Thursday, February 20, 2014

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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Tortura en estación de policía
En Cali, entonces el salió y el no volvió en la noche. Por la mañana llegó la novia y
me dijo que a ella le habían dicho, que venían del 7 de Agosto hacia la casa. Lo habían
detenido, que la policía se lo había llevado, entonces yo fui a las inspecciones
de alrededor, que era la de los Mangos, la del Diamante, me dijeron que no, que él
no estaba allí. La chica como tenía una moto, ella se fue y lo estuvo buscando hasta
que por la tarde como a eso de la una de la tarde más o menos, llegó a la casa a decirme
que Andrés estaba en la inspección del Diamante, que allá lo tenían y que le
habían dicho que se fuera tranquila que a él lo soltaban pero por la tarde. Antes de
eso a nosotros nos habían hecho un robo en la casa, porque él estaba haciendo una
investigación con la Universidad del Valle sobre la violencia que ejercía la policía
contra la comunidad en los barrios del distrito de Agua Blanca y de Cali. Entonces
a nosotros, se entraron y… en la casa había muchas cosas y solo se llevaron el
material que el tenía de esa investigación, se llevaron la grabadora, se llevaron los
documentos, todo lo que el tenía, hasta el maletín donde tenía las cosas. Eso fue del
2003 al 2004 cuando lo retienen. Ya cuando lo sueltan, llegó ya casi al atardecer
a la casa. Llegó con la camisa ensangrentada, quejándose, se bañó, se cambió de
ropa y eso, pero no me contó exactamente qué era lo que había pasado. Ya a raíz
después de eso, empezó el a tener retrasos, a no querer salir, a sentirse muy temeroso,
no quería salir, no dormía por las noches, se despertaba llorando, se despertaba
asustado, yo corría a sobarlo. Empezamos a buscar ayuda profesional el doctor…
lo diagnosticó. Él fue el que me contó a mí que a raíz de lo que a él había sucedido,
de lo que le habían hecho, porque a él lo torturaron, los policías lo torturaron. Le
reventaron el tímpano de uno de los oídos. Ya de ahí para acá, ya la vida de nosotros
ya no volvió a ser igual. Distrito Aguablanca, Cali, Valle del Cauca, 2003, P. 158.
El tormento previo al asesinato
Un número significativo de las personas que fueron torturadas posteriormente fueron
muertas. La tortura era la antesala del asesinato y en muchos casos el tormento fue parte
del modus operandi del asesinato. A muchas personas antes de ser asesinadas, se les causó
dolor o sufrimiento, sobre todo con el propósito de obtener información, castigarlas
o intimidarlas. La manera en que se pueden identificar estos atropellos es a partir de las
evidencias que aparecen en los cuerpos de las víctimas asesinadas, así como a través de
algunos testimonios de sobrevivientes. En los siguientes dos testimonios, son evidentes
los signos de torturas en los cadáveres.
Del 2000 llegaron a mi casa grupos armados de las Autodefensas, Bloque Calima.
Llegaron, forzaron la puerta. Lo primero que comenzaron a decir, es que saliera
ella, la conocían, que se llama Isidora Filigrana. La sacaron a la brava de la casa…
le hicieron cosas muy feas… hasta que se la llevaron… Cuando la encontramos en
el río… La encontramos muy torturada. La habían ahorcado, tenía signos de raja101
Los hechos de violencia
do… como tortura, como si le abrieran a usted el estómago,… Presentaba torturas
mejor dicho en todo el cuerpo. Buenos Aires, Cauca, 2000, P. 331.
Fueron torturados, les rajaron el estómago… Estaban como si los hubieran amordazado,
como si los hubieran, metido un trapo en la boca, algo así… no más fue
lo del estómago… Uno que estaba muy golpeado la cabeza. Uno de ellos, pues
no sabemos si sería el agua o qué sería, pero estaba súper golpeado el cráneo.
Riosucio, Caldas, 1992, P. 617.
Si bien es muy difícil determinar la duración o el método de la tortura en los casos de las
personas asesinadas cuando no se han hecho análisis forenses correspondientes sobre las
lesiones que presentan los cuerpos, existen evidencias a través de testimonios de víctimas
y de algunos perpetradores de que hubo personas que fueron torturadas durante días antes
de ser asesinadas.
A él lo cogieron. 15 días lo tuvieron vivo, lo amarraron, lo torturaron para que él
declarara. A los 15 días lo mataron y lo fueron a tirar a la Playa de Puerto Asís.
Puerto Asís, Putumayo, P. 683.
Estas señales de torturas extienden su impacto hacia los familiares, en este caso muchas
de las mujeres que dieron su testimonio estaban afectadas a su vez por la tortura. El
impacto sobre el sufrimiento vivido por la víctima directa, el tiempo que permanecería
vivo o los horrores sufridos producen un profundo impacto psicológico en las mujeres.
Muchas de ellas describieron un mayor sufrimiento por el cómo lo mataron incluso que
por el hecho mismo de la muerte.
Las técnicas del terror
Los ataques contra la integridad física de las personas fueron perpetradas de muy diversas
maneras. El dolor fue causado desde formas muy elementales hasta de modos inimaginables
de perversión del horror. Desde golpes hasta la utilización de motosierras. Los
perpetradores no tuvieron límite en los métodos para causar sufrimiento a sus víctimas.
Los golpes sin instrumentos, es decir, con las manos y las piernas, sobre todo con puños y
patadas, fueron una de las principales modalidades con que se cometieron atropellos físicos
de forma brutal con golpizas generalizadas y palizas contra mujeres atadas o vejadas
por parte de hombres fuertemente armados.
Me hicieron morados en los brazos. A mí me dolían mucho los brazos porque
cada rato me daban patadas… A mí me hicieron botar así en el piso y como yo
levantaba la cara a mirarlos, entonces se venían “¡usted qué me mira la jeta,
vieja hijueputa!” y ¡pum! Me daban pata por los brazos, por la cabeza, por
la espalda, por las piernas, por las nalgas, por todo lado. Por todo el cuerpo,
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
me pegaban. Pensaban que yo tal vez era un balón de jugar fútbol. Rio Negro,
Antioquia, 2001, P.698.
Nos contó todo y lloraba. Nos contó todo, que le colocaban un pie en la cabeza,
la tiraron al piso, la amarraron de manos y pies, la golpearon. La tiró al piso un
muchacho que le decían Pabón. Le pegaba en la cara y le pegaba en los brazos.
En toda parte la golpeó. Puerto Caicedo, Putumayo, 1992, P. 506.
También niñas y niños fueron objeto de torturas. Las madres relatan cómo sus hijos menores
de edad sufrieron estas violaciones por parte de miembros de grupos armados no
estatales como los paramilitares.
El niño más chiquito que yo tenía me lo tiraron contra una mesa duro. Dizque
“usted que está haciendo sapo, yo no sé cuántas”. Me lo tiraron contra una mesa.
Andes, Antioquia, P.675.
El niño tenía mucha clase de morados… pelones, tallones, arañatazos por mucha
parte… por donde lo agarraban. Él como que siempre… chapaleaba, como que
se lograba zafar. Entonces lo apretaban y lo tallaban con las uñas y de todo.
Fueron unos morados muy horribles, se volvían como amarillosos, como verdes…
Igualmente la niña, aparte de que es tan morenita siempre tenía sus morados. San
Antonio del Chamí, Risaralda, 2007, P. 604.
Los golpes acompañan otros tipos de torturas, incluyendo la violación sexual. En el siguiente
caso, un miembro de un grupo paramilitar tenía la intención de violar a una niña,
y aunque no alcanzó ese propósito, sí la maltrató físicamente.
Un paramilitar, eso fue en el corregimiento Belén de Guajira. Yo tenía 15 años,
eso fue en el mes de abril. Ellos fueron llegando allá, no podían ver las jóvenes
así solas porque entonces querían cogernos a las malas. Entonces ya él quería
cogerme… Gracias a Dios no me alcanzó a ser así como violarme, sino que él me
golpeó, me atacó. Belén de Bajirá, Antioquia, 1992, P.19.
En acciones urbanas adelantadas por el ejército y la policía se presentaron atropellos contra
la integridad personal. Un caso ocurrido en la Comuna 13 de la ciudad de Medellín,
produjo no solo detenciones arbitrarias contra las mujeres sino maltratos físicos contra
otras personas, como en el siguiente caso en que una mujer cuenta cómo su hijo fue golpeado
por la policía.
Yo corrí por todo el camino, le pedí ayuda a la policía y me dijo que “no les competía,
y que eso era que no se podía mover del puesto fijo”… Yo seguí corriendo y
cuando yo llegué a unos metros de mi casa, había un soldado así con el fusil, así
como para disparar. Yo le dije “mátelos, mátelos pues”. Cuando yo subí y abrí la
puerta de mi casa, encontré a mi hijo golpeado, porque el policía me lo golpeaba,
a mi hijo. Medellín, Antioquia, 2002, P.87.
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Los hechos de violencia
Los golpes con instrumentos contundentes como palos, piedras u otros objetos duros,
fueron también utilizados. En otros casos, el instrumento no solo era utilizado para causar
dolor sino para ocasionarle la muerte a la persona.
Por allí lo subieron por el río Putumayo hasta el río San Juan. En una playa de
allá lo torturaron de una forma impresionante que no le cabía un chuzón en sus
manos. Las manos eran monstruosas de hinchadas y moradas de lo que lo habían
tenido amarradito. Su cuerpo lleno de morados de los garrotazos que le habían
dado. En seguida que lo torturaron… le pegaron un tiro en la cabeza… Quedó
como un monstruo. San Pedro, Sucre, 2008, P. 578.
En otros casos, las personas eran amarradas para que no escaparan ni ofrecieran resistencia
física y fuese más fácil cometer los actos tendientes a producir sufrimiento. Las
propias sujeciones y formas de colgamiento suponen formas de tortura, junto con la exposición
al sol o el hambre.
O sea lo amarraron en el patio afuera. Lo amarraron como Jesucristo y le jalaban
el pelo. Era el sol estaba tan caliente que ese señor cuando lo soltaron a los cuatro
días, este fue mejor dicho todo amordazado, muerto del hambre. Corregimiento El
Paraíso, Bolívar, 1998, P.280.
Entonces cogen y los maltratan. A Tomas Hinestroza lo guindan para que él cantara
y le preguntaron que si él había visto a la guerrilla. Él dijo que “no conocía
a la guerrilla, que él no sabía que era guerrilla”. Entonces como él no quiso
cantar… ellos lo amarran en un palo y luego lo cuelgan y le dicen: “si no cantas,
ya sabes lo que te pasa”. Él dice: “si me van a matar, mátenme porque yo no sé es
guerrilla, yo no he visto a nadies”. Basurú, Chocó, 2007, P. 447.
Las maniobras de asfixia, ya sea con agua o con bolsas, también ha sido un método utilizado
por algunos actores armados.
Después nos devolvimos y nos pegamos de la camisa de mi papá, y a llorar. Después
otro de ellos dijo: “no, déjalas no las hagas llorar”. Ya se vinieron para acá
abajo y después a mi hermano ya lo habían tenido así, en esa funda de fab [detergente],
sacándolo y metiéndolo. Samaniego, Nariño, 2007, P. 333.
La utilización de armas cortopunzantes, como cuchillos o machetes, para causar heridas
y para hacer cortes en la piel, fue otro método descrito por las mujeres, como en este caso
donde la persona fue torturada delante de la comunidad produciéndole heridas sucesivas
que le desfiguraron le causaron la muerte.
Hubo otro muchacho al que cogieron y ese lo torturaron más feo… A él lo cogieron
en la cancha, lo cogieron, lo taparon, le pusieron una bolsa negra en la cara
en la cabeza. Lo cogían y con los punzantes esos que cargan las armas, lo puyaban.
Estaba vivo todavía. A él después le cortaron una oreja, lo cogieron contra la
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
cancha, le rugían la cara. Así iban matando a todos los otros hombres. El Salado,
Bolívar, 2002, P.252.
Quemar la piel, por ejemplo con cigarrillos o directamente con fuego, o incluso el
uso de ácido para producir quemaduras en la piel. Detalles del horror que hacen que
las mujeres todavía se encuentren muy afectadas incluso años después cuando describieron
esos métodos en sus testimonios por la sevicia y la crueldad en el trato a sus
familiares.
Pues eso le habían quemado la lengua. Le habían metido alfileres por las uñitas.
Le habían quemado el ombliguito con sulfúrico para ver si él declaraba lo que la
gente los tenían metido en problemas. Betania, Antioquia , 1998, P. 550.
Escribir sobre la tortura duele. Las descripciones del tormento nos llevan al escenario del
espanto. Hablar de combinación de métodos, de diferentes técnicas de tortura convierte
el dolor en algo mecánico y burocrático. Pero la tortura también lo es. Los perpetradores
usan esos métodos como una forma de producir sufrimiento extremo disociándose y desprendiéndose
del dolor que producen y del horror que son capaces de producir. La mayor
parte de las víctimas sufrieron una multiplicidad de tormentos, y estos fueron contados
por las mujeres que fueron testigos o que sufrieron ellas mismas la tortura. Además hay
que considerar que ser testigos de torturas de otras personas es también una forma de
tortura y tiene un profundo impacto psicológico.
Entonces ellos siguen maltratándolo a él. Pero lo tiene vendado, con un trapo rojo
en la cara y le echan agua con una caneca. Los pies hacia arriba y la cabeza hacia
abajo, entonces le echan agua. Cuando ya lo bajan de ahí, que ya se le estaban
viendo las manos demasiado de rojas. Lo bajan y lo tiran al piso pero él sigue
amarrado. Él sigue amarrado y al restregarse en la arena tratando de soltarse, se
pela toda la espalda. Basurú, Chocó, 2007, P. 447.
Se lo llevaron de Galaxia 2000 [un estadero], en un taxi… Lo llevaron hacia la
carretera cuando uno conduce a Yuto. Allá lo mataron y lo tiraron a un guarengue
[zanja]. Lo torturaron. Le quemaron una pierna, le golpearon la cara, le cortaron
unos dedos, le hicieron sangrar. Alto Atrato, Quibdó, 2000, P.495.
En el caso de la tortura contra mujeres, en muchos casos que estas se hicieron como forma
de terror ejemplificante. El cuerpo y la sexualidad de las mujeres usado como símbolo del
desprecio por las mujeres y el terror del que son capaces los victimarios. En el siguiente
caso se utilizó tortura con electricidad, heridas en genitales y desnudo forzado de una
mujer delante de testigos.
Pues eso es lo que dice la gente que vio. Que dicen que la torturaron. Que le cortaron
un seno, que le metieron electricidad, que la pasearon por todo el pueblo, avergonzándola…
Eso es lo que dice la gente. Tibú, Norte de Santander, 2001, P. 707.
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Los hechos de violencia
También el uso de animales, para que ataquen a las personas, mediante mordeduras o
picaduras, o simplemente para causar intimidación y miedo en las víctimas, es otra modalidad
que es relatada por una mujer.
Andaban con un perro, un pastor alemán. “Sepa que andamos con este perro para
que destroce la gente”. “A usted la va a matar este perro”. Me lo tiraban y ese
perro era que me cogía. Vereda Bellavista, Antioquia, 2004, P.76.
El extremo del terror, si puede hablarse en esos términos en el relato que acabamos de
describir acompañando las voces de las víctimas, el uso de la motosierra para producir
mutilaciones supone el grado extremo no solo del horror para las víctimas asesinadas sino
de la deshumanización de los perpetradores.
A ellos no les dispararon. A ellos los torturaron con motosierra… Sonaba, con
lo que se escuchaba uno ya sabía que era lo que estaba pasando. Ahorita las
versionados [paramilitares desmovilizados] están diciendo que ellos no utilizaron
motosierra… pero sí la utilizaron. Buenos Aires, Cauca, 2001, P. 310.
El panorama de los cuerpos encontrados por los familiares o reconocidos en las morgues o
exhumados en procesos de investigación muestra las huellas de este espanto. Este relato en
el que las personas muertas también hablan es un silencio que debe ser escuchado en Colombia
y reconocida la dignidad de las víctimas de estas execrables prácticas del desprecio.
Cuando esos tipos llegaron a un punto que se llama las Garzas, entre el medio de
Turbo con Apartadó, cogieron al hermano mío y lo torturaron. Le arrancaron el
pene, le arrancaron las uñas, le arrancaron todo el cuero de la cabeza. Le dieron
palo, lo degollaron, le tiraron el carro encima y después le dieron tres tiros. Mi
hermano quedó tendido ahí. Turbo, Antioquia, 2002, P.240.
¿Por qué le digo que estaba torturado? porque a él le habían quitado las uñas,
porque tenía marcas de cigarrillo en la cara, porque a él le habían cortado las
orejas, porque a él le habían puesto el pene en la boca. Le habían quitado la
lengua… o sea, lo habían torturado completamente. Le quitaron las uñas de los
pies… A él lo torturaron y ya luego lo mataron. Pereira, Risaralda, 2003, P. 692.
Estas formas de tortura muestran el disciplinamiento del grupo en torno a la conversión
de la víctima en un subhumano, transmitir el control total sobre la vida y la muerte,
además del machismo duro e insensible que desprecia el dolor o la mínima sensibilidad
y está dispuesto a todo, incluso a su propia deshumanización. Estos valores de la obediencia
ciega, el control del grupo, la división del mundo entre el “nosotros” o “ellos” y
el entrenamiento en las prácticas del horror como una forma de estimular el seguimiento
de órdenes y el valor del militarismo están en la base de estas prácticas, más allá de las
ideas sobre la salud mental de los perpetradores o el cuestionamiento de su “humanidad”.
Él dijo: “no, nosotros como paramilitares, nosotros agarramos a la gente, a los
hombres para investigarlos, los amarramos, los… torturamos, les metemos agu106
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
jas… alfileres en las uñas. Si no hablan les vamos cortando dedo por dedo. Si no
hablan le cortamos así, les vamos… hasta que los hacemos hablar, hasta que se
mueren”. La Gabarra, Norte de Santander, 1999, P. 780.
La tortura psicológica
Muchas mujeres que hacen referencia a formas de tortura psicológica como humillaciones,
amenazas o presenciar la tortura de otras personas que causan también un
profundo impacto psicológico.
Desde menores de edad hasta personas adultas mayores, fueron objeto de estas formas
de tortura. En el primer testimonio, se describe como una madre es objeto de
torturas físicas y psicológicas delante de sus hijos, quienes a su vez sufrieron humillaciones
psicológicas, y en el segundo, una anciana es objeto de amenazas.
