel
Santos [Ministro de Defensa del gobierno de entonces], donde se amplían los
beneficios, por munición que lleve la persona abatida en combate, radios, uniformes,
que identifiquen a los integrantes de las guerrillas.
Cuando las mujeres se enteran de la desaparición de sus hijos y comienzan el proceso de
búsqueda, no encuentran respuestas de qué pasó con ellos y por qué no aparecen. Cuando
son contactadas para el reconocimiento de los cadáveres, se les informa que sus hijos
eran delincuentes y que murieron en combate con tropas del ejército. Incluso se les indica
a qué unidad militar pertenecían las tropas que supuestamente se enfrentaron con ellos.
Se los llevaron de Soacha a Ocaña. La modalidad era llevarlos de su lugar a otras
partes. De un día para otro son asesinados, y decían que hacía meses estaban delinquiendo
en la zona, dándoles mala imagen a los muchachos, que hacía meses
que estaban violando y asesinando. A Jaime Estiven Valencia de 16 años, se lo
llevaron el 6 de febrero de 2008 y lo asesinaron el 8 de febrero de 2008 a las 3:30
en Ocaña, la Brigada Móvil 15. El de Carmenza fue desaparecido el 23 de agosto,
Víctor Fernando Gómez, y lo asesinaron el 25 de agosto de 2008 en Ocaña.
Después de ocho meses nos dijeron que fuéramos por los hijos, que habían sido
muertos en combate por guerrilleros. En tan pocos días no pudo ser guerrillero.
El mismo fiscal dijo que el batallón los asesinó.
La responsabilidad es del Ejército, el batallón de Bucaramanga asesinó a tres
muchachos, Eduardo, Daniel Pesca y Mario Alexander Arenas. El resto ha sido de
la Brigada Móvil 15. Les dieron de baja señalándonos de ser guerrilleros.
En el proceso judicial contra los miembros del ejército involucrados en los casos, las mujeres
fueron nuevamente victimizadas con acusaciones sobre las supuestas actividades de
los hijos. Las acusaciones gubernamentales se trasladaron a escenarios judiciales.
223
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Llevaron unas mujeres que bajo juramento, dijeron que nuestros hijos las habían
violado. Hay señalamientos por el mismo Presidente Uribe de que cometieron
muchos delitos y además llevan testigos, mujeres y hombres, falsos.
La estigmatización de la condición de los jóvenes como miembros de grupos al margen
de la ley, no solo fue por parte del ejército y de las altas autoridades gubernamentales.
Los medios de comunicación hicieron eco de estas versiones, incluso los funcionarios
judiciales que iniciaron las investigaciones.
Omar Leonardo Triana desapareció el 14 de Agosto de 2007 y fue asesinado el 15
de agosto a la madrugada en Barbosa, Antioquia. ¿Sabe qué me dijo la Fiscal de
la Brigada IV?: “¿Ya que lo encontró, déjelo aquí”. Yo le respondí que mi pelea
era traerlo. Pedí en todas partes donde fui para que me dejaran ver las fotos y
reconocer que era mi hijo, y no fue posible. No me querían dejar ver los restos,
pero yo me llené de valor para ver lo que me iban a entregar.
Fair Porras, el 8 de Enero de 2008 fue desaparecido y asesinado el 12 de Enero
de 2008 a las 2:25 de la madrugada en Ocaña Norte de Santander. Que todos
pertenecían a las Águilas Negras, me dijeron que eran jefes narcoterroristas, que
eran extorsionistas, secuestradores, violadores.
El señuelo para atraer a los jóvenes era ofrecerles oportunidades de empleo que no tenían,
trabajos donde recibirían una remuneración económica para sacar adelante a sus familias.
Ante la falta de un trabajo en condiciones dignas, los muchachos cayeron en la trampa y
confiaron que las ofertas eran serias y ciertas.
Los jóvenes eran desempleados, tenían hijos, hermanos y madres a quienes ayudar,
para lo que necesitaban el dinero… Les pintaron una oferta de trabajo excelente,
querían darles una sorpresa a sus familiares, pero no se imaginaron que
los iban a utilizar como carne de cañón, para utilizarlos como bajas en combates.
Este es un sistema que viene sucediendo a lo largo y ancho del país, con campesinos
e indígenas, solo que callaban a la gente, hasta que el caso Soacha fue
revelado y todos los casos se evidenciaron.
Había unos que tenían sus cositas, vivían por ejemplo como habitantes de calle.
Pero mi hermano no tenía nada, solo trabajar. Miraban que tenían familia e hijos,
así los engañaron con ofertas de trabajo y dinero, que se iban a ganar mucho.
A él le ofrecieron trabajo. Trabajaba como cotero, pero igual se lo llevaron. Cuando
él estaba listo para irse, se encontró con mi otro hijo y le dijo que se iba a la
Costa, que en ocho días regresaba. A los ocho días si lo encontré… pero muerto.
El proceso de búsqueda
Ante el desconocimiento de qué pasó con sus hijos, las madres y sus familiares empezaron
la búsqueda de su ser querido. La odisea incansable de tocar diferentes puertas para
224
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
saber lo ocurrido, las enfrentó con una institucionalidad burocrática e insensible ante
casos como este.
Las palabras se quedan cortas ante ese hecho. En el momento en que uno mira
que el ser que uno está buscando está muerto, es muy duro. Así como yo sentí algo
que no se puede decir, así lo sentirían las hermanas, las otras madres y las esposas.
Yo me enteré ocho meses después, luego de una ruta de búsqueda, porque la
Fiscalía fue negligente, porque se niegan a recibir las denuncias, a las 72 horas,
al mes… Así que hicimos una ruta de búsqueda por hospitales, hasta en el mismo
INPEC. Porque estos casos no fueron tenidos en cuenta para su búsqueda, y nosotros
teníamos que acudir a todos los sitios posibles para iniciar la búsqueda…
Uno como madre no le importa las circunstancias, solo que esté bien. Cuando eso
sale por televisión, los televidentes no saben el dolor que uno sufre, de ver que
pasan y pasan los días y no encuentra ese ser querido.
A los sentimientos de saber dónde estaban sus hijos, qué les podría haber ocurrido y la
necesidad y angustia de poder encontrarlos, se sumó el sentimiento de dolor, tristeza y
desamparo al comprobar sus muertes. El momento en que se enteraron de la muerte de sus
hijos permanece en su memoria como el impacto de una experiencia devastadora.
Uno no tiene palabras para decir que sintió en ese momento. Cuando mi hija me
llamó y me dijo que estaban diciendo que habían encontrado los niños de Soacha,
yo salí a las 7 de la mañana hecha un mar de lágrimas… Llegué a las 7 de la
noche a la casa donde estaba. Yo me sentía como si estuviera en un desierto, que
llovía y no tenía dónde resguardarme, no tenía sombra si había sol… La doctora
mostró la foto de mi hijo, y yo decía que estaba viendo mal, no quería creer que
era él… Me hicieron la prueba de ADN y salió positiva. Yo le pedía a dios por un
ángel, porque decía “yo no soy capaz, necesito un ángel, cómo voy a hacer para
reconocer mi niño, porque ya han pasado ocho meses, me van a entregar los huesitos,
cómo hago para no equivocarme, preséntame un ángel”.
Fue una noticia muy fuerte para todos. A pesar de que el papá es una persona muy
dura, muy alejada, con mucho orgullo, sentí que cuando él vio la foto, salió un
quejido muy profundo de su pecho. Mi hijo Jhon vi que había perdido a su amigo,
mi hija la vi que su corazón se le rompió en mil pedazos, a mi sobrina ella quedó
tan impactada que no dijo nada. Quedamos todos impactados y sin palabras en
ese momento.
Las ejecuciones extrajudiciales fueron cometidas en Ocaña. Las mujeres se debían
trasladar desde Soacha hasta allí para reconocer a sus hijos. La sensación de estar en
lugar apartado y desconocido en busca de un ser querido era también la esperanza de
encontrar a sus hijos con vida. Aunque el proceso de búsqueda terminaba, el proceso
de reconocimiento del cadáver apenas comenzaba: las trabas legales, la falta de información,
la impotencia de no saber nada de sus hijos, eran los nuevos obstáculos que
encontraban en su camino.
