Thursday, February 23, 2012
Góspel de Currulao Se “trenza” En Cali @ FIX University Cultural Campus
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Sin pensarlo dos veces, Luis Henry Medina, conocido
en el canto urbano como Monti ENF, “El negro del flow”, atravesó la comuna 13
bajo un inclemente sol y antes de las 2:00 de la tarde del domingo 18 de febrero
ocupó su silla en el centro cultural de esta zona del Distrito de Aguablanca, en
el oriente de Cali, para escuchar “las buenas noticias” del grupo norteamericano
de música góspel Dorrian Neymour and One Voice, que trajeron el Centro Cultural
Colombo Americano y la Embajada de Estados Unidos, con el apoyo de la Secretaría
de Cultura y Turismo de Cali y la Cámara de Comercio de la ciudad, dentro de la
celebración Black History Month 2012.
El talentoso muchacho, de 28 años, de 1,75 metros
de altura, algo desgarbado, con trenzas y vestido con gorra beisbolera, gafas
oscuras, camiseta estampada, jeans caídos y zapatillas Nike, cantó algo de hip
hop para los expositores de la música religiosa. El joven expresó que acudió a
la cita cultural, porque los artistas urbanos van adquiriendo mayores
conocimientos, se van “alimentando musicalmente” para continuar su proceso
evolutivo en un medio cada vez más transculturizado.
Como el “El negro del flow”, más de medio centenar
de jóvenes de ambos sexos estuvieron atentos al taller musical del grupo
afroestadounidense, que con sus fuertes voces y cantando en inglés, no tuvieron
barreras para que los muchachos captaran ideas que les permitan explorar y
fusionar en sus trabajos musicales, lo que es recíproco, como lo expresa Dorrian
Neymour, líder del grupo de canto evangélico. “Ello es absolutamente importante
para nosotros, pues nos llevamos aspectos cognocitivos de la música negra del
Litoral Pacífico colombiano para incorporarlos con mucha vibración a nuestra
sureña música góspel, así como lo hemos hecho con el jazz y el
blues”.
Medina, quien vive con sus padres en el barrio Yira
Castro y trabaja en una lavandería de muebles de su propiedad, enfatizó que está
música de alabanza también le llega, porque él está bajo la mano de Dios
Todopoderoso, quien hace que la semilla germine, lo que conlleva a que muchas
puertas se abran y haya innovación y más energía en su género denominado Jungle
Movement, movimiento de la selva.
Entre tanto, a sus 23 años, Darwin Javier Urrutia,
nacido en Condoto (Chocó), pero criado en Cali y cuyo nombre en los escenarios
es “El Raid, también estuvo atento a las recomendaciones de los participantes en
este encuentro con la música góspel. Cargado de trenzas sobre su cabeza, llegó
de sorpresa a este espacio cultural, dispuesto a aprender y guardar aún más
aspectos, como la pasión, el amor y la creencia en Dios, como fuente de
inspiración artística.
Para la vocalista del grupo de góspel Sarah
Stephens, los muchachos con quienes compartieron este espacio en Cali, tienen
mucho talento, pasión y sed de triunfar, lo que sin duda permitirá extender este
género en esta ciudad.
Otros que estuvieron concentrados en este
intercambio cultural fueron los esposos Juan Carlos Urrutia y Jamie Leigh
Hazelwoot. Él afro, nacido en Andagoya ( Chocó). Ella, nacida en California
(Estados Unidos), de cabello como el oro y ojos azules. Ambos desde sus orillas
laborales, le apuestan a trabajar con el góspel como aporte cultural. Es así
como este caleño por adopción, quien estudió música y literatura para buscar sus
conclusiones en la herencia africana, quiere encontrar similitudes entre la
tradición oral, la música fúnebre del Pacífico y la góspel. Jamie trabaja por la
paz y resolución de conflictos en pueblos del suroccidente colombiano, donde se
apoya en líderes comunitarios y de iglesias. Ella ve la música, en especial, la
que es una alabanza a Dios “como una magnífica oportunidad para la
reconciliación, en lugares donde la violencia campeó.
Las horas fueron pasando y hacia las 4:30 p.m. de
aquel domingo, el calor aumentó en la sala de conferencias, al convertirse en
una formidable murga, donde el clarinete, las panderetas, el órgano y su
majestad la marimba se fusionaron en alabaos y en la canción “Mi Buenaventura”,
la misma de Peregoyo, la cual en este improvisado escenario fue “condimentada”
con la prolongación y la vibración que desborda la música evangélica venida del
estado de la unión, para poner a cantar a los cinco visitantes con los dueños de
casa. Todos se alborotaron a puro góspel de currulao.