A mí me entraron para un cuarto y me encerraron junto con mis hijos… Me le apuntaron
a mis tres hijos y me decían que si no me quedaba quieta me mataban a mis
tres hijos y me decían: “¡les mato a los tres perros!”. Me daban… me golpearon. San
Blas, Bolívar, 2005, P. 786.
Ahí en la casa misma… que la viejita, la mamá de él. Ahí fue la otra vez un grupo de
hombres y no lo encontraron. A la viejita la torturaron psicológicamente diciéndole
que ahí en el patio, mejor dicho, que le iban a matar al niño… La viejita se puso mal,
pero pues él no estaba… Eran hombres… de militar. Quinchía, Risaralda, 2007, P. 605.
Los impactos psicológicos de las torturas trascienden el hecho en sí y a la víctima directa.
Generan un impacto y suponen un mensaje también para sus familias o comunidades, y para
toda aquella persona que sienta empatía o compasión con las víctimas. La deshumanización
que produce la tortura está más allá de los grupos o instituciones que la practicas o de los
individuos que forman parte de ese entramado del terror. Se extiende a toda la sociedad y
tiene una función colectiva frente a la cual los testimonios recogidos suponen una llamada a
la conciencia de los derechos humanos como base para la desmilitarización y la paz.
Una desmilitarización efectiva, como ha planteado el movimiento feminista en muchos
países tras la guerra, no significa solo controlar o destruir las armas. Supone un ejercicio
de desmontar estas estructuras y valores que hacen posible el horror. Estos valores del
machismo y el desprecio por la vida forman parte del militarismo que hay que desmantelar.
V. Desplazamiento forzado
Cuando yo estaba durmiendo me llegaron de madrugada. Me tocaron la puerta.
Nos dijeron que hiciéramos el favor y saliéramos de ahí a las buenas. Si no tenían
que sacarnos a las malas. Vereda Villa Nueva, Bolívar, 2005, P.290.
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Los hechos de violencia
La mayor manifestación de la crisis humanitaria producida por el conflicto armado es
el desplazamiento forzado. Esta crisis tiene dimensión de catástrofe según los datos oficiales
del país con cerca de un 10% de la población colombiana desplazada en las últimas
décadas. Sin embargo, el desplazamiento sigue considerándose solo un problema
de ayuda humanitaria y no una vulneración masiva de derechos humanos. Es por ello
una de las violaciones de derechos humanos e infracción al derecho humanitario que
más ha afectado a colombianas y colombianos. Tres de cada cuatro mujeres que dieron
su testimonio para este informe habían sufrido desplazamiento entre otras violaciones
de derechos humanos. Muchas mujeres se desplazaron solas, de manera individual, la
mayoría lo hicieron con sus familias especialmente sus hijos e hijas, y otras más con sus
comunidades de manera colectiva, siendo estos últimos más frecuentes entre las mujeres
afrodescendientes e indígenas.
La muerte como primera causa del desplazamiento forzado
Si bien tiende a verse el desplazamiento como una violación aislada, y frecuentemente
se utiliza como un estigma que marca de una forma negativa a las víctimas, el desplazamiento
es una violación de múltiples derechos, y está asociada generalmente a la muerte
violenta de algún familiar o a las amenazas directas y la orden de salir. La situación invivible
y los riesgos de perder la vida o el dolor de tener familiares asesinados, forman parte
de la experiencia de las mujeres desplazadas.
Las razones vinculadas con el conflicto armado que generaron el desplazamiento son
muy variadas. La muerte violenta, su impacto traumático y el riesgo de repetición probablemente
la causa principal, sea el asesinato de sus hijos, esposo o padres, las mujeres se
vieron obligadas a huir con sus familias y hacerse cargo de ellas. En el primer testimonio,
por el asesinato de su padre y las dos hijas; en el segundo, por la muerte de su hijo; en el
tercero, por el asesinato de su esposo.
Los hechos sucedieron en Saravena, Arauca. En 1996 donde tuvimos que salir
desplazados mis tíos, mis hijos, y yo y siendo asesinado mi padre y mis dos hijas
mayores. Saravena, Arauca, 1996, P. 137.
O sea nosotros vivíamos en el Plateado, municipio de Argelia. De allá salimos
desplazados porque allá nos mataron el hijo mayor. Entonces nos salimos de allá.
Plateado de Argelia, Cauca, 2007, P.388.
Porque cuando lo mataron a él, después nos dijeron que iban a acabar con la
familia. Entonces me tocó sacar a mi hijo hacia Cartagena donde mi hermana.
Saqué a mis hijos de aquí y yo cerré la casa y me salí también. Alto Atrato, Quibdó,
2000, P.495.
El impacto de las muertes colectivas produjo terror en las poblaciones, y la imposibilidad
de seguir viviendo ahí, obligando a muchas personas a salir de sus territorios de vida. A
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
las masacres de Bojayá en Chocó, ocurrida el 2 de mayo de 2002 como producto del enfrentamiento
entre los paramilitares y la guerrilla, y del Tigre en Putumayo, realizada el 9
de enero de 1999 por paramilitares, corresponden los dos siguientes testimonios.
Yo me desplacé por caso de violencia, porque nosotros estábamos ahí. Eso fue
en mayo. Estábamos ahí cuando ellos hicieron en Bojayá esa masacre. Como
Tagachí es cabecera de Bojayá, entonces llegaron a Tagachí y llegaron de noche,
mojados. Estábamos ahí… en la casa. Fueron llegando. Que como había
pasado en Bojayá, también nos iba a pasar a nosotros. Plateado de Argelia,
Cauca, 2007, P.388.
Yo para allá me fui. La masacre en el Tigre fue en [sic] febrero y el 12 de marzo yo
les dije yo me voy de acá ya no puedo estarme aquí. Pasaba un carrito que siempre
viene de por allá de Nariño y en ese que es más económico nos fuimos. Fui a
Samaniego. San Francisco, Putumayo, 1996, P. 576.
Las muertes colectivas vinculadas con el conflicto armado atraviesan la geografía colombiana
y afectaron de forma generalizada a numerosas poblaciones campesinas, afrodescendientes
e indígenas. La masacre del Naya perpetrada por los paramilitares en el Cauca entre
el 10 y el 12 de abril de 2001, produjo desplazamientos familiares y colectivos sobre todo
de personas pertenecientes a los pueblos indígenas. En muchos casos se han dado desplazamientos
sucesivos y el miedo fue atraviesa la experiencia de la población desplazada.
Nos desplazamos después de la masacre del Naya de los paramilitares. De ahí nos
desplazamos para Jamundí,… En Jamundí vivimos como un año. De ahí se acabó
el trabajo, nos desplazamos para Tulúa. En Tuluá como trabajos por ratos. Tuvimos
muchos desplazamientos... En el 2004 nos regresamos acá a Timba, Cauca.
Al año y medio lo mataron a él. Naya, Cauca, 2004, P.378.
Al otro día como a las dos de la mañana, salimos, cogimos las bestias, montamos
a mi mamá, a mi niña, a mis sobrinos. Cogimos por el camino y con miedo
porque uno no sabía a qué horas se encontraba esa gente. Ya como iban torturando
la gente por el camino, entonces uno más piensa es en los niños que uno
trae porque no sabe si lo asesinan a uno junto con sus hijos o quedan vivos los
niños y de eso me daba miedo. Por eso yo no quería ni venirme del Naya, si no
que quería como meterme al monte. Pero más bien nosotros nos vinimos y así
fue la salida de nosotros de allá del Naya. Ya salimos a una parte donde la gente
se estaba quedando, se reunía toda la gente. Bojayá, Chocó, 2002, P. 478.
El impacto de las masacres obligó a huir a las familias. La masacre conlleva frecuentemente
la destrucción de la comunidad y la amenaza de repetirse de nuevo, por lo que en
contextos de falta de garantías por parte del Estado o protección de las autoridades se
constituye en el punto crítico para la huida. Aquí, después de una masacre, a una familia
se la conmina a salir.
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Los hechos de violencia
Hubo una matanza, que mataron muchas familias. O sea, familias completas, mataron
niños, ancianos, adultos. A nosotros nos llegó un comunicado: que teníamos
qué salir. Nosotros salimos, inmediatamente salimos y dejamos todo abandonado.
El Tambo, Cauca, 2002, P. 761.
Ser testigos de la muerte, sumado a las amenazas, producía un cuadro de horror muy difícil
de sobrellevar. Las familias no soportaban de manera indefinida todo tipo de hechos
de violencia. El malestar de la guerra no tenía límites.
Nosotros vivíamos más o menos como a 10 minutos de San Pablo, en una vereda
llamada Sinzona. A veces nos tocaba ir a buscarnos lo que era por ahí la presa
[carne] o algo a San Pablo. Iba uno por ahí a las seis de la mañana, apenas veía
el resto, el reguerón de sangre y preguntaba uno “no, que mataron tantos anoche,
están desaparecidos”. Apenas veía uno el chorro de sangre… Ya lo último en el
2000, pues ya nos tocó salir, porque ya también llegaron amenazas ahí. A nosotros,
entonces yo dije ¡yo me voy! San Pablo, Bolívar, 2000, P.724
La desaparición forzada también ocasionó desplazamientos forzados. Si bien las mujeres
afectadas quisieron mantenerse en la zona para buscar a sus seres queridos, el terror y la
imposibilidad de permanecer en ese territorio del miedo llevaron al desplazamiento. En
el siguiente caso, la desaparición de su esposo, sumada a las amenazas de muerte contra
ella y sus hijos condujo al desplazamiento.
Las razones por las que me desplacé fueron porque me desaparecieron a mi esposo.
Me tocó también desaparecerme a mí con mis hijas, porque ellos me dijeron…
que me daban una oportunidad a mí… A mi esposo lo desaparecieron, pero a mí
me dijeron “yo le doy una oportunidad a usted por sus hijos, o si no se quedan
sus hijos aquí con usted”. Entonces, nos dieron… seis horas para salir de allá.
Calamar, Guaviare, 2007, P. 607.
También los asesinatos ocasionaron el desplazamiento individual de mujeres. Ellas solas
se vieron obligadas a salir de sus hogares. En el primer caso, por la muerte del hijo; en el
segundo, por el asesinato de su compañero; y en tercero, un doble desplazamiento, inicialmente
por la muerte de un familiar y luego por el asesinato de un amigo. La muerte de
los seres queridos y la amenaza de volver a ser objeto de violencia, además de los recuerdos
traumáticos y el cierre del horizonte de esos espacios donde hasta entonces habían
desarrollado su vida, hicieron que muchas mujeres se desplazaran.
Yo me desplacé porque me dio mucha tristeza, por la muerte de mi hijo, que me
mataron mi hijo. Entonces yo me sentía muy mal y por eso yo me desplacé de allá.
Me vine de allá. San Antonio de Buey, Antioquia, 2005, P.456.
Yo me desplacé de la Grande, el día 11 de junio llegué a Vigía del Fuerte. El 12,
el 13 llegué aquí a Quibdó… Mi desplazamiento fue debido que me mataron el
compañero, el papá de mis hijos. Samaniego, Nariño, 2007, P. 444.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Debido a la violencia me tocó abandonar esa vereda e irme para otra donde también
tuve que desplazarme. Después por otro caso de violencia que me tocó ver
matar a un familiar, me dio mucha nostalgia, mucho guayabo. Me fui para otra y
me tocó ver matar a un amigo. Riosucio, Chocó, 1991, P.496.
Las amenazas otra causa recurrente del desplazamiento
En muchos testimonios de mujeres afectadas por el desplazamiento forzado se relatan
las amenazas directas con orden de desalojar su casa o su tierra en plazos que van desde
una hora hasta pocos días. Las amenazas vinieron acompañadas de hechos de violencia,
muchas veces ejecuciones o masacres, que mostraron a las víctimas la voluntad de
destrucción total de los perpetradores y su desprecio por sus vidas. Como puede verse a
continuación, en el primer caso la amenaza consistía en que iban a quemar pueblo, y en
el segundo porque iban a matar a ciertas personas.
Ellos nos dijeron que nos daban 24 horas para que desocupáramos, porque nos
iban a quemar el pueblo. Timba, Cauca, 2001, P. 435.
Después de allí nos mandaron a decir que iban a matar a esas personas. Como el
pueblo no quiso, acordamos que íbamos a salir todos, porque los que quedáramos
allí íbamos a hacer todo lo que ellos dijeran. Corregimiento San José del Peñón,
Bolívar, 2002, P.213.
Las aldeas o veradas desoladas poblaron la geografía del conflicto colombiano en las últimas
dos décadas. En unos casos por la inmediatez de la llegada de los grupos armados,
pero en la mayoría debido a las masacres que ya se habían producido.
Al día siguiente ese pueblo solo, porque la alcaldía mandó carros para que la
gente se fuera. Entonces al día siguiente ese pueblo solo. “No, que ya vienen por
no sé dónde, que ya vienen llegando, que ya están allí, que ya no se qué”. Yo dije:
“vámonos, porque nosotras no vamos a ser las heroínas aquí, vámonos”, y nos
fuimos. Vereda Mejía, Bolívar, 1997, P. 162.
Hubo una masacre… Ahí nos desplazamos. Nos amenazaron que si avisábamos,
acababan con todos nosotros y ahí nos desplazamos. Timba, Cauca, 1999, P.436.
Las amenazas de muerte era una de las modalidades más frecuentes. El amedrentar al
otro con matarlo hizo que muchas personas abandonaran sus lugares de origen. El primer
testimonio corresponde a un desplazamiento familiar y el segundo a un desplazamiento
individual, ambos se debieron a las amenazas de muerte inminentes.
Cuando nosotros recibimos la amenaza, vimos que nos mataban a alguno de los
tres. Entonces al otro día de que ya nos iban a matar a uno de nosotros tres, yo
111
Los hechos de violencia
de los nervios me eché a perder otra vez para Andes… Por allá tenía yo muchos
conocidos, muchas amistades. Entonces ese día nos fuimos para Andes de huida
de los bandoleros esos. Barrio Blanquizal, Medellín, Antioquia, 1994, P.63.
Ahora en este año 2011 estando en una de las mesas nacionales de derechos humanos,
cuando me llama mi familia toda asustada que les habían roto los vidrios
a la casa nueva. Dizque buscándome para matarme y acabar hasta con los huevos
de esa hijuenosequé. Por eso vine a parar a Bogotá y estamos como ruedas sin
dirección. Natagaima, Tolima, 1978-2009, P. 159.
Las amenazas que ya han llevado a otros a la muerte se convierten en el escenario del
terror. La intimidación está asociada al grado de cumplimiento o la capacidad de hostigar
y generar miedo en las víctimas. En este caso, la familia se desplaza porque la guerrilla
les dice que estaban dispuestos a lanzarles una supuesta bomba.
La guerrilla de los elenos empezó a decirme que me iba a mandar una granada
o una bomba a la casa mía propia. Yo tenía una casita en el barrio el Boston, …
Un guerrillo que se estaba enamorando de una hija mía le comentó que lo que tenían
planeado era tirarme una bomba para matarme, mis hijos y yo. Entonces mi
hija me lo contó y nosotros nos fuimos. Nos vinimos para Bucaramanga. Dejé mi
trabajo botado, todo lo dejé botado. Barrio Boston, Barrancabermeja, Santander,
1988, P. 754.
Las amenazas tienen también puntos de inflexión que se muestran como de no retorno
o sin salida de forma definitiva. En este caso, la realización de trabajos mecánicos llevó
posteriormente a una propuesta de colaboración con la guerrilla en dichos arreglos y ante
la negativa del mecánico, el paso de la constricción a cooperar a la amenaza si no lo hacía,
lo que causó el desplazamiento de la familia.
Nosotros teníamos un taller de mecánica automotriz, en Palmira Valle. Ellos primero
llegaron normal a llevar trabajo, no sabíamos que eran guerrilleros, simplemente
llevaban camionetas muy caras a arreglar, obviamente nos convenía
porque pagaban bien. Le dijeron a mi esposo que… si podía ir a unas fincas muy
alejadas de Palmira a un corregimiento, que si podía ir a arreglar unas camionetas,
a hacer unos domicilios. Mi esposo les dijo que si… Luego, mi esposo se dio
cuenta que eran de las FARC… Empezaron a asediar, porque decían que tenían
que colaborar con la causa, que hasta el momento no sabemos cuál era la causa.
Entonces nosotros que no… Estaba embarazada de mi tercer bebé, entonces pues
nos paniqueamos, nos dio mucho susto. Ya empezaron las amenazas con panfletos...
que colaboraban o se atenían a las consecuencias. Uno solo piensa en irse.
Hicimos maletas y salimos corriendo. Palmira, Valle del Cauca, P. 179.
Los vínculos de las mujeres entre madres e hijo o hijas fueron en muchos casos parte de
la amenaza contra las mujeres, pero también suponen relaciones estrechas que motivaron
el desplazamiento familiar y que por otra parte les ayudaron a salvar sus vidas juntas. Las
112
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
mujeres buscan alternativas en el desplazamiento primero con otras relaciones de familia
extensa en otros lugares del país, y luego con el desplazamiento de toda la familia.
A Claudia me la amenazaron también, me dieron 24 horas para que la sacara del
pueblo y tuve que madrugarme con ella a las cinco de la mañana… Porque fueron
allá y me dijeron a las siete de la noche, pero cuando eso era la guerrilla. Que
tenía que sacar a Claudia del pueblo o sino no respondían por ella. Si la veían
en una área que pertenecía al V Frente de las FARC… Me tocó salir a llevarla y
mandarla para aquí para Medellín para donde la hermanas y dejarla ahí. Belén
de Bajirá, Antioquia, 1995, P.5.
Yo por eso me vi en la obligación de venirme con miedo. Mi mamá fue una de las
personas amenazadas directamente. A mi mamá tuvimos que sacarla y a los cinco
minutos que la sacamos de la casa, la llegaron buscando para matarla, porque la
denunciaron. Según ellos, que era colaboradora de la guerrilla, que les lavaba,
cocinaba y esas cosas. Carmen de Bolívar, Bolívar, 1996, P.222.
En otras ocasiones el desplazamiento forzado es parte del intento de mantener la impunidad
de las acciones. Cuando las mujeres empezaron a buscar a los desaparecidos o
investigar los casos de muertes violentas de sus seres queridos, los perpetradores usaron
las amenazas como una forma no solo de paralizar la acción sino también de expulsar a la
mujer del territorio para eliminar cualquier posibilidad de hacerlo.
Porque después por ponerme a investigar la muerte de él, a querer saber quiénes
habían sido los autores… me amenazaron y me tocó irme de aquí. Me desplacé a
Barranquilla, pero ya perdiendo todo lo que tenía acá porque, pues tuve que dejar
el carro en un garaje. Todo eso se fue dañando. Tuve que vender un lote, vender
la casa, todo y… duré 15 años por allá, por fuera de la ciudad. Barrancabermeja,
Santander, 1992, P.750.