225
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
El 16 de septiembre mi hija recibió la llamada de Medicina Legal. Me impactó
mucho, hartísimo porque yo sentí que se había acabado la ruta de búsqueda,
donde uno deja pasar el tiempo y no manifiesta muchas cosas. Yo fui a Medicina
Legal de Bogotá y la doctora me leyó una lista como de 30 muchachos, donde ella
me preguntó “cuántas personas identificaba ahí”. Yo le manifesté a ella que “de
esa lista, solo el número uno que era Fair Leonardo”. Ella me preguntó si sabía
su número de documento, lo digitó, se abrió el sistema y salió la foto de mi hijo,
donde apareció solo con medio rostro. Recibió 13 impactos de bala, de esos 13
impactos, dos destruyeron su rostro. Yo le dije que “sí, era mi hijo”, ella dijo que
“si estaba segura o si no que me mostraba fotos”. Me empezó a mostrar características,
pero ninguna prenda era de él. Sentí un dolor inmenso.
En el proceso penal adelantado contra los responsables de los hechos, se pudo saber el
modus operandi utilizado para atraer y trasladar a los jóvenes de Soacha a Ocaña. Esta
madre cuenta con detalle varios episodios desde la detención hasta la muerte.
Ahora que estamos en juicio, hay un reclutador que se llama P. G., decía que conocía
a mi hijo y que lo veía en una fonda ayudando a limpiar mesas y recolectar
envase. Que el reclutador se dio cuenta que él era de educación especial porque
él se acercaba y se reía de todo, y nada de lo que estaban hablando causaba risa.
A él tuvieron que decirle “hermano acompáñeme”, ellos no especifican cómo lo
convencieron. A. C., el otro reclutador, dice que lo tuvo en la casa de una tal Pocho
[un alias] hasta que el ejército mandó a traer la “mercancía”. La entrega de
los muchachos era una mercancía, era la palabra clave. Él dice que se lo llevó
el 9 de enero y el traslado duró 15 a 18 horas, hasta Ocaña. Lo entregó al día
siguiente a un militar D. J. P. el día 10 por la tarde. El día 11 se ponen una cita
con los del ejército para la entrega del muchacho a cambio de 200.000 mil pesos.
El reclutador dice que cuando entró al billar vio a Fair sentado en una silla, con
mucho miedo. Los miraba mal antes de que lo entregaran a un retén y luego lo
asesinaron a las 2:25 de la madrugada.
Amenazas y desprotección
Con el propósito de demostrar la inocencia de sus hijos, las denuncias empiezan a tener
eco internacional, las investigaciones penales arrojan sus primeros resultados y los procesos
organizativos las empoderan como protagonistas, lideresas visibles en el movimiento
de víctimas. Esta situación, como ya se ilustró en páginas precedentes, ocasionó que las
amenazas contra ellas y sus familiares no tardaran en llegar.
Primero con mensajes a celular, luego con panfletos debajo de la puerta. Mis hijos
salen de la casa por seguridad, pero él es conductor de servicio urbano, saben su
ruta, su parqueadero. Él se cambió por dos años de su apartamento. Luego llegaban
los mensajes en sobres a la empresa y eso lo obligó a renunciar.
226
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Nos querían callar a toda costa. Le habían dicho que no denunciara porque tenía
una cola muy larga. En Soacha, San Nicolás, los empiezan a buscar. Eso les genera
miedo y por seguridad deciden dejar sus casas. Eso fue en octubre. Se desplazaron
de Soacha hacia Bogotá la familia Mesa y familia Bermúdez. Le dejaron
una correa militar en la chapa de la casa, eso fue una amenaza.
Además de la desaparición y muerte de sus hijos, el miedo por las permanentes persecuciones
siguió en aumento e incluso llegó a cobrar nuevas vidas.
Hay otras madres como la señora Blanca, que abordan sus hijos menores de edad.
En octubre de 2008 empiezan las amenazas al hijo de Carmenza. Incluso la primera
vez se lo llevan a Fusa y dos policías, que supuestamente eran amigos de
él, lo tiran de un puente. Un campesino lo ayuda y le hicieron una intervención
quirúrgica. La primera vez que fue atacado fue en octubre de 2008. En febrero,
pensaban que él estaba muerto por eso no lo volvieron a amenazar. Cuando volvió
a investigar, se dieron cuenta que no estaba muerto, volvieron las amenazas, que
se quedara quieto, que se acordara que tenía una cola muy larga [la familia]. Él
sabía muchas cosas, quería ir a las audiencias, yo le decía que “no”… Él no me
dejaba poner las denuncias. Cuando el 3 de Febrero como a las 5:30 recibió una
llamada, de una tal Patricia y salió a la tienda. Le pegaron tres tiros en silenciador,
en moto sin placa. Quedó tirado al lado de la maquinita. Fue cuando me
llegaron con la noticia de que lo habían matado.
Aunque el panorama para las madres de los jóvenes de Soacha era desalentadora, esperaban
que las denuncias a nivel nacional e internacional mejoraran las situaciones de
vulnerabilidad y se les ofreciera mayor protección, porque seguían siendo revictimizadas.
A mi siguieron buscándome, yo salí desplazada de Soacha a Bogotá. Una noche
en una parte, otra en otra, hasta que pensé que yo no había hecho nada y luego
volví. Luego me llamaron de la Fiscalía para supuestamente la tal protección que
era llevarme a otra ciudad, tenerme encerrada a cuatro paredes con un tombo
[policía] al lado, que si uno va al baño tiene que acompañarlo a uno. Donde una
no puede comunicarse con nadie. Quieren es callarle la boca a una, como nosotras
no aceptamos, entonces que no cabemos en ese paquete. Casualmente me
llegó una carta del Ministerio del Interior que no cabemos en el paquete, porque
no somos testigos, no tenemos derechos.
No tenemos nada. Supuestamente habían dicho que pasaran por las casas los
policías pasando revista y se les olvidó la dirección de nuestras casas. No tenemos
esquema de seguridad, no tenemos protección y en medio de los enemigos,
el ejército. La reubicación no la han dado, tres meses de arriendo. Luego le toca
devolverse a uno porque no le han dado nada, no tenemos ninguna protección.
El caso Soacha son ocho familias amenazadas. Ahora tenemos la colaboración
del MOVICE y el Colectivo José Alvear Restrepo. Se hace la primera rueda
227
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
de prensa, donde Amnistía Internacional se vincula en una campaña por un
año, de recopilación de denuncias y empieza a exigirle al gobierno colombiano
protección a las madres de Soacha, donde nos dirigimos al Búnker [sede de la
Fiscalía] y al Ministerio del interior, y responden que las madres no entramos
en los planes.
El duelo traumático en el sin sentido
La juventud de los hijos y las hijas, los sueños individuales que se convierten en esperanzas
familiares y colectivas, truncados por la muerte de sus hijos, ha generado en las mujeres
afectaciones tanto a nivel individual como familiar. El primer impacto es el sinsentido
de las muertes y el contraste con la identidad positiva de sus hijos.
Mi hijo era una persona muy noble, muy servicial, no terminó el bachiller pero
hizo cursos como artesanías, peluquería, sabia inglés y perteneció a la iglesia
mormona. En Estados Unidos lo querían mucho. Le gustaba el punk.
Le gustaba compartir con los niños, le ayudaba a la Junta de Acción Comunal.
En el sector La Isla había un equipo de fútbol donde no tenían uniformes, y él la
moneda que se ganaba, la donaba para los uniformes del equipo… No le gustaban
las groserías… Fue una persona muy sociable. Él no identificaba el bien del mal.
Expresar los sentimientos a nivel familiar no ha sido fácil para las mujeres de Soacha, ya
sean madres, hermanas, esposas o hijas. Enfrentar el dolor no es fácil en los contextos
familiares. La mayoría de los procesos se hacen en solitario y en silencio:
Luego que le di cristiana sepultura a mi hijo yo me sentía muy mal. Yo iba por
la calle, y decía “¿será que si es correcto lo que estoy haciendo?” Yo misma me
miraba, yo misma me picaba y me preguntaba si estoy bien, si estoy vestida, si voy
para allá, no sabía si me estaba volviendo loca. La salud se deteriora muchísimo
porque le quitan a uno toda la vida, los niños, las hermanas.
La pérdida traumática de sus hijos o hermanos produce también un dolor que se guarda en
silencio, del que es difícil hablar porque el recuerdo moviliza la afectividad negativa o se
trata de proteger los otros. Así en un clima de falta de reconocimiento muchos familiares
han guardado ese dolor en su corazón sin compartirlo con los demás.
Han pasado cuatro años en que no nos hemos sentado a discutir lo que ha pasado.