Pero las amenazas no son solo verbales, también incluyen hechos previos de violencia
contra familiares que muestran la decisión de acabar con sus vidas. Las detenciones arbitrarias,
tiempos de permanecer retenidos o ser golpeados previamente se dan en otros
casos como antecedentes próximos del desplazamiento.
Entonces agarraron a mí esposo, lo amarraron y se lo llevaron amarrado con las
manos hacia atrás… En ese momento salí yo de mi casa, me dieron dos horas para
que saliera de ahí de la vereda… Con ese tiempo tenía yo el niño pequeñito y de
ahí salí con lo mero que tenía puesto. De ahí para acá empezar a luchar. Tibú,
Norte de Santander, 2007, P.763.
Pero detrás de muchas de estas amenazas directas que llevaron al desplazamiento hay
otras lógicas que explican la dinámica del conflicto y el papel que cumple el desplazamiento
forzado de la población civil, o las amenazas a las mujeres como manera de
113
Los hechos de violencia
socavar dicha capacidad de resistencia en los territorios. La tierra es el bien más codiciado
en la guerra, por lo que supone para sus necesidades estratégicas, como corredor
o abastecimiento, o por su riqueza natural como la producción agrícola o la riqueza del
subsuelo. Estas otras razones del desplazamiento que se encuentran bajo las expresiones
de la violencia explícita por los actores armados, tienen que ver con el propósito de apropiarse
de la tierra como principal causa del desplazamiento. Muchos de esos territorios
considerados estratégicos por razones militares o económicas son territorios de pueblos
indígenas. En este caso, una líder indígena Wayuu es amenazada por resistir a las acciones
de expropiación de su territorio, hecho que le significó tener que abandonarlo.
Primero que todo el territorio pertenece a los Wayúu y la Alcaldía de Rioacha.
En un proceso de adjudicación de tierras, que aún no entendemos, a espaldas de
las comunidades, se la adjudicó a una persona que no es indígena. Esa persona
que no es indígena quería implementar un proyecto camaronero, con el cuento de
que él era el propietario de la tierra, pero los dueños de la tierra son los Wayúu.
Iniciamos un proceso de resistencia pero igual como yo era la persona que visibilizaba
como organización para todo, yo fui el blanco de las represalias. Porque
ahí habían intereses políticos también. No sólo intereses económicos, también políticos.
Fui amenazada, me tocó desplazarme un año, del 2007 al 2008. Riohacha,
Guajira, 2007, P. 102.
El control territorial también se ejerce mediante las tomas de los pueblos, es decir, su
ocupación mediante acciones violentas. En territorios en disputa donde se ha dado un
cambio en el control del grupo armado de la zona, las retaliaciones por la colaboración
o la imposición de nuevas reglas en el control militarizado de la vida llevan también a
desplazamiento.
Vengo desplazada del departamento del Magdalena, de Pivijay. Me tocó salir
porque para allá estaban los paramilitares. Se tomaron todo el territorio, había
muchas masacres… Ya después cuando se dice que se iban a desmovilizar… Entonces
pues la guerrilla quería tomarse el pueblo. Entonces empezaron a regar
papeles donde dice de que se iban a tomar al pueblo. Amenazas y todo. Entonces
a raíz de eso a mi marido pues lo hicieron salir. Lo fueron buscando a la casa. San
Pivijay, Magdalena, P.259.
Las extorsiones y el reclutamiento generadores de desplazamiento
forzado
Las exigencias de sumas de dinero es una forma en que los grupos guerrilleros y paramilitares
obtienen ingresos. La negativa a pagar las extorsiones exigidas por los grupos
armados no estatales también ocasionó desplazamientos. En los dos siguientes casos, las
mujeres abandonaron sus hogares por causa de las extorsiones, y las consecuencias que
esto tenía para ellas:
114
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
A mi hermana le tocó irse de aquí un tiempo porque ellos la tenían era azotada.
Que ella tenía plata, que yo no sé qué, que a nosotros nos dicen. Ella ya también
fue desplazada. Naya, Cauca, 2005, P.378.
Cuando a los tres días que llegaron, entonces me dijeron: “si no me da la plata…
le damos ocho días para que salga, vea, que salga o sino ya sabe qué le pasa
pues”… Yo me quedé ahí… Las vecinas… me llevaban cualquier cosita, y me decían:
“váyase para allá, para la casa ahora”. Éramos todas, y “vénganse ustedes
mejor para acá o cualquier cosa”. Todas a llorar, a llorar, cuando sí señora, a los
cinco días: “se sale de aquí, que esto y que lo otro”. No me dejaron recoger nada.
Puerto Rico, Risaralda, 2001, P. 601.
Las extorsiones no se presentaron solas, a veces se daban junto con otros atropellos como
el reclutamiento forzado. La vida de la gente utilizada en el apoyo al correspondiente
grupo armado. Bien sea con dinero, con actividades o trabajos para ellos, o poniendo a
sus hijos en el espacio del reclutamiento. Algunas veces la negativa a una forma de colaboración
forzada podía llevar a otra aún más dura como represalia. En este contexto, el
desplazamiento familiar es la única salida.
Paramilitares y guerrilla. Entonces nos decían que si no les dábamos esa plata, se
nos llevaban los dos niños grandecitos, uno tenía diez añitos y el otro tenía trece.
Nos tocó venirnos un día, nos vinimos así, sin nada, sin ropa y sin nada. Acá llegamos
a Bogotá donde un familiar. Ataco, Tolima, 2007, P.125.
En otros casos, el reclutamiento fue el detonante del desplazamiento. Algunas mujeres no
pudieron evitar el reclutamiento de sus hijos, y tuvieron que desplazarse.
Yo soy desplazada. Cuando se llevaron mi hijo, nosotros arrancamos y nos vinimos.
Porque qué hacíamos allá, a buscar que nos mataran a todos. Nosotros nos
vinimos. El Ceral, Samaniego, Nariño, 2008, P. 434.
Eran de las Águilas [Negras]. Entonces pues yo… ya viendo eso, que ya me
estaban reclutando mi hijo, yo me vine para acá para Cali. Pues acá denuncié
nuevamente el caso de reclutamiento de mi hijo… Gabarra, Norte de Santander,
2001, P.896.
En otras familias, el desplazamiento forzado fue la forma de prevenir un reclutamiento
forzado inminente de sus hijos por parte de los grupos armados no estatales.
En Santa Rosa, en el Patía y pues nos desplazamos de allá. Porque en ese tiempo
estaban haciendo un censo para los muchachos comenzarlos a reclutar. Entonces
pues… ya uno allá ya quedaba era al mando de esa gente. Patía, Cauca, 1995, P. 398.
Pasó en el 2003 que nos sacaron desplazados a todos por la violencia. De que
nosotros éramos muchos en una familia y pues la guerrilla exigía un familiar en
la guerrilla. Tres Esquinas, Tolima, 1996, P.148.
115
Los hechos de violencia
Atentados como causa de desplazamiento forzado
Los atentados contra la vida y la integridad personal también fueron un motivo expulsor
de personas. Se recurría a cualquier medio para realizar dichos ataques. En el primer
testimonio, una comunidad se desplaza por haber sido atacada con una bomba, y en el
segundo, una familia huye porque le arrojaron a su vivienda un líquido con el propósito
de causar un incendio.
En el 2009, en mi comunidad colocaron una bomba… Había entrado la fuerza pública
y entonces, supuestamente ellos se mantienen casando unas peleas. Siempre
queda uno en el medio del conflicto, la comunidad queda en el medio. Colocaron
una bomba, que la gente se impresionó demasiado. Mi comunidad se desplazó.
Buenaventura, Cajambre, Valle del Cauca, 2006, P.853.
Estando con mis hijos ahí en la casa dormidos, nos echaron un líquido. Nos iban
a prender la casa estando nosotros dormidos, por un vecino no nos prendieron la
casa ese día. Nos tocó salirnos de ahí para otra casa de una profesora. Estando
en esa casa de esa profesora, alguien nos metió algo debajo de la puerta, más la
puerta nos la iban a tirar a dentro. Me tocó salir de esa casa. Ahora estoy en otro
barrio. Como cuando uno ha hecho algo y tiene que estar huyendo sin tener esa
necesidad. El Reposo, Chocó, 1996, P. 498.
La militancia política en partidos de oposición tampoco es consentida por ciertos grupos
armados, como en este caso donde el desplazamiento se convirtió en una violación de
derechos humanos orientada a evitar la participación política o la votación a un partido de
izquierda en el pueblo. Ciertos sectores de derecha y los grupos paramilitares, acusan a
los miembros de partidos de izquierda de ser simpatizantes o colaboradores de los grupos
guerrilleros, tratando de socavar su apoyo o impedir su participación. Las amenazas de
muerte operan en este caso contra una mujer como un silenciamiento forzado a la expresión
y participación política, y conllevaron también desplazamiento de ella y su familia.
Yo vendía comida, y al abrir el negocio se me acercaron cuatro tipos en moto. No
les vi la cara, porque tenían cascos negros, iban de negro, no les vi los rostros.
Pero me dijeron: “usted es doña Graciela”, les dije “sí, en que les puedo servir”.
Me dijeron: “usted es la militante del Polo Democrático… nos dimos cuenta que
usted es la que está poniendo aquí votación por el Polo, y le damos cinco horas
para que desocupe el pueblo, si usted de aquí a las dos de la tarde no ha desocupado
el pueblo dese por muerta”. Me tocó coger un maletincito, mis dos niñas,
salir a la ye, y esperar que pasara un camión para que me sacara de La Victoria,
para Armenia. De ahí me desplacé para acá, para Bogotá. La Victoria, Valle del
Cauca, 2010, P.145.
La denuncia de hechos de corrupción también es causa del desplazamiento. En otros
casos oponerse a prácticas ilegales cometidas por funcionarios públicos ha sido causa de
persecuciones y amenazas. Es paradójico y a la vez flagrante el siguiente caso, ya que la
116
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
mujer sufre un segundo desplazamiento precisamente por denunciar malos manejos en la
entrega de las ayudas humanitarias a las familias desplazadas.
Esto me ocasiona un segundo desplazamiento, en el cual me amenazan por denunciar
la venta de los mercados de Programa Mundial de Alimentos, PMA, que
estaban siendo vendidos en el municipio, no por la población desplazada, si no
por los funcionarios y funcionarias del SENA, que eran los encargados de repartirlo.
Ellos los vendían en los grandes supermercados de Tumaco, y yo lo denuncié.
Esto me ocasiona amenazas y persecuciones, insultos, llamadas telefónicas,
lo cual ocasiona el segundo desplazamiento. Icononzo, Tolima, 1999, P.166.
El control del territorio o de las ayudas, presupuestos y otros medios en la política local
también ha sido causa de desplazamiento entre las mujeres entrevistadas. Algunos casos
concretos de alianza entre agentes del Estado y miembros de grupos paramilitares
para el manejo mediante la corrupción de la economía local o incluso de las ayudas a
la población desplazada fueron el origen en este caso de un segundo desplazamiento.
Aquí el hecho es muy similar al anterior, con algunos agravantes adicionales. El control
de los actores de la guerra no se limita a la acción armada, también el control político o
económico está en la base de su proyecto de dominio o de los beneficios secundarios que
algunas personas puedan tener de ello. Este es el segundo desplazamiento de una mujer
por oponerse a un proyecto que beneficiaría a personas desplazadas, sólo que aquí existía
era una componenda entre funcionarios públicos y grupos paramilitares.
El alcalde habló con el señor Macaco [reconocido líder paramilitar] y el señor
Macaco mandó unos muchachos para que me mataran… Yo tenía que aprobar
un presupuesto para ellos, para un proyecto, pero yo ese proyecto no lo vi viable.
Porque ellos me decían que eso para población desplazada, lo hacían para población
desplazada y era supuestamente para hacer lo del PIU [Plan Integrado
Único]. La discusión mía era que si no hacíamos el PIU en el departamento, lo
vamos a hacer en el municipio. Era imposible, tenía que firmar para que una ONG
manejara eso… El alcalde me dijo que “no, que todo lo manejamos por debajo de
la mesa, que él me daba un proyecto viable para mí, que me daba un trabajo y que
qué más pedía”, o sea que entregara eso. Le dije que “no lo hacía”. Eso me causó
el segundo desplazamiento. Tolima, 2002, P.155.
Los cultivos ilícitos para elaborar drogas, son una de las fuentes más importantes de financiación
de los grupos armados ilegales. El control de los cultivos de marihuana, coca
y amapola son una fuente de recursos del conflicto armado. En el primer testimonio la
familia es desplazadas por la guerrilla porque se negó a sembrar coca en su parcela, y en
el segundo otra familia fue desplazada por la guerrilla porque sembraba coca.
Entonces ellos nos llamaron tres veces a reunión para que sembráramos coca, y
si no sembrábamos coca, teníamos que irnos de la vereda. Llegó un día en que
llegaron como la una de la tarde, las FARC, y nos dijeron que ya nos habían hecho
muchos llamados y no habíamos atendido. Que le desocupáramos la vereda sin
117
Los hechos de violencia
derecho de llevarnos nada, que nos fuéramos solamente como habíamos entrado.
Tres Curvas, Tibú, Norte de Santander, 2002, P. 104.
La guerrilla nos hizo salir, que nos fuéramos… Las FARC, porque sembrábamos
coca, que dejáramos… No sé quién quedó con todo, porque el terreno no era de
nosotros, era arrendado. Al señor que nos había arrendado, los paramilitares
también lo mataron. Gabarra, Norte de Santander, 2001, P.896.
Por último, muchas mujeres huyeron sin una amenaza determinada, por habitar un territorio
en el que ya no se podía vivir. El empeoramiento de sus condiciones de vida, los
rumores de ataques la información sobre asesinatos o masacres, el impedimento de la
circulación o las normas restrictivas impuestas por los actores de la guerra conllevaron la
decisión forzada de huir para poder mantener su integridad aunque lo perdieran todo. Los
desplazamientos que pueden llamarse preventivos, para evadir a las partes en conflicto
y evitar cualquier violación de derechos humanos e infracción al derecho humanitario
fueron repetidos en la experiencia descrita por las mujeres víctimas.
Vengo desplazada del barrio Chalán, me vine de allá porque… la guerrilla estaba
sacando a uno de su casa y mataban a la gente. Uno oía las bullas y uno no podía
salir. Entonces para evitar una tragedia, uno se vino para acá. Por el momento
me vine para acá y me ha ido bien en el transcurso del tiempo que tengo de estar
aquí. Barrio Chalán, Bolívar, P.270.
En Flor del Monte ahí los mataron a ellos tres acá, en la entrada del pueblo. Ahí
sacaron varios, los sacaban, se los llevaban, los mataban. De ahí la gente empezó
a salir, desplazarse. Porque cuando yo declaré me preguntaron qué porqué yo
había salido si a mí no me habían matado a alguien. Entonces yo le dije que yo no
podía esperar a que me mataran. El Salado, Bolívar, 2000, P.256.
La guerra en sí, como causa del desplazamiento
La conducción de las hostilidades de un grupo armado en específico o la existencia entre
ellos de ataques, emboscadas, u hostigamientos, obligaba a las personas que se encontraban
en ese espacio de la acción militar, a desalojar dichos lugares aunque fueran sus
territorios de vida. Los enfrentamientos entre las partes en conflicto fueron causa de ese
desplazamiento. Los combates de la fuerza pública con los grupos armados no estatales y
las operaciones de bombardeo generaron estos dos desplazamientos colectivos:
Desde que ya empezaron a llegar los grupos armados, entonces ya hubo la intranquilidad.
Ya no éramos los mismos… Cuando nosotros nos desplazamos fue un
desplazamiento masivo, por lo que llegó un helicóptero y empezó primeramente a
bombardear. Vereda Mundo Nuevo, Bolívar, 2001, P. 226.
En ese enero ya entró el ejército y nos tocó salir porque eso era una plomacera,
por lado y lado. Eso bombardeaban esas montañas. Entonces nosotros… nos hici118
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
mos con una parte de vecinos y andábamos corridos. Andábamos y duramos como
mes y medio corridos, ya no podíamos llegar a la casa. San Antonio Getuchá,
Caquetá, 2000, P. 549.
El impacto de los bombardeos era tal, que se convirtió en la causa directa de que muchas
familias campesinas abandonaran sus viviendas. Trátese de ataques directos o de ataques
indiscriminados, las operaciones militares áreas, sobre todo en las que se arrojan bombas,
generan pánico a los pobladores. La zozobra de las explosiones produjo estos desplazamientos
familiares.
El ejército bombardeó y mataron esa guerrilla. Ahí fue cuando llegaron a la casita
donde yo vivía con esos heridos. Entonces yo de ver eso siempre he salido corrida
por eso prefiero irme. Dije yo: “vámonos otra vez a la tierra de nosotros”. Nos
fuimos otra vez para Caquetá. San Antonio Getuchá, Caquetá, 2000, P. 549.
Empezó ese helicóptero a sobrevolar y no solo a sobrevolar, a tirar bombas. Ya
a lo último mi esposo me dijo: “no, vámonos, ya nosotros no tenemos nada que
hacer aquí”. Entonces en esas llegó un miliciano y dijo: “váyase todo el que se
pueda ir, váyase porque ya no hay más aquí”… Nosotros nos fuimos. Vereda Mejía,
Bolívar, 1997, P. 162.
Los dos siguientes testimonios de mujeres, describen el temor que vivieron como consecuencia
de las operaciones militares propias del conflicto armado. El miedo a las bombas
y a la muerte, son palpables en las voces de las mujeres que habitan en dichos territorios.
Debido a toda esa situación, siguieron bombardeos y bombardeos, encuentros en el
pueblo, enfrentamientos. Muchas veces nosotros teníamos que salir de la vereda donde
trabajábamos, con banderas blancas, para evitar que fuéramos bombardeados ya
fuera por helicópteros o por esas personas que siempre rodeaban los lugares. Debido
a todo ese temor yo abandoné el pueblo, porque es muy duro dormir con la zozobra,
con la angustia y con el pensar que en cualquier momento van a llegar y que por
algo cierto o incierto van a acabar con su vida. Roncesvalles, Tolima, 2000, P. 184.
Yo me desplacé porque se metió la guerrilla y uno allá vivía con mucho miedo.
Porque uno que no estaba enseñado a estar viendo esos muertos así, esas cabezas
de muerto. Yo pues vivía con mucho miedo y yo por eso me desplacé de allá. Bojayá,
Chocó, 1996, P.455.
El sonido de las balas que produce un combate ocasiona pavor incluso para quienes no
participan en él, como la población civil. Las personas no están dispuestas a repetir esa
experiencia y prefieren abandonar sus hogares. En estos dos casos, se trató de desplazamientos
colectivos:
A nosotros nos tocó cuando en el 2006, fue el 16 de noviembre del 2006, nos tocó
desplazarnos… Esa gente echándose plomo… La mayoría de la gente salía de
119
Los hechos de violencia
noche con sus maletincitos, con su ropita, con los niños, salían. Fuimos saliendo,
la mayoría fuimos saliendo, dejando la casa sola. Buenaventura, Valle del Cauca,
2006, P.885.
Llega un anuncio que llegan los paramilitares de Martín Llanos, que se toman el
pueblo, las veredas y el pueblo de Viotá. Hay un enfrentamiento con la guerrilla
a finales del 2003, y hay un desplazamiento de mil familias hacia Viotá. Nosotras
no nos desplazamos, las que se desplazaron fueron de otras veredas. Bogotá, D.
C., 2003, P.100.
El control del territorio es vital en un conflicto armado, su valor estratégico es indudable.
La disputa por el territorio entre las partes en la confrontación, ocasionó desplazamientos
colectivos en numerosas regiones del país sin tener ningún respeto por la vida y los territorios
de la población civil.
Eran entre guerrilleros y paramilitares y nos comentaban y nos decían que era
por territorio. San Francisco quedaba el estero de San Antonio… Era la vía
para sacar su droga y todas esas cosas… La mayoría de las personas que viven
allá salieron… a pasar trabajo a otros barrios… Buenaventura, Valle del Cauca,
2006, P.883.
La presión y el acoso constante de los grupos armados ha sido tal en muchos lugares que
la gente no resistió y prefirió huir. Los lugares de recepción no necesariamente ofrecían
más tranquilidad a los desplazados, ya que en muchas ocasiones, seguían cargando el
trauma de la guerra.
De Briceño por enfrentamientos… Eso se fue en el 2001, nosotros nos venimos
de allá… Yo ya hacía días que yo le estaba diciendo al viejo: “vámonos de aquí,
qué pereza, vea esa gente diario entrando, ellos entran y cuando no es el uno es el
otro, o el otro”. Esa misma noche nos vinimos, llegamos aquí. De verdad salimos
del infierno y nos metimos al brasero, porque yo quedé muy psicosiada porque yo
todo lo que escuchaba fue horrible. Briceño, Antioquia, 2000, P.10.
Otro ejemplo de la implicación forzada de la población civil en la guerra ha sido la ocupación
y el uso arbitrario y continuo de bienes civiles por las partes en el conflicto, sobre
todo de las residencias de las personas, la instalación de unidades militares en medio de
poblaciones donde se daban enfrentamientos hicieron que la vida se convirtieran en un
hostigamiento permanente y que sus moradores abandonaran sus casas. El ingreso a las
viviendas y los permanentes registros de los grupos armados, buscando elementos que
comprometieran a las familias que los vincularan con la parte en conflicto opositora,
fueron motivo de desplazamiento. En definitiva, las presiones de la guerra que usa a la
población civil y el control del tejido social como un objetivo militar son el motor indiscutible
del desplazamiento forzado.
Por eso me tocó irme a mí con el niño, porque mantenían a diario, cada 8 días
llegaban a las 4:00 a.m. o 5:00 a.m., llegaban y plus a rebuscar en la casa. Lle120
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
gaban y como las puertas eran de madera en las fincas… Comenzaban a levantar
las camas y los colchones y se llevaban lo que podían. Eran los paracos. Decían
“estecen quietos y salgan media hora después de que nosotros ya nos vamos.”
Buscaban armas y a los guerrilleros que de pronto nosotros los teníamos escondidos.
Siempre casi era los sábados y domingos, cada ocho traqueteaban las casas.
Hormiga del Valle del Guamuez, Putumayo, 2000, P. 551.
Me ponían a cocinar, me tocaba hacerle almuerzo pa’ la gente que iba, o limonada.
Entonces llegaba el ejército a preguntar que qué había pasado, o sea pasaba
el ejército, y uno no podía hablar, si hablaba mal del ejército, el problema era
con ellos… Uno está ahí en ese encerramiento, y a cada nada se armaban esos
enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército. Fue culpa de ellos, porque si no
me hubieran cogido la casa de reuniones, de guardar cosas, yo creo que estuviera
todavía allá. Pero ya ellos estando ahí, o sea se la adueñaron prácticamente. Ya
yo no mandaba en mi casa si no ellos, porque era lo que ellos dijeran. Entonces,
creo que por eso fue que salí. Guaquira, Putumayo, 2007, P. 132.
Todo ello ha supuesto que la vida de las mujeres quede controlada por la dinámica de la
guerra. El militarismo supone entre otras cosas el uso de la población civil para objetivos
militares. En estos casos, dicho militarismo ha estado en la base del desplazamiento forzado
y de la expulsión de las mujeres del territorio de sus vidas. Con sus casas ocupadas, ubicadas
en zonas de disputa o consideradas sospechosas. Sus tareas domésticas o comunitarias
utilizadas por los actores del conflicto armado para generar implicación o forzar colaboración,
y por ende nuevas amenazas de otros actores armados. Y las amenazas de reclutamiento,
extorsión o atentados contra la vida, muchas mujeres tuvieron que huir y perderlo todo.
El abandono de las propiedades
El dejar todo o casi todo al huir es una constante en la problemática del desplazamiento
forzado. Las mujeres y sus familias, no solo abandonaron sus tierras y sus casas, sino sus
enseres y sus animales. El despojo no solo es de su dignidad con el maltrato y el desprecio,
sino de sus propiedades, recuerdos y efectos que con esfuerzo las personas adquieren
durante su existencia. Los siguientes testimonios de mujeres, subrayan el impacto del
abandono de todo y cómo llegaron con nada. Una y otra vez el sentimiento y el impacto
de las pérdidas tejen posteriormente sus vidas.
Un hijo de él era de la guerrilla, fue que el que nos fue a avisar, nos dijo que a nosotros
nos iban a matar a las seis de la mañana. Llegó a la casa, así que yo estaba
haciendo el desayuno de mis hijos… Cuando llegó el señor y tuvimos que salir con
lo que teníamos puesto. No pudimos coger nada. Todo se me quedó en la casa,
ropa, corotos, todo y de ahí nos vinimos aquí… Turbo, Antioquia, 2002, P.240.
Perdimos todo. El segundo desplazamiento lo hicieron en octubre en 2009, también
perdimos todo. Salimos con las manos en la cabeza, no teníamos para dónde co121
Los hechos de violencia
ger… Los paramilitares, porque nosotros no conocíamos ninguna clase de grupo ni
nunca habían ido, fueron ellos. Vereda Chorro, San Jacinto, Bolívar, 1985, P. 224.
Lo que hicimos fue dejar perder todo y venirnos. Pero nos daba pesar de las niñas,
¡lloraban y lloraban!, decían: “mami que miedo, nos van a matar”. Santa Bárbara,
Antioquia, 2001, P. 673.
Llegué de arrimada. Afortunadamente ya tengo con qué pagar, yo nunca había
dicho eso y yo soy desplazada. Yo perdí todo allá, yo dejé mi rancho… No sé y no
seré capaz de ir. Medellín, Antioquia, 1995, P.47.
El desplazamiento de nosotros fue muy tenaz. Llegar acá a Bogotá, salir de la
finca donde teníamos todo allá. Cuando nos sacaron de allá, nos daban 24 horas
para salir. Melgar, Tolima, 2004, P.147.
La pérdida de sus bienes se presentó no solo por su abandono forzado sino también por su
destrucción o su usurpación para beneficio propio de los perpetradores que en algunos casos
se apropiaron de sus bienes como una forma de pillaje y en otras terminaron también
por destruir sus propiedades. Especialmente las viviendas fueron incendiadas o destruidas
como una forma de imposibilitar el regreso y mostrar la capacidad de destrucción.
Estábamos viviendo en un caserío llamado el Capitolio donde era la finca de mi
papá. Estaba ahí con mi mamá, mi papá, mis hermanos. Estábamos muy contentos
hasta que aparecieron estos grupos y fuimos víctimas pues de muchas cosas.
Porque nos obligaron a salir de nuestras propiedades. Estas fueron quemadas, las
viviendas donde vivíamos todo fue consumido por la candela, se nos quemó todo,
todo. Tuvimos que salir sin nada, sin pertenencias hacia el municipio de Ovejas,
Sucre, donde fuimos acogidos por una familia. Corregimiento de Canucal, Ovejas,
Sucre, 1994, P.289.
La mayoría de las cosas abandonadas por los desplazados fueron objeto del saqueo y del
despojo. Los bienes dejados no fueron respetados por los actores armados, ni siquiera
protegidos por los miembros de la fuerza pública. Se presentaron abusos perpetrados por
el ejército contra las propiedades de los desplazados:
Muchos los que salimos de allá, como 70 personas… dejamos las casitas solas.
Quién sabe si el ejército ya se apoderaría de la casa. No podía uno ir allá, porque
los hijos iban a ver si de pronto arreglaban el solarcito o desyerbaban unos
sembraditos que había y ¡no los dejaban entrar! Eso comenzaron a tumbar las
puertas, las ventanas… el ejército. Riosucio, Caldas, P. 618.
Desplazamiento y políticas de reconstrucción
El desplazamiento forzado masivo en el país ha llevado al abandono de campos y territorios,
a comunidades desoladas, a destrucción y fosas comunes. A proyectos de vida
122
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
destruidos que quedaron truncados bajo amenazas. A muertos y crueldades entre disparos
y motosierras.
Las mujeres ha tenido que enfrentar todas estas consecuencias y reconstruir sus propias
vidas y sus familias en contextos de inseguridad y una fuerte precariedad y pobreza. Los
trayectos de la huida estuvieron llenos de peligros y de nuevas muertes por desnutrición,
enfermedades o la violencia. La experiencia de las mujeres desplazadas ha sido analizada
en profundidad en el tomo I de este informe cuando se habla de los impactos específicos en
las mujeres. También cuando se describen sus formas de afrontamiento. El desplazamiento
puede ser visto también como una estrategia para proteger la vida aún a costa de perderlo
todo. Las mujeres desplazadas muestran ahí sus formas de resistencia y la reconstrucción
de sus familias y liderazgos con nuevas formas de replantear su identidad y roles sociales.
Los diferentes testimonios de las mujeres en torno al desplazamiento incluidas en este capítulo
ilustran graves historias que han afectado y siguen afectado un número importantes
de colombianas y colombianos. El conflicto armado envuelve las diferentes dinámicas del
desplazamiento y se ha visto como las muertes, las amenazas, las extorsiones, el reclutamiento
y la propia guerra, son de las causas más presentes del destierro. En los testimonios
de las mujeres pueden verse los modus operandi de este delito; su vinculación con la
violencia directa y con los objetivos de control de la tierra y las propiedades. El alto grado
de frecuencia y de desintegración de esta violación de derechos humanos, ilustran porqué
este crimen de guerra está tan inscrito en la realidad colombiana, ya que mientras no se
eliminen las razones que lo producen, siendo el conflicto armado la principal, este delito
seguirá siendo permanente y continuo. Las diferentes partes del conflicto no deben asumir
solamente su responsabilidad sino enfrentar su solución. Y un primer paso, es acabar con
la guerra, detonador indiscutible del desplazamiento en Colombia.
VI. Otras violaciones de derechos humanos e infracciones
al derecho internacional humanitario
La extensión y profundidad del conflicto armado colombiano, y su degradación en el
tiempo, han involucrado cada vez más a la población civil y han venido utilizándose
estrategias indiscriminadas que han generado otras muchas violaciones de derechos humanos
o al derecho internacional humanitario. Las violaciones más frecuentes ya han
sido analizadas anteriormente, como las ejecuciones, desapariciones forzadas y masacres,
junto con la tortura, las amenazas y el desplazamiento forzado.
A continuación se recogen las descripciones de las mujeres víctimas de atentados contra la
vida, reclutamiento, confinamiento, constricción a los civiles para colaborar, extorsiones o
destrucción de bienes y pillaje. Algunas de estas violaciones han formado parte del contexto
donde se dio la tortura, las ejecuciones o amenazas ya analizadas. Si bien como en el resto
de los casos estos hechos se han dirigido contra la población, se hará énfasis especialmente
en la experiencia de las mujeres, sus visiones y experiencias incluidas en los testimonios.
123
Los hechos de violencia
Heridas por minas y atentados
Colombia es uno de los países que cuenta con el mayor número de minas antipersonales
o antipersona sembradas en sus campos como producto del conflicto armado. Son muchos
los civiles inocentes que han sido heridos y mutilados por efectos de este medio
de combate prohibido por el derecho humanitario por sus efectos indiscriminados. Los
siguientes dos testimonios ofrecidos por las mujeres, el primero de un niño, ilustran las
consecuencias de estos artefacto produciendo mutilaciones y discapacidades a largo plazo
cuando no la muerte.
Lo que le sucedió al niño fue… el día 22 de marzo a las 2 de la tarde que salió de
estudiar, pues la profesora lo mandó para la casa. Ellos se fueron con la niña. Durante
el trayecto se encontraron un… coso así largo. Entonces el niño se agarró a
manipularlo. En lo que él lo manipuló, entonces le explotó y le afectó la piernita.
El Tambo, Cauca, 2004, P. 304.
Entonces trabajando se había hallado eso… Eso le explotó y le mochó estos tres
deditos. Le dañó la cara. Cuando me llamaron que lo saliera a ver que ya para
echarlo para acá. Él estaba todo… arrancadito. Todo esto le había arrancado
y los tres dedos mochitos. Vereda Albania, Villagarzón, Putumayo, 2005, P.306.
Las diferentes partes en el enfrentamiento, pero sobre todo los grupos armados no estatales,
son quienes recurren a esta arma que causa sufrimientos innecesarios y efectos excesivamente
nocivos para las víctimas, así como una carga para sus familias. Las mutilaciones de
algunas partes del cuerpo, sobre todo de las extremidades inferiores, son la consecuencia
más grave producida por estos artefactos. En los dos casos que se presentan a continuación,
son las propias mujeres declarantes las afectadas con la explosión de la mina antipersonal.
Yo caí el 11 de Junio de 1992 en una mina antipersonal. Era poco más o menos
las 5.30 de la tarde. Estaba trabajando porque yo era madre cabeza de hogar…
Estaba con mi hijo, estábamos alzando madera… Mi hijo me dijo que subiera el
macho de cabestro que estábamos con la rastra… Lo saqué a puesto y le eché
el lazo por encima y le dejé el camino al macho y yo me salí del camino. Ahí fue
cuando pisé la mina antipersonal. Ahí caí al piso y… volé… como un poco más o
menos 12 metros de lejos. Cuando yo fui a pararme, yo ya no pude pararme. Yo me
miré y ya mi pierna izquierda yo no la tenía. Mi pierna derecha facturada, partida
completamente. Barrancabermeja, Santander, 1992, P.764.
Caí en una mina el 24 de marzo de 2010 en la vereda Atronquis, bajando con mi
esposo, el niño y entrando para la finca. Somos todos tres, si no que el esposo
también está afectado, pero no está así grave igual a mí. El niño también, él fue
esquirlas no más. O sea yo iba en medio, y yo caí. Yo la había pisado con este pie.
Pues yo ahí sentí fue la quemazón pues, es un ardor y frío. Eso es lo que más lo
mata a uno y el piecito me lo voló. Samaniego, Nariño, 2010, P. 340.
124
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Una mina antipersonal es un artefacto que nunca yerra el blanco, que ataca a ciegas
y que permanece activo de manera indefinida, generando numerosos heridas graves
y discapacidades. Su uso indiscriminado no afecta tanto a quienes participan directamente
en las hostilidades como a la población civil cuando desarrolla las más sencillas
actividades cotidianas.
Yo soy una víctima de minas. Me pasó un accidente en la vereda los Linderos.
Perdí la pierna derecha. Yo ese día estaba en la casa y salí de la casa a recoger
leña porque no había en la casa. Entonces yo iba caminando así por el camino
cuando de repente, no sentí ni a qué horas me pasó el accidente. Cuando yo me
desperté pues ya vi que me faltaba una parte de mi pierna derecha. El Tambo,
Cauca, 2004, P.303.
También otras personas han sido heridas en hechos diferentes a los producidos por las minas
antipersonales. En la persecución por parte de la fuerza pública contra presuntos miembros
de grupos armados no estatales se han presentado casos dramáticos por un uso indebido de
las armas de fuego. En el siguiente caso, una niña resulta herida, con serias secuelas hasta la
fecha, en una operación militar realizada por el ejército contra presuntos guerrilleros.
El hombre con el encapuchado se sube y entra a la casa de mi hermana. Cuando
entra a la casa de mi hermana suena un tiro. Entonces ellos salen corriendo pero
ellos están de civil. Cuando corren por ahí media cuadra se ponen unos chalecos
que dicen “ejército nacional” y dos de ellos se alcanzan a poner el uniforme. Se
alcanzan a poner el uniforme y detienen a mis hijos. El individuo dice: “vea, ellos
son guerrilleros” que Juan David y Alba Meri eran guerrilleros. Eso me cuentan
mis hijos qué paso. Mi hermana sale con la niña herida. Tiene un huraco en la
espalda grandísimo y lleno de esquirlas. Hasta este momento a la niña… no le
pueden extraer todas las esquirlas. Uno de los tantos médicos que la han visto
dice que es muy peligroso porque una esquirla de esas la puede llevar entre las
venas y taponar y producirle la muerte. Otros dicen que eso no es nada. La niña
presenta un tic en su cuerpo, que ya hasta un apodo le tienen, le dicen “la bailarina”.
La niña no se puede quedar quieta. Hasta este momento, hasta la fecha
de hoy, conocen los nombres de esos individuos que fueron a mi casa y no hay
un fallo contra estos individuos. No hay un procedimiento contra estos hombres.
Medellín, Antioquia, 2002, P. 79.
Mujeres también han resultado heridas en hechos vinculados con el conflicto armado. Las
condiciones sociales, políticas o culturales de estas víctimas son muy diversas. En los dos
casos siguientes, las mujeres indígenas resultaron heridas, en un caso por el uso indebido
de armas de fuego por parte de un miembro del ejército; el segundo, es de otra mujer herida
como producto del fuego cruzado en un enfrentamiento entre grupos armados no estatales.