Cada uno ha llevado su dolor, impotencia. Personalmente, no lo hemos discutido.
He visto que mi hija Liz, su manera de expresar su dolor es por medio de la música,
donde ha manifestado lo que ha sentido. A mi hijo John nunca lo he escuchado,
Dolly tampoco, mi esposo tampoco lo ha hecho. Entonces creo que cada uno
tenemos nuestra individualidad de tristeza dentro de nosotros.
228
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
En el vacío de la pérdida muchas madres se siguen preguntando por qué y qué es lo que
llevó a que fueran llevados, tratando de encontrar una explicación donde frecuentemente
afectan los sentimientos de culpa que tratan de dar sentido a algo que no lo tiene y de lo
que ellas no son responsables.
El dolor es tan grande que no se acabó porque era mi único hijo. El dolor es tan
grande que no se tienen palabras para expresar el dolor de ver que le quitan a uno
sus hijos de la peor manera. A veces me pregunto por qué se tenía que ir de aquí.
A lo mejor buscando nuevos horizontes, por andar, por conocer.
Ya sea la noticia de la muerte, el impacto de ver al hijo muerto o la espera de alguien que
no volverá, son sentimientos expresados por madres, hijas y sobrinas en los siguientes
testimonios. La angustia de contar lo que sucedió y el admitir la realidad de la muerte, son
vivencias de dolor intransmisibles para estas mujeres.
Llegamos al hospital y entró una llamada, que llamara a Norma. Le dije vaya Janeth,
era para avisarle que ya sabían que el hermano estaba muerto. Mi hija entró
llorando, le pregunté “qué le pasaba”. Pensé que era por su hijo, porque ella se
estaba separando, dijo, “no, nada”. Se sentó en un rincón a llorar, yo pasé al control,
cuando íbamos saliendo. Me dijo “mamá, tengo que contarle algo”, me dijo
“tenemos que ir a Medicina Legal”. Entonces yo pensé todo menos eso, me dijo
“mataron a Víctor”. Yo me desgoncé, se me descosieron los puntos. Cuando volví
en sí, estaba en una camilla, estaba una enfermera. Yo llegué, cogí las muletas y
le dije “vamos a Medicina Legal”.
Los momentos de identificación de los restos o fotografías fueron especialmente duros
para las madres y familiares.
Tomamos un taxi y cuando llegamos estaban todos, hasta el papá de ellos. Me
dijeron que “si estaba preparada para lo que iba a ver”, yo dije que “no”, porque
uno como madre nunca iba a estar preparada para ver sus hijos muertos.
Me mostró la foto en el computador, donde aparecía muerto, que lo debíamos ir
a reclamar porque si no lo iban a meter en fosa común. Yo me volví loca, yo me
le iba a botar a un transmilenio [bus de servicio público], decía “por qué a mí”,
“por qué a mi hijo”.
Cuando fuimos a declarar estaban todos los de la Fiscalía de allá, un abogado
y un médico. Luego fuimos a Barbosa, estaba el antropólogo, y me decían que si
estaba segura de lo que iba a ver. Cuando empezaron a sacar el cajón, las piernas
se me doblaban, lo sacaron, me pasó el cráneo, yo me doblé totalmente, yo sabía
que él era mi hijo. No pude reconocer su rostro, ni siquiera pude reconocer su
rostro, esa entrega fue terrible, eran los restos.
Los procesos de duelo son duros y traumáticos en estas muertes. El sin sentido de los
hechos hace que sea muy difícil para las mujeres y sus familiares aceptar la pérdida como
229
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
definitiva, a pesar de contar con las pruebas de las ejecuciones. Esa aceptación supone
una integración de esa pérdida en sus vidas que necesita apoyo y reconocimiento.
Mi nieta a pesar de que era pequeña se acuerda muy bien de él, porque él la
llevaba en hombros al jardín, le compraba las onces para el jardín. La niña se
desaparecía, no la veía, entonces yo la buscaba y la encontraba en la cama de mi
hijo llorando. Ella decía “mami por qué mi tío no vuelve”. Yo dejé de llevarla al
cementerio porque ella le decía que quería que volviera rápido. Ella sabía que él
no sabía leer ni escribir, entonces le decía que estudiaba por los dos para leerle.
Ninguno de nosotros ha aceptado que él no va a volver.
Las hermanas de los jóvenes ejecutados, han acompañado a sus madres no sólo en los
procesos de búsqueda y en las demandas de justicia, sino también en ese dolor. Expresan
las afectaciones de la muerte de sus hermanos en sus vidas y en las de sus madres, pero a
la vez muestran el apoyo incondicional que ha significado contar con una madre.
Me da mal genio no poderme despedir de él. No me interesó cómo estaba, yo
lo quería ver. Hace mucha falta, él era de corazón muy sensible. Ayudaba a las
personas que lo necesitaban, él era contento cuando hacia el bien. Él era chivito,
loquito, hacia muchos chistes.
Yo pensé que mi mamá se iba a morir, ella decía que no quería vivir más y a mí
me dolía cuando decía eso. No porque él fuera el preferido, porque mi mamá ha
hecho por nosotras tantas cosas… Yo prefiero estar alejada, porque mi mamá cree
que no nos afecta. A él tocaba ponerle más atención por su problema. Yo le cuento
todo a mi mamá y ella me aconseja. Entonces después de que sucedió lo de mi
hermano cambió todo, porque ella no entiende que a mí también me duele.
¡Terrible! Porque criarnos a nosotras a pesar de que teníamos nuestro papá. Se
hizo cargo de nosotras como papá y mamá, nos sacó adelante. Siempre ha estado
ahí. Le ha dado muy duro. Nosotras al inicio teníamos el entusiasmo de que
volviera. A veces golpeamos como él golpeaba, me duele. Me afecta muchísimo,
cuando a mi mamá le dio la parálisis estábamos ahí. Ella ha estado en las buenas
y en las malas. Ha sido una mujer muy guerrera, pero me duele que siempre diga
que “yo me voy ahorita y no sé si vuelva”. Cuando se demora, yo no puedo ni
dormir, hasta que no llega no descanso.
A su vez, las madres reconocen el papel de sus hijas, las hermanas de los jóvenes ejecutados,
como un apoyo para ellas y para toda la familia, aunque el proceso de duelo ha sido
muy difícil para ellas.
Cuando yo estaba en Europa, Dolly estuvo en todo, el apoyo de Liz, la composición
de la canción de ella. Nos fortalecemos como madres e hijas, nosotras no
podemos dejar de lado recordarlo a él. En la casa se hacían unos espacios de
recocha, y hace falta. Las fotos de él están por todo lado. De ver que me apoyan,
porque mi esposo no quiere. Yo digo eso de que me voy pero no sé si vuelva pero
230
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
para fortalecerlas para que continúen con la lucha de su hermano, para que no
duden ni un instante de quienes son los causantes de todo esto. Las hijas de todas
nosotras quieren mostrarse como fuertes, ellas me dan muchos ánimos, pero prefieren
llorar en silencio, a escondidas.
Las relaciones de las madres con los hijos sobrevivientes o con los nietos, o los hijos
de los padres asesinados, no son las mismas. Las mujeres refirieron cómo esos lazos se
habían estrechado, son mucho más fuertes, pero tanto hermanos como hijos extrañan la
presencia de sus hermanos y padres.
William se fue a prestar el servicio militar, ya hace cuatro años está conmigo.
Me la he pasado con él, los regaño duro, porque toca. Se han apegado más a mí
después de la muerte de mis otros hijos. Las muchachas también. Ser mamá ahora
de esos otros niños [de sus nietos], es una responsabilidad grande. Las hijas de
Norma, querían mucho a sus tíos, se criaron prácticamente como si fueran hermanos…
Los niños quedaron huérfanos, ha sido para ellos muy duro, porque si
no hubieran tenido una familia responsable estarían en el Bienestar Familiar. Ven
las fotos y se ponen a llorar. El papá les hace mucha falta, porque los niños sufren
sin su papá y además sin su mamá. Él adoraba sus hijos, eran la luz de sus ojos,
no permitía que le tocaran sus hijos.
También el duelo en los niños y niñas ha sido muy traumático en las familias. Los niños y
niñas necesitan tener una explicación a su nivel y dar sentido a los hechos, aunque el impacto
de la pérdida para muchos de ellos ha seguido siendo importante, con sentimientos
de tristeza y rabia frente a los perpetradores o a los militares en general.