Nosotros, como hacemos parte de la guardia indígena, nos llamaron de que
en una casa vecina estaban haciendo un robo. Lo que nosotros hicimos, fue
125
Los hechos de violencia
salir de aquí para ir a buscar ayuda, para poderlos coger, pero no sabíamos
que el ejército también estaba allí,… Nosotros arrancamos en la moto. Uno
de los soldados se tira de un barranco y de una vez se tira disparando… En el
momento en que yo caí de la moto, prácticamente herida, llegan la mayoría
de los soldados que están en ese momento. Yo estoy caída y ellos llegan y lo
que hacen es rodearme y apuntarme con los fusiles. Cuando ya ven ellos que
yo hacía parte del cabildo lo que hicieron fue abrirse y se fueron. Al momento
que caigo, ahí si prácticamente de una, no siento los pies. Cuando llego yo al
hospital, de ahí apenas me hacen una cirugía. Me trasladan para Cali porque
ahí no tenían las condiciones de poderme hacer los injertos… Entonces ya en
Cali cuando me hacen los injertos ya me dicen a mí, que yo no voy a volver a
caminar. Entonces pues ahí prácticamente yo estuve tres meses hospitalizada.
Vereda Panamericana, Cauca, 2002, P. 312.
A la una de la mañana, empezaron a disparar de afuera. Yo fui la primera que
caí, sentí como si me hubieran empujado y caí al piso. La señora que vendía
tintos gritaba “¡hirieron a Sonia! ¡hirieron a Sonia! ¡por favor, dejen de disparar!”.
Yo del mismo susto, no me había dado cuenta que mi brazo lo habían
astillado completamente y que en las piernas también yo había recibido balas.
Yo no sentía… y yo me tocaba el brazo y desde más arriba del codo hasta la muñeca
prácticamente estaba destruido. El otro muchacho, un primo mío también
le dieron en la rodilla, quedo allí. A los que realmente venían persiguiendo no
les hicieron nada. O sea, fue un enfrentamiento, el primer grupo con otro que
venía atrás. O sea, los venían siguiendo y nosotros nos aparecimos allí. Ellos
no miraron que habíamos civiles, sino que empezaron a disparar. Resguardo
Mosoco, Páez, Cauca, 1986, P.302.
Algunas personas que sobrevivieron a algunos atentados que iban dirigidos a asesinarlos,
sufrieron graves heridas. Los casos de personas sobrevivientes de atentados graves
contra la vida En el primero, una mujer relata como su esposo, presidente de una Junta
de Acción Comunal, resulta herido luego de fugarse de los paramilitares; en el segundo,
un hombre resulta herido por un paramilitar desmovilizado.
De todas maneras nosotros vivíamos atemorizados, encerrados. En una ocasión
nos llamaron. En el 2006, le hicieron una llamada, que fuera que le iban a pagar
la finca, que fuera hasta Currillo. Él fue hasta Currillo y le dieron tres millones
de pesos. Cuando él iba saliendo del pueblito, un grupo, él dice que era un grupo
vestidos de militares que tenían unas identificaciones que decían AUC, lo hicieron
bajar únicamente a él del carro y los otros siguieron. En ese momento le quitaron
la plata que el traía y él arrancó a correr. Le hicieron dos disparos que le pegaron
en el peroné y en una pierna. Logró salir con vida de eso. Llegó a Florencia y
estuvo en muletas seis meses. Florencia, Caquetá, 2003, P.108.
Cuando iba pasando por esa oscuridad, él sintió unos impactos de bala en la
espalda y quedó desconcertado. Él dice que no sintió dolor, que no sintió temor
126
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ni nada. Él simplemente observó quien le estaba disparando… Cuando se devolvió
lo cogieron unos tipos y le dispararon en la cara. Un tiro que le salió en
la garganta y otro tiro en la mano izquierda… Pedía auxilio, porque él alcanzo
a agarrar a ese hombre. Él reconoció quien era, era un desmovilizado de las
AUC… Les gritaba a la gente que lo auxiliaran y la gente mirando. Había un
corrillo grande, nadie se atrevía a ir a auxiliarlo. Duró ahí media hora, hasta
que llegó la ambulancia de la policía y lo llevaron al hospital. Florencia, Caquetá,
2003, P.108.
Sobrevivientes de la masacre de Bojayá
En una de esas tiraron el cilindro bomba. Nosotros escuchamos un tiro, primero un
zumbido, después un tiro y después del tiro. Escuché la explosión. Al menos había
gente caminando sin cabeza, gentes mutiladas, niños gritando. Yo cuando eso,
pensé que no me había pasado nada porque logré salir. Yo estaba con mis cuatro
hijos menores. Entonces yo salí con dos y los otros dos pensé que se habían muerto.
Cuando ya, yo le dije a mi hija “Nordi, tu hermanito se murió, Luis Fer, se murió”
porque yo no lo veía. Ya después que empezó a aclarar la iglesia. Una media hora
después, mi niña corrió, se tiró al monte. Estuvo desaparecida ya por cuatro días.
Ahí vi que el niño venía arrastrado por el piso, que toda la pierna se le había ido. Ahí
empecé a sentir dolor en la espalda, en el brazo, en una pierna, sentía mucho dolor.
La gente empezó a correr y a gritar. Yo ya para que no voy a decir mentiras porque
uno tiene que decir la verdad: los paramilitares son malos, la guerrilla es mala,
pero yo no soy nadies para juzgarlos, yo no soy dios para juzgar a nadies, pero un
paramilitar me ayudó. Yo no era capaz de salir de la iglesia porque estaba con mi
hijo de un año, que no era capaz de correr. El otro estaba con la piernita desbaratada
y tenía un orificio en la parte de atrás de la espalda. Por ahí era que respiraba y le
salía una espumareda, un poco de espuma.
Entonces yo le limpiaba la espuma para que eso no se le fuera a tapar. De allí un
paramilitar entró y lo cargó. Me lo llevó a la parte de arriba del pueblo. Se quitó
una pañoleta que tenía en el cuello, me hizo un torniquete en el brazo… Después de
eso, él corrió y me gritó que se iba adentrando hacia el monte. Bellavista, Bojayá,
Chocó, 2002, P.468.
Civiles en medio del fuego cruzado
Ellos se can… y uno como civil es el que queda como perjudicado. Ni somos de un
bando, ni de otro. Solo llevamos la peor parte. Hay muchos desplazados a raíz de
eso, porque o eran sapos o milicianos. Entonces mire como nos va afectando a los
que no tenemos nada. Esa fue mi continua denuncia y automáticamente me llegó
gente armada de civil, haciéndose pasar… que eran Águilas Negras. Natagaima,
Tolima, 1978-2009, P. 159.
127
Los hechos de violencia
El terror producido en la población civil por las operaciones militares masivas o indiscriminadas
que se dan en diferentes partes del país es evidente. Los cilindros de gas lanzados
por los grupos guerrilleros o los bombardeos de los aviones fantasma, son acciones que
generan una gran zozobra en las personas que viven en esos lugares.
Estábamos muy afectados por lo de la guerrilla, porque el pueblo era mandado
por la guerrilla. Cuando se entró la guerrilla al pueblo que mataron a 13
policías, eso fue de toda la noche, el abaleo fue de toda la noche. Nosotros no
pudimos dormir nada, toda la noche. Entonces cuando tiraban esos cilindros,
uno pegaba el brinco. Entonces eso nos afectó mucho a nosotros. En eso llegó
ese avión fantasma y también echaba bala por encima de todas las casas. Ahí
salieron matando a un muchacho que estaba durmiendo en un segundo piso.
Roncesvalles, Tolima, 2001, P. 183.
En el pueblo, después de la 4 de la tarde ya no se podía salir, porque ya eran
ráfagas encima. Encontrábamos cocas de bala en el patio de la casa, porque el
helicóptero se paraba ahí en un barranco a dar bala. Ese helicóptero era del ejército…
el avión fantasma. Eso, no se podía dormir. Era tan bajitas las balaceras.
Se sentía como el impacto tan duro, que se caían los platos de los loceros, las ollas
de la cocina. Granada, Antioquia, 1999, P.895.
Esa situación de estar en la mitad de las diferentes fuerzas o grupos armados genera confusión
y angustia. De guerras con y para la población según los discursos de los diferentes
contendientes, se ha pasado a la violencia contra la población. Las personas no sólo no
pueden identificar el origen de la agresión, sino que en últimas no saben cómo actuar ante
ellos, qué hacer para protegerse.
Porque… si va el ejército a las fincas, o a la casa y van y piden ayuda y no se las
brinda, entonces dice que están con las FARC, con la guerrilla, los paramilitares,
todos esos. Si ellos no ayudan a la guerrilla… la guerrilla se viene contra uno y
los soldados también, el gobierno también. Entonces no sabría qué sería lo mejor,
cuál sería la solución para eso. Caicedonia, Valle del Cauca, 2001, P.679.
Algunas de las mujeres hacen invocaciones muy directas al respeto de los civiles, es decir,
a que las partes acaten el derecho internacional humanitario, que busca precisamente la
protección a la población civil, a las personas que no participan directamente en las hostilidades,
como lo establece el principio de distinción22.
Yo les dije a uno de esos: “de todas maneras si ustedes vinieron por ellos, váyanse
a buscarlos a ellos, pero respétenos a los civiles”. Respeten a la población civil
que hay mucho niño. Nos tocaba meternos debajo de las camas, a cubrirnos con
22 El principio de distinción del Derecho Internacional Humanitario exige dirigir las operaciones militares
solo contra combatientes y objetivos militares, y en ninguna circunstancia contra población civil y los
bienes civiles.
128
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
los colchones, porque eso tiraban unos bombazos que eso estremecían las casa.
Callo Embarrado, El Castillo, Meta, 2002, P. 152.
Obligaciones impuestas a los civiles
Una práctica muy rutinaria de los grupos armados es forzar a los civiles a hacer algo.
¿Forzarlos a qué? Como se verá en los testimonios que siguen a continuación, a cosas
muy diversas, sin embargo todas ellas les generan altos costos a las personas. El objetivo
ya no es quebrar la voluntad del adversario sino modificar las intenciones de la población
que está en medio de las operaciones. Las partes en conflicto deben es respetar a los
civiles y no involucrarlos de acuerdo a sus intereses. Las reuniones en lugares públicos
convocadas por estas organizaciones, era una de esas actividades:
La guerrilla se mete aquí y va de casa en casa. Tenemos una reunión en la Virgen.
Tenemos una reunión allá en la plaza y nadie se queda. Si eran las seis, siete de la
tarde tenía uno que salir. Quién se quedaba si los que estaban armados eran ellos.
“Nosotros tenemos aquí espías, tenemos que vigilar y el que diga, el que denuncie
que ponga denuncia o haga algo ya lo saben”. San José del Playón, María La
Baja, Bolívar, 1999, P.203.
Ciertos bienes que por su naturaleza son civiles, fueron usados para los propósitos del
conflicto armado. Lo preocupante de esta situación es que dicho uso y la presencia de los
actores armados en ellos, puede representar una ventaja militar para alguna de las partes,
convirtiendo el bien civil en un objetivo militar. Son usuales los testimonios de las mujeres
que señalan como sus viviendas eran usadas para hacer reuniones y para obligarles
a darles alimentos, lo que hace que sean consideradas objetivo militar por el otro bando.
Vengo de Ovejas, de Chalán, Sucre. Mi historia es cuando yo estaba en mi finca
participaban unos grupos que hacían reuniones en mi casa. Yo prestaba mi casa
para hacer los grupos, que como el único sitio que había era donde mí. Como ellos
siempre buscaban los espacios escondidos, donde ellos se encontraban, mi vivienda
es en un cerro y en una parte donde estaba más o menos escondida. Yo no participaba
sino que yo les colaboraba a ellos porque me obligaban, me obligaban, me
obligaban a que yo tenía que participar en esas reuniones ahí en mi casa. Me ponían
a cocinar, hacer un almuerzo, me ponían hacer tinto, hacer jugo. Participaba en
grupos en mi casa, pues yo me sentía obligada, aunque yo en mi pensamiento no me
quería prestar para eso. San José del Playón, María La Baja Bolívar, 1980, P. 206.
Lo que sucedió, fue que me cogieron la casa. La guerrilla llegaba a hacer reuniones…
Seguido pasaba el ejército, porque lo dividía el río. Pasaban y comenzaba
el ejército a darse bala con la guerrilla. Nosotros en la casa en medio de ellos.
Cuando no era eso, ellos pasaban y bueno “maten esa gallina, prepárenme el
almuerzo”, y era para toda la gente. Eso era gratis porque ellos no le pagaban.
Guaquira, Putumayo, 2007, P. 132.
129
Los hechos de violencia
Allá llegaban y cogían las gallinas, se las comían. Los marranos: “doña yo quiero
que me mate ese marrano”, “hombre si yo esas marranitas las estoy engordando
pa’ venderlas”, “no, no, nosotros queremos que nos la mates”. Nos ponían a
cocinar a nosotras las mujeres. A cocinarles esas olladas de sancocho a esos manes
para ellos comer e irse. Después venía el ejército y nos cogía el ejército que
nosotras éramos colaboradoras. Que nosotras éramos esto y si nos obligaban. El
Bagre, Antioquia, 1996 y Córdoba, 2003, P.287.
El involucrar a personas en tareas beneficiosas para cualquier grupo armado, contribuye a
desdibujar el principio de distinción entre combatientes y población civil. Darles alimentación
a los armados era pues una de las tareas más frecuentes a las que se vieron forzadas
las mujeres. A veces las situaciones eran más singulares, ya que a veces les compraban los
alimentos pero obligaban a las mujeres a que se los prepararan:
Cuando un día de tanto ir y venir la guerrilla, el frente LX de las FARC, llegaron
tres uniformados como a eso de las tres de la tarde. Llegaron a mi casa y me dijeron
que les vendiera. Porque yo como tenía una tienda, que les vendiera para
cocinar ellos. Ese día me compraron y me dijeron que les hiciera la comida. Yo
les hice la comida y después por la noche me dijeron que tenía que darles posada.
Igual yo me negué. Les dije que no, que yo como les iba a dar posada, que esa era
mi casa. El Tambo, Cauca, 2001, P. 308.
Como cualquier habitante de una zona, los lugareños eran quienes más conocían la región
y sobre todo las diferentes vías de comunicación. Las mujeres fueron obligadas a servir
de guías de grupos armados. Esta situación no es otra cosa que forzar una participación
indirecta en las hostilidades, que puede poner en serios riesgos a las personas civiles.
A mí inclusive me obligaron traspasar gente de vereda a vereda. Tuve que pasarlos,
porque si no me amenazaban que me mataba un hermano, que me mataban a
mi mamá… Los elenos [guerrilleros del ELN]… Ellos me llevaban ahí y me decían
“usted, necesito que me haga el favor y usted nos pase para tal vereda, nos indique
el camino para tal vereda porque usted, sabemos que usted sabe un desecho
[sendero] que podemos pasar”. No sé quién le daba la información, qué caminos
conocía yo para que ellos llegaran… y me obligaran a pasar. Tempentosa de
Alambría, Santander, 1992, P. 714.
La variedad de tareas a que las personas fueron sometidas por parte de los grupos armados
en los testimonios de las mujeres fue muy diversa. De lo que se trataba era de incorporar a la
población civil en actividades que de una u otra forma contribuyeran al esfuerzo de la guerra.
En los dos siguientes testimonios, los hombres fueron forzados a arreglar carreteras y las mujeres
a hacer el aseo. Estas obligaciones no son otra cosa que modalidades de trabajo forzoso.
Hicieron la toma. Bueno ya quedó la guerrilla mandando… Ellos daban las órdenes,
qué se hace: “que hay que hacer aseo, que hay que arreglar la carretera”. O
sea a los hombres más que todo pero a las mujeres en el pueblo le tocaba a uno
130
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
salir a barrer las calles. Si había charco a recoger agua, a sacarla pues y o sea
eran los que mandaban. Barrio Miraflores, San José del Guaviare, 2007, P.35.
Las FARC lo obligaba a uno que tenía uno que ir a servirles. A los hombres los ponían
a hacer chambas. Entonces yo ahí fue cuando dije ¡ya! Cuando ya empezaron
que los niños de cierta edad llegan a los doce o trece años, que tenían que ser reclutados,
entonces nosotros pues a irnos. San Antonio Getuchá, Caquetá, 2000, P. 549.
El conflicto armado colombiano se libra sobre todo en áreas rurales y selváticas, de allí
que sean los habitantes de esas zonas los más afectados. Es sobre todo la gente del campo
la que resulta obligada a realizar cualquier tarea ordenada por las partes en el conflicto.
La mayoría de las personas lo hacen por miedo como se desprende de los dos primeros
testimonios, o en las palabras expresadas por una mujer en el tercer testimonio, porque
“el que llegue armado, manda”:
A uno le da miedo porque a veces llegaba guerrilla uniformada a la casa. Que
“les vendan gallinas, que les hagan de comer, que les den agua, que si tienen
medicina que les vendan o les den”. Entonces llegan a la casa de uno y salen y
se van ellos. Al ratico llega el ejército: “aquí estuvo la guerrilla”. Uno a veces
le provoca decir que no, pero se pone a mentir y saben a veces más de lo que uno
sabe. Entonces toca decir que “sí” y le dicen: “claro, son alcahuetas de la guerrilla,
aquí son colaboradores, les ayudan, aquí les dan de comer”. Uno tiene la
forma a veces de pronto del valor de enfrentarse y hablarles y decirles, pero otras
veces no. Mocoa, Putumayo, 2005, P.530.
Como desde el 91 en adelante estaban esos grupos ahí. Al principio llegaban y decían
que eran guerrilleros. Hacían reuniones con la gente. Había veces que hasta les
daban comida, mataban una res y le repartían a la gente. La verdad es que yo pienso
ahora de que nadie se podía negar ni a recibirles ni a prestarles servicio a ellos.
Porque uno no sabía en qué momento, o fuera de este grupo o era del otro, y llegaba
y mataba a la gente, la desaparecía. Carmen de Bolívar, Bolívar, 1996, P.222.
Entonces bueno decían dizque “el que no debe nada que digan a dónde están esos no
sé qué”. Uno qué va a decir a donde están. No ve que uno no anda detrás de ellos, ni
ellos le van a decir a uno estoy en tal parte. Yo les decía: “es que ustedes cuando salen
o llegan, ¿me voy pa’ tal parte?”. Que nosotros éramos cómplices, que éramos cómplices.
La verdad es que aquí el que llegue armado manda, porque “ustedes llegan
y uno no puede decir váyanse, no los queremos ver”. Porque pa’ qué se expone uno.
Aquí el que llegue armado manda. Callo Embarrado, El Castillo, Meta, 2002, P. 152.
Hostigamientos contra la participación y liderazgo
El acoso que soportan los civiles por parte de los grupos armados se puede ilustrar de muchas
formas. De diferentes maneras los miembros de estas organizaciones o agentes del
131
Los hechos de violencia
Estado presionaban a los civiles. Las finalidades son muy variadas, desde intimidar hasta
pretender su apoyo. Una de las prácticas más comunes de hostigamiento contra mujeres
líderes o consideradas sospechosas, son los seguimientos y vigilancia de forma explícita, lo
que se convierte en una forma de presión psicológica que utiliza hasta los aspectos más íntimos,
como espacios informales o lugares donde la víctima se siente segura como su casa.
Me tenían vigilada. Sabía a dónde iba, sabía si compraba ropa, sabía cuánto me
había costado… pero jamás supe quién me hacía ese seguimiento. Solo sé que
sabía que un paraco de ellos siempre me sabía decir “hoy fuiste de compras no?”,
“si”, le decía yo, y “compraste esto, esto y esto”, “si”, le decía. “¿Porque sabe?”
“porque igual, estas vigilada”, me decía. Imagínate la cosa. Si yo salía era con mi
esposo, yo no salía sola. Estaba bien vigilada, a qué horas entraba, a qué horas
salía, quién llegaba, quién no llegaba. La Dorada, Caldas, 2005, P.532.
Los operativos ya fueron más fuertes, ya fue la persecución, fue más templada.
Porque ya empezaron a buscarme en mi casa. Mi casa pues era de dos plantas
y tenía escalas por fuera porque era para hacer otra vivienda arriba. Entonces
los tipos se subían por la escala a la plancha de la casa y me buscaban con linterna,
por las ventanas de la casa. Entonces yo no dormía en mi casa, yo dormía
donde mi familia. Yo me iba a andar y donde encontraba auxilio ahí me quedaba
¿Muchas veces dormía dentro del closet, porque ya me cogía la tarde entonces
me metía dentro del closet. Barrio Chinita, Barranquilla, Atlántico, 1995, P. 594.
Hacer que la persona se sienta vigilada es una manera de demostrarle a ella que se encuentra
sometida al control y observación permanente y el riesgo de que se cometan
acciones en su contra en cualquier momento. Los seguimientos muchas veces son acompañados
de amenazas para amedrentar aún más a la víctima. Esta mujer se vio obligada a
desplazarse de un barrio a otro debido a las continuas persecuciones y amenazas por parte
de personas que habían detenido a su compañero.
Luego empecé a ver al lado de mi casa un tipo leyendo La Vanguardia todo el
día… Carros con vidrios ahumados, vidrios de seguridad en el que se apreciaba
que parecía que los que estaban adentro fumaban… Me hicieron una llamada diciendo
que a César lo estaban torturando en Barbosa… Me hicieron otra llamada
diciéndome que no lo esperara y entonces ya… no pude aguantar más… Entonces
tuve qué abandonar mi casa, con todo el dolor e irme para otro barrio con el fin
de que bajara esa carga porque eso era prácticamente una amenaza. La Jagua de
Ibirico, Cesar, 1998, P. 711.
En algunos casos los seguimientos y hostigamientos se mantienen en el tiempo y en diferentes
lugares, especialmente cuando los perpetradores, como en este caso el ejército,
cuentan con infraestructura y servicios de inteligencia en todo el país. En el siguiente caso
se habla de una persona que estuvo en cuatro lugares diferentes debido a la persecución
a que fue sometida.
132
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
A él le inicia una persecución por parte del ejército ya que lo acusaban de ser comandante
de la guerrilla. De ahí hicimos un recorrido a Guamal, Meta, San José
del Guaviare. Hasta que pues estuvimos un tiempo en Bogotá. Hasta que en el 95
nos fuimos para aquí. Saravena, Arauca, 1996, P. 137.
Fustigar a alguien de forma continua es una demostración de poder por parte de las fuerzas
o grupos armados, para hacerle ver que la persona está controlada y que su vida depende
totalmente de su agresor.
Llegaban igual, volteaban la casa. A cualquier hora tocaban la puerta, quitaban
el bombillo de afuera. Mi hermana, como siempre la heroína, ella se paraba
allá dentro y decía: “¿quién toca la puerta?”, y ellos decían “somos el ejército
nacional”. Entonces, mi hermana decía: “si ustedes son el ejército, ¿porqué
quitan el bombillo?, ¿porqué no se dejan ver el uniforme y la placa de soldados?”.
Entonces ellos decían: “abran la puerta o la tumbamos, es que somos
del ejército”. Mi hermana decía: “pues, tumben la puerta, pero yo no les voy
a abrir porque… demuestren, yo los miro por una rendija y ustedes pongan el
bombillo”. Ya a lo último ponían el bombillo. Llegaban camuflados como soldados.
Primavera, Arauca, 2007, P. 693.
Los motivos de las persecuciones a las mujeres son muy diversos. En el siguiente caso, la
declarante denuncia como era acusada de ser comandante de la guerrilla y cómo por esa
situación el ejército la acosaba de manera permanente.
Entonces comenzaron a hacer la persecución. A mi esposo se lo trajeron para acá. Lo
tuvieron en San Isidro [cárcel]. Yo quedé con mis cuatro hijos pequeños y comienza la
persecución a mí, porque yo quede sola allá y me comienzan al batallón de Valencia…
El ejército ahí ya se había apoderado de las escuelas y todo. “Que señora, que guerrillera,
que comandante hágame el favor y me pasa las armas que porque usted es una
dirigente aquí, porque usted es la que dirige la guerrilla”. Es tan así que yo toda la
vida, hay veces yo ando con esto [muestra su aguja de tejer y su tejido]; estas son mis
metralletas. Vereda Porvenir, San Sebastián, Cauca, 1983, P. 299.
Mujeres que se atrevieron a denunciar hechos de violencia ante las autoridades judiciales
resultaron perseguidas de manera constante. Las conexiones especialmente del ejército
o la policía y de grupos paramilitares después de denuncias ante la fiscalía u otras instituciones
muestran el grado de control al que son sometidas las víctimas que denuncian a
esos perpetradores. Con el propósito de que la violación de derechos humanos y/o la infracción
al derecho humanitario queden en la impunidad, las víctimas de esos hechos han
sufrido numerosas amenazas por denunciar. Los sentimientos de zozobra e inseguridad
en el siguiente caso, son productos de los seguimientos, acosos y amenazas permanentes
después de iniciar las investigaciones judiciales.
Llevé el proceso al colectivo de Abogados Alvear Restrepo. Nos atendieron el
proceso pero a la abogada no le dieron acceso al fiscal, nunca. Se vencieron los
133
Los hechos de violencia
términos. A mí nunca me llamaron para una indagatoria ni nada, ni a mi esposo,
pero si nos seguían, nos tocaba salir de un lado a otro. Un rompimiento total con
la familia, porque la familia empezó a sentirse insegura. Porque quien quiera que
nos acompañaba iban y les allanaban las casas, los apartamentos, les quitaban
los discos duros. ¡A razón de qué o qué si yo nunca me escondí! El día que sucedió
lo de mi hijo, me metieron a una camioneta seis tipos, que decían que eran de la
fiscalía. Solo me botaban preguntas y preguntas, para ver si yo caía, pero como
no tengo nada que ocultar… Bogotá, D. C., 2006, P.109.
Las operaciones contrainsurgentes muchas veces se extienden hasta personas que por
su ideología o su participación social son tildadas de “guerrilleras”. También el ansia de
lograr ventajas militares a cualquier costo lleva a cometer atropellos contra numerosos
civiles, como en estas supuestas operaciones de registro y control por parte de la fuerza
pública donde se presentaron muchos abusos.
Eran como las doce ya, las doce y media. Cuando nosotros escuchamos que ladraban
los perros… ya cuando ya nos íbamos a acostar y ¡esos tiros!… Cuando era el
ejército: “¿a dónde están los muchachos?”… “¿Cuáles muchachos?” le dije yo…
“¿muchachos? los muchachos míos están en Bogotá”. Me dijo: “¿qué hacen en
Bogotá?”, y yo: “esto, esto y esto”. A mi esposo lo tenían allá arrodillado, le arrancaron
hasta el pelo con el sombrero, le hicieron arrodillar a las malas … El ejército
revisó hasta la nevera, ¡todo, todo!. “Todos, manos arriba”, yo no les quise levantar
las manos… Entonces dizque “usted, salga con las manos en alto”, y le dije yo: “no
señor, yo no tengo porqué salirle con las manos en alto, porque ustedes están violando
ahí los derechos humanos, ustedes ven que aquí hay un niño… es que yo voy a
coger el niño…”. Había un nietecito de 9 meses, y le dije: “es que yo voy a coger mi
niño o qué”… Cuando ya, al rato de haber estado allá el ejército, … el comandante
del ejército llegó y nos dijo: “vea, me firman este libro… este cuaderno de buen
trato, de no sé qué, que eso lo tenemos que llevar”. Riosucio, Caldas, 2002, P. 611.
Reclutamiento de niñas, niños y adolescentes
El reclutamiento de niñas, niños y adolescentes por parte de los grupos armados no estatales,
es uno de los crímenes de guerra que más afecta tanto a los menores de edad como a las madres
y a sus familias. Es una de las modalidades a la que más recurren estas organizaciones
para incrementar sus filas de combatientes. Las mujeres relatan cómo se llevaban los grupos
armados de manera forzada a sus hijos para la guerra y qué situaciones se derivaban de ello.
Yo era profesora en ese pueblito, en ese caserío, porque es un caserío. Vivía con
mis hijos, todos, mi esposo. Las autodefensas se llevaron a mi hijo. Se lo enfilaron
para la tropa de ellos, junto con tres, cuatro muchachos más, de allí del pueblo.
Riohacha, La Guajira, 2004, P. 170.
Las mentiras o los falsos ofrecimientos de darles algo a cambio, son una de las propuestas
tradicionales al que recurrieron los grupos armados no estatales para engañar a las niñas o
134
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
los niños. Una de las formas que utilizaban las organizaciones guerrilleras para enrolar a
menores de edad, era mediante promesas. El ofrecerles alicientes o una vida mejor, hacía
parte del discurso de estos grupos para el reclutamiento. Frecuentemente los problemas
familiares, la violencia intrafamiliar o la ausencia de otras oportunidades económicas
facilitaron el reclutamiento.
Yo vivía en Campamento, en la vereda La Luz. Cuando llegaron unos guerrilleros
y me dijeron que “los dos niños más grandes se los iban a llevar”. Yo les
dije: “no, no se los pueden llevar porque es que ellos son míos, no son de ustedes”.
Entonces me dijeron: “pero nos los vamos a llevar para que mejoren, para
que estudien”, todo eso. Yo les dije: “no, de ninguna manera”. Eran del ELN,
llegaron por ahí a las dos de la tarde. Yo era temblando, yo era que me iba al
suelo pero les hice el almuerzo. Yo no sabía ni que hablar, ni que decir. Entonces
ellos almorzaron, se quedaron ahí con los muchachos diciéndoles engaños. Que
esa vida era muy buena, que ellos iban era a estudiar, que después ya ganaban
mucha la plata, que iban a ganar mucha plata. Yo por allá escuchando y arrodillada
por allá pidiéndole a Dios que no se fueran a enojar ni nada. Entonces
como a las cinco de la tarde se fueron. Me dijeron: “vea lo que paso aquí no se
lo cuente a nadie, callada se queda”. Yo no le conté a nadie. Medellín, Antioquia,
1989, P.14.
A los niños les hablaban de que allí iban a tener todo. Eso nos cuentan los muchachos
después. De que a ellos no les iban a faltar nada, de que ellos iban a ser
libres. O sea endulzándoles los oídos, en el momentico que se los llevaron. Los
muchachos venían del colegio… y escogieron a los más grandecitos, los que más
se dejaron agarrar, porque los otros salieron corriendo… Se llevaron mi hijo. Se
llevaron cuatro más, tres varones y una niña, la niña tenía 13 años. Vista Riohacha,
La Guajira, 2004, P. 170.
Las armas y el dinero hacen parte en general de las cosas ofrecidas por los miembros de
los grupos armados para seducir a los menores de edad a alistarse en sus filas. El poder
que genera portar un arma o los medios económicos que proporciona el reclutamiento
son fuertes alicientes frente a una vida precaria y sin condiciones, donde el Estado no
les garantiza sus derechos y sus padres no les pueden satisfacer sus deseos. En este caso
incluso con el ofrecimiento de drogas por parte de paramilitares.
Me encontré con una mujer. Me dice: “Socorro si usted no se pone las pilas
los paramilitares están seduciendo sus hijos porque los llamaron y les dijeron
vean las armas, vea la droga”. Entonces les dijo al mansito [hombre]: “nosotros
no consumimos, mi mamá nos tiene prohibido eso”. Medellín, Antioquia,
2002, P.87.
En muchas ocasiones el reclutamiento se hace en comunidades donde se realizan reuniones,
se citaban a adolescentes candidatos a ser reclutados de manera forzada. Esas
reuniones no eran otra cosa que el señuelo para realizar los reclutamientos.
135
Los hechos de violencia
Se las llevaron a las niñas. Se las llevaron como a las 10 de la mañana a una
reunión, supuestamente a una reunión. Se me las llevaron a las malas. Luego se
oscureció y las niñas nada, que ya las traemos y nada. Luego dijo el comandante
que llamaba, y eso que pasaba por la casa. En el campo a uno le toca darle de
comer a la gente. Iba y yo veces le daba de comer, yo con rabia le daba de comer
a ese comandante. Cuánto no me agradeció esos bocados de comida que yo le di.
Yo le supliqué a él que “por favor que no me hicieran eso”. Entonces él me dijo
que “voy ayudar, le voy a ayudar, se las voy ayudar a sacar de allá, porque ya
las niñas no las devuelven para acá, las van a reclutar”. Las niñas las reclutan.
Acá la indicación es: “niñas que se van creciendo aquí nos tienen que ayudar al
conflicto armado”. Tolima, 1998, P.118.
La reunión la convocó la guerrilla pero para la comunidad… Entonces ellos le
comentaron que no se llevaran esa niña. Que mire la mamá cómo estaba, que era
la única hija. Bueno, ellos le dijeron que no se metieran, que si querían vivir allá
que no se metieran en problemas, que se quedaran callados. Entonces ellos no
pudieron hacer nada. El Tambo, Cauca, 2001, P. 308.
Del reclutamiento al desconocimiento
Supuestamente para mí se la llevaron con engaños… Hasta que ya la sacaron por el
caserío y se la iban llevando. Yo le dije que “no se fuera, que si ella quería salir para
otra parte que mejor se fuera a trabajar”. Igual ella me dijo: “no mami, yo me voy
por un tiempo no más”. Yo le dije: “eso no es por un tiempo no más, porque usted
tomó esa decisión más antes”. Para ellos un tiempo eran tres meses y si en esos tres
meses ellas retrocedían, entonces las dejaban. Había mucho interés de llevarse a mi
hija, ellos no aceptaron que yo no estaba de acuerdo. Era una muchacha menor de
edad también. Ella tenía trece 13 años y fue hace ocho años que se la llevaron. No sé
absolutamente nada de ella. No sé si vive o está muerta. El caso es que yo pregunto
y no me dan razón. Nadie me da razón de ella. Cabecera de San Miguel, Putumayo,
1995, P. 507.
Incluso en los centros educativos se ha dado el fenómeno del reclutamiento a menores
de edad. Las escuelas y los colegios eran escenarios propicios para realizar dicha tarea,
puesto que ese lugar les garantizaba una alta concentración de niñas, niños y adolescentes
sin la presencia de sus padres.
En ese tiempo… yo estudiaba… estaba en el grado décimo. Entonces empezaron
a llegar grupos armados de autodefensas. Llegaron a los colegios a sacar los
muchachos que estaban de décimo, octavo hasta once. Entre esos también estaban
mis hermanos. Estudiaban también y todo eso. Entonces resulta que ellos empezaron
a sacar los muchachos de ahí para que hicieran parte del grupo de ellos.
Yondó, Antioquia, 2000, P. 789.
136
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El reclutamiento de los menores de edad no tenía una preferencia marcada por un sexo
en específico. Los grupos armados no estatales alistaban en sus filas a niñas y niños por
igual, sin ningún objetivo claro de distinción, aunque las niñas siempre han sido objeto
de deseo para hacer tareas que se consideran socialmente propias del rol de las mujeres o
mantener más adelante relaciones afectivas.
Un varoncito y una niña… Al varoncito me lo ponían a hacer mandados: “que
vea, que ¡nos vamos a llevar estos muchachos!”. Ya cuando empezaron con la
niña que: “¡vamos a conquistar esta muchachita para llevárnosla!... para que
nos sirva”. Porque si otros tenían derechos a uno, ¡ellos tenían derecho a dos!
Riosucio, Caldas, 2007, P. 613.
Para muchos adolescentes, el miedo es visible cuando los grupos armados buscan incorporarlos
en sus organizaciones. La escasa madurez psicológica de los menores de edad se
veía afectaba por las insinuaciones de los miembros de estos grupos.
Llega el ELN. Ellos llegaron en una tarde. Entonces le dijeron a los muchachos:
“bueno, muchachos sépalo que nosotros nos los vamos a llevar”. A mis hijos, sí,
“nos los vamos a llevar porque los necesitamos y así como el ejército viene derecho
a recoger, nosotros también”… Entonces que se pusieron a pensar los muchachos:
“yo irme para un monte, para no volver a ver a mi mamá, sabiendo que esa
gente lo entierra a uno por ahí mismo, no. Qué miedo”. Andes, Antioquia, P.675.
Se dieron casos en que las madres de las niñas, niños o adolescentes eran amenazadas si
no consentían con el reclutamiento de sus hijos, como lo señala el primer testimonio; o las
madres empezaban a vivir en un estado de miedo y zozobra permanente, por el acoso de
los grupos armados para que sus hijos se incorporaran al grupo, como señala el segundo.
Llegaron y nos dijeron que ellos venían era por nuestros hijos. Si nosotros no los
dábamos nos ateníamos a las consecuencias. A los ocho días me encontré un panfleto,
un papelito que decía: “se larga o se muere”. Natagaima, Tolima, 1998, P.141.
El problema es cuando los hijos crecen. Es que uno se fue a prestar servicio. El otro
quedó ahí en la casa. Entonces empezaron a visitarme. El grupo del ELN empezaron
a visitarme a la casa. Por tardar cada quince días estaban llegando, llevándome
un mundo de cosas, de palabras que le decían a uno, insinuándole a uno cosas de
los hijos. Empieza a ser la vida intranquila allá. Barrancabermeja, Santander, 161.