Yo casi no veo, los ánimos se han caído. Aun así trato de irradiar alegría. Dos de
mis nietos todavía tienen imagen de su tío, muy poco, pero uno dice “¿madrecita
cuándo viene chivito?”. Dice mami “¿por qué mataron a chivito, quién lo mato,
la policía?”, yo digo: “el ejército”. La niña pequeñita, él se la pasaba con ella
y le hacía piruetas. Ella estaba en el colegio y estaba súper ida y decía que a su
tío lo habían matado a piedra. Un día veníamos de llevar el almuerzo, vimos a un
soldado, y el niño empezó a decirle “¿por qué mato a mi tío chivito?”. Las criaturitas
quedan con resentimientos, con tristezas.
Las afectaciones físicas y psicológicas son evidentes en las madres. Muchas de ellas han
seguido padeciendo problemas de salud como hipertensión arterial, baja de peso, insomnio
o pérdida de ganas de vivir, son algunos de los síntomas depresivos durante largo
tiempo. La imposibilidad de desprenderse de los objetos o el mantenimiento de la habitación
o sus cosas como si nada hubiera pasado muestra en algunos casos esa dificultad
de elaboración del duelo, con reacciones de negación que por otra parte son parte de ese
proceso de ir asimilando los hechos.
Yo no podía dormir, me la pasaba en el cementerio. Me puse muy flaca, de la
talla 12 quede en talla 8. Terrible porque yo esperaba en cualquier momento que
231
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
el chiflara, como un turpial, yo espero que él llegue. Uno todavía no lo asimila.
Yo tengo los muñecos de mis hijos en la pieza, los muñecos que le regalaban las
niñas amiguitas. Los tengo en la pieza donde vivo, no boto nada, no regalo nada,
los afiches. Yo hago de cuenta que están en un viaje. Me afectó la tensión también.
Las secuelas en la salud y el malestar psicológico han llevado a varios familiares a situaciones
extremas de desamparo o incluso problemas graves de salud con resultado de
muerte.
Se me alteró la tensión, estoy tomando droga para todo, me llevaron de urgencias
porque sentía que la cara se me estaba adormeciendo. Yo no dormía, no comía.
Yo tenía un hermano, mi hermano mayor Luis, nunca tuvo esposa, duró un tiempo
viviendo con nosotros, me ayudó a criar a mis hijos, entonces para él mis hijos
eran sus hijos. Cuando le conté que el ejército había asesinado a mi hijo, él entró
en coma y murió a los dos meses de haber encontrado a mi hijo. Se murió de pena
moral. Nos ha dañado a todos psicológicamente de una u otra forma.
He estado en el psiquiatra y en el psicólogo. Me ha afectado en los huesos, anímicamente
vuelta nada. Al menos a ellas les quedaron hijos para poder abrazar, a
mí nadie me da un abrazo. En el apartamento permanezco sola, sé que nadie me
va abrazar ni siquiera el día de la madre. Dios no me dio más hijos, me hubiera
dejado al menos un nieto, pero nada. Físicamente lo vuelve nada, solo me queda
un oso que me dio para un cumpleaños, es lo único.
Sin embargo, las mujeres refirieron también cómo el proceso de investigación judicial ha
sido una fuente de estrés y nuevos impactos psicológicos. El proceso penal ha generado
nuevos impactos en las mujeres. Las mujeres compartieron cómo los mismos sindicados,
en ocasiones son la anuencia de las autoridades judiciales, no han respetado el dolor de
las madres.
En las audiencias que estamos en frente de los militares, en distancia de menos
de un metro, si van a proyectar un video cómo hicieron las cosas, es frente a frente,
mirándonos y riendo. Yo digo que el mismo juzgado, ¿cómo va a hacer esas arbitrariedades?
Es un irrespeto, porque las madres de Soacha somos víctimas y
revictimizadas.
Frente al dolor y la revictimización de que han sido objeto, las madres reivindican una
identidad positiva de sus hijos, recordando esas memorias que les hacen sobreponerse al
dolor. Sus actividades, sus gustos, sus valores, son recuerdos que les dan fortalezas a las
madres para enfrentar su ausencia.
A Jaime le decía cariñosamente chivito. Él era desde pequeñito inquieto, siempre
hacia papeles en el colegio, de zapatero, de pollo. Nos fuimos a Boyacá y él aprendió
el oficio de campo, cantaba en la escuela, luego en el pueblo… Ya después nos
vinimos a Bogotá, a Soacha. Estudió en Compartir, con uniforme rojo, ahí hizo
232
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
otras presentaciones. Luego dijo que ya no iba a estudiar, porque veía que en la
casa había mucha necesidad, que había muchas cosas que faltaban, que él se salía
de estudiar para trabajar, para que las hermanas estudien. Él quería ser cantante
y médico veterinario, siempre me pedía permiso, me decía que si podía ir. Estaba
trabajando cuando pasó eso.
Hacer del dolor un lazo colectivo
Las mujeres madres y hermanas de los “falsos positivos” de Soacha, afrontaron de diversas
maneras los sucesos que se desataron luego de la desaparición y ejecución de sus hijos
y hermanos. Las mujeres identificaron como básico la fuerza de la organización colectiva
y la necesidad de aliarse entre todas las madres afectadas por los mismos hechos, permitiéndoles
reconocer que el dolor por las que cada una de las mujeres estaba pasando era
similar. Primó la solidaridad, o lo que en términos feministas se conoce como sororidad,
es decir, la hermandad entre ellas por el hecho de ser mujeres, lo que las llevó a apoyarse
mutuamente y generar estrategias colectivas tanto en lo político como en lo jurídico.
La mayoría de las mamitas somos cabezas de hogar, no se dio de un día para
otro, fue planeado. Vieron que eran jóvenes solo con la madre, que pensaban que
no iban a hacer nada. Por ejemplo, en la Fiscalía no nos recibían la denuncia,
pero cuando nos unimos con las otras madres, empezamos. Decían que no nos
iban a escuchar, lo más terrible es que les salió el tiro por la culata… pensaron
que esta gente de bajos recursos no iba a denunciar, o simplemente que se iban a
quedar sentadas, y que nunca iban a buscar a sus hijos. Se equivocaron y nosotras
inconscientemente disparamos la denuncia amplia a nivel nacional e internacional,
visibilizando lo que estaba sucediendo no solo en Soacha sino en todas las
regiones del país.
Los hostigamientos contra ellas y sus familiares, han hecho que las madres asuman la
lucha por la verdad y la justicia sin involucrar otros miembros de la familia. Los costos
han sido tan altos, incluso una de ellas perdió a otro hijo por investigar lo ocurrido a su
hermano, que prefieren asumir esta tarea de manera personal y así evitar más represalias
contra sus familias.
Nosotras hemos enfrentado esta lucha porque en realidad la mayoría somos mujeres
cabeza de hogar, muy poquitas tienen sus compañeros. En mi caso yo no meto
a mis hijos, porque casualmente por el caso de un hijo, Víctor Fernando, me mataron
otro a los cinco meses. Por eso yo evito llevarlos a reuniones o eventos, porque
mi hijo Jhon fue conmigo a traer al cuerpo del hermano y por eso lo mataron.
Por eso voy sola a todo. En el caso de Luz Marina ya tiene a otro hijo amenazado.
Nosotras somos las que estamos luchando por todo, es mejor uno solo.
Cuando se hizo público el caso de lo que llamaron “falsos positivos” de Soacha, la exigencia
del esclarecimiento de los hechos llevó a las mujeres a iniciar acciones no solo
233
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
legales sino también políticas, que tuvieron el acompañamiento de varias organizaciones
no gubernamentales.
Eso nos llevó a exigir explicaciones de por qué decían esas cosas. Los medios
de comunicación empiezan a distorsionar lo que había pasado. El MOVICE se
acerca a las madres de Soacha y empieza a invitarnos al movimiento. Se acerca
ANDAS, se acerca Claretianos, MINGA, a apoyar a las madres de Soacha. Donde
la primera invitación o la primera denuncia amplia de ejecución extrajudicial, se
hace el 6 de Marzo de 2009. Se hizo una marcha con todas las víctimas a nivel
nacional, por la calle 26, se exhibieron las fotografías de todas las víctimas.
Las estrategias de aliarse con otras organizaciones fortaleció sin lugar a dudas el proceso
social de las madres de Soacha, pues estas articulaciones fomentaron la confianza y la
seguridad entre ellas e impulsaron otras actividades de denuncia, en la que señalan como
responsables de las posibles represalias a agentes del Estado y ven en esta visibilización
la protección de la conciencia colectiva.