La oposición a engrosar las filas de los grupos armados se traducía en otros atropellos a la
dignidad humana. Se presentaron amenazas contra los menores de edad que demostraron
resistencia al reclutamiento. En la siguiente testimonio el amedrantamiento consistía en
tomar retaliaciones contra la familia de la niña si no se incorporaba.
Ella estuvo reclutada casi cinco días. Yo ya hablé con ella y me dijo: “mamá
si viera, la primera noche me dijo un guerrillero de esos, el tal ‘vallenato’. Me
137
Los hechos de violencia
obligó a que estuviera con él”. A no, primero le pregunté a ella: “Viviana usted
porque se vino, porque se fue con esa gente”. Me dijo: “mamá, sabe por qué,
porque ellos varias veces que habían bajado y habían subido, como era la única
tienda, arrimaban a comprar”. Le habían dicho que se fuera con ellos, que le
daban nuevas opciones, qué no le habían prometido. Ella les había dicho que no,
porque estaba estudiando y que le daba pena dejar a la mamá. Entonces ellos le
habían dicho: “ahora si venimos por usted, así que alístese mamita y no le vaya a
decir a su mamá, porque corre riesgo su mamá, y su familia y sus hermanos”. El
Tambo, Cauca, 2001, P. 308.
Algunos menores de edad que fueron incorporados mediante la violencia por los grupos
armados lograron escaparse. Una vez regresaban a sus hogares las intimidaciones continuaban.
Se dieron amenazas contra las familias cuando los niños reclutados lograban
fugarse de la organización armada.
Se lo llevó el grupo armado. Él cómo era un niño, lloraba mucho allá, que porque
no era capaz de hacer lo que ellos le ponían a hacer. Él me decía: “venga que
como yo soy menor de edad a usted se lo entregan, venga”. “No, yo donde esa
gente tan mala no voy por allá”. Entonces se les voló una noche. Anocheció y no
amaneció. Aquí llegó al pueblo. ¡Ah! entonces a nosotros nos amenazaban porque
se les había volado. Tarazá, Antioquia, 1996, P.51.
Cuando el reclutamiento no era exitoso para el grupo armado, las consecuencias llegaron
a ser fatales tanto para la niña, niño, o adolescente que se resistía como para las familias.
En los dos siguientes casos relatados por las mujeres, las personas a engrosar las filas de
la organización resultaron asesinadas, y además, en el primero, como retaliación ante la
imposibilidad de lograr el reclutamiento, una mujer fue violada sexualmente:
Yo estaba en mi casa. Yo me encontraba en la casa cuando llegó el frente a reclutar
a mis dos hermanos. Resulta que ellos no estaban, se encontraban trabajando.
Teníamos que decirle en qué lugar se encontraban. La verdad no les dimos información,
porque ya sabíamos que ellos venían de reclutamiento. En vista de eso a
mí me cogieron, me pegaron y me violaron… Nosotros protegíamos a mis hermanos.
Debido a eso nos tocó sacarlos de allá para Bogotá. No se sabe si se vinieron
haciéndole seguimiento. Lo cierto del caso, como a los cuatro meses de haber llegado
aquí a Bogotá, los mataron. Aquí en Bogotá. Sincelejo, Sucre, 2007, P.174.
Yo vivía en la vereda Buenavista, municipio de Sucre, Cauca. Vivía con mis dos hijos
y mi hermano que aún tenía 18 años. Llegaron unas personas armadas a la casa. No
se identificaron si no que lo único que me dijeron que me iban a reclutar o fuera mi
hermano o fuera mi hijo. En eso yo me opuse… tuvimos como forma de una discusión
con ellos… Salieron ellos y se fueron. Eso fue como los primeros días de agosto
del 2002. En ese entonces mi hermano trabajaba en caminos vecinales. Le exigían
una fotocopia para el pago, allá pagaban quincenal. Entonces el día sábado él salió
al pueblo a sacar unas copias de las cédulas y resulta que ese día mi hermano se
quedó en Sucre y lo mataron el 18 de agosto del 2002. Sucre, Cauca, 2002, P.390.
138
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Como ya se señaló el reclutamiento forzado es una causa del desplazamiento forzado. Ya
sea para evitar la muerte o cualquier otro atropello, muchas familias se vieron obligadas
a abandonar sus hogares.
Cuando lo llaman unos tipos, le dicen: “negro venga” y él me dice: “mamá ellos
son”. Como él me había dicho que eran de los grupos paramilitares, entonces…
yo me les tiré encima, me les lancé encima. Uno me lanzó hasta una patada y
entonces mi hijo también les dio patadas y todo eso. Entonces ellos me decían:
“vieja loca, qué le pasa a esta vieja loca. Usted tranquila que nosotros la localizamos
oyó”. Entonces después yo los denuncié. Entonces desde ahí han venido las
amenazas de mi hijo y todo. Estamos de un lugar a otro. Tres Curvas, Tibú, Norte
de Santander, 2002, P. 104.
Tenía los niños grandecitos. Me contaban que llegaban los sacaban y les decían
que se fueran con ellos. Comentaban eso, “que camine con nosotros, que esto es
muy bueno”, les decían, esa gente, uniformados. Pues como él no permanecía
en la casa, yo era la que permanecía ahí y llegaban a preguntarlo a él. A mí me
comenzó a dar miedo y nos decidimos por salir. Reuní mis centavitos y en ese
tiempo pues yo le dije: “no, nos vamos, así se quede lo que se quede, nos vamos”.
Dejamos todo tirado. Bogotá, D.C., 2004, P. 165.
Una vez incorporados las niñas, niños o adolescentes, al grupo armado no estatal, eran
entrenados para la guerra. Una mujer reclutada cuando era niña, que logró fugarse de la
organización armada y luego tuvo que desplazarse de manera forzada, cuenta que fue previamente
entrenada antes de ser incorporada de manera formal al grupo. Una vez dentro
del círculo es difícil la salida que tiende a verse como un peligro para el grupo cuando no
una forma de traición.
La verdad que yo vivía con mis hermanos. Yo tenía la edad de 13 años cuando la
guerrilla se metía a la casa a buscar personas para entrenar. Entrenarlos para la
guerrilla. Estaba yo y dos sobrinas más. La verdad que nos entrenaron por seis
meses. Cuando llegó la hora de irnos para el monte a mi sobrina se la llevaron y
yo me volé. Entonces fue una causa de que no pude seguir donde yo estaba viviendo.
Carepa, Antioquia, 1982, P.245.
La práctica del reclutamiento forzado creaba estigmas en algunas comunidades. Se llegaron
a presentar casos en que menores de edad que no tenían ningún vínculo con los grupos
armados fueran acusados de ser miembros de la guerrilla. En algunas zonas el intento de
utilizar a los niños como fuentes de información es señalado por las mujeres como un
uso perverso y un modo de involucrarles en la cultura de la violencia que ellas rechazan.
Incluso varias veces el ejército me cogió… Yo me rebelé varias veces con ellos,
porque era a la fuerza sacar palabras que no sabía uno… “que la guerrilla andaba
con botas de caucho, que ellos se identificaban porque eran botas de cuero, que
ellos tenían pistolas, que no sé qué, si ellos sabían disparar”. Entonces yo una vez
139
Los hechos de violencia
le dije, como ellos acampaban en la finca donde yo estaba, les dije: “hágame el
favor, a mis hijos no me le diga nada de eso, porque ellos ni siquiera una pistola
de juguete, porque nosotros nunca les hemos dado nada de armas”. Viotá, Cundinamarca,
2000, P. 131.
El servicio militar obligatorio es una forma de alistamiento legal no consentida por los grupos
guerrilleros que ven en ello una forma de fortalecer al ejército con la que ellos no cuentan,
y que además puede suponer un trabajo de inteligencia hacia las zonas de su presencia.
La guerrilla impedía o trataba de impedir que los hijos de algunas familias estuviesen vinculados
con la fuerza pública, como se desprende del siguiente testimonio de una madre:
En ese tiempo la guerrilla no permitía que uno tuviera hijos en la policía o en el
ejército. Entonces ellos me preguntaban a mí que mi hijo en que trabajaba, yo les
decía que “no, que él trabajaba por allá en las minas de carbón, que trabajaba
por allá, en la Guajira, en el carbón”. Bolívar, P. 175.
Las mujeres víctimas entrevistadas no quieren que sus hijos sean combatientes. El rechazo
al conflicto armado es evidente. Esta mujer cuenta qué le expresó a un comandante
guerrillero cuando le solicitaba que tenía que contribuir con tres de sus hijos para la
guerra. Un mensaje antimilitarista que ha sido convertido en parte de las convicciones
colectivas de muchas mujeres como las que participan en la Ruta.
Allá en Argelia… yo me fui para esa finca que quedaba en el Bujio. Entonces ya
fue donde se complicaron mucho las cosas. Mis hijos muy grandecitos, dos muy
acuerpaos. Entonces empezó mucho a ir un comandante de las FARC, del frente
XLVII. Empezó a ver esos muchachos como muy apropiados para la guerra. Un
día cualquiera el comandante Ramiro me pregunta: “¿cuántos hijos tiene usted?”
yo le dije: “seis varones y tres mujeres”. Entonces dice: “compañera de esos seis
debe dejarnos tres para la guerra y tres para que la mantenga a usted”. Entonces
yo le dije que “no, que yo no había tenido hijos para la guerra, que yo había tenido
hijos para que hicieran el bien, no para que fueran por allá hacer lo que no
debían hacer”. Argelia, Antioquia, 1990, P. 85.
“Vacunas” y extorsiones económicas
Las extorsiones de los grupos armados no estatales pidiendo una suma de dinero ha sido
una forma tradicional de financiación de estas organizaciones. No solo los grupos guerrilleros
sino también los paramilitares recurrieron a esta modalidad, conocida popularmente
como “vacuna” o “boleteo”:
Nosotros, estando aquí en Barranca ya, nos llamaron los guerrilleros, nos llamaron.
Como ellos se quedaron con los celulares, fotos de mi familia, fotos mías,
teléfonos, direcciones, todo eso, eso fue ¡terrible!… Nos llamaron al teléfono fijo.
140
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Que sí, que tal, que nos habíamos volado, que nos atuviéramos a las consecuencias.
Que si no querían problemas tenían que enviarles 70 millones de pesos…
Mejor dicho, una cantidad de cosas. Landázuri, Santander, 2002, P. 751.
Eran paramilitares y… ellos fueron a matar y amenazar a la gente que les tenían
que dar plata. Entonces como nos sacaron esa plata, nos sacaron porque le dijeron
a él que ya no nos querían ver por allá. Que podíamos regresar a los dos o cuatro
años, si nos quería tener con vida o si no que nos mataban a todos, que somos
cinco. Corregimiento de Talindo Gómez, Nariño, 2005, P. 523.
Aunque se conoce que este tipo de exigencias monetarias es formulada sobre todo a
entidades estatales, compañías privadas o empresas transnacionales, los testimonios presentados
en este apartado son todos contra personas. Mujeres civiles de toda índole fueron
“boletiadas” o “vacunadas” según las expresiones del argot popular para denominar
dichas extorsiones. En el primer testimonio, es una mujer vendedora de una plaza de
mercado, y en el segundo, es un hombre, extorsionados por los grupos paramilitares para
permitirles trabajar.
Todos los domingos acompañé a mi mamá a la galería. Ese día llegamos allá.
Sacamos todas las frutas como por ahí a las 9, 8 de la mañana. Llegó el financiero
a pedirle la vacuna. Mi mamá en este momento le dijo que “no tenía, que era muy
temprano, que como iban a cobrar tan de mañana”. Entonces el señor se sintió
muy ofendido. Se fue donde el comandante y dijo que “ella era colaboradora de
la guerrilla”. Puerto Caicedo, Putumayo, 1992, P. 506.
Él nunca habló de eso, nunca se supo. Lo que nosotras sí sabemos es que él le
paga una vacuna a los paramilitares para que lo dejen trabajar. Entonces… no sé
de cuánto es. Pero nosotras sabemos que es una cuota más o menos alta… Porque
pues ya después de eso de la guerrilla, ya como que entró fue a operar los paramilitares
allá. Entonces ya cobraban vacuna y andaban por el pueblo como si nada
y todo. Era la gente… más querida del pueblo, y eran los riquitos del pueblo, los
paramilitares. Entonces ya ellos comenzaron a cobrar vacuna. Mi papá, yo no sé,
yo creo que todavía la paga. Belén de Umbría, Risaralda, 1999, P. 685.
El no pagar una “vacuna” podía ser objeto de represalias, que podían significar hasta la
muerte de las personas extorsionadas. En el primer caso, un hombre es maltratado por no
querer pagar una extorsión, y en el segundo caso, la mujer hace referencia cómo un tío
que se negó a satisfacer una “vacuna”, fue torturado y luego asesinado en un sitio donde
se cometían ese tipo de atropellos.
Al compañero lo cogieron y lo garrotearon. A un compañero líder le dieron… A la
comunidad no tenían porque cobrarle vacuna. Además, la comunidad de a dónde.
Si la comunidad de lo único que vivía era de la minería. De un gramo de oro que
sacaba pa’ poder comerse una libra de arroz. Cómo iban a hacer ese atropello con
esa comunidad. Juradó, Chocó, 1998, P.884.
141
Los hechos de violencia
París queda en una loma, en lo más último por allá de Medellín. Uno… por ahí a las
doce, a la una que uno estaba despierto, uno escuchaba las torturas que le hacían
a la gente allá. Porque por allá pasa un río y había una parte allá que lo conocían
como el “deshuesadero”. Que allá cogían… y uno escuchaba la gente gritando. Un
tío de nosotros lo mataron allá, lo cogieron… Él tenía un billar. Creo que fue porque
no pagó una vacuna, porque las vacunas eran tanto a los transportadores como
a los de las tiendas. A él se lo llevaron, y al otro día lo encontraron allá en el río,
tenía… signos de tortura. Le habían pues quitado las uñas… bueno, varias torturas.
Así pasó con varios muchachos de por allá. Pereira, Risaralda, 2003, P. 692.
Confinamiento en el territorio
Así como muchas personas fueron obligadas a abandonar su residencia o sus lugares de
trabajo por motivos relacionados con el conflicto armado, otras fueron forzadas a permanecer
en sus sitios de origen, limitando su libertad de movimientos en función de los intereses
de control militar en la zona. El fuego cruzado entre los grupos armados, ha sido uno
de los motivos que obligó a las personas a permanecer de manera forzada en sus casas.
Entonces, por ejemplo, cada quien cuidaba su territorio, cierto? Los paras y los
guerrilleros. Entonces los paras al lado de acá, los guerrillos al lado de allá.
No podían pasarse los uno de allá para acá, porque eran enfrentamientos entre
ellos. En se enfrentamiento, siempre estábamos nosotros, los civiles ahí metidos
en eso, en ese fuego. Entonces, vino el desplazamiento. Hubo un tiempo que ya no
se podía salir de la casa porque cuando uno quería, si uno estaba en el centro lo
llamaban: “vea mamá no venga por acá, que esto acá está bloqueado. Esta total
tiroteo por todos lados. Estamos escondidos, en el último rinconcito de la casa”.
Porque no veía por donde uno entrar, porque eso estaba, mejor dicho, entre los
dos bandos dándose plomo. Buenaventura, Valle del Cauca, 2006, P.885.
El prohibir que la gente saliera de sus casas o que se moviera libremente por las calles era
el propósito de muchas de las acciones perpetradas sobre todo por los grupos armados no
estatales, para poder realizar sus acciones sin oposición o testigos. El primer caso es de
autoría de los paramilitares y el segundo de la guerrilla.
En el transcurso del tiempo la verdad que el pueblo era muy tranquilo, no había
problemas, no había nada. En un tiempo se metió lo que fue los paramilitares.
Estaban comandados por alias el Chino. Además de eso ya no dejaban salir a la
gente, ya no podía salir, no podían hacer nada. Estanislao, Bolívar, 2008, P.238.
Una vez se llevaron al alcalde de Bolívar, Valle… era el ELN. El secretario era un
hombre, trabajaba con él. Eso se llevaron ¡muchísima gente! Cerraron todas las
vías. Nos dijeron… que “después que ellos se fueran nosotros podíamos contar
todo lo que había pasado ahí”, pero mientras no dejaban salir a nadie. Primavera,
Arauca, 2007, P. 693.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
En las ciudades o el campo se dieron casos de confinamiento. No solo se presentaban en
las cabeceras municipales como en los dos casos anteriores, sino en las propias veredas
no se permitía la libre circulación de las personas.
Ya el 14 de noviembre del 2002 nosotros estábamos en la finca cuando llegaron
los paramilitares. Rodearon toda esa vereda de acá donde comienza de acá arriba
hasta el cruce del Chuyaco. No dejaban pasar ni de acá arriba para abajo, ni de
acá abajo para acá arriba gente, nadie. Solamente andaba un camión verde de ellos
para arriba y para abajo con esa gente. Puerto Colón, Putumayo, 2000, P. 542.
Las presiones sobre la movilidad de las personas llegaban a situaciones límite. En el
primer caso, el control constante sobre los movimientos de una mujer se traducía en un
verdadero hostigamiento; en el segundo, las condiciones indignas en que permanecían
las personas en un lugar religioso convirtieron esta situación en un hacinamiento cercano
a la tortura.
De que usted no se podía mover al baño porque todos le tenían a usted la mirada
allá: “¿usted a qué entró al baño?, ¿qué tanto se demoró en el baño?, ¿qué…?”.
Todo eso. Ellos estaban mirando qué comida estaba uno haciendo, que de pronto
no los fueran a envenenar y uno estaba presionado a todo momento. Si yo me iba
a hacer este destinito, ahí había dos conmigo. Si yo volteaba aquí al lavadero,
aquí estaban otros conmigo. Uno estaba vigilado día… todos, todos estábamos
vigilados. Nosotros allá. Nosotros no podíamos ni respirar. Sevilla, Valle del Cauca,
2011, P. 661.
Todos nos metieron dentro de la iglesia. Había meados, habían cagados, habían
vómitos, había tembladera, había gritadera, vea de todo… La única que se podía
mover de ahí a darle pastilla o agua a cualquier persona era la promotora de salud…
lo que quería lo tenía que hacer ahí como un animal. Todos ahí encerrados.
Samaniego, Nariño, 2007, P. 444.
Se dieron situaciones en que los grupos armados no estatales establecían las reglas de
vida, especialmente los grupos paramilitares incluyeron formas de control social de la
conducta, lo que se puede hacer o no según su propia ideología y en muchas ocasiones
limitándola libertad de las mujeres. El confinamiento en la propia casa también ha sido
un impacto del terror. Los abusos perpetrados por los grupos paramilitares contra las mujeres,
causaban tal miedo, que no podían salir de sus casas. El encierro se convertía en un
mecanismo de protección. El temor a ser agredidas las confinaba en sus hogares.