La protección se da entre nosotras, la hemos forjado, dejando precedentes, que
si nos pasa algo a nuestras familias, señalamos al Estado, al gobierno colombiano…
Amnistía Internacional nos dio la oportunidad de denunciar a nivel internacional,
en España, Alemania, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Irlanda y Estados
Unidos y dejar el precedente de que si nos pasaba algo eran ellos.
Las mujeres buscan diversas maneras de encarar su dolor. Además de las estrategias de
articulación y de apoyo mutuo, el afrontamiento también lo han construido desde el arte.
En este caso, primero la madre y luego la hija, relatan cómo la música ha sido el vehículo
utilizado para expresar o simbolizar la pérdida del hermano.
Mi hija Liz compone una canción para su hermano Leonardo, de denuncia, de seis
minutos, y empiezo yo a comunicarle al MOVICE. Ellos la apoyan, la preparan
para una denuncia amplia en Rap al Parque, el 18 de Octubre de 2009, donde
se hace homenaje a las víctimas de Soacha. El 19 mi hijo Jhon Smith empieza a
ser amenazado, creo que en una forma de presión que me inician a mí por estar
hablando. Las amenazas continúan.
Yo prefiero recordarlo como era… Mi única forma ha sido por medio de canciones,
escribiendo, cantando y en eso estoy. Yo no he superado lo de mi hermano, para mí
no se ha muerto. Mi novio se parece a mi hermano, por eso estoy muy apegado a él.
Es que a él lo han acogido de manera tan bonita porque se parece a mi hermano.
El siguiente listado en doce puntos realizado por una de las madres, sintetiza el grado de claridad
y empoderamiento que ellas han adquirido en esta batalla por esclarecer lo sucedido.
Nosotras las madres somos las que más sufrimos, porque no parimos hijos para la
guerra. Un hijo es lo más hermoso que Dios nos pudo dar a nosotras las mujeres:
234
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
1. Desaparición forzada, porque se los llevan obligados, algunos drogados. 2. Indocumentados.
3. Asesinados. 4. Se les roba la identidad y su rostro, metiéndolos
en fosas comunes como N.N. 5. Señalados como delincuentes, prácticamente por
un Presidente de la Republica que no tiene la delicadeza de averiguar quiénes son
nuestros hijos. 6. Somos amenazadas por exigir verdad, justicia y no repetición
de estos hechos. 7. Somos burla de los militares en las audiencias. 8. Los militares
son apoyados por los abogados, con grandes dilaciones y todos quedaron en
libertad. 9. Destruyen la vida familiar, acabando con sueños, proyectos, tranquilidad.
10. El Estado colombiano o el gobierno no está dispuesto a asumir, solo
piensa en la impunidad. 11. Las madres de Soacha empezaron a morir sin saber
lo qué pasó con sus hijos. 12. Nos han impuesto el fuero penal militar que blinda
a los militares. Por todos estos doce puntos vale la pena luchar.
Verdad y justicia como reparación
Frente a todo este panorama, las mujeres tienen claridad sobre sus demandas de reparación
pero desconfían que el gobierno pueda satisfacerlas.
Se lucha visibilizando, exigiendo verdad, justicia y no repetición de los hechos.
Vemos que en el gobierno de Juan Manuel Santos ya se han dado nuevos falsos
positivos. No hay garantías. Esas ministeriales no se hacen públicas.
Las madres demandan sobre todo justicia, una justicia que castigue a los responsables,
no una justicia que les otorgue beneficios y mucho menos una justicia militar. Además
frente a las atrocidades cometidas, señalan que los responsables deben arrepentirse y
pedir perdón.
Se deben visibilizar las otras víctimas como nosotras. Hacer manifestaciones
grandes para exigir, para tener reconfortación, para que esos que mandaron, que
firmaron paguen… Más que miles de millones, que los metan presos que se les
obligue a pedir perdón públicamente. No se puede reparar mucho de lo que pude
vivir con mis hijos vivos.
Que los casos los lleven a la justicia ordinaria, que se arrepientan, que pasen el
resto de su vida en cárceles ordinarias.
Varias de las madres señalan claramente que en estos casos no puede aplicarse la jurisdicción
militar dado que se trata de crímenes atroces. Contrastan su dolor y sufrimiento con
el trato otorgado por otros sectores del Estado a los culpables, y la diferente atención de
que han sido objeto las víctimas respecto los perpetradores. Es esta diferencia y agravio
el que genera más malestar y sentimiento de injusticia.
Que paguen en cárceles ordinarias, no en guarniciones militares, incluso uno de
los que mataron a mi hijo ya se pensionó y los otros están cotizando pensión y
aspirando ascenso. Esa es la justicia, somos víctimas y revictimizadas.
235
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Cuando los militares que asesinaron a mi hijo salieron en libertad, el General
Padilla hizo una fiesta, les hicieron peluquería a los militares, fueron a spa, luego
a atención psicosocial. ¿Acaso los hijos, los niños hijos de los asesinados han
sido atendidos psicológicamente, han sido atendidos por el Estado? No, nosotras
tampoco. Las madres de estos militares disque nos iban a denunciar por haber
sacado medida de aseguramiento para sus hijos. ¿Qué hubiera pasado si las cosas
hubieran sido al contrario, sería que se iban a quedar sentadas sin reclamar?
Las madres exigen como una medida de satisfacción que el Estado asuma su responsabilidad
y reconozca lo que hizo.
Que el Estado asuma su responsabilidad. Digan que no eran guerrilleros, violadores,
extorsionistas. Que digan que se equivocaron. Reconozcan el error y el
daño de las familias y de los jóvenes. Pero está muy lejos de alcanzar a no ser que
las victimas nos uniéramos en una sola voz.
También señalan la importancia de medidas de reparación colectiva que beneficien a todos
los habitantes del municipio, y en el que se reconozca el nombre de las víctimas.
Esta forma de dar un sentido colectivo al dolor a través de una reparación con un efecto
positivo en su medio social, fue señalada por varias mujeres en el grupo focal.
En el tema de reparación, a mi punto de vista, no solo se debe dar a las madres,
sino a toda la comunidad, al barrio. Tenemos que ser conscientes de que ellos
eran de una comunidad, donde compartían. A mi barrio llegamos donde él tenía
seis años, él ayudo a pavimentar el barrio, a la gente que reestructuró las casas,
era una persona muy sociable. Por eso la reparación no es solo familiar sino comunitaria.
Soacha necesita muchas cosas, un hospital, un colegio, una universidad,
con su nombre, a nombre de nuestros hijos, que les arrebataron la vida. Unas
comunidades que los extrañan.
Aunque algunas de las madres han tenido la oportunidad de vivir en otros países, y a pesar
de las constantes amenazas, manifiestan la importancia de quedarse a luchar, por ellas y
por sus hijos, por la búsqueda de justicia.
Pasé papeles para irme a Canadá, pero no me aceptaron los papeles, y doy gracias
por quedarme a luchar. Luego me llamaron de la embajada pero no fui, porque
voy a seguir luchando, a seguir adelante para que se haga justicia a mí y a
otras madres, a las víctimas.
En los casi cinco años transcurridos desde el hallazgo de los cadáveres de sus hijos, las
madres de Soacha no han hecho otra cosa que denunciar el manto de impunidad que
cubre los casos, tanto por la muerte de sus hijos como por las amenazas contra ellas y
sus familiares. Además de la falta de rigurosidad y la poca efectividad con la que se han
adelantado las investigaciones y los juicios de los militares que, según la Fiscalía, serían
los responsables de las ejecuciones extrajudiciales.
236
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Ha primado la impunidad pues hasta el momento de la reconstrucción de los casos (agosto
de 2013) sólo se habían adelantando algunas investigaciones internas del Ejército Nacional
que llevaron a los altos mandos y al Gobierno Nacional a instaurar procesos judiciales
contra algunos de sus miembros que habían sido reconocidos como culpables para
que pudieran ser juzgados.
El 30 de octubre de 2008 fueron destituidos por falsos positivos 27 oficiales del
Ejército, entre ellos 3 generales y 7 coroneles En el 2009 fueron imputados por
cargos un Mayor, un cabo y tres soldados profesionales.38
“En julio de 2009 el juzgado tercero penal especializado del circuito de Bucaramanga
condenó a ocho militares a las siguientes sentencias: Teniente coronel Wilson
Javier Castro Muñoz, comandante del Batallón Rafael Reyes ( 54 años de prisión);
Teniente Villani Realpe (55 años de prisión); Sargento José Eduardo Ñiámpira
Benavides (55 años de prisión); – Soldado Guillermo Pacheco Anzola (29 años de
prisión); Soldado Juan Carlos Álvarez (54 años de prisión); Soldado Nelson Ospina
Tavarel (28 años de prisión); Venancio Puente Guapacha (28 años de prisión)
-Soldado Germán Augusto Oliveros (28 años de prisión)”39.
El 30 de julio de 2013,40 el Tribunal Superior de Cundinamarca emitió fallo histórico considerando
los falsos positivos como delito de lesa humanidad. El fallo se refirió al caso de
Faír Leonardo Porras Bernal. El fallo admitió que en el caso de los jóvenes de Soacha se
dieron los delitos de concierto para delinquir y desaparición forzada. La decisión, de segunda
instancia, aumentó las penas de 35 a 55 años de prisión y condenó al mayor Marco
Wilson Quijano, el teniente Diego Aldaír Vargas, el cabo Carlos Manuel González y los
soldados Richard Contreras Aguilar, Carlos Antonio Zapata Roldán y Ricardo Corzo por
los delitos de concierto para delinquir y desaparición forzada, de los cuales habían sido
absueltos en primera instancia.
Esas sentencias han sido históricas en medio de la impunidad en que se han mantenido
los casos. Son el resultado del proceso de lucha de estas madres y de su resistencia frente
a las amenazas, el miedo y la muerte. Y muestran el camino de la justicia como parte de
la lucha contra la impunidad, la reparación a las víctimas y la prevención de estos casos
en el futuro.
38 “Primer Semestre de 2009: De los ‘Falsos Positivos’ a la Intolerancia Social y las Amenazas Colectivas”,
2009 CINEP – Centro de Investigación y Educación Popular.
39 www.fiscalia.gov.co “Condenados por militares por desaparición forzada y homicidio agravado” http://
www.fiscalia.gov.co/colombia/noticias/condenados-militares-por-desaparicion-forzada-y-homicidio-agravado/,
en línea agosto de 2012.
40 http://www.elespectador.com/noticias/nacional/aun-hay-muchas-batallas-ganar-madre-de-falso-positivoarticulo-
438490
237
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
Bolívar
Mujeres resistentes del corregimiento
de San José del Playón
Uno sabía que estaba vivo cuando amanecía y podíamos despertar. De seis a siete
de la mañana que uno se levantaba y se tocaba así (señas tocándose el cuerpo), y
se abrazaba y decía: “estamos vivos”. Cuando nos levantábamos y alguien pasaba
y gritaba “¿cómo están?”, decíamos “estamos vivos”.
Vivir en medio del conflicto
El corregimiento de San José de Playón, del municipio de María la Baja del departamento
de Bolívar, colinda con el municipio de San Onofre, departamento de Sucre y por varias
décadas ha sido un corredor estratégico para las diferentes partes del conflicto armado
colombiano. Los habitantes de este corregimiento sobre todo desde 1989 han vivido en
medio de actores legales e ilegales. La presencia de la guerrilla y los paramilitares, pero
también del ejército, ha sometido a las mujeres y sus familias a los diferentes vaivenes
de la confrontación armada. Los contextos y por ende los modus operandi no han sido
idénticos en los últimos 25 años y las mujeres identifican distintos momentos dependiendo
del control que ejerza uno u otro actor armado y que como la población civil siempre
estaba en medio de ellos.
La guerra se sufrió con los tres grupos, el EPL, el ELN y las FARC. Esos fueron
los grupos que en esos momentos comandaban en esta zona. Ellos se iban retirando
cuando iba llegando el más poderoso. Se iba otro, o sea, que el menos fuerte se
iba retirando cuando llegaba uno más fuerte que él. El último grupo fue las FARC
que quedó comandando toda esta zona.
Aquí hubo varios grupos. Bueno, desde allí empezamos a sufrir porque siempre
paraban esos grupos por allí. Entonces el ejército se metía y quería culpar a los
campesinos, porque decían que nosotros compartíamos con ellos. Pero la verdad
es que tristemente éramos unos campesinos y no teníamos que ver con el que pasara
o dejara de pasar por allí.
La ubicación estratégica del corregimiento explica en buena parte la situación y el interés
de los diferentes grupos armados por tener una presencia constante en la zona.
La situación geográfica de San José de Playón es un punto clave para esos grupos
al margen de la ley para lograr ocultarse. Porque esto tiene acceso por vía
marítima y terrestre, y usted sabe que ellos buscan siempre sus montañas de aquel
lado de Mesa. Entonces este es el punto más estratégico para esconderse de los
soldados. Se puede decir que este es un punto estratégico para la circulación
238
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
de los actores, porque podían irse para la montaña o salir para el mar. Cuando
traían los camiones de ganado, por aquí pasaban a los secuestrados por aquí por
Playón y por la vía de Matuya. Eso supuso a Playón ser considerada como una
zona roja con la guerrilla y entonces nos miraban desde ese punto de vista, los
mismos militares nos veían como auxiliares de la guerrilla. Unos auxiliares involuntarios.
Por eso estuvieron varios grupos armados: el ELN primero, después el
EPL y por último las FARC.
Los habitantes de San José del Playón han soportado los embates de las distintas partes
del conflicto. Una mujer describe cómo esos diferentes grupos armados no estatales han
recurrido a la violencia.
La guerra aquí la estamos viviendo hacen 26 años. Empezamos con la guerrilla,
primero con un grupo que se llamó el ELN. Después el ELN se retiró y llegó las
FARC. Desde allí empezamos a sufrir y con todo nos quedamos allá en el monte,
pasando muchas luchas. Ya en 1999 empezaron los paramilitares a hacer masacres,
no en la misma vereda donde nosotros vivíamos, pero sí muy cercano. Entonces
en el 2000 nos tocó desplazarnos hacia acá y siguieron sucediendo tantos
casos acá que salimos de un mal prácticamente para otro, porque acá también
eran las cosas peores.
Se identifican los asesinatos y los secuestros como principales hechos perpetrados por
las organizaciones guerrilleras. El primer testimonio hace referencia a dos asesinatos cometidos
por el EPL y los dos siguientes testimonios a dos secuestros perpetrados por las
FARC, en los cuales los secuestrados obtuvieron su libertad luego del pago de una suma
de dinero.
En el 89 vi morir a los maridos de mis dos hermanas, a ellas les mataron sus
esposos. La una tenía cinco hijos, la otra tenía cuatro. Los mató la guerrilla del
EPL. Mataron a mis dos cuñados, los maridos de mis dos hermanas, a cada una la
dejaron viuda. Ellos eran hermanos, mis dos hermanas vivían con dos hermanos.
Después secuestraron a un familiar, de aquí mismo de la comunidad. Eso fue,
hace más o menos 19 años, por ahí en el 92. Incluso lo pasaron por la zona donde
nosotros estábamos viviendo. Porque como esa era una zona montañosa… Lo
secuestraron las FARC, por plata. El secuestro terminó en que pagaron la vacuna
y lo soltaron.
También secuestraron a mi suegro, le robaron 106 reses. Incluso ahí se fueron
unas mías, que fue cuando empezaron a robárseme lo que tenía. Esto fue en el 96.
A él lo secuestró la guerrilla, sí las FARC que era la que estaba en esa zona. El secuestro
terminó en que tuvieron que pagar 70 millones de pesos para poderlo soltar,
más el ganado que se le llevaron que fueron 106 reses. Después continuaron
con las vacunas. O sea que después de lo del secuestro tenían que seguir dando
hasta que lo dejaron, mejor dicho, limpio después de tener tanto.
239
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
La violencia se incrementa con la presencia de diferentes mandos de los grupos paramilitares.
Una masacre ocurrida en el año 1999 y el consecuente desplazamiento
forzado de la población civil fue un hecho determinante en la pugna por el control de
este corregimiento.
Del 18 de agosto al 29 fueron las masacres. El 18 de agosto de 1999 fue la primera
masacre que hubo aquí en Playón por parte de los paramilitares. El 18 mataron al
señor Joaquín, mataron a tres de los cachacos y a un señor que se llevaron de Meza
y el del teléfono, fueron cinco en total. Fueron seis personas muertas ese día, porque
allí entró una mujer embarazada que también mataron. A la mujer no sabemos por
qué la mataron. A los otros, ellos dijeron que era porque le vendían a la guerrilla.