“Un día todo el mundo tiene que salir… tienen que salir a pintar el parque, tienen
que salir a hacer esto”. La mayoría de gente, los hombres tenían que salir… la
mayoría de gente tiene que salir a arreglar las carreteras, tienen que salir. No era
de que no, usted va a salir, sino que obligado uno tenía que salir a trabajar porque
ellos lo decían… En el tiempo que llegaron los paramilitares aquí yo estaba en
embarazo… Hubo muchas masacres. El miedo de salir a las calles. Salía uno a la
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Los hechos de violencia
calle y ya era un problema para las mujeres… Hubo muchos paramilitares que se
drogaban, querían violar, abusar de las mujeres… No se podía salir ni al parque,
nada. Naya, Cauca, 2005, P.378.
Retenes: el control de la movilización
Una modalidad frecuente de control por parte de las diferentes partes del conflicto armado
era la de ubicar puestos móviles en las carreteras o caminos para detener tanto a
los vehículos y/o personas con diferentes propósitos. En la mayoría de las ocasiones las
personas son interrogadas y a partir de las respuestas, las reacciones de quienes realizan
el control son difíciles de predecir. En el siguiente caso, una indígena promotora de salud
fue golpeada y amenazada.
Mi nuera era promotora en la vereda del Naya, en el Playón… En el crucero que
se le dice ‘casa de zinc’ allí estaban los paramilitares. Ahí pararon la chiva y los
hicieron bajar. A ella le pidieron papeles… le habían dicho que “ella era una
auxiliadora de la guerrilla”. Ella les dijo que “no, que ella trabajaba en el Naya
como enfermera, como promotora de salud pero ella no tenía distingo con nadie
si era guerrero… que la misión de ella era salvar vidas”. Entonces le dijeron que
“no la querían ver en el Naya”. Le pegaron un planazo [golpear con un machete].
Ella se iba a ir para el Naya así. Entonces me llamó, yo le dije que “no, que se
regresara. Que si la echaban del trabajo que íbamos a hacer pero que primero la
vida de ella”. Silencio, Cauca, 2000, P.379.
La realización de retenes en las carreteras y caminos no sólo tenía el propósito de controlar
la circulación de las personas. Además de saber quién transitaba, otro objetivo
era determinar qué cosas llevaban las personas, de cuáles se permitía su paso y hasta
la cantidad que se podía llevar de determinada cosa. El tráfico de bienes era vigilado
y eran muy comunes los retenes para controlar alimentos. Las evaluaciones sobre el
exceso de mercancía generalmente conllevaron acusaciones de colaborar con la guerrilla.
Los retenes han sido medios de control de la comercialización y el transporte,
haciendo más difíciles las condiciones de la población, y específicamente el trabajo de
las mujeres.
Pues es que uno se montaba en el carro y había tres requisas. De la primera requisa,
si uno llevaba más de lo que uno compraba, pues de lo que el comandante
había registrado, entonces ya se lo quitaban a uno. Entonces lo asignaban a uno
con cuarenta mil pesos, ocho libras de arroz para el mes. La sal no era de esa
sal que uno come por acá, sino de esa sal de ganado. Porque más no podía uno
llevar y todo era racionadito. Entonces nosotros tomamos mucha decisión de
eso… porque uno para seis hijos y nosotros dos, éramos ocho. Para uno pasar
con ocho libras de arroz cuatro semanas, eso era muy duro para uno. Urrao,
Antioquia, 2005, P. 597.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Sí, que uno salía a mercar y no, no lo dejaban pues. Eso ocurrió así. Todavía creo
que la situación por allá todavía es así, pero en esa época era así. O sea que más
no lo dejaban pasar. Eso demoraba uno por ahí una hora o dos requisando ese
carro. Ahí al derecho y al revés. Que para que uno no llevara mercadito, ni nada.
Urrao, Antioquia, 2005, P. 597.
En la experiencia de las mujeres entrevistadas los controles eran realizados de manera
indistinta por las fuerzas legales o los grupos ilegales.
Empezamos a tramar como era que nos íbamos a salir. Porque teníamos que pasar
precisamente por un punto que se llamaba el Rosario, y eso mantenía así de
guerrilla. Nos pusimos a ver que ya no podíamos mercar lo suficiente. Uno que
echarse un mercado de $ 250.000 mil pesos, uno no se lo podía echar. Porque
cuando no era la guerrilla que le quitaba la mitad, era el ejército, que porque eso
era mercado para la guerrilla. La guerrilla viéndole pasar a uno hambre, entonces
le quitaban la mitad. Que para uno poder salir al pueblo tenía que solicitar un
permiso de un comandante. Argelia, Antioquia, 1990, P. 85.
El paso de alimentos era tan restringido en esos retenes, que las personas para ingresar un
número mayor de cosas, tenían que sobornar a la fuerza o grupo que practicaba la requisa.
O sea que a la limitación de circulación de bienes, se le sumaba una extorsión.
Una remesa que uno llevara tenía que ser poquita, porque ellos decían que ya
harta remesa eso era para la guerrilla. Que todo era para la guerrilla. Así estuvimos
un tiempo que había que hasta dar esas vacunas, que le dicen. Había que
darle a ellos, porque ellos no dejaban pasar una remesa de 150 mil. Desde que
ellos empezaron a hacer esos retenes en el camino, en las carreteras, ellos decían
que esa era una remesa de $ 50.000. Había que pagarles a ellos para poder subir
el resto de remesas… Entonces, ellos decían que así como uno le colaboraba a la
guerrilla tenía que colaborarles a ellos. Buenos Aires, Cauca, P. 311.
Estos retenes se convirtieron en un escenario ideal para cometer pillaje contra las personas
civiles. Además, las personas eran insultadas y maltratadas. Los malos tratos contra
las mujeres en ellos son evidentes.
Allí me preguntaron que “como yo traía unas cosas de la misma actividad”. Era
aguardiente, leche, un poco de bebida que yo traía ahí. Me preguntaron que “de
quién era eso”. Entonces yo dije que “era mío”. Ya se botaron, tomaron, y me quitaron
el bolso. Me esculcaron a ver yo que traía. Me encontraron una filmadora
que yo traía de lo que había hecho, de la actividad que había hecho. Me trataron
mal, horriblemente mal. No me hirieron pero si psicológicamente me martirizaron.
Silencio, Cauca, 2000, P.379.
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Los hechos de violencia
Privaciones de la libertad personal por parte de agentes del Estado
Aunque en ciertas circunstancias es lícita la privación de la libertad personal ordenada
y practicada de acuerdo a la legalidad y respetando los derechos de la persona detenida,
sobre todo mediante una orden de captura expedida por una autoridad judicial competente
o en casos de flagrancia sin ella, las mujeres refieren casos de capturas ilegales
realizadas por agentes del Estado. Algunas detenciones arbitrarias por parte de la fuerza
pública se presentaban sin motivos aparentes. Cualquier lugar o pretexto era útil para
ese propósito.
Porque la policía llegaba al barrio a maltratar a los jóvenes y a las jóvenes e incluso
hasta adultos los maltrataban. Llegaban a detenerlos si estaban en alguna
fiesta, si hacíamos alguna fiesta, alguna reunión. Ellos llegaban a atropellar a la
gente en el barrio. Aguablanca, Cali, Valle del Cauca, 2003, P. 158.
Numerosas privaciones de libertad se hacían sin ningún fundamento legal y con el simple
señalamiento de una persona de que otro era sospechoso de algo, se procedía a su detención.
En este caso, la mujer señala que su hijo fue detenido arbitrariamente durante quince
días por ser acusado de ser guerrillero, luego fue liberado pero sufría aún en el momento
de la entrevista, años después, las secuelas de esa detención.
Es que a mi hijo una vez lo cogió el ejército. El que llama Fabián. Ellos salían a
Buena Vista a dejar un enfermo. Vino uno que andaba tapado, y lo señaló que era
guerrillero. Me lo encarcelaron 15 días, pero no le cogieron nada, ni nada de eso
y me lo tuvieron detenido 15 días. Luego pues como no le comprobaron nada lo
mandaron ya… Él quedo nervioso de eso. Casi no sale al pueblo, no le gusta. Pues
uno de mamá sufre mucho por eso. Putumayo, 2000, P. 339.
Las mujeres señalan como una de las razones más frecuentes de detención de sus familiares
el señalamiento, por parte de miembros del ejército, de que ellos pertenecían a organizaciones
guerrilleras. En los dos siguientes casos, el hijo y el esposo de las mujeres respectivamente
estaban privados de la libertad en cárceles por ser acusados de ser guerrilleros:
Mi hijo Juan David está en la cárcel por un montaje que le hizo el ejército. Le
pusieron un arma que él la había disparado… Metieron el arma en una caja. Mi
hijo me decía: “mamá que me hagan el examen de balística. Que me miren si yo
disparé. Que si la arma tiene huellas”. Medellín, Antioquia, 2002, P. 79.
Fue cuando cogen a mi esposo también. Lo cogen como auxiliador de la guerrilla.
Todos los que se llevaron. Como más de 30 señores y jóvenes. Los trajeron acá a
San Isidro [cárcel] diciendo que eran guerrilleros, pero ellos no eran guerrilleros,
sino que un muchacho que se voló decía que eran guerrilleros porque íbamos a la
reunión de la Unión Patriótica. Entonces comienza la persecución. Vereda Porvenir,
San Sebastián, Cauca, 1983, P. 299.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Se presentaron detenciones sin órdenes de captura. A veces éstas se expedían con posterioridad,
circunstancia que no convierte la captura en legal. En el siguiente caso la mujer,
no sólo denuncia la privación de la libertad de una persona sin orden de captura, sino que
señala que ésta se elaboró con posterioridad a su detención.
Meses después… lo cogieron sin orden de captura. Usted sabe que para llevar una
persona a la cárcel tiene que presentar una orden de captura. A él lo cogieron sin
orden de captura. Cuando a él lo llevaron a Tadó, a la Inspección de Tadó, él dijo
que “porqué lo habían cogido si no le habían llevado orden de captura”. En ese
instante, ellos elaboraron una orden de captura, porque ellos nunca le dijeron:
“lo vamos a coger por esto o por esto”, no. Entonces, imagínese… lo llevaron
ocho meses a la cárcel… ocho meses. Santa Cecilia, Risaralda, 2000, P. 668.
La corrupción de agentes policiales ha ido de la mano de las violaciones de derechos
humanos. Incluso en algunos casos referidos por las mujeres algunas privaciones ilegales
de la libertad personal por parte de la policía tenían como propósito extorsionar a las
familias.
En Bello ha habido muchos casos de la misma policía. Por ejemplo, conocí casos
de que le metían los hijos a la cárcel, se los detenían y enseguida para soltarlos le
pedían cierto dinero a los padres… Hubo un señor que casi lo dejan en la calle los
policías porque le pedían vacuna. Entonces a cada rato se lo detenían. Cada que
el papá iba por él, entonces se lo soltaban y era un muchacho que no había hecho
nada. Lo cogían por ahí en la esquina, porque les daba la gana y le quitaban plata
al papá. Casi lo dejan en la calle porque los mismos policías le quitaban. Frontino,
Antioquia, 1990, P.53.
Ciertas privaciones de la libertad perpetradas por la fuerza pública fueron acompañadas
de atropellos a la integridad personal de los detenidos. Los atropellos físicos y torturas
por parte de agentes del Estado se presentan en algunas capturas. En el siguiente caso, la
madre cuenta el desespero al ver su hijo detenido y golpeado:
Lo llevaba la policía. Cuando yo estoy teniendo la puerta escucho una [sic]
gritación para abajo y miro. Era mi hijo. Lo llevaban arrastrando por el piso,
ensangrado, golpeado y al frente de mi casa está el CAI de la policía… Eso iba
siendo las 10, 11 de la noche. Cuando veo que sale toda la policía de civil, en
pantaloneta y decían: “hay que matarlos a todos, no puede quedar ni uno”. Habían
cogido todos los muchachos del sector, juiciosos, porque… decía que eran
guerrilleros. Yo cuando vi que era mi hijo, a mí se me acabó el mundo. Yo largué
esa puerta y salí gritando: “!entréguenme a mi hijo!”. Cuando llegué allá, ellos
estaban tan encarnizados, los tenían esposados, les pegaban. En ese momento
no recuerdo. Creo que me cogieron, porque cuando desperté estaba debajo de
todos esos jóvenes que estaban golpeando. Corregimiento Murrí, Frontino, Antioquia,
1983, P. 71.
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Los hechos de violencia
No solo hombres fueron objeto de capturas ilegales. Un caso que produjo varias detenciones
arbitrarias de mujeres, fue el que se presentó en la Comuna 13 de Medellín, en
una acción conjunta entre la policía y el ejército, que se conoció como Operación Orión:
En la operación Orión que es muy conocido este caso en todo el país. Fui detenida
arbitrariamente por ser lideresa. Estuve detenida 10 días completos, entre
el 12 y salí el 22. En esos 10 días estuve detenida… En el mismo día en el DAS,
en Belén. De ahí pasé a la cárcel de mujeres el Buen Pastor. Medellín, Antioquia,
2002, P.87.
En determinadas detenciones realizadas por miembros de la policía judicial también se
señalan abusos. Aunque de acuerdo al siguiente testimonio al parecer la captura contra
esta mujer era con orden judicial, ya que fue practicada por parte de la Fiscalía, se cometieron
maltratos contra ella en la forma en que se realizó.
Me mudé para otro lado. El 24 de febrero del 2002 me cayeron allá a la casa. Allanamiento.
Me desbarataron los muebles, rajaban los cojines con esos cuchillos
que ellos cargan. Ese día si yo estaba ya durmiendo y en bata así de dormir y me
tiraban al piso. Me metió una mujer a requisarme así todo. Me hicieron bajar los
interiores, pues brasier no tenía. Me pusieron el arma en el cuello, boca abajo, el
pie en el cuello y el arma aquí en la cabeza. Ahí si me llevaron detenida para el
bunker de la Fiscalía. Barrancabermeja, Santander, 1999, P.156.
También se dieron casos de privaciones de libertad personal perpetradas de manera conjunta
entre fuerzas legales y grupos armados ilegales. Aunque el ejército es una fuerza
legal, no es el ente que de manera normal realiza estas acciones como una detención, y
mucho menos en compañía de un grupo paramilitar.
Porque decían que él era miliciano… Las personas que viven entre las zonas de
guerrilla tienen que hacerles mandados. Entonces llegaron los paras con el ejército
revueltos y se llevaron a mi marido ocho días. Puerto Nare, Antioquia, P. 665.
Privaciones de la libertad personal
por parte de los grupos armados no estatales
Tanto los grupos paramilitares como los guerrilleros realizan detenciones de manera ilegal y
arbitraria a las personas., privándoles de libertad por motivos relacionados con el conflicto
armado. Algunas retenciones realizadas por los grupos armados no estatales eran una forma
de castigo y las condiciones inhumanas constituían una tortura física y psicológica.
A mi esposo se lo llevaron los paramilitares. Lo tuvieron cinco días amarrado.
Cuando yo lo encontré lo tenían amarrado a un palo. Tenía las manos hinchadas,
estaba sin camisa, picado los zancudos. La comida la tenía botada a un lado como
si fuera un animal. Puerto Toledo, Meta, 2005, P.111.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Retención y terror
Un día estaba cortando caña con el esposo mío. Él y yo trabajábamos la agricultura.
Bajamos a desayunar a la casa, cuando llegó una gente vestida de policía o soldado.
Preguntaron “cómo se llaman” y eran con una lista en mano. Entonces nosotros le
dimos el nombre y ahí mismo dijeron “arréglese que nos vamos”. Yo les dije “para
dónde”, “para la escuela”, la escuela quedaba por ahí a 45 minutos de la casa mía.
Nos arreglamos y nos fuimos… Nosotros pensamos que era una reunión o algo así.
Cuando caminamos por ahí tres cuadras y nos cogieron y nos amarraron. Ya también
llevaban a otro muchacho de la vereda que lo tenían amarrado. Nos llevaron a
la escuela. Eso estaba lleno de gente. Yo pensaba que era el ejército porque tenían
uniforme. Uno en el campo no sabe, no distingue la gente. Nos dijeron que “eran del
grupo Nutibara que ellos iban a matar a algunas personas para que los otros cogieran
miedo”. Entonces nos encerraron en los baños de la escuela. Entonces yo pregunté
que “porqué me tenían”, “que porque el hijo suyo es un ladrón”, “¿pero qué
ha robado mi hijo?”, “un ganado que tiene en esa finca”, “ese ganado se lo compró
Dairo Restrepo”, yo le di los nombres y él todavía lo debe, trabajó en la bocatoma
y él lo va a pagar. El ganado eran tres animalitos. Ahí nos dejaron desde las nueve
de la mañana hasta las dos de la tarde. Citaron a todos los vecinos a una reunión
y nosotros encerrados en un baño. Nos daba sed. Tomábamos agua del tanque del
baño. Vereda Bellavista, Antioquia, 2004, P.76.
Algunas personas fueron detenidas de manera ilegal varios días con finalidades específicas.
El asistir a los heridos y enfermos de los grupos armados no estatales parece ser el
motivo en los dos siguientes casos. En el primero, una mujer es retenida supuestamente
porque su novio es un policía y como castigo se le impone que cure a los heridos; en el
segundo, la guerrilla tal vez buscaba el servicio de las personas retenidas, ya que se trata
de una brigada médica.
Era tanta la decepción, que un día pensé quitarme la vida. Por eso recibí un castigo
más grande, porque ellos decían que “ellos no me querían muerta sino que
ellos me necesitaban para que yo curara a las personas que les hirieran o que
ellos tuvieran heridos”. Me tenían retenida como para que me les ayudara con los
enfermos que ellos llevaban. Como castigo por el solo hecho de ser novia de un
policía. Carmen de Atrato, Chocó, 1994, P.475.
En otra ocasión… la brigada médica estuvo retenida por un grupo. Ellos se identificaron
que era guerrilla, del ELN. Nos tuvieron ocho días retenidos. Después
de salir de esa retención, fue que los otros más, se empezaron a decir que eso no
había sido ninguna retención. Que eso era que nosotros queríamos estar allá,
porque hacíamos parte del otro grupo. Bajo Atrato, Chocó, 1998, P. 139.
La suerte de las personas retenidas por las organizaciones guerrilleras es muy diversa. Algunas
son asesinadas y otras gozan de mayor fortuna y son liberadas. Los siguientes dos

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