En el 99 fue el peor año que vivimos por aquí. Fue la primera masacre que hubo
aquí y el desplazamiento masivo, el primero. Aquí pasamos de todo. Aquí empezaron
los paramilitares. Entraron, mataron, quemaron tiendas, hicieron todo…
Ellos se identificaron, no con nombres pero si con apodos. Estaba por ejemplo
Camarón… En el 99 el comandante que se identificó aquí fue Juancho Dique…
Estaba Cadena, que era el que comandaba toda esta zona. Entre ellos mismos
había una rivalidad para ver el que lograra entrar primero, porque Playón era
dizque zona de guerrilla, era zona roja, pues el grupo que se atreviera a entrar a
Playón y tomarse a Playón era el grande. Él se atrevió e hizo lo que hizo y ganó
su comandancia…
Los grupos paramilitares sembraron el terror en la población y no tenían contemplación
por la especial situación de las víctimas. La muerte de esta mujer embarazada subraya la
sevicia de los actos realizados por esta organización:
Ella se llamaba Esther. Estaba embarazada y le sacaron el bebé. La rajaron y le
sacaron el bebé… así viva y después la mataron. También fueron los paramilitares…
Las disputas por el territorio entre los distintos grupos armados no estatales, se traducían
en más violencia. Como lo resalta el siguiente testimonio, se desata una competencia
entre las diferentes organizaciones armadas.
El 24 de agosto mataron dos. Esa fue la guerrilla. O sea, ellos estaban era como
compitiendo, tú me matas tantos y yo te mato tantos a ti. Esos dos muertos eran
dos hermanos. Eso fue como una retaliación… Fueron tres seguidas. La otra fue
el 28 de agosto… y el 3 de septiembre fue que mataron a un muchacho, lo mataron
los paracos. A todos ellos los mataron porque según ellos eran colaboradores de
la guerrilla, pero ellos nunca fueron colaboradores. Desde que empezaron los
paramilitares no dejaron de entrar nunca a Playón.
Las muertes de los pobladores por parte de los grupos guerrilleros y paramilitares, hizo
que la mayoría de los habitantes del corregimiento se desplazara para otros municipios y
San José del Playón quedó prácticamente abandonado.
240
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Aquí la gente empezó a desplazarse el 24 de agosto con la segunda masacre.
Como el 90% de la población se fue, quedamos muy poquiticos… Se desplazaron
para Cartagena, María la Baja, Sincelejo. Para donde tenían algunos
familiares, para allá se iban. Eso fue masivo, porque el gota a gota seguía allí.
En mi caso, yo mandé a todos mis hijos y me quedé. Se quedó mi compañero y
yo. Mandé a mis hijos y luego los rescaté cuando ya las cosas se calmaron. Yo
me quedé sola.
Se fueron más que los que nos quedamos. Si no estoy mal, aproximadamente como
unos 3.000 habitantes. Había casas que tenían tres familias. Cuando se fueron
quedamos poquiticos. Era un pueblo fantasma. En cada barrio quedaban dos o
tres y peor porque nos dejaron ocho días sin luz. Cuando ya iban empezando,
cuando querían ser las seis de la tarde, uno sentía un silencio, un temor, que se
sentía el ambiente así, pesado. Desde las dos de la tarde hasta los perros se callaban.
No se oían ni cantar los pajaritos. Esto estaba solo.
Un número importante de esas personas desplazadas de manera forzada no regresó al
corregimiento y más bien al contario, de manera paradójica, se ha venido repoblando con
desplazados de otros lugares cercanos.
La gente que se fue realmente no ha regresado. El pueblo está lleno de desplazados.
Nosotros llegamos en 2001. En 2000 comenzaron a llegar. Son de veredas
cerquitas, veredas que quedan a una hora, dos horas. Aquí no han regresado,
poquitos son los que han regresado.
Las mujeres subrayan que son muchos los muertos provocados por el conflicto armado.
Se sienten todavía intimidadas y cohibidas para denunciar esos hechos y para identificar
posibles lugares donde presumiblemente están enterradas más de una víctima.
Los que se desaparecían los mataban. Los encontraban después muertos. Por
aquí mismo tenemos fosas comunes. Ninguno de nosotros nos hemos atrevido a
hacer una denuncia de donde están esas fosas comunes por el temor. Porque a
pesar de tantos años aún no nos atrevemos. Ellos están presos pero desde allá
mismo comandan y por eso el temor de nosotras a hablar abiertamente. Esto es
poquito para lo que nosotros tenemos que decir y lo que hemos pasado porque la
historia simplemente se conoce a poquito… Ni siquiera alcanzamos a decirla toda
porque el llanto, el dolor no nos deja. O sea, tenemos que hablar como a medias
porque… eso fue muy grande. Yo le digo a ustedes que si me pongo a escribir esa
historia me gastaría toda una libreta y no termino.
Las disputas por el territorio se trasladaban también por el control de la población. Cualquier
actor armado acusaba a una persona por pertenecer o por colaborar con el bando
contrario. Hasta la fuerza pública hacía este tipo de imputaciones.
241
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
El ejército aquí siempre acusaba a uno de guerrillero por el simple hecho de que
la guerrilla venía aquí. Nosotros éramos de aquí y decían “casi siempre ustedes
no dicen nada porque ustedes también son unos guerrilleros”… Como mi mamá
vendía pescado llegaba y decían que les fritaran arencas. Doscientas, trecientas
arencas y nosotros decíamos que no íbamos a fritar nada. Nos decían “a nosotros
no nos las fritan, a la guerrilla sí”…
La instalación de retenes por las partes en conflicto no solo se ejercía para vigilar la circulación
de los habitantes sino para controlar el ingreso de alimentos al corregimiento. Una
acusación recurrente era que los víveres eran para alguno de los actores armados.
Yo venía aquí a Playón. Cuando iba, cogían, me revisaban para ver qué llevaba.
Si llevaba más de una libra de sal, “usted no tiene por qué llevar más de una
libra”. Revisaban las compritas que llevábamos. Cuando íbamos subiendo los
paramilitares nos revisaban. Teníamos que llevar solamente lo que íbamos a consumir
en la semana, pero de poquitico, porque si llevábamos algo más éramos
colaboradores de la guerrilla.
Subíamos a pasar hambre allá, porque al no dejarnos llevar lo que nosotros necesitábamos,
lo que íbamos era a pasar hambre… Sobrevivimos así como he hecho
aquí, con una troja para poder consumir las verduras y eso porque no podíamos
llevar nada.
Además del control de víveres, los paramilitares usaban técnicas de control social de la
población, imponiendo castigos a los que no cumplían sus órdenes. La justicia privada era
impuesta incluso a costa de la vida de muchas personas.
A las mujeres que se ponían a pelear las ponían a barrer todas las calles. Desde
las de arriba hasta las de abajo, y los maridos recogiendo la basura. Le decían a
los peladitos: “búrlense de ellas, búrlense”. Era castigo por pelear o por cuento
[chisme]… Muchos se acostumbraron a buscarlos para ponerles quejas… Cuando
robaban, por ejemplo un gajo de plátano y otras cosas, ellos tomaban las
medidas. Hasta llegaron a matar a algunas personas, ¡cuántos no mataron por
aquí! Por mala información. Cogía el que le daba la gana y si le tenía rabia al
otro ¡pá! le daba.
Los impactos nunca vistos
Aquí pasaron muchas cosas terribles, primero que aquí nunca se había visto que
a ninguna mujer la violaran en su propia casa, y aquí eso llegó a ocurrir. Aquí
nunca se había visto que a una persona que llegara en la madrugada por muy embriagada
que llegara la atracaran. Entonces estamos viendo cosas que nosotros
en esta comunidad nunca habíamos visto.
242
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La violencia perpetrada en San José del Playón producto del conflicto armado no solo ha
afectado el corregimiento sino de manera particular a sus habitantes. La dinámica cotidiana
de las mujeres se ha visto trastocada por el miedo. Muchas de ellas viven en temor
constante ante las personas desconocidas o ante quien porte un arma.
Dolor de cabeza. Temor a tanta soledad que se vivió aquí y tanta violencia y he
quedado con miedo a toda persona extraña. Yo cuando veo una persona extraña
ya estoy siendo cobarde, con temor.
Hasta este momento yo les tengo miedo a todas las personas que portan armas. Es
muy difícil hablar con un soldado. Yo puedo hablar con él pero siento ese dolor.
Toda persona con arma, sea soldado, sea policía, le tengo miedo.
Incluso el miedo también ha originado graves afectaciones a la salud de las mujeres.
Desde abortos hasta la hipertensión, las situaciones de tensión extrema están en el origen
atribuido al miedo.
Muchas mujeres, unas que estaban embarazadas, abortaron, malparieron por el susto.
Yo no sé cómo sobrevivimos, porque no había donde comprar nada. Ni podíamos
salir porque teníamos mucho miedo, porque era terrible. Quedar en que no había
nadie, sino perros y miedo. Toda la gente tenía miedo. La gente no dormía. Playón
está compuesto por puros hipertensos. Aquí la gente está joven y ya es hipertensa.
Fue tanto susto, tanta retención que el miedo le hizo a la gente, que hoy estemos
casi todos enfermos de lo mismo.
Uno de los aspectos donde más se traducen los impactos de la violencia es en la salud
física de las mujeres. Nervios, dolores en diferentes partes del cuerpo, “subidas del azúcar”,
calambres, falta de sueño, son algunos de los síntomas a que hacen referencia los
siguientes testimonios.
Imagínese soy una persona con azúcar, que ni me puedo alegrar ni me puedo
asustar porque se me dispara el azúcar en 300 y 370. A raíz de eso también quedé
sufriendo de los nervios que cualquier golpe que escucho ya tengo que ir al baño
porque creo que ya están matando a alguien [sollozos].
Se me sube la presión cuando me asusto y dolores en todo el cuerpo. Siento que
las caderas se me quieren como abrir.
Siento un dolor en los pulmones, cuando cojo susto. Cuando me llaman por celular
ya yo me imagino algo malo. Me aprieto, me da escalofríos y unas dolencias
en todo el cuerpo, en las caderas. Ese calambre que yo siento a veces que tengo
que poner el pie en el suelo para que se me quite.
El hijo mayor mío decía: “ya viene la tarde mami”. La noche era la cruel, donde
todos teníamos pesadillas. Uno no dormía nada. Eran las noches extensas.
243
La dimensión colectiva de la violencia contra las mujeres
También los efectos psicológicos son obvios en estos escenarios de violencia. El estado de
ánimo de las mujeres es variable y en muchas ocasiones no quieren recordar lo ocurrido.
Yo estaba casi más loca que otra cosa. Viví bajo el sedante diario y eso afectó a toda
la familia. A mi esposo le afectó también… A veces uno no quisiera como recordar
eso, son cositas que a uno lo fastidian. A veces se pone uno hasta grosero, porque
hay días en que amanece de mal humor que uno no quisiera, pero sí sucede.
La vida sexual de las mujeres ya no es la misma. Las relaciones íntimas se han visto afectadas
y no es fácil para ellas contar con una sexualidad normal.
Yo voy a hablar de mí, a mí me afectó mucho. Mire, yo no he tenido un solo marido,
no me da pena decirlo, yo siempre he sido una mujer activa, pero eso me mató
sexualmente. Estoy tratando de recuperarme. Yo estoy hoy con mi marido pero no
me dan ganas de estar con hombres. Yo pienso que a muchas les pasó. El susto,
¿ustedes no creen que eso afecta una relación? Mi primer marido se fue con la
violencia. Yo no tenía ganas de estar con hombres. Cuando llegó la violencia, llegaron
a la casa donde mi mamá, ahí estábamos todos. Cogieron y agarraron a mis
hermanos. A mi señor que trabajaba con mi papá, lo colgaron con una cabuya, no
lo mataron, lo montaron en un pilón, colgaron la cabuya y lo amarraron… A mí
me quedó una secuela. Me volví a casar con el papá de mis otras dos hijas y también
siguió lo mismo. Hasta este momento no he podido tener estabilidad sexual.
Yo siempre era muy alegre y me gustaba tener muchos novios… Entonces le digo que
desde que pasó la desgracia… a mi esposo lo mataron… Ya después tuve un novio
pero a la presente hasta que me quedé sola. Yo pienso una persona tan alegre. Yo
decía soy como los marineros que me gusta tener en cada puerto un amor… Hoy que
tengo 55 años siento que soy una mujer que le puedo gustar a otro hombre, pero ahora
alguien me dice tan siquiera una broma y ya eso me molesta o no le paro bolas [no
le pongo atención]. Yo decía: “sé que cuando tenga 70 años todavía puedo tener mi
novio, tener una relación”, pero esas cosas afectan a uno porque uno siempre mira
con desconfianza. Entonces no es lo mismo, la vida le cambia a uno en todo.
Los impactos también lo sufrieron los esposos o compañeros, hijas e hijos. Los niños
dejan de ir a la escuela y cambian sus dinámicas de juegos basadas en las vivencias de la
violencia que han visto.
Mis hijos se atrasaron en los estudios porque nos fuimos y duraron dos años sin
estudiar.
Eso impactó tanto en los niños de esa época. Eso fue en el 2003. Yo tenía un grupo
de niños pequeñitos en la guardería. Ellos hacían hasta grupos, se ponían a llorar
en juego, o sea que se ponían a jugar al llanto. Jugaban al muerto, cargaban
al muerto. Por ejemplo jugaban cargando a un niño y empezaban a gritar: “se
murió, lo mataron” y todos se ponían a llorar. Ese era el juego que tenían. En el
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
bienestar me dijeron que yo tenía que trabajar con ellos el miedo. Cuando llegaban
ellos me decían: “¡seño!, ¿usted no sabe? Los paracos mataron un puerco
con un hacha”. A los niños de esa época les ha afectado hasta ahora grandes.
Los niños con la galletica de soda que se les entregaba, le quitaban un pedacito
y hacían una pistola. Ellos hacían como disparando ¡papá, pá! Aquel al que le
disparaba, ese caía muerto. Todos los juegos eran con muertos y armas. Imitaban
a los paracos y a la guerrilla. Yo me cansaba: “las galletas no se utilizan como
arma, los palos no se utilizan como arma” y ellos seguían haciendo pistolitas con
las galletas. Ese era el juego preferido de ellos.
La salud de las hijas e hijos, así como de los padres, también ha sido afectada y se visibiliza
en lo físico y psicológico. El último testimonio no solo hace referencia al impacto
mental en el papá de la mujer declarante sino en las pérdidas económicas.
La hija mía quedó así que no puede escuchar nada porque cree que es que van la
van a matar.
Yo le comento que tengo un hijo que quedó con un sufrimiento de nervios y dolor
de cabeza. Nosotros vivíamos allá arriba y desde allá empezó la cosa.
Mis padres tuvieron que abandonar sus tierras. A mi papá lo afectó psicológicamente.
Él no puede salir a la calle. Él tiene más o menos los mismos años que tuvo
de haberse ido, que no sale si no es acompañado. Solo no sale a la calle porque
le teme a la gente. Cuando yo voy a Cartagena y me toca llevarlo a algún lugar,
tengo que estar siempre al lado, agarrándolo, porque a él la gente le da miedo. Y
la pérdida de sus tierras. Una cantidad de tierras: 290 hectáreas que tuvimos que
dejar abandonadas.
Los impactos del conflicto armado en las mujeres son muy presentes en su rol tradicional
de esposas y madres. Les tocó afrontar nuevos roles en un contexto en donde hasta entonces
sus maridos eran el sostén económico para la familia tradicionalmente, lo que ocasionaba
distanciamiento con sus hijos y tuvo consecuencias en sus procesos de socialización.
La verdad es que todas nosotras hemos sido afectadas, porque nuestros maridos
se quedaron sin lugar donde trabajar, no les quedó nada. A nosotras las mujeres
nos tocaba ir a Cartagena, a Barranquilla, a Venezuela a trabajar. Nuestros hijos
se quedaban prácticamente solos o con la comadre que ya no era igual que con
nosotras. Allí fue cuando ya quedan los hijos con otras costumbres, hasta el vicio
llegó a Playón. Los hijos cogieron amigos y muchos aprendieron cosas malas, así
que eso como madres nos afectó muchísimo.
Las diversas secuelas que las mujeres y sus familias tienen como consecuencia de la
violencia ejercida por los diferentes partes del conflicto armado, son relatadas como impactos
psicosociales y emocionales profundos que duran hasta ahora. La incapacidad de
olvidar y sanar es otra de esas afectaciones presente en la vida de las mujeres.